Autor Original: Bijoux25

ID: 1951298

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Teito casi se arroja a la sombra de un árbol. El calor del mediodía era sofocante, presionándolo como un peso. Frau se había llevado el Hawkzile a alguna parte, pero Teito estaba demasiado acalorado y cansado como para pensarlo mucho. Jadeando, se quitó las gafas de la cabeza y débilmente observó a su compañero mientras regresaba, el Hawkzile en ningún a la vista y se sentó a su lado. Las mejillas del obispo estaban ligeramente sonrojadas; una señal de que incluso su cuerpo normalmente helado se había calentado al sol. Si Frau estaba mostrando signos de estar afectado por la alta temperatura, odiaba pensar lo que parecía por sí mismo. Alejando la imagen de su cabeza, rodó sobre su estómago y hundió la cabeza en la fresca hierba.

"No te pongas tan cómodo aún, mocoso" dijo Frau, sonando desinteresado. Teito gruñó. Incluso el pensamiento de moverse le consumía "Hay un estanque justo al otro lado de la colina" Teito escuchó sus ropas moverse mientras señalaba "y dejé el Hawkzile allí" resopló con irritación cuando Teito no respondió. Ninguno de los dos se movió durante varios minutos, pero gradualmente el rubio se levantó y se alejó en la dirección en la que estaba ubicado el estanque, según asumió Teito.

Teito se preguntó brevemente porqué su compañero rubio se negaba a sentarse y descansar un poco y casi se levanta para seguirlo. Pero, realmente, la hierba verde era mucho más suave y fresca. Se acurrucó en ella y pronto sintió el sueño arrastrándose a lo largo de los bordes de su consciencia. Estaba a punto de sucumbir a este, pero el cuello de su chaqueta se hundió de repente en su garganta, asfixiándolo ligeramente y el suelo desapareció de debajo de él.

"¿Qué - ¡Frau!" dijo Teito, confundido, mientras Frau le movía para sostenerlo con ambas manos, una enganchada en el cuello de su chaqueta y otra agarrando un puñado de tela de la parte baja de su espalda. Teito se dio cuenta vagamente, confundido, de que el rubio no llevaba zapatos.

"Geez, chico, ¿ni siquiera te vas a quitar este pesado abrigo?" preguntó el obispo. Por la forma en que estaba siendo sujetado, Teito no podía procurarse la influencia necesaria para defenderse adecuadamente, pero aun así lo intentó. Para el momento en que llegaron a la cima de la colina, ambos respiraban pesadamente.

"¿Qué pasa contigo?" preguntó Frau, casi dejando caer a Teito cuesta abajo por la ladera. Agarró al pequeño moreno y acomodó el agarre, haciendo que el chico se sobresaltara. Teito intentó mirar a su compañero con indignación, pero lo máximo que podía ver era el pecho desnudo de su compañero.

"¿Qué tipo de pregunta es esa? ¡Tú eres el que está actuando raro!" En lugar de contestar, Frau gruñó suavemente y arrojó a Teito al centro del pequeño estanque. A pesar del calor del día, el agua estaba helada, y el castaño estaba ya empezando a temblar para el momento en que salió a la superficie. Refunfuñando, vio a su compañero salir a su encuentro.

"¡Estás loco! ¡Podría haberme golpeado la cabeza con una roca o algo y morir!" Teito se enojó. Frau parecía irritado con él.

"¡Estoy deseando que lo hubieses hecho! Ciertamente me estarías haciendo un favor. Dios, cada vez que intento ayudarte, ¡simplemente me molestas!" replicó el obispo. Teito estaba estupefacto.

"¡C-Cómo es que tirarme al e-estanque me ayuda!" dijo el pequeño castaño, los escalofríos empezando a tener efecto en su habla. Frau se enervó, lo cual añadió leña al propio enfado de Teito "A-Ahí estaba, solo d-disfrutando de lo bien que se sentía la h-hierba, ¡y empiezas a a-arrastrarme por a-ahí como algún tipo de m-muñeca!" para ese momento, el frío se había abierto paso significativamente en su cuerpo, y estaba empezando a ralentizarlo. En conjunto con su ahora ropa empapada, descubrió que estaba resultándole más difícil el mantener la barbilla por encima del agua.

"¿Qué estabas solo disfrutando de la hierba?" dijo Frau, confundido "¡Pensé que estaba sufriendo un golpe de calor!"

"¿Q-Que te h-hizo p-pensar eso?" dijo Teito, igualmente estupefacto. El frío estaba empezando a hacer que le doliesen las articulaciones y empezó a nadar hacia el obispo, intentando ir a la orilla.

"Te tiraste en el suelo con este calor, no te moverías lo suficiente como para quitarte el maldito abrigo y te veías hecho un asco. ¿Qué se supone que debo pensar?" Teito estaba sorprendido por cómo el rubio había malinterpretado su actitud y dejó de nadar, ante lo cual su compañero tomo esto como una invitación para recogerle. Frau pasó sus largas manos alrededor de los brazos de Teito, los dedos casi haciendo el recorrido completo y tocándose. Teito hizo un pequeño sonido de sorpresa cuando se encontró siendo presionado contra el cuello de su compañero. Cuando Frau estaba seguro de que el moreno estaba asegurado, dejó caer sus brazos, uno para envolver la delgada cintura del pequeño y otro para pasarlo bajo sus muslos, sosteniéndolo. Teito jadeó y se retorció ligeramente ante el desconocido contacto, pero Frau solo lo acercó más.

"No me asustes así, ¿de acuerdo?" dijo Frau bruscamente, como si estuviese todavía enfadado. Teito abrió la boca para decirle al obispo que se alejase de sus malditos asuntos, pero se dio cuenta de que Frau no diría algo así a menos que lo dijese en serio. Suspiró y recostó la cabeza sobre el ancho hombro de Frau, decidiendo que no responder sería la mejor respuesta. La brisa veraniega no estaba haciendo mucho por calentarle. En su lugar, la ligera brisa en realidad lo enfrió más, provocando que instintivamente se acurrucase contra Frau, buscando calor.

"Lo siento, mocoso, todo se ha ido. He estado en el agua demasiado tiempo" Frau se rio entre dientes, sin humor. Teito se burló con frustración y siguió aferrándose al obispo, sus temblores volviéndose más pronunciados. El rubio se giró y lentamente se dirigió hacia la orilla. En tierra firme, Teito luchó para escapar del agarre de Frau, trabajando en los botones de su abrigo empapado antes de que sus pies siquiera tocaran el suelo. Al principio, Frau lo observó con fingida indiferencia, pero mientras más y más piel de su compañero quedaba al descubierto, más se le encogía el estómago en reacción. Sabiendo que no podría mirar mucho más sin mostrar cómo el moreno estaba afectándole, gruñó, se giró y fue hacia el Hawkzile que descansaba a la sombra de otro árbol. Abrió la cremallera de la mochila que contenía sus cosas que estaba encima del asiento y sacó una delgada toalla, la única que había para los dos. Caminó alrededor del árbol y se sentó al lado opuesto del Hawkzile, al lado de su propio abrigo que descansaba extendido para que se calentase al sol. Descansó en un relativo silencio durante un rato, escuchando como Teito se quitaba la ropa mojada y revolvía sus cosas en busca de otras nuevas. Había cogido la toalla pensando que Teito le seguiría y había intentado mostrarle su abrigo al mismo tiempo, y ofrecerle el ponérselo y calentarse. El roce continuó durante un tiempo antes de que escuchase un suspiro exasperado y los suaves y lentos pasos de Teito a través de la espesa hierba mientras daba la vuelta al árbol.

"Obispo pervertido. Dame esa toalla. Me estoy congelando" Frau sonrió para sí mismo y miró astutamente hacia el lugar en donde estaba el pequeño castaño, asomándose desde la curva del tronco del árbol, solo permitiendo a Frau verlo desde el pecho para arriba. Las mejillas de Teito estaban rosadas mientras temblaba y se movía ligeramente, su apariencia completamente desmentía su tono exigente. Frau se la tendió , poco más de un brazo de longitud.

"Está justo aquí. Ven y cógela" dijo, arqueando una ceja cuando el moreno se sonrojó más y desapareció detrás del árbol.

"N-No, tráela tú aquí" Frau entrecerró los ojos.

"¿Por qué? ¿Qué es lo que te detiene?" Teito sacó la cabeza de nuevo para mirarle, sus mejillas de un rojo más fuerte.

"N-No llevo nada puesto" dijo después de un extenso concurso de miradas. Frau tuvo que contener la risa e intentó decirse a sí mismo que era el único modo en que esta nueva información le afectaba. Tiró la toalla y Teito extendió la mano y la agarró en el aire, murmurando un "Gracias" apenas audible. Frau se quedó de nuevo con sus propios pensamientos mientras Teito se cambiaba.

No estaba del todo seguro de cuando su compañero de ojos verdes había empezado a afectarlo de un modo que estuviese más allá de la irritación. Por lo que él sabía, podría haber sido en cualquier momento entre la llegada de Teito a la iglesia y su partida a todo este viaje. Casi no podía permitirse el lujo de pensar en ello. Su cuerpo, o más específicamente sus ingles, estaban reaccionando de solo pensarlo. Gimió y se inclinó hacia adelante, revolviéndose el pelo con las manos. No solamente tenía que luchar contra la guadaña de Verloren, también tenía que controlarse a sí mismo. Realmente estaba llegando a ser demasiado.

"H-Hey, h-he cogido prestada una de tus c-camisetas" tartamudeó Teito cuando regresó. Frau alzó la vista, sin salir completamente de sus pensamientos, y casi gimió. Había olvidado que Teito solo tenía un par de pantalones. Le castaño estaba de pie allí, en lo que parecía ser solamente una de sus camisas casuales. La camisa le quedaba grande, bajando hasta encima de sus rodillas. Frau estaba más que seguro de que llevaba un par de calzoncillos debajo, pero sus pensamientos querían que creyese lo contrario. Frau cerró sus ojos y tardó varios segundos en calmarse.

"Ponte mi abrigo. Todavía estás temblando" dijo Frau con simpleza, esperando que su lujuria no fuese aparente en su voz. No esperaba que el castaño lo liderase a esto. Escuchó que Teito lo obedecía y solamente abrió los ojos de nuevo cuando un ligero peso se presionó contra su costado, metiéndose bajo su brazo. Teito estaba casi metido del todo bajo la tela negra. Frau lo miró con extrañeza, pero el moreno no pareció darse cuenta. Sus ojos se habían nublado y medio cerrado, y era obvio que no iba a permanecer consciente mucho más. El obispo hizo una mueca y se movió un poco más hacia abajo para proporcionarle más de su pecho como almohada. Moviendo a su compañero para colocarlo más encima de él, suspiró, enterrando sus dedos en el revoltijo de cabellos castaños que se enroscaban sobre él. Parece que tendría que lidiar con sus necesidades más adelante. Maldición.