Kent Parte 1

Abrió los ojos lentamente y se froto la cabeza. Todo le daba vueltas, y no estaba segura de donde había caído esta vez, solo recordaba que cayó de una canoa y luego de la fría agua todo se nublo.

-Qué bien! ¡Al fin despertaste! - Giro la mirada lentamente y ahí estaba, su único amigo de verdad en estos momentos, Orion.

-Orion...- Susurro suavemente mientras giraba la vista en la habitación, pero no veía nada, todo estaba oscuro, y podía sentir que estaba sobre una superficie más que dura.

-Puedes verme y me recuerdas! Qué alivio...- El chico parecía haberse sacado un peso de encima, pero la muchacha continuaba viéndolo confundida.

-Donde estamos...? - Poco a poco se fue sentando, se miró un momento, estaba cubierta por una sábana blanca, pero solamente eso, bajo aquello estaba completamente desnuda. Su rostro enrojeció y tomo la sabana para sostenerla firmemente contra su cuerpo. Entonces el chico se puso rojo y se giró rápidamente.

-Tranquila! ¡No vi nada! ¡Nada de nada! - Aunque estaba dándole la espalda, de igual forma, cerró los ojos con fuerza mientras intentaba hablar tranquilo -La verdad es que no sé dónde estamos ahora, la habitación está muy oscura como para poder encontrar algo, y hace horas que nadie viene, y no quería alejarme mucho por si despertabas-

El ruido de pasos petrifico a ambos, sin saber que hacer la chica solo contrajo las piernas, se sentían tan duras y adoloridas. Todo su cuerpo se sentía duro y adolorido, ¿cómo es que no lo había notado antes? En ese momento una puerta se abrió lentamente y un poco de luz se filtró dentro de la habitación, una mano entro lentamente y paso por la pared, hasta que toco un interruptor y unas luces brillantes se prendieron, haciéndole doler la vista a la muchacha, pero fue más el terror en sus ojos cuando observo aquella habitación llena de elementos quirúrgicos, ¿frascos con lo que eran... eran partes humanas? ¿Había órganos en esos frascos? Y aquella cama tan dura era una mesa de frio metal, como donde ponían a las personas en la morgue de los hospitales.

-Este lugar no me gusta... no me gusta nada...- Murmuro Orion junto a ella, parecía querer mantenerse firme, pero él estaba tan aterrado como ella.

Quiso gritar, pero su boca se sintió de golpe seca, su cuerpo paralizado y su garganta cerrada. Aquella mano se convirtió en un brazo cubierto por una bata blanca y finalmente fue apareciendo el resto del cuerpo. Era Kent. El mejor amigo de Ikki, podía recordarlo, ¿pero... que estaba haciendo el ahí? ¿Qué estaba haciendo ella allí? ¿Por qué parecía un doctor? ¿Que no estaba en la universidad? ... y Ni siquiera estudiaba medicina.

-Es Kent! ¿¡Que hace Kent aquí!?- De nuevo el único de los dos que hablaba era Orion, lo que era una pena porque solamente era ella quien le escuchaba, pero sus comentarios reflejaban perfectamente los sentimientos que pasaban por su mente también.

El hombre entraba con un maletín, parecía muy serio entrando con la cabeza baja, pero cuando elevo la vista, todo cambio. Sus ojos se abrieron como platos, su mano dejo caer el maletín en el suelo y su labio inferior tembló levemente, entonces se acercó a la muchacha, dando pasos duros, cortos y repletos de una gran duda.

-Tu... estas... de verdad... estas mirándome... no es verdad? Es real... estas... viva- Aquellas palabras estaban llenas de temor, duda, agonía, todo aquello que jamás espero escuchar de la voz del seguro, inteligente y serio Kent. Se contrajo un poco más, pero de nuevo sintió dolor, pero las manos del otro se posaron en sus hombros desnudos y le hicieron relajar un poco los músculos. -Tranquila... no te tenses... sabes quién soy?... ¿Sabes quién eres? -

Mirando sus rasgados ojos verdes solo asintió levemente con la cabeza y respiro de forma temblorosa. -Eres Kent...- El muchacho pareció satisfecho con su respuesta, pues una leve sonrisa se formó en sus labios, entonces una de las manos que estaba en sus hombros paso tras su espalda y la atrajo para abrazarla. La sabana que antes sostenía con sus manos ahora se mantenía por la presión entre sus cuerpos.

-Por dios... no sabes cuánto espere por esto... al fin has vuelto... te prometo que esta ves será diferente, esta vez tu estarás en primer lugar... no te dejare sola de nuevo, te lo prometo...- La ternura con la cual el acariciaba su espalda y su cabello era sorprendente, jamás hubiese esperado eso de él, sin dudas este nuevo mundo era muy extraño, pero debía descubrir por qué.

-Este Kent sí que es raro, y muy cariñoso, ¡él debe ser tu novio aquí! ... pero... aún no sabemos por qué estas aquí, que es? ¿Un hospital? ¿Y el que hace? - Orion era el único que podía plantearse aquellas dudas en voz alta, pues la chica sería la única que podía escucharle, y estaba de acuerdo en todo lo que decía.

-Kent... ¿Qué paso?... yo... ¿Qué hago aquí? - No estaba muy segura, pero debía preguntar, debía conseguir respuestas de este extraño mundo, y sobre todo, quería quitarse de encima aquella extraña sensación que recorría su cuerpo.

Sus ojos se encontraron de nuevo, los del otro cambiaron un momento, tenían una ligera sobra, pero la chica no la noto. -No lo recuerdas?... no...como podrías... aquel momento... mejor que no recuerdes...- Sus manos pasaron suavemente por sus mejillas y las frotaron con sus pulgares -No pienses en ello... ahora estás conmigo... no tienes que preocuparte, yo estaré para cuidarte, te protegeré... te juro que te protegeré...- Y la abrazo, la abrazo con más fuerza que la ves anterior, sintió que podía romperse, pero no podía alejarlo, en su abrazo podía sentir la necesidad que el tenia por el contacto, miro a Orion un momento, él estaba tan confundido como ella pero no decía nada. Entonces solo abrazo al otro y acaricio su espalda suavemente.

Pero había una rara sensación, algo que no podía dejar de incomodarla. Kent no parecía dispuesto a darle respuestas y, sobre todo, no le parecía raro que ella no pudiese recordar. Había miedo, incertidumbre, muchos sentimientos mezclándose en su cabeza y que recorrían su adolorido cuerpo, mientras el calor del hombre amenazaba con distraerla.

-Kent... tengo frio...- Susurro suavemente, pues su cabeza estaba muy cerca, y no había necesidad de elevar la voz para ser escuchada. Entonces sintió como el otro se retiraba y atino a sostener las sabanas de nuevo contra su cuerpo. Lo observo un momento mientras él se sacaba esa larga bata que parecía de doctor, o científico, y se la colocaba por arroba con cuidado para luego cargarla cual si fuese una princesa.

-No te preocupes... tengo tu ropa, podrás vestirte tranquila y comeremos algo... ya todo está bien...-

Pero aun así su conciencia no estaba tranquila...

Fin


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