Los personajes son de Masashi Kishimoto.

Los salvadores.

Capítulo uno: Los salvadores.

Konoha, una ciudad normal, bueno normal en su aspecto, si se puede decir. Esta es una ciudad un tanto particular, digamos que aquí, las cosas mágicas existen. ¿Cosas mágicas? Pues si, no tan solo hay humanos, sino que hay brujas, vampiros, demonios, oráculos, muchos de estos seres mitológicos son descendientes de los orígenes. Hace siete milenios, esta ciudad era una isla gobernada por criaturas mágicas. Con el paso de los años y con las conquistas, las razas mágicas se fueron perdiendo y mezclando con los humanos, hasta llegar a este nuevo mundo moderno y tecnológico. Pero uno de los grandes problemas es que si tienes algún poder, eres una criatura mitológica o algo por el estilo, te rechazan en la sociedad. No eres bien visto si posees alguna rareza o anormalidad en tu cuerpo o mente. Por esta razón, muchos de ellos son ocultados, pasan por identidades falsas.

La tarde caía dejando ver al cielo prenderse fuego por la puesta de sol. Esta ciudad era muy turística por una de esas cualidades. Los negocios empezaban a cerrar y los restaurantes a abrir. El cine y el teatro empezaban a llenarse, después de todo, era viernes. Los barcos pesqueros arribaban en el puerto para salir mañana por la madrugada. La fábrica de vidrio finalizó la jornada y el ajetreo de un día de trabajo se dejaba de oír.

En un apartamento alejado del centro de la ciudad, con vista al mar, se escuchaba al fondo de la sala un televisor algo viejo. Las luces estaban todas apagadas y la brisa del mar se colaba por el balcón, cuya puerta estaba abierta, haciendo mecer las cortinas y sonar un llamador de ángeles. Era un anochecer perfecto para una tarde de primavera, ni unas temperaturas agobiantes ni congelantes, el clima perfecto. Al volverse a escuchar aquella brisa unos cabellos rubios se mecieron junto a ella, refrescando al dueño de esos hilos de oro. Un suspiro acompañado por el ruido de las olas era relajador al igual que llenarse los pulmones con el aire fresco.

—Jamás me cansaré de esta vista— murmuró aquel dueño de los cabellos dorados, Namikaze Uzumaki Naruto. Un joven hombre de veinte años, ojos igual que el cielo, guardando muchos dolores y pesares; su piel, de tez morena dándole un encanto a esas seis marcas que llevaba en sus mejillas, tres de cada lado. Su cuerpo parecía esculpido por los antiguos dioses, no tan marcado, solo lo suficiente como para decir que entrenaba a diario. Vivía sólo desde hace unos años, cuando llegó a Konoha. Sus padres habían muerto por un destino cruel, inexplicable, pero ya estaba escrito; nadie pudo haberlo cambiado.

Durante estos años en los que se adaptó al cambio radical, conoció a las personas que se los podría llamar mejores amigos. Uchiha Sasuke y Sabaku No Gaara. Ambos fríos y callados, pero eran grandes amigos por una razón: los tres tenían el mismo secreto. Un secreto del cual si alguien se enterara, sus vidas como seres humanos correrían peligro, o peor, empezarían a despreciarlos como pasa con muchos de su tipo. Si, ellos tres eran seres mágicos, descendientes de alguna rama mitológica antigua. Uchiha Sasuke, un vampiro noble, descendiente de los cabezas de su clan, uno de los más poderosos en el mundo mágico. Según él, no requería de la sangre humana para vivir, excepto en las noches de luna llena. Sabaku No Gaara, un Jinchuriki, el envase de su Bijuu, bestia con cola. Heredó esa bestia de su madre, y ahora le pertenece. De pequeño perdía el control, dejando que Shukaku, su Bijuu, se apoderara de su cuerpo y cometiera homicidios inconscientemente; luego, llegaba a su casa con las ropas y manos manchadas con sangre de una persona la cual ni reconocía, ya que prácticamente las destrozaba. Un par de años después logró controlarlo y ahora usaba el poder voluntariamente.

En cuanto a Naruto, también era un Jinchuriki, su Bijuu era Kurama. Antiguamente era una bestia con cola muy temida, a tal grado que la gente de las aldeas maldecían en su nombre. Fue nombrado Kyuubi, demonio de las nueve colas. Un regalo de su madre antes de que fuera brutalmente asesinada junto a su padre por el mismísimo demonio. Se crió con esa bestia en su interior perdiendo el control de su cuerpo pocas veces; tan pocas que se podría contar con los dedos de la mano. Luego, al igual que su amigo Gaara, logró controlarlo y ahora usaba su poder con su voluntad. Eran algo así como amigos, de vez en cuando tenían una que otra conversación entre ellos. Aún así eran breves.

Las estrellas se hacían visibles en el horizonte al igual que la luna en cuarto menguante. El ruido de la calle apenas llegaba al apartamento ya que estaba en el décimo piso, con una vista al mar increíble. Poco a poco las farolas de la calle se empezaban a encender alumbrando las calles las cuales se transitaban por la gente que salía a comer, a bailar a alguna disco, o al cine.

—Debería cenar ya— volvió a murmurar reincorporándose de su postura apoyada en el barandal para regresar a dentro. Más algo se lo impidió. Fue un ruido el cual se acopló perfectamente a sus oídos dejándolo sordo por unos minúsculos instantes. Se viró sobre sus talones y tan pronto como pudo trató de divisar el lugar donde provino esa explosión. Fue cosa de segundo para que se diera cuenta que aquella explosión fue justo en la fábrica de vidrio. —Tsk, y yo que creía que hoy sería una noche tranquila .

Lo siguiente que escuchó fue el sonido del viento presionándose contra sus orejas; estaba cayendo del décimo piso en caída libre. Mejor dicho, se subió al barandal y saltó. En su trayecto al suelo, las marcas de sus mejillas se empezaron a acentuar de tal manera que parecían bigotes y sus pupilas se tornaban a un color rojo. Estaba cambiando para usar voluntariamente su poder. Justo antes de estrellarse contra la vereda, cayó de pie sobre el poste de alumbrado. No se tambaleó ni llegó a perder el equilibrio, tan solo cayó de pie y se posicionó como un gato. Lo siguiente fue empezar a correr por los cables a una velocidad descomunal que ni el corredor jamaiquino Usain Bolt alcanzaría. Era destreza, agilidad, velocidad, todo combinado. Saltaba de aquí para allá con el destino de llegar lo más rápido posible a la fábrica. Sabía perfectamente que esa no fue una explosión normal; no tan así de la nada sale fuego. Tal desastre fue creado por un ser mágico y ya tenía sus sospechas. Finalmente de correr por casi media ciudad llegó a dicho lugar.

Estaba que ardía en llamas, el humo le afectaba el olfato que era ochenta y dos veces mejor que el de un humano y sus ojos, a pesar de la habilidad de ver mejor que cualquiera, era afectada por el humo. Entendió que no iba a lograr nada si se quedaba allí abajo viendo como la fábrica se caía en pedazos, por lo que escaló hasta una de las torres que estaba dentro del perímetro de la fábrica. Una vez que llegó a la cima, logró ver con exactitud: uno de las criaturas mágicas más temidas en la antigüedad: un dragón. Una criatura de un descomunal tamaño destrozando la edificación. Pero no fue lo único que logró ver: una mujer, según aparentaba, colgaba de una parte de la estructura rota.

—Demonios— masculló. La situación no pintaba nada bien. La vida de esa mujer estaba en juego y si él daba un movimiento en falso podría costarle hasta su vida.

—Nosotros dijimos lo mismo— comentó alguien por detrás. Naruto volteó y una media sonrisa se coló al ver que no estaba solo, sino sus mejores amigos estaban allí. Sasuke, el vampiro no chupa sangre y Gaara, la bestia de una cola.

— ¿Tan mal está la cosa? — preguntó Naruto. Desde su punto de vista se veía mal, pero por ahí, desde el punto de vista de Sasuke no se vía tan mal. Después de todo el vampiro puede volar.

—Si— respondió el pelinegro afirmando con la cabeza —. Acabo de revisar y no hay mucho que se pueda hacer— el rubio chasqueó con la lengua. No le gustaba cuando estaba limitado. —. Una posibilidad. Shukaku tiene la masa y el peso aproximado a esa lagartija— señaló al gran dragón el cual seguía escupiendo fuego y gritando aturdiéndolos. —, puede entretenerlo mientras tú salvas a la mujer. Yo me encargaré de clavarle esto en su ojo derecho— sacó un sable de su tapado. Se veía filoso. Tenía dos gemas verdes en el mango, y este era de jaspe verde.

—Claro, el mapache que sea asesinado— argumentó con sarcasmo Gaara. En parte era cierto, él recibiría todos los golpes mientras que ellos a lo sumo recibían una quemadura o un pequeño corte.

—Hmp, no importa— sentenció Sasuke ignorando el comentario anterior. —. Debemos hacerlo rápido. Sea quién sea, el sujeto que controla la mente del dragón debe ser muy hábil y aquella chica no soportará mucho— finalizó el Uchiha empezando a tomar vuelo. Gaara saltó desde la torre trasformándose en la bestia Shukaku la cual al aterrizar provocó un gran temblor.

Naruto, por su parte, empezó a saltar por los cables que aún no estaban rotos hasta llegar a la estructura de la cual ya casi ni quedaba nada. Caminó ágilmente evitando caer al igual que recibía algunas quemaduras, pero poco le importaba, luego sanarían. Divisó a la chica sujetada a una columna de material justo al borde de caer. Debía apresurarse o lo siguiente que verían sería un charco de sangre. Apuró el paso hasta que llegó a aproximarse hasta ella; solo que había un problema: un hueco enorme en el suelo, debajo de este, llamas. La fábrica estaba completamente incendiada. Retrocedió dos pasos y avanzó seis, impulsándose como lo haría un gato para saltar de un árbol a otro. Aterrizó sano y salvo, omitiendo el detalle que recibió una quemadura leve en su antebrazo. Con cuidado se acercó a la chica. Esta tenía los ojos cerrados. No sabía si estaba inconsciente o los tenía así por el ardor que producía el humo. Tocó su brazo lentamente al darse cuenta que tenía una gran cortadura y este lleno de sangre. Tan pronto como sintió el contacto, la joven se alertó abriendo los ojos mostrando la filosa navaja que tenía sostenida con su mano sana. Naruto se apartó por dos segundos pero luego volvió a acercarse ofreciéndole su mano para ayudarla a levantarse. Vio como ella se negaba a aceptarle la mano. ¡Si que era difícil! ¿A caso quería morir allí? Pues él no. No tenía planeado morir en un incendio provocado por un estúpido reptil escupe fuego. Volvió a ofrecerle la mano; lo mismo pasó.

—¡Si serás terca!— gritó antes de sujetarla fuertemente de su mano, cargarla al estilo matrimonial y salir corriendo antes de pasar a ser escombros. Corría más lento ya que llevaba peso extra y no utilizaba sus cuatro "patas". Pero la carga no era ningún problema, se mantenía quieta y aferrada, más bien parecía dormida. Le molestó un poco que ella estuviera descansando mientras él y sus amigos la salvaban de aquel dragón. Saltó hasta llegar a la torre donde estaba antes, donde la dejó allí inconsciente. Revisó el perímetro. Shukaku luchaba contra el reptil, Sasuke volaba por encima de las dos bestias hasta que logró posesionarse en la frente del dragón.

—Vamos, Sasuke— masculló. El incendio se propagaba y ya a lo lejos se oían las sirenas de los bomberos. Debían apurarse a toda costa, además de sacar a la chica de allí; sus pulmones deben estar llenos de humo.

Sasuke se balanceaba intentando sujetarse de alguna de las escamas hasta poder llegar al ojo. La probabilidad de caer era muy grande, pero no caer al suelo, para eso podría volar, el problema era si caía y que la bestia de grandes alas lo tomara entre sus garras. Ahí si que estaba jodido. Shukaku trataba de mantenerlo quieto, pero aún así se tambaleaba

Avanzaba a pasos cortos aferrándose fuertemente a las escamas las cuales estaban no tan calientes, solo tibias. Por poco casi cae por la curvatura de su espalda, por poco, pero rápido logró estabilizarse.

—Tsk, detesto a las cosas con escamas— refunfuñó llegando casi al ojo derecho. —¡MANTENLO QUIETO, SHUKAKU!— le gritó a la bestia de uno de sus amigos con la esperanza de que este lo escuchara. De milagro lo escuchó. Lo mantuvo quieto sujetándole las garras con sus enormes patas, enrollándole su cola de mapache a ambas patas traseras mordiéndole el cuello. Estaba inmovilizado, ahora era su oportunidad. Avanzó rápidamente hasta el ojo donde clavó el sable hasta enterrarlo, viendo como sangre negra empezaba a brotar. —Que asco— dijo sintiendo como el tibio líquido manchaba sus manos. Y pensar que era vampiro.

El gran dragón empezó a rugir, inquietándose. Shukaku lo soltó y volvió a ser Gaara; tan rápido como pudo llegó hasta la torre donde estaba Naruto. Sasuke tomó vuelo e hizo compañía a sus amigos observando como poco a poco ese reptil iba desapareciendo tras una columna de humo.

—Bien hecho— felicitó Naruto. —Ahora debemos ver quién es la persona que se convirtió en dragón.

—No creo— habló Sasuke, agitando su sable para quitar la sangre y luego guardarlo. —No puedo sentir ninguna presencia mágica. Quien sea que haya sido, ya se ha ido— finalizó.

—Es cierto— apoyó Gaara. —No siento nada.

Naruto contrajo sus facciones, clara señal de enfado. ¿Cómo demonios el sujeto había escapado tan rápido? Estaba furioso. Cuando encuentre al responsable de eso le pondría las manos encima y lo estrangularía hasta que la cara del sujeto sea morada. Aún pero, utilizaría sus afiladas garras para cortarle las venas de la muñeca, la lengua y las orejas, y lo dejaría colgado boca abajo del puente, aguardando a que se desangre, para luego prenderlo fuego y arrojarlo al mar, para que se ahogara. Oh, si, era todo un masoquista.

Desvió su ceño fruncido a la chica que yacía en el suelo. La contempló por unos segundos, dándose cuenta de que más o menos debía de ser una mujer de su edad. Sus cabellos eran una maraña, sus pómulos y ropas estaban negras, debido al humo. La sangre aún le salía del brazo.

—¿Qué hacemos con ella?— preguntó Gaara, al ver que Naruto no para de examinarla con la vista.

—Podríamos dejarla aquí, los bomberos no tardarán en venir— propuso Sasuke, indiferentemente.

— ¿Y qué dirán los bomberos? ¿Cómo esta muchacha pudo llegar aquí, en medio de un incendio, arriba de una torre?— habló irónicamente. —Lo mejor será llevarla hasta el hospital más cercano— dijo seriamente. —La cortadura del brazo está muy profunda, y sus pulmones debieron de aspirar mucho humo.

Sus amigos intentaron protestar, pero fue demasiado tarde cuando vieron que Naruto ya la estaba cargando en su espalda, y comenzaba la carrera hacia el hospital. Sasuke y Gaara, resignados, prosiguieron a seguirle el ritmo, pero a unos pasos atrás.

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Llegaron al hospital en cuestión de minutos. Previamente, volvieron a la normalidad en un callejón y salieron como humanos comunes y corrientes. La chica pasó a estar en los brazos del chico rubio. Ingresaron al hospital, alertando a dos enfermeras que, inmediatamente, trajeron una camilla y llamaron al doctor.

—¿Qué pasó?— preguntó el doctor, mientras rodaban la camilla hacia la sala de primero auxilios.

Ni Gaara ni Naruto sabían qué responder. Sasuke se adelantó.

—La encontramos cerca de la explosión que ocurrió hace minutos— explicó. —La de la fábrica— aclaró.

—¿Eso quiere decir que ustedes no son parientes?— inquirió, de manera insegura.

—No— afirmó Gaara. —Tan sólo la encontramos tirada en el suelo, así como está.

—Bien, pues… Necesito que se queden. Ustedes son los únicos testigos que tenemos, y ella está inconsciente. Aguarden en la sala de espera.

—Espere, ¿por qué tenemos que quedarnos?— protestó Gaara.

—Porque, como he dicho, son los únicos testigos. Si la paciente despierta o llega algún familiar, ustedes pueden irse, por lo tanto, deben quedarse aquí— finalizó la charla, marchándose junto a la chica en la camilla.

— ¡Pero…!— intentó hablar Sasuke.

—Lo siento, son normas del hospital— volteó el doctor, encogiéndose de hombros. —Risa, acompaña a los caballeros al primer piso, por favor— pidió a una enfermera que pasaba por el lugar.

-Por aquí- indicó la enfermera.

Sasuke miró de mala manera a Naruto. Siempre terminaba metido en cosas que no quería por la culpa del rubio.

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Bueno, aquí dejamos.

Espero que les haya gustado el capítulo 1.

Quiero decir las historias serán en drabbles. Por cuestión de comodidad y tiempo. Ahora que he entrado a mi tercer año de secundario tiempo es lo que menos me sobra.

Este capítulo le tenía archivado en una carpeta y ni sabía sobre su existencia. Me puse a revisar los textos y encontré esto. Lo reléi un par de veces y me gustó la idea de compartirlo.

Dejen un review.

Byee!