Disclaimer: Los nombres de los personajes de la saga Crepúsculo© son propiedad de Stephenie Meyer, Summit Entertainment, Little Brown Editions y Alfaguara Juvenil. Yo sólo me divierto jugando con ellos.
Summary:TODOS HUMANOS. Una joven e inexperimentada Reina de Inglaterra, un agente especial norteamericano devenido en guardaespaldas real y un destino, gobernar una nación sin morir en el intento.
¡Hola a todos mis maravillosos lectores!
Si están leyendo esto significa que quedaron intrigados con el nombre de mi nuevo fic. Si, se llama: Jaque Mate (jajaja ;D). Sin embargo va a tardar un poco en develarse el por qué de éste singular título.
Por suerte la espera será corta, ya que aquí les traigo el primer capítulo de esta historia. Hace mucho que tenía ganas de escribir una de Monarcas pero no encontraba las ideas. Esta es una historia moderna y ambientada en el mundo real.
Espero que les guste, ya saben espero sus rewies, son junto con el amor mi combustible para seguir escribiendo.
Agradezco a todos los que me siguen y me hacen llegar sus comentarios.
Nos leemos,
BelG
Londres, Inglaterra,21 de Abril del 2011
Capitulo 1. El deber
1) Es deber de toda reina asegurar la unión de su reino por sobre todas las cosas.
2) Es deber de una reina gobernar su reino de forma que este se desarrolle favorablemente en todos los sentidos.
3) Es deber de una reina resguardar y acrecentar tanto el legado cultural como el patrimonio del mismo.
4) Es deber de una reina velar por la seguridad y bienestar de sus súbditos donde sea que se encuentren.
5) Es deber de una reina poner los intereses de sus súbditos por encima de los personales.
6) Es deber de una reina proveer de un heredero al trono de su reino.
7) Es deber de una reina vivir una vida feliz y dichosa.
Abracé con todas mis fuerzas el libro, mientras las lágrimas caían por mi rostro. Como los extrañaba, en especial a ella.
Mis padres habían sido los mejores monarcas y los mejores progenitores que una hija y súbdita pudiese haber tenido. Aunque sus obligaciones eran muchísimas, siempre encontraban tiempo para pasar en familia. Siempre justos, siempre correctos. Me habían amado incondicionalmente tanto o más que a Inglaterra. Todo en tiempo pasado, porque ellos dos ahora están… muertos.
Me aferré más al libro, era lo único que me anclaba a ellos ahora. El destino quiso que me dejaran, hace dos semanas en un accidente de auto. Accidente en el que yo también me encontraba presente pero por designio divino salí ilesa. Mi madre siempre decía que todos tenemos un destino ya escrito en la vida, tal vez estaba escrito que ellos debían morir ese día, a lo igual que tal vez estaba escrito que yo me convertiría en —como ahora me dicen los periódicos del mundo entero—, La Joven Reina de Inglaterra.
—Hija mía, Dios da a cada uno de nosotros una cruz para cargar. Tu destino Marie Isabella es ser Reina de Inglaterra. No intentes ir contra los designios sagrados, Dios sabe por qué hace las cosas. Él siempre obra de maneras extrañas— la voz de mi madre resonó en mis recuerdos. Casi podía verla al decirme esas sabias palabras que me reconfortaban en el momento justo.
¡Oh mamá! Cómo desearía que estuvieses aquí. Me siento tan perdida, tan sola, no sé cómo gobernar un Reino y mucho menos sé cómo ser… una Reina.
—Hallarás la fuerza y los consejos que necesitas en el libro de la Reina— me había dicho mamá.
Este libro es un manuscrito que data del 1700 y fue escrito por la Reina Isabel I. Es un comprendio de todas las cosas que una Reina debe saber para gobernar. Obviamente con el pasar de los siglos y de las sucesivas generaciones el libro ha cambiado, ya que cada Reina ha agregado cosas y algunos pasajes han quedado en desuso pero a pesar de eso el manuscrito sigue en vigor porque el trabajo de reinar básicamente es el mismo. Aún cuando la corona no tenga las mismas responsabilidades que en el 1700 y parezca ser una mera formalidad en un país como Inglaterra, la monarquía persiste y es trabajo de La Reina de Inglaterra velar por sus súbditos.
Y ahora ese es mi trabajo.
Pero esto no se suponía que lo fuese hasta dentro de un par de años. Y no se suponía que este manuscrito llegase a mí de esta manera. Mi madre me lo daría el día de mi asunción a la corona. Sería un día de dicha y festejo, no de muerte y desolación.
Con las lágrimas aún rodando por mis mejillas cerré el libro y lo volví a colocar en la biblioteca junto al "Libro de la Princesa", un comprendido de cómo ser la Princesa de Inglaterra.
Pasé los dedos suavemente por los lomos ajeados de ambos libros.
Es tan difícil pertenecer a la nobleza que se tienen que escribir manuales de comportamiento, pensé con ironía.
Supongo que ya tendría que estar acostumbrada a esta vida. Después de todo ese es mi destino, para esto fui preparada desde mi nacimiento. Pero ¿Cómo cumplir mi destino sin la guía y el amor de quienes mas amo? Y ¿Cómo reinar siendo tan joven e inexperta? Para esas preguntas no tenía todavía respuestas.
Washington CD, Estados Unidos, 22 de abril del 2011.
Era un día más, de una semana normal en los cuarteles generales del FBI. Todo parecía marchar como siempre, había tomado mi café de la mañana y ahora me encontraba en mi oficina revisando los últimos reportes de inteligencia. Pero todo estaba… demasiado tranquilo. Mucho, para mi gusto.
Tendría que haberme dado cuenta que demasiada tranquilidad es un claro signo de peligro. Recibí la llamada del Lic. Collins, Director de la NSD), comunicándome que deseaba verme en su oficina.
Inmediatamente me tensé. El Lic. Collins, o como estábamos acostumbrados a llamarle Mr. C, jamás llamaba a un oficial a su oficina a menos que se tratara de una cosa seria o de un error grave, de aquéllos que pueden costarte la carrera. Mi secretaria, que había escuchado la llamada, me sonrió tratando de infundirme ánimo.
Caminé los 100 metros que me separaban de la oficina de Mr. C tratando de recordar qué había hecho mal. Mi último reporte había sido excelente, además en todos los años que trabajaba para el Bureau jamás había cometido errores, mi dedicación y mi lealtad a éste eran tan grandes que según Tanya ese era el motivo por el cual estaba tan solo en la vida.
Toqué la puerta del despacho y contuve el aliento.
—Adelante— la voz de Mr. C se escuchó alta y clara a través de la puerta.
—Señor Cullen, entre y tome asiento, por favor— entré despacio, tratando de palpar el ambiente—. Lo estaba esperando.
Mr. C era un hombre gordito y bajito de aproximadamente unos 60 años. Tenía el pelo canoso y una barba que le cubría toda la cara. A pesar de que apenas sobresalía por encima del escritorio, su presencia era intimidatoria y todo el que se sentase en frente temblaba. Yo no era la excepción.
—Me imagino al ver su cara que no está al tanto del motivo por el que lo mandé llamar.
—No señor, no se me ha informado nada señor.
—Bueno señor Cullen, puede ya relajarse porque lo que voy a decirle no es nada malo.
Aunque dijo eso no me relajé, nunca se sabía que se podía esperar de Mr. C.
—El motivo por el que lo mandé llamar Señor Cullen es el siguiente— me miró fijo con un brillo en los ojos que delataban que el asunto era de suma importancia—, usted ha sido seleccionado para una misión muy importante— fruncí el ceño, invitándole a que continuara—. Señor Cullen a partir de ahora usted será el nuevo guardaespaldas de la Reina de Inglaterra.
Ahora sí que no entendía nada. Mr. C pareció notar eso porque se apresuró a explicarme los detalles.
—Verá señor Cullen hace poco menos de dos semanas los Reyes de Inglaterra, Renata y Charles Swan, perecieron en un accidente de auto del que también formó parte la joven Princesa. Por causas que solo Dios conoce, la joven resultó ilesa, convirtiéndose así —de acuerdo a la Ley Sucesoria Inglesa—, en la nueva Reina.
—Pero qué…— Mr. C me hizo un gesto para que guardara silencio.
—Usted se debe estar preguntando por qué es que con tantos guardespaldas la Reina necesitaría uno más— me sonrió. Muy perspicaz el hombre—. Bueno hemos recibido un informe de nuestra oficina en Londres detallando que quizás el accidente del que fueron víctimas los Reyes, no fue en realidad un accidente.
— ¿Asesinados?— pregunté sin aliento, me había quedado prácticamente sin palabras. Esto sólo se ve en las películas.
—No estamos seguros de nada, pero se están haciendo las investigaciones correspondientes, mientras tanto, la Scotland Yard ha solicitado nuestra ayuda para resguardar la seguridad de la Reina. Al no estar seguros de quién puede ser el asesino y si realmente hay uno, decidieron que un agente norteamericano se encargue de la seguridad personal de Su Majestad.
Asentí en señal de entendimiento.
—Con el debido respeto señor, hay algo que todavía no me queda del todo claro... ¿Por qué yo?— no entendía como habiendo tantos otros mejores agentes me habían seleccionada a mi.
—Verá Señor Cullen, usted posee una carrera impecable en esta oficina, cuenta con todos los conocimientos necesarios para reguardar la seguridad de la Reina, ya que ha trabajado como guardaespaldas del Presidente. Además le recuerdo Sr. Cullen que ser el guardespaldas de Su Majestad, la Alteza Real, es un gran honor, así como también lo es servir a su país, sin contar que al trabajar en esta Institución debe acatar las ordenes —Mr. C me miró de manera desafiante.
Me había quedado anonadado, no sabía que responder.
—Debe presentarse inmediatamente en el Palacio de Buckingham a las nueve en punto de la mañana del día miércoles. Eso le da un poco de tiempo para arreglar sus asuntos personales y profesionales. Espero sinceramente señor Cullen, que honre la amistad que hay entre ambos países y resguarde la seguridad de la Reina con su propia vida— jamás en mi vida había visto a Mr. C tan serio y temeroso, la edad se le hacía más marcada con esa expresión—. El futuro de Inglaterra está en sus manos.
Suspiré. No tenía opción, debía mudarme a Inglaterra.
—Señor Cullen creo que no es necesario que le diga que no debe comentar con nadie nuestras sospechas sobre la muerte de los Reyes, ni siquiera a la Reina. Usted estará trabajando como agente encubierto.
—Por supuesto señor. Tiene mi palabra.
—Muy bien, eso es todo, si tiene alguna pregunta hágala ahora sino puede retirarse.
Preguntas tenía millones, pero ninguna que pudiese articular en este momento.
—El informe con todo lo que necesita saber sobre su nueva misión lo encontrará sobre su escritorio. Buenas tardes y mucha suerte.
—Gracias señor, buenas tardes. — dije mientras salía de la oficina.
Las gotas de sudor caían por mi cuello mientras caminaba de regreso a mi oficina. En efecto la carpeta con el informe estaba sobre mi escritorio, sobre la tapa del mismo se leía la palabra confidencial.
Me tomé unos minutos para juntar las cosas que se hallaban en mi escritorio. Realmente no eran muchas, un par de fotos familiares, mi agenda y algunos informes que tenía pendientes. No era un hombre que mezclara la vida personal con la profesional, bueno… la mezclaría si tuviese una vida personal. Mi secretaria asomó la cabeza por la puerta.
— ¿Necesita ayuda?— preguntó Ángela siempre tan amable.
—No, creo que ya tengo todo. Veo que te enteraste— le sonreí sosteniendo el bendito sobre para agitarlo sin gracia alguna.
—Cullen, las noticias vuelan. Supongo que tengo que felicitarte.
—Supongo que si…— me rasqué el cuello, la verdad es que yo no sabía cómo tomar esta noticia.
—Realmente se lo merece, ha trabajado duro, creo que es un honor este puesto. — dijo guiñándome el ojo.
—Gracias— suspiré.
Ángela había sido mi asistente por muchos años, realmente la extrañaría.
— ¿Qué harás ahora?— realmente no quería que quedara desprotegida ante mi traslado.
—Supongo que me tomaré unos días de vacaciones y luego realmente no sé— se rió—. Pero no te preocupes por mí, yo estaré bien.
Sonreí, Ángela siempre se preocupaba más por los demás que por ella misma.
—Supongo que no te tomarás esas vacaciones sola…— la miré con una sonrisa— Estoy seguro que al Agente Ben le encantaría acompañarte.
Ángela se ruborizó y sonrió como una niña. Todo el Beareau estaba al tanto de su relación.
— ¡Oh, calla Cullen!— dijo riendo. Suspiró y me miró con seriedad— ¿Ya sabes qué harás con…?
—Supongo que tendré que ir a despedirme, mi familia me echará mucho de menos pero ya están acostumbrados.
—Sí, pero…
Sabía perfectamente a quién se refería.
—No tengo otra opción Ángela. Estoy seguro de que Tanya y Phill la harán comprender.
Ángela me volvió a abrazar esta vez con lágrimas en los ojos y se despidió de mí. Parecía realmente triste de verme partir.
—Adiós Edward Cullen, ha sido un placer trabajar contigo.
—Adiós Ángela, lo mismo digo.
Me tomó por sorpresa cuando me dio un abrazo, pero antes de que se terminara reaccioné y se lo devolví con afecto.
El camino hasta la casa de mis padres fue agotador. Intentaba cuadrar mis pensamientos para explicar mi partida de la mejor manera posible. Ellos ya deberían estar acostumbrados, después de todo esa era mi vida, mi destino.
Ellos no lo tomaron mejor que Ángela. Luego de explicarles todo y de repetir una y otra vez cuanto honor era servir a la Reina de Inglaterra y que era mi trabajo, mi madre pareció darse por vencida y me abrazó con lágrimas en los ojos.
—Cuídate mucho hijo y haznos sentirnos orgullosos de ti.
Mi padre se levantó de su asiento y me estrechó la mano.
—Mucha suerte, hijo mío.
—Edward ¿ya se los has dicho?— preguntó mi madre luego, con algo de angustia en la voz.
—Todavía no, cuando salga de aquí iré a su casa. — Esperaba que Tanya realmente me ayudara a hacerla entrar en razón. La conocía y sabía como se iba a poner.
—No será fácil para ella, trata de ser lo más sutil posible.
Suspiré. Cómo si no lo supiera.
—Lo intentaré mamá.
Salí de la casa de mis padres y me dirigí a toda prisa a su casa. Necesitaba verla, abrazarla y decirle lo mucho que la amaba. No iba a ser fácil para ninguno de los dos, en especial para mí. Era mi obligación y ella debería entenderlo. Pero aún con todas las razones que tenía para hacerlo me sentía culpable de abandonarla.
¡Chan, chan! ¿Quién es esta persona que Edward debe abandonar?
Descúbranlo en los próximos capítulos.
