¡Hola! Aquí vengo con otro fic, un fic encargado por Nishi no hana y como regalo de cumpleños casi un mes después (cof, cof, cof…). Iré subiendo los capis poco a poco porque el fic aún no está acabado. En fin, espero que te guste^^.

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Título provisional. Draco x Snape (los que adoréis a Snape, absteneros de leerlo…), luego slash, yaoi o como lo queráis llamar. Rating M por escenas sexuales o lemon o como se diga. Ehmm… ¿algo más? ¡Ah, sí! No me hago responsable de las risas, lloros, blasfemias, pánico, etc. que este fic pueda produciros por su carga porno-literaria xD.

Trama: ¿Nunca nadie se ha preguntado por qué Draco Malfoy es el alumno favorito de Severus Snape? ¿Por ser de Slytheryn? ¿Por ser un sangre limpia? ¿Por ser rico? ¿Por ser asombrosamente atractivo y distinguido? Nada de eso...

La razón de ello es mucho más... profunda... y oscura...

***

Capítulo uno: Buscando al jodido follador

Joder. ¡Joder, joder y joder!

Severus Snape salió como una exhalación del aula donde impartía su clase de Pociones. Severus Snape estaba hasta los mismísimos y ni siquiera dos horas restando sesenta puntos a veinte Gryffindors de primer curso le habían ayudado a disipar su mal humor... ni sus ansias por encontrar a cierta persona a solas de una maldita vez y tenerla toda y entera para sí y así…

¡Joder! ¿Dónde demonios está?

Pero no tuvo que esperar mucho tiempo para averiguarlo. Al llegar a la puerta de su despacho, sus ojos se encontraron con los de cierto muchacho que, recostado sensualmente en el alféizar de la ventana del fondo del pasillo, estaba entretenido firmando autógrafos a cinco hermosas damas que reían como unas bobaliconas entorno a él.

Maldito bastardo...

El muchacho de la ventana se percató de la presencia del profesor en ese momento y la sonrisa que le estaba dirigiendo a una de sus admiradoras mientras estampaba su firma en el seno derecho de ésta se volvió tensa y culpable. Intentó desesperadamente deshacerse de su legión de fans y depositó sendos besos en las mejillas de cada una de las muchachas como despedida. Pero eso sólo hizo que Severus Snape se molestase mucho más.

- ¡¡DRACO LUCIUS MALFOY BLACK!! – rugió el profesor avanzando a grandes zancadas por el pasillo mientras movía sus brazos enérgicamente.

Su túnica negra revoloteó tras él, dando la impresión de que por el pasillo se deslizaba un murciélago enorme, sucio y feísimo. Las pobres admiradoras corrieron despavoridas hacia las escaleras. Sus chillidos aún resonaban a lo lejos cuando Snape se situó a tres pulgadas de Malfoy e, irguiéndose ante él, le escupió estas cinco palabras sobre su cara de fingida inocencia:

- Tú. Yo. Despacho. Ahora. ¡YA!

El rubio se escurrió por la pared – intentando aparentar tranquilidad - hasta la puerta del despacho y la abrió delicadamente.

- Después de usted... profesor... – indicó con voz educada haciendo una especie de reverencia muy elaborada.

- ¡Entradeunamalitavez! – escupió Snape entre dientes.

Empujó con brusquedad a Draco y luego entró él. Cerró la puerta de un portazo y apuntó con su varita a ésta.

Mientras, Draco había caído al suelo por el fuerte empujón que había recibido de Severus y en ese momento se levantaba y quitaba el polvo que se había adosado a su capa.

- La próxima vez ten más cuidado... – le aconsejó el alumno mientras se estiraba las arrugas del pantalón de su uniforme. Lentamente, levantó la vista y la fijó en la mirada de odio y ansiedad de Snape. Avanzó unos pasos y se situó frente a él. – Espero no tener que recordarte quién empuja a quién aquí, Severus... – susurró, acercando su boca al oído del maestro mientras se aferraba a sus hombros para no caerse, pues estaba de puntillas.

Cuando Severus Snape notó cómo la lengua de su pupilo se introducía entre los recovecos grasientos de su lóbulo izquierdo, sintió cómo su desesperación decrecía a la vez que aumentaban su lujuria y la sensación de realizar actos prohibidos de forma deliberada... Creyó que no podría aguantar mucho más.

- Basta de juegos. – gimió, pero Draco continuó lamiendo.

- Siempre te ha gustado esto... – murmuró tiernamente.

- No, esta vez no – pidió Severus en tono suplicante y lo agarró de la rubia y engominada cabellera con delicadeza. – No aguantaré.

Draco observó profundamente sus ojos negros durante una fracción de segundo.

- Está bien. – sentenció a regañadientes. – Túmbate aquí. – ordenó eliminando los cachivaches de la mesa del profesor con un golpe de brazo.

El maestro se colocó boca arriba en el escritorio con su capa extendida como si de un pájaro decrépito y moribundo se tratara.

- Cierra los ojos – musitó Malfoy rozando con sus labios la boca del maestro. No era una orden, sino un ruego, y Severus se sorprendió, pero plegó los párpados.

Cegado como estaba del sentido de la vista, el hombre puso alerta sus otros sentidos. Notó el frufrú de la ropa cuando Draco se desembarazaba de su camisa y su corbata, así como el sonido metálico de su cinturón al dejar de sujetar sus pantalones. Y entonces sintió cómo él era desnudado por las hábiles y frías manos del chico de una forma pausada, pero decidida y regular, tal como siempre Draco se lo hacía. Su vello comenzó a erizarse según iba siendo desnudado, aunque no sentía frío alguno: un intenso calor asfixiante le hacía derretirse como la cera ante su alumno.

Y, entonces, un tiempo después, Severus se dio cuenta de que los dos estaban desnudos en su totalidad. No abrió los ojos, pero, aun así, lo notó.

Comenzaba, pues, la función…

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Permiso para ponerme verde: CONCEDIDO.