¡Buenos días/noches! No se preocupen, ni fui abducida por aliens ni estoy muerta xD Simplemente me tome un descanso, ahora estoy de vuelta :D Tengo traducciones planeadas para el futuro, pero hablaremos de eso después :3

Les presento este fanfic, de la mano de Nonsanity. Deben saber, prefiero las historias cortas pero bien escritas a una historia de 30 capítulos, de los cuales la mitad no aportan nada útil a la trama. Este es un buen ejemplo del primer caso. Es un fanfic simple (el mas simple de mis traducciones) pero con un concepto interesante. ¿Que esperan? ¡A leer!


Las palabras le fallaron

Escrito por Nonsanity y traducido por MIkimoco

Capitulo 1: Contagio contagioso

Los ojos de Twilight recorrían la página de un lado a otro, devorando con avidez las palabras. Montones de libros recién llegados la rodeaban, cubriendo el suelo de la biblioteca en pilas desiguales. Estaba acurrucada en medio de un círculo de volúmenes abiertos ahora llenos de marcadores, cada pocos minutos se producía una vuelta de página con un resplandor violeta de la magia del unicornio.

Le encantaba que la biblioteca del árbol siempre se mantuviera cómodamente fresca, incluso en un día de verano especialmente caluroso como este. Mantenerse adentro y leer un buen libro, o tal vez veinte de ellos, era la manera perfecta de pasar las horas más calurosas de la media tarde, y estos nuevos libros la habían cautivado completamente.

Spike estaba sobre una escalera con una gruesa antología, intentando encontrar un lugar para colocarla en los estantes repletos. —¿Por qué la princesa tenia que enviar tantos? ¡No hay lugar para todos!

Twilight no apartó la vista de su lectura. —Tienen que mantenerse en buen estado mientras renuevan el Ala de Star Swirl el Barbudo de la biblioteca real. Es un honor que ella confiara en nosotros para cuidarlos.

—Ja. Un honor, dices. ¡Todo lo que puedo ver es mucho trabajo para mi!—, Spike metió el enorme libro en un espacio apenas lo suficientemente ancho y lo empujó con todo el peso que su pequeño cuerpo de dragón podía dar.

Twilight se río entre dientes. —No te preocupes, empezaron hace días. No pasara mucho tiempo hasta que terminen. Ahora déjame leer. ¡Este libro es increíble!

—¡Twilight! ¡Twilight Sparkle!

Ella suspiró. Nunca voy a leer. Levantó la vista para ver al Sr. Cake, de todos los ponys (cansado y alarmado), entrando corriendo a la biblioteca y mirando por la habitación frenéticamente

Twilight se incorporó por detrás de las pilas de nuevos libros. Al verla, él galopó hacia allí, los ojos muy abiertos por el pánico. —¡Es Pinkie Pie! Ella esta bajo alguna clase de maldición. ¡No podemos detenerla!—, demasiado agitado para mantenerse quieto, él trotaba en su lugar frente a ella, sus cascos golpeando el piso de madera con un ritmo regular.

—¿Pinkie? Y no existen cosas como las maldiciones, Sr. Cake—, Twilight frunció el ceño.

Él negó con la cabeza, a punto de perder en el proceso su ya torcido sombrero. —No sé nada sobre eso, pero reconozco la magia negra cuando la veo. ¡Tienes que venir a Sugarcube Corner y ayudarla, ya mismo!

Sin embargo, Twilight hacia tiempo que había llegado a la misma conclusión, basándose únicamente en el estado de agitación del semental, y levito sus alforjas sobre su espalda. —¡Spike!—, gritó, —¡Busca mi copia de Maldiciones Malévolas y Erráticos!

Spike, como siempre, había estado escuchando y se había adelantado. Él ya estaba subido la escalera, retirando un tomo encuadernado en negro escondido allí. —El libro de maldiciones, ¡Ya lo tengo!

—No existen cosas como…—, comenzó Twilight, pero ver el rostro angustiado del Sr. Cake la detuvo. Ella solo levito el libro desde las manos de Spike hacia sus alforjas. —No importa. Volveré pronto…espero—. Luego ella se dio la vuelta y siguió al panadero que salía del lugar rápidamente.

Con sus piernas más largas y su energía nerviosa, el Sr. Cake rápidamente la superó, atravesando las calles vacías y calurosas. Ella tuvo que teletrasportarse en la recta final para posicionarse detrás del semental, cuando este continúo su camino por la puerta principal de Sugarcube Corner.

Twilight inmediatamente empezó a toser mientras corría dentro de la nube de harina que llenaba toda la panadería. Ella podía oír los sonidos de las cacerolas cayendo y vajilla rompiéndose en la cocina. Acompañados de los gritos lastimeros de la Sra. Cake: "¡Por favor, Pinkie! Deja ese rodillo. No, no hagas…¡Oh!" Una nube de harina brotó por la puerta de la cocina.

Twilight pasó corriendo junto al ahora inmóvil Sr. Cake e irrumpió en la gran cocina, todavía ahogándose con el polvo. Podía ver solo sombras entre la niebla de harina, pero luego de un momento de concentración y un súbito brillo violeta que lo cubrió todo… el polvo se había disipado. Ella tosió expulsando los últimos restos de sus pulmones y miró alrededor de la habitación.

Pinkie Pie, cubierta de harina blanca y globos de masa de pastel amarilla, se movía de mesa en mesa como si estuviera en trance, cargando tazones y tazas medidoras de un lado a otro. Ella se resbalaba y se deslizaba en el desastre de leche derramada y otros ingredientes que manchaban el suelo, pero no detenía sus metódicas (y descuidadas) preparaciones. Sus ojos estaban desenfocados y miraban al frente.

La Sra. Cake rondaba cerca de ella, sin meterse en el camino de Pinkie, pero tratando de mantenerse lo suficientemente cerca para atrapar cualquier cosa frágil que cayera.

La nariz de Twilight se frunció ante el olor acre del azúcar quemada, y se volvió para mirar el horno. Estaba atascado y tan lleno de bandejas para muffins y moldes para pasteles que la puerta no cerraba, y un espeso humo negro se filtraba entre los elementos pasteleros completamente llenos.

Primero lo primero, pensó mientras trotaba para apagar el horno.

Cuando ella lo hizo y se dio la vuelta, sin embargo, Pinkie de repente fue allí, girando las perillas. —Precalentar a los 35 grados—, murmuró en un tono monótono, encendiendo el horno nuevamente y regresando a su trabajo.

Twilight comenzó a apagar las perillas de nuevo, pero la Sra. Cake la detuvo. —No va a funcionar. Ella va a encenderlo de nuevo. ¡Lo intente varias veces!—, distraídamente apartó de sus ojos un mechón de su melena despeinada, manchas de harina cubrían sus mejillas.

Con el ceño fruncido, Twilight buscó en un costado del horno y encontró la válvula de gas, la giró cerrándola con su magia.

Ella se acercó a la nerviosa y preocupada Sra. Cake, que estaba tan desaliñada como Pinkie Pie por sus intentos de detener las locas preparaciones. —¿Qué sucedió, Sra. Cake? ¿Cómo llegó Pinkie a estar así?

—¡No lo sé! Así fue como la encontré. Bajé después de llevar a los niños a la cama para su siesta y ella estaba…¡así!—, señaló a Pinkie, que estaba rompiendo unos huevos en la base de un tazón boca abajo.

Twilight la observó desconcertada por un momento y luego preguntó. —¿Qué estaba haciendo antes?

—¿Antes?—, la Sra. Cake pensó un poco y dijo, —Ella quería probar una nueva receta.

Las orejas de Twilight se alzaron. —¡Aja! Una nueva receta. ¿De qué se trataba?

La Sra. Cake negó con la cabeza. —No lo sé. Pero todavía debe estar por aquí, en alguna parte—, se acercó al mostrador y empezó a rebuscar entre los montones de utensilios pegajosos y tazones.

Pinkie continuó su "trabajo", ignorando la presencia de los demás ponys en la cocina, metiendo otra bandeja en el horno atascado.

Al menos, el humo se ha detenido

La Sra. Cake encontró una tarjeta de color rosa, y después de limpiarla, comenzó a leerla. —Aquí esta. Es una receta para cupca…—. Sus ojos de repente se desenfocaron, y la tarjeta se deslizó de sus cascos hacia el suelo. Ella poco a poco se dio la vuelta, agarró una jarra de leche y comenzó a verterla en un tazón.

—¿Sra. Cake? ¡Sra. Cake!—, la llamó Twilight, pero ella la ignoró completamente. Tanto la Sra. Cake como Pinkie se movían lentamente por la cocina de la misma forma metódica y torpe, con la misma expresión vacía en sus rostros.

—Es contagioso—, susurró Twilight mientras retrocedía hacia la puerta, solo para toparse con el Sr. Cake que estaba de pie observando.

Él la apartó para entrar en la cocina. —¿Cariño? ¡Querida, háblame!

El cuerno de Twilight brilló, y con un destello de luz violeta y un sonido de estallido, ambos estaban fuera de la puerta principal. El Sr. Cake se tambaleó y miró a su alrededor alarmado.

—Lo siento pero al parecer, lo que sea que este sucediendo, es contagioso. Yo no quiero que te infectes también—, ella corrió a la ventana para mirar el interior.

—¿Contagioso?—, repitió, un rictus de preocupación en su rostro. De repente, giró la cabeza para mirarla. —¡Los gemelos!

Ella inmediatamente corrió hacia él, preguntando: "¿Dónde están?"

—En su cuarto, allí arriba—, dijo, señalando la ventana del segundo piso.

El cuerno de Twilight brilló una vez más, y la ventana se abrió. Un momento después, una cuna aterrizó suavemente en la tierra entre ellos dos, los gemelos todavía dormían en su interior.

Su padre los examinó por un momento, tal vez contándolos para asegurarse de que ambos estaban allí. Entonces extendió su casco como para recogerlos, pero sus instintos paternales se resistieron a despertar a un bebe dormido y los dejó estar. Entonces, él se irguió y montó guardia sobre la cuna como un soldado preocupado.

Twilight había sacado el tomo negro de sus alforjas y ya estaba hojeando las páginas. —No…no…no…¿Esto podría…? No. No…¡Ninguno de estos comparte alguna semejanza con lo que hemos visto!—, después de examinar cada hechizo del libro, ella lo cerró de golpe y lo metió de nuevo en las alforjas.

Se volvió hacia el Sr. Cake. —Voy a tener que regresar a la biblioteca e investigar más. Con el gas apagado, no creo que ellas se lastimen. Pero no dejes entrar a ningún pony allí hasta que yo vuelva.

El Sr. Cake simplemente asintió, obviamente dispuesto (incluso agradecido) a permitir que Twilight tomara el control. Él observó su panadería con un gesto preocupado. Twilight comenzó a galopar hacia la biblioteca.

—¡Alto ahí, Ahuizotl!—, un grito llegó desde arriba. Ella se detuvo en seco cuando Rainbow Dash aterrizó con fuerza frente a ella, agachada, tensa y mirando con el ceño fruncido a Twilight.

Twilight retrocedió levemente. —Rainbow Dash. ¿Que pasa?—. ¿Porque esta enojada conmigo?

Dash comenzó a acercarse, los ojos brillantes de ira. —¡Devuélveme lo que me robaste, Ahuizotl!

—¿Ahuizotl?—, Twilight parpadeó antes de recordar donde había oído ese nombre: en los libros de Daring Do. —Soy yo, Dash. Twilight Sparkle.

—No vas a escapar de esto, Ahuizotl. ¡Ese cáliz es mío! Tus secuaces no pueden ayudarte ahora—, Dash continuaba avanzando con un ceño furioso, y Twilight debía retroceder lentamente para mantener cierta distancia entre ellas. No estaba segura de lo que Dash podría hacerle una vez que estuviera sobre ella.

¡Ella esta actuando en base a los libros! Es como Pinkie y la receta…¡Esto es peor de lo que pensaba! Twilight tropezó con una roca. ¡Piensa! Leí esos libros, y sé cuales leyó Dash. Solo tienes que…

Ella detuvo su marcha atrás y se irguió con altivez, hablando con su mejor imitación de la voz real. —Soy Simurgh, guardián de la Gaokerena. Te has ganado un favor por tus acciones, Daring Do. Por eso, te doy…—, Twilight levito una de sus plumas desde sus alforjas hacia Dash. —…una de mis plumas. Quémala y vendré en tu ayuda. Toma esta bendición y…—, Twilight vaciló, incapaz de recordar el resto del discurso. Ella terminó lo mejor que pudo. —¡Toma esta bendición y que te vaya bien!

¿Qué te vaya bien? ¡Eso fue horrible! Ella mantuvo su pose real y esperó, deseando que el engaño funcionara. Ella leyó ese libro…¿no?

Dash se quedó mirando por mucho tiempo la pluma que flotaba ante ella con una expresión desconcertada y desenfocada. Luego se sacudió y dio un paso adelante torpemente, tomando la pluma del aire y metiéndola en su melena.

—Gracias, gran Simurgh. No fue nada. Es lo que hago—, dijo, y luego levantó vuelo y se alejó vacilante.

—¡Fiu!—, Twilight se dejó caer sobre el suelo por un momento para descansar, secándose el sudor de la frente. Si Rainbow Dash había recreado la escena que Twilight creía, entonces conducirla a otra diferente las había salvado a ambas de algunos dolores de cabeza. Esa era el comienzo de una gran pelea entre Daring Do y Ahuizotl. Sin embargo, afortunadamente había funcionado, y ahora podía ir a casa y encontrar una cura para lo que estaba empezando a parecerse a una epidemia.

Twilight galopó el resto del camino a la biblioteca, irrumpiendo por la puerta solo para empezar a toser otra vez, en esta ocasión por un espeso humo negro. —¡Spike! ¡Spike, qué se esta quemando!

Ella corrió hacia la concentración más densa de humo negro, cerca de la chimenea, y encontró a Spike lanzando lentamente un libro al fuego. —¡Spike! ¡Deja de hacer eso!—, ella congeló el libro en el aire y lo levantó con su magia, —¿Qué crees que estas haciendo?

Fue entonces cuando notó que los ojos de Spike estaban desenfocados también, al igual que los demás. Él estaba murmurando algo, tranquilo y confuso. Twilight inmediatamente reconoció las señales de otra victima, pero ella se arriesgó y lo obligó a acercarse a ella, para saber qué estaba murmurando.

—No debes…leer…

—¿Qué? ¿Qué no debo leer, Spike?—. Él se limitó a repetir su declaración y continuó caminando mientras estaba suspendido en el aire.

Twilight miró a su alrededor y al fuego, y para su alivio vio que solo había logrado quemar tres libros. Ella trató de sacarlos de las llamas, pero los restos derruidos eran imposibles de salvar. Ni siquiera podía distinguir los títulos. Pasarían semanas antes de que ella pudiera ser capaz de saber qué había perdido. Twilight sintió sus ojos húmedos y quiso culpar al humo, pero sabía que sus lágrimas eran por los libros.

Es una tontería. Son solo objetos. Sin embargo, la idea de que esos objetos podían ser originales (o peor aun, únicos) era desgarrador para ella. ¡La princesa confió en nosotros para proteger estos libros! Sintió una pizca de ira crecer dentro de ella, y se volvió para mirar al joven dragón que sostenía en alto con su magia.

Al mirarlo, sin embargo, la ira se desvaneció completamente. No era más que un pequeño dragón, después de todo, y que estaba bajo una…ella no se atrevía a pensar en "maldición", pero parecía que era eso. Twilight bajó la cabeza, con un aire de tristeza que no podía evitar. ¡Esto se esta extendiendo muy rápido!

Fue entonces cuando notó los restos carbonizados y descartados de un pergamino. ¡Un mensaje de la princesa!

—Spike, ¿qué dijo la princesa? ¿Qué decía su carta?

—No debes…leer…

Twilight parpadeo, y la respuesta apareció en su cabeza. Palabras. ¡Los ponys son infectados por las palabras! La receta, la novela de Daring Do, la carta de la Princesa Celestia…Y todo lo que estés leyendo cuando eres infectado determina la forma de tu condición. ¡Celestia intentó advertirme! Tengo que decirles a todos los ponys que no…

De pronto, ella fue profundamente consciente de los estantes y estantes de libros que estaban justo detrás de ella, cada uno con un titulo diferente, con letras claras y resaltadas en sus lomos. Si alguno de esos libros estaba infectado, ella podría terminar como Pinkie y Rainbow Dash… y Spike. Tal vez la única cosa que la había salvado cuando irrumpió en la biblioteca era el espeso humo, pero ahora se estaba disipando y si ella se apartaba de la chimenea, podría significar…

Ella cerró los ojos y su cuerno brilló.

Con un destello que pudo ver a través de sus parpados cerrados y un estallido agudo, estaba afuera de la biblioteca, Spike seguía flotando a su lado. Ella empezó a abrir los ojos, pero tuvo otra comprensión: señales. Todas las tiendas y las esquinas de las calles tienen palabras, señales. Podrían estar infectadas también. ¡No lo sé!

Con otro destello y un estallido, ella abrió un poco más sus ojos lentamente para mirar por sus pestañas. Al ver el limite de un bosque delante, ella se teletransportó por tercera vez.

Rodeada de gruesos troncos, sin una palabra a la vista, pudo abrir completamente los ojos y mirar a Spike. Él continuaba igual, sin dejar de caminar en el lugar donde estaba flotando, todavía murmurando las mismas tres palabras una y otra vez.

—Esto es por tu propio bien, Spike. Y por la biblioteca—, ella conjuró una cinta mágica ancha y fuerte para envolver a su asistente, amarrándolo a la base de un árbol. —Eso debería detenerte mientras yo decido qué hacer.

Ella se sentó y reflexionó.

Lo que más quería hacer, sobre todo en ese momento, era investigar. Ir a su amplia biblioteca llena de material de referencia para encontrar alguna mención de una enfermedad como esta, con la esperanza de encontrar una cura, pero eso era exactamente lo que no podía hacer. De hecho, ni siquiera podía regresar al pueblo, no sin antes encontrar una forma de protegerse.

El deseo de Twilight por leer su camino hacia la seguridad era tal, que incluso el libro encuadernado en negro dentro de sus alforjas parecía tentador. Ya lo había leído, ¿no? Debe ser seguro. No, ella no podía confiar en que aun era seguro, sobre todo después de tener más encuentros con los infectados.

Además, era solo un libro de…

—¡Maldiciones! Spike, es un libro de maldiciones, y lo he leído de principio a fin. ¡Hay un hechizo aquí que puede protegerme!—. Agarró el libro con su magia, pero se detuvo antes de que el lomo quedara al descubierto.

—No…Solo tengo que recordar qué decía acerca de ese hechizo…cómo conjurarlo—, ella tragó saliva, —Y tengo que hacerlo bien en el primer intento.

Cerró los ojos de nuevo para concentrarse, imaginando el libro abierto ante ella, hojeando las páginas.

Se mantuvo sentada así por varios minutos antes de levantarse y abrir los ojos. —Okay, Spike. Aquí va…

Su cuerno comenzó a brillar, su aura pulsante violeta despedía chispas de magia pura. Este era un hechizo complicado, mucho más cuando debía usarlo sobre si misma. Maldiciones…o hechizos maléficos. Twilight recordó…que nunca estaban destinados a ser utilizados sobre el propio ser. Ignoró sus preocupaciones y se concentró.

El aura hizo un remolino alrededor de su cuerno como una víbora arrastrándose para escapar. Eso bajó, envolviendo su cabeza con una luz violeta. Twilight jadeó, sus ojos se agrandaron y se quedaron sin pupilas por un momento. Luego, cuando el efecto desapareció de repente, su apariencia volvió a la normalidad.

Twilight sacudió la cabeza, mareada. Se dejó caer en el césped irregular entre los árboles y jadeo. Creo…creo que lo hice.

Tragó saliva y se recompuso. Solo hay una forma de averiguarlo.

Maldiciones Malévolas y Erráticas flotó fuera de sus alforjas y aterrizó en el suelo frente a ella. Después de un momento de vacilación, ella abrió el libro.

Ella se quedó mirando las páginas y los pasajes delicadamente trazados que las poblaban.

Y estos no tenían sentido para ella.

El hechizo había funcionado, el hechizo que podría yacer justo frente a ella en este momento, por lo que ella sabía: el hechizo de analfabetismo.

Soy inmune.

El único hechizo que ella sabía que no estaba en ese libro, sin embargo (la falta de esto ahora causaba que las lágrimas fluyeran de sus ojos) era la cura.

Porque no había ninguna.