CAPITULO 1:

Nuestras Vidas

·.·´¯`·.·

"… Pudo ser y no fue

Por ser la vida como es

Nos dio la vuelta del revés. ¿Lo ves? ¿Lo ves? (…)

Ahora somos como dos extraños

Que se van sin más

Como dos extraños más

Que van quedándose detrás…"

·.·´¯`·.·

Pasaba la media noche cuando el joven llegó a su apartamento ubicado en una densa ciudad de Princeton, en Nueva Jersey, Había tenido un día agitado, como cada uno de los días de su vida desde el momento en que había aceptado hacer su residencia en el hospital escuela de Princeton, bajo la tutela del doctor Collins, el diagnosta más reconocido de los Estados Unidos, al que todos recurrían cuando había un enigma médico que ningún otro había podido descifrar. Estaba agotado, su estilo de vida era realmente estresante, se la pasaba todo el día metido en ese hospital, trabajando como clínico la mayoría del tiempo, pero haciendo horas extras en el departamento de Diagnóstico Médico, que se encargaba de estudiar a los pacientes con los síntomas más extraños, con el fin de poder diagnosticarlos y darles una solución. Pero no estaba arrepentido para nada. Llevaba un año de graduado y tan sólo seis meses desde que había obtenido su título oficial, y ya tenía tanta experiencia como la que pudiera llegar a tener cualquier médico con 20 años de experiencia en Japón. Había tenido mucha suerte en conseguir ese trabajo, aunque sin duda sus excelentes calificaciones habían tenido mucho que ver.

Se sentó en su cama. Su departamento era un pequeño monoambiente, tenía una pequeña sala de estar, comedor, cocina, su habitación, en la que sólo tenía una cama y un pequeño baño, el único que gozaba de un cuartO separado. Pero para él era suficiente, ya que pasaba la mayor parte de su vida en el hospital. El doctor Collins era un hombre frío y calculador, no tenía vida social, se dedicaba íntegramente a su trabajo, y disfrutaba que sus "discípulos" lleven la misma vida que él. Disfrutaba de la soledad y de hacer miserables a los que lo rodeaban. Aun así, Mamoru lo admiraba y respetaba, por su prestigio y conocimientos, claro está. Deseaba poder llegar a ser tan reconocido y prestigioso como él. Por lo demás, por como era como persona, déspota y perverso, no era algo que le preocupara. Claro que deseaba poder llegar a formar una familia, pero no tenía problema si acaso no podía hacerlo. Se llevaba bastante bien con la soledad y estaba acostumbrado a sobrellevar los golpes que te da la vida. Había perdido a sus padres en un accidente de auto siendo tan sólo un niño y ni siquiera podía recordar como eran sus rostros, ya que en ese mismo accidente él había perdido la memoria, y lo único que sabía era lo que le habían contado los doctores en el hospital en que había estado.

Miró a su alrededor, la habitación estaba en penumbras, tan sólo una pequeña luz que provenía de la lámpara de noche que estaba sobre una pequeña mesa. Miró el retrato que tenía sobre su mesita de luz. Era una foto que habían tomado con su mejor amigo el día de su cumpleaños número veinte, en un bar de Tokio. Sintió cierta nostalgia. Hacía tiempo que lo sentía, que sentía deseos de volver, pero ese día fue más intenso. No había nada que lo llamara a volver, no tenía novia, si hermanos, padres o cualquier otro familiar. Tan sólo su viejo amigo. Pero tampoco tenía nada que lo detuviera en Estados Unidos. Su atareada vida le había impedido conocer gente, tal vez conseguir novia. Lo único que tenía era su trabajo en el departamento de Diagnóstico Médico, su trabajo al que amaba. Pensó en Collins, ese hombre déspota y frío, sabía cuál sería su futuro si se quedaba allí, se convertiría en un sujeto como él, al que sólo le importaba su prestigio, el que diagnosticaba a sus pacientes, no por salvarles la vida, sino por la simple satisfacción de poder resolver los enigmas que los demás no habían podido resolver. No era esa la razón por la que había decidido tomar la carrera de medicina, claro que no. La idea le venía rondando en la cabeza desde hacía tiempo. Seguramente no le costaría conseguir trabajo en Japón, bastaría con su currículo y con mencionar al doctor Collins y el Hopital Escuela de Princeton. Obviamente no ganaría lo que allí ganaba, más por ser un joven recién graduado, pero eso no era lo que le importaba, aunque tuviera que terminar en un hospital de la zona más pobre del Japón, lo que anhelaba era ayudar a las personas.

Tenía algo de dinero ahorrado, casi todo lo que le sobraba después a pagar su estadía en ese lugar (el costo de vida era bastante caro, más que en Japón, lo que ya era mucho decir), sus estudios de postgrado y matricula; como vida social no tenía, no gastaba demasiado. Así que sus ahorros eran suficiente para costear su viaje y mantenerse un tiempo hasta conseguir trabajo. Aún conservaba su departamento en Tokio, y su moto y su auto que Motoki, su amigo, se encargaba de cuidar. Había sido cauteloso, por si acaso quería regresar. Sabía que el exilio no sería sencillo.

Tomó el retrato en sus manos. Recordó el momento en que habían tomado esa fotografía. Habían ido a celebrar su cumpleaños, con su amigo y un par de compañeros de facultad. Había sido después de que el decano de su facultad le ofreciera la posibilidad de hacer ese intercambio. Si, también festejaban eso. Mamoru había tomado la decisión, así que era una especie de despedida. ¡Cómo bebieron esa noche! Era para olvidar la tristeza que significaba para él y para Motoki tener que despedirse (igual no había servido de mucho). Se puso de pie. Su mirada expresaba cierta tristeza y desolación. Sintió deseos de llorar, pero no lo hizo. De hecho, no lo hacía desde hacía tiempo, desde que tenía memoria. Ni siquiera había llorado por la muerte de sus padres, después de todo, ni siquiera los recordaba. No tenía nada más que pensar, no. Ya estaba tomada la decisión, era lo que más realmente deseaba en lo más profundo de su alma. No sería fácil despedirse de sus logros en los Estados Unidos y de su trabajo, pero toda decisión en la vida trae sus buenas y sus malas consecuencias.

No era sólo que deseaba volver, si no que sentía que debía hacerlo. No estaba para nada arrepentido de haber viajado a los Estados Unidos, realmente había sido muy ventajoso para su carrera y para su futuro, pero era el momento de volver. Más allá de que allí ahora tenía su vida, de que estaba instalado y cómodo, ese no era su hogar. Sentía que Estados Unidos no era su lugar en el mundo, y creía saber cual si era…

...o0o...

Era una calurosa tarde junio. Usagi salía de su casa, quejándose de que el sol estaba muy fuerte. Llevaba una musculosa corta, que dejaba ver su ombligo y un short color verde. Sus cabellos dorados estaban recogidos con dos chongitos. Casi nunca lo usaba suelto, y menos con tanto calor. Estaba de vacaciones escolares, vacaciones que se le estaban acabando. Pero eso ni siquiera le molestaba, porque estaba demasiado aburrida. Jamás en su vida se hubiera imaginado que extrañaría tanto la escuela, pero ese verano era diferente. Sus mejores amigas tenían el verano ocupado, entre trabajos, novios y otras obligaciones. Sólo Minako estaba disponible para pasar ratos con ella. Precisamente a eso iba. Ese día se encontrarían en el centro comercial. Usagi había recibido su mesada y era momento de gastarla, como siempre, para quedarse sin un yen apenas lo había recibido. Y llorar el resto del mes por no tener ni para un helado.

Como siempre, llegó bastante tarde, pero no era de demasiada importancia, dado que la impuntualidad tampoco era la virtud de Minako. Eran bastante parecidas en cierto modo… Ambas eran bastante remolonas, no les gustaba para nada estudiar ni asumir responsabilidades, sólo que Minako era un cómo menos inocente que Usagi (en realidad, bastante).

Dieron vueltas por el centro comercial varias horas. Y compraron bastante ropa. Cuando ya prácticamente se quedaron sin dinero, decidieron comer algo en el patio de comidas, (comer era el pasatiempo preferido de Usagi)

- ¡Estoy realmente hambrienta!- dijo Usagi, mientras se disponía a comer la hamburguesa doble que había pedido.

- No deberías comer así… ¡Te vas a poner redonda como un globo!- Minako era bastante obsesiva con su imagen, siempre buscaba lucir hermosa ante los ojos de los demás, no en vano era la chica más popular de la preparatoria, con los que todos deseaban tener una cita (y a la mayoría de los cuales les cumplía el deseo). Usagi sonrió y siqguió comiendo.

-¡Ah, tú nunca cambias! - una gota de sudor resfaló por la frente de Minako. - Por cierto Usagi… ¿cómo van las cosas con Hitoshi?- Usagi borró la sonrisa de su rostro de repente, sabía hacia donde se encaminaba la charla.

- No sé a que te refieres…

- Ya lo sabes… ¡Hitoshi te quiere mucho! Tú le gustas…

- No digas tonterías, Minako…

- ¡No son tonterías! Todo el mundo, menos tú, lo ha notado. Dime… ¿es que ya son novios?

- Ya te he dicho que sólo somos amigos…

- Pero ayer tuvieron una cita… ¿cómo estuvo eso?

- Fue sólo una salida de amigos… Además, no soy como tú, Minako… Dime, ¿quién querría ser novio de una chica tonta y llorona como yo? ¡No soy nada especial! Me va muy mal en la escuela y no soy buena en nada… Ni siquiera sé que voy a hacer cuando me gradúe de la preparatoria…

- ¡¿Qué pasa con ese ánimo, Usagi!?... ¡Ya sé! … Sé que te puede animar… Anda, termina tu hamburguesa rápido, tenemos un lugar adonde ir…

Luego de que ambas terminaron de comer lo que habían pedido. Minako llevó a su amiga a ese lugar tan especial. Claro que Usagi notó en seguida adonde iba. Era el salón de videojuegos del joven Motoki, el que quedaba a unos pocos metros del centro comercial, ese lugar en el que Usagi había sabido pasar toda su infancia y parte de su adolescencia, cada vez que tenía un minuto libre (también el lugar donde había puesto, por primera vez, sus ojos en un hombre… ejem… un poco mayor. Pero ni importa, eso había quedado en el pasado, eran sueños inocentes de una niña de 14 años)

- ¿Por qué me traes aquí, Minako?

- Es cierto… Hace mucho que no venimos a este lugar… Pero, ¿recuerdas? Nos la vivíamos aquí, hace tan sólo un año… Es más, ¡fue aquí dónde nos conocimos! Ese día que tú estabas muy triste.

·.·´¯`·.· Usagi entró a la tienda de Motoki y se detuvo frente a esa máquina. Era el videojuego de la guerrera que luchaba contra monstruos. Su nombre era "Sailor V". Desde chica siempre le había fascinado ese videojuego, siempre había querido ser como esa valiente guerrera. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado allí. Metió las manos en el bolsillo de su uniforme y buscó monedas para poder jugar, pero no tenía ninguna, había gastado los últimos yenes de su mesada en un helado…

De repente, sintió un bullicio del otro lado del salón, había un grupo de chicos amontonados en un rincón. Usagi fue a ver que sucedía. Empujando a algunas personas logró llegar hasta el centro del círculo. Allí la pudo ver, sentada en una de los juegos de carreras estaba la rubia de cabello largo y lacio, cuyo rostro le resultaba familiar. Había estado jugando toda la tarde y le había ganado a cuanto oponente se le atrevía ·.·´¯`·.·

- Si, es cierto… Sabía que te conocía de algún lado…

- Pero ni siquiera notaste que llevaba el mismo uniforme que tú, lo que significaba que íbamos a la misma preparatoria.- Ambas rieron con ese recuerdo, y con lo muy distraída que era Usagi.

- Luego tú me retaste a jugar… y como no traía dinero, me pagaste el juego… Y me ganaste, como a todos los demás.

- Si… jaja… lo recuerdo… Luego te invité a tomar unas malteadas… Me caíste muy bien desde el principio, sin ninguna razón. Recuerdo que me contaste que estabas muy triste porque tu mejor amiga, Molly, se había mudado a las afueras de Tokio.

- Si, jugar a los videojuegos siempre me había animado. La verdad, no sé porque te conté todo eso, pero me inspiraste mucha confianza.

- Si, a mi también, fue como si nos conociéramos desde siempre… Pero… ¡ya basta de charla! No nos quedemos aquí paradas como tontas… ¡Entremos!

- ¡Siiiiii!

Las chicas entraron a lugar donde fueron recibidas amablemente por Andrew (esa era su costumbre con todos los clientes), conversaron un rato con él de cosas sin demasiada importancia y luego fueron a jugar su juego favorito, aquel que había hecho que se conocieran. Estuvieron allí largo rato, pero Usagi no consiguió ganarle a Minako de ninguna manera. Luego de la última carrera, Minako apoyó su cabeza en el asiento y estiró sus brazos.

- Estuviste muy cerca, Usagi… Creo que has mejorado… ¿O será que yo estoy perdiendo la práctica? - Usagi sonrió y luego miró su reloj.

- ¡Es demasiado tarde! ¡¿Olvidas que tenemos que encontrarnos con las demás en casa de Rei?!

- ¡Es cierto! ¡Lo había olvidado! ¡Ya vámonos!- Las chicas estaban a punto de salir corriendo (como era su costumbre, para no llegar tarde, cosa que siempre hacían de todos modos), cuando entró a la tienda un hombre que llamó la atención de Usagi. Era un hombre que se veía bastante serio y muy guapo. Tenía cabello color azabache, llevaba un peinado con raya al costado y algunos flecos caían sobre su frente. Era alto e imponente. Llevaba una remera negra, de mangas cortas, no demasiado ajustada, pero que permitía mostrar su cuerpo levemente trabajado, y unos jeans azules. Usagi se quedó paralizada, lo miró fijamente y sus mejillas se tiñeron de rosa. Se preguntó qué haría allí, el parecía ser un hombre demasiado serio para ir a un salón de videojuego. Él era algo extraño y, a la vez, cautivante. - ¡USAGI!- gritó Minako, al ver que su amiga no movía ni un pie para salir de allí. - ¡¿Qué ocurre contigo?!

- Bueno… yo…- dijo sin quitar sus ojos de ese hombre. Al ver la mirada inquietante de su amiga, Minako miró hacia la puerta de entrada, para saber que cosa estaba llamando su atención.

- ¡Aahhh! ¡Ya veo!... ¡Pero si es muy guapo!

- ¡¿Qué?! … Noooo… yo…- dijo Usagi, mientras se ponía roja como un tomate.

- Vaya que tienes buen gusto Usagi… ¡Ven! ¡Vamos a ver que hace aquí!- dijo, tomándola del brazo y arrastrándola hacia él. Minako se paró frente a él y Usagi, avergonzada, detrás de ella. - Hola… Mi nombre es Minako… ¿Buscas a alguien? - dijo con una gran sonrisa, el joven la miró extrañado.- Digo, es que es muy extraño que un hombre que luce tan… serio… venga a una tienda de videojuegos… Ni modo que vayas a jugar…- Minako rio.

- Ah… Si… - dijo algo incómodo. Luego se detuvo en la jovencita de cabellos dorados que se encontraba detrás. Ella estaba avergonzada, se le notaba, sus mejillas estabas ruborizadas. Por alguna razón sintió que su corazón se estremecía.- Busco a Andrew.- dijo, tratando de disimular.- El es…

- El dueño de este lugar, lo sé…- interrumpió Minako.- ¿Acaso lo conoces? ¿Es tu amigo?

- Bueno…

- ¡MAMORU! ¡ERES TÚ!- Interrumpió una voz masculina. Usagi y Minako voltearon a ver al hombre que estaba detrás de ellas. Era Andrew. El joven tenía los cabellos rubios y cortos, ojos verdes, era alto y delgado.

- ¡ANDREW!- Mamoru se acerca al joven, haciendo a un lado a las chicas. Ambos se veían muy felices. Se dieron un fuerte abrazo, como si hiciera años que no se veían.

- ¡Qué gusto verte, hermano! ¡Pero, ¿qué haces aquí?!

- Tenía que volver… Yo- -

- Ejem…- interrumpió Minako, como para hacer notar que ellas seguían allí.

- Ah, ¡lo siento!- dijo Andrew, rascándose la cabeza.- ¡Pero que mal educado soy!... Ellas son Usagi y Minako.- dijo señalando a las chicas.- Son clientas de este lugar desde hace mucho tiempo…. Chicas, el es Mamoru, mi mejor amigo…

- ¡¿Tu mejor amigo?! (°°;)?- dijeron ambas al unísono.

- Nunca habíamos oído de él, y tampoco nunca lo habíamos visto por acá…

- Es cierto… No suelo venir por aquí… Y Andrew es bastante reservado con sus cosas…

- Bueno, Mamoru ha estado es Estados Unidos el último año y medio…

- ¡¿En serio?!- En ese momento, sonó el celular de Usagi. Era Amy, las demás chicas las estaban esperando en casa de Rei y ya estaban preocupadas ante su larga tardanza, (que, si bien solían llegar tarde siempre, nunca tan tarde). Usagi trató de tranquilizar a Amy y asegurarle que pronto irían a reunirse con ellas. Luego cortó el celular y explicó que debían irse.- ¡Tan pronto!- rezongó Minako.

- Si, ya vámonos, no quiero tener que soportar los regaños de Rei… Mucho gusto.- dijo Usagi, haciendo una pequeña reverencia, en señal de respeto.- Nos vamos, Andrew…

- Adiós.- dijo Minako, imitando el gesto de Usagi. Ambas niñas salieron del lugar, apuradas. Mamoru las miró fijamente, hasta que se perdieron de su vista. Su mirada seguía mostrando una profunda tristeza, por alguna razón, su corazón latía con fuerza, como nunca lo había hecho antes.

En tanto, mientras iban camino al templo del abuelo de Rei, Usagi pensaba en ese misterioso hombre. Nunca antes lo había visto, pero sentía como si lo conociera de antes, sentía que era alguien muy especial para ella, sentía que su corazón latía con fuerza, tan sólo con pensaren su rostro…

...o0o...

Usagi y Minako tuvieron que dar explicaciones por su larga demora, sus amigas estaban molestas más que nada porque siempre era lo mismo con ellas. Era costumbre ya que siempre anduvieran demoradas, ambas eran demasiado irresponsables, con todo, sea que tuvieran que encontrarse con sus amigas para salir de paseo, sea con los temas escolares… con lo que sea.

Se encontraban en un pequeño dojo, dentro de las grandes instalaciones del templo del abuelo de Rei. Allí trabajaba la joven, su abuelo la estaba entrenando para ser sacerdotisa, así que ese verano estaba encargada de todos los quehaceres del templo. Estaba realmente agotada, su abuelo estaba muy cerca de ser un explotador. Ella era visiblemente la más molesta, pero no era por nada en particular, ella era bastante temperamental y se molestaba casi por todo, en especial con Usagi, a la que siempre estaba regañando y a la que siempre molestaba. Pero eso no significaba que no la quisiera, todo lo contrario, quizás hasta era la que más la quería.

- Lo sentimos mucho, realmente se nos pasó el tiempo… Ni siquiera nos dimos cuenta. - se excusó Minako

- Si, lo sé, a ustedes siempre se les va el tiempo… Pero esta vez se atrasaron una hora, creo que ya se les pasó la mano… Todas tenemos cosas que hacer, ¡al menos pudieron haber avisado!

- Bueno… Rei está exagerando un poco… pero entiéndanla, tiene una cita con Nicolas en una hora…- interrumpió Makoto, la alta joven de ojos verdes y cabellos castaños. Una gota de sudor resbaló por frente de Rei

- De todos modos, nos preocupamos porque ya tardaban demasiado…- continuó la eterna mediadora, Ami, ella llevaba su cabello azul por los hombros y tenía ojos azules.

- Bueno… creo que si nos demoramos mucho…- dijo Minako, mientras rascaba su cabeza.

- Realmente lo lamentamos mucho, fue mi culpa en realidad… Estaba un poco triste, Mina sólo quiso animarme un poco así que me llevó al salón de videojuegos de Andrew, saben que ir allí siempre me ha levantado el ánimo…- se excusó Usagi.

- ¿En serio? Pero que ocurre Usagi… ¿Porque estas triste? - preguntó Ami

- En realidad… No lo sé... pero hace unos días que siento un vacío muy grande en mi vida… siento que me falta algo, pero no sé qué es…

- Mmm… ¡Yo creo que lo que Usagi necesita es un novio!- dijo Minako, mientras una gota de sudor resfalaba sobre la frente de las demás.

...o0o...

Esa noche, Mamoru y Andrew fueron a cenar al bar al que siempre solían asistir, antes de que Mamoru partiera a Estados Unidos. Ese era su lugar de encuentro desde que ambos eran apenas un par de adolescentes ansiosos por vivir. Ese lugar había sido testigo de sus alegrías y tristezas. Andrew estaba realmente muy feliz de haber recuperado a su amigo del alma, y Mamoru estaba feliz de volver a su país natal, aunque todavía le quedaba mucho por hacer, y todavía necesitaba conseguir un trabajo para poder comenzar de nuevo. Tenían mucho de qué hablar, mucho que contarse, habían pasado demasiadas cosas en ese último tiempo y aunque ellos habían estado todo el tiempo en contacto, obviamente no era lo mismo. Mamoru contó a su amigo todo lo que había aprendido en Estados Unidos, lo mucho que le habían enseñado el doctor House durante su residencia en el hospital escuela de Princeton.

- Que bueno, hermano, todo eso que me cuentas… Entonces, ¿realmente ha sido una buena experiencia ir a terminar tus estudios en los Estados Unidos?

- Si que lo ha sido… Y aunque me costó muchísimo estar tan lejos de aquí, no me arrepiento de la decisión que tome. Realmente aprendí muchísimo. Sin embargo, ¡no sabes cómo me alegra estar de nuevo! Extrañé demasiado a este país y, sobre todo, estas charlas… Estaba demasiado ocupado con mi trabajo y ni siquiera tenía tiempo para conocer gente fuera del hospital, así que la mayoría del tiempo estaba solo y no tenía con quien compartir mis cosas, no tenía quien me escuche. Pero, en fin, todo valió la pena… Ahora sólo me resta conseguir un trabajo y establecerme definitivamente aquí. Mañana mismo comenzaré a buscar, sabes que no puedo verme sin hacer nada.

- Ten calma hermano, seguramente conseguirás trabajo muy rápido. No olvides que estudiaste en los Estados Unidos y con el sólo hecho de agregarle a tu currículo tu experiencia en el hospital escuela de Princeton…

- Si, si… eso lo sé… Lo he pensado mucho y fue eso lo que me animó a regresar… Sé que aquí en Japón se necesitan muchos médicos con experiencia, seguramente no ganaré lo mismo que en Estados Unidos, pero sabes que lo único que me interesa es ayudar a las personas.

- Para eso no te faltará oportunidad. ¡Esto me parece mentira! Ya estas recibido, ya tienes una profesión…- dijo Andrew, dando una palmada a su amigo en la espalda. Luego lo miró a los ojos. - Sabes… te notó un poco triste… ¿Ocurre algo? Creí que estabas feliz de estar de nuevo…

- Si lo estoy… La verdad… Ni yo mismo sé que es lo que pasa… Me he sentido algo deprimido últimamente… Siento un gran vacío en mi corazón, como si algo faltara… Creí que todo estaría bien cuando regresara, pero aun sigo me sintiendo incompleto… Tal vez cuando consiga un trabajo y me establezca definitivamente me sienta mejor…

- Mmmm… Tú siempre dices eso… Recuerdo cuando decías no entender para que viniste a este mundo… pensabas que, estudiando medicina, ayudando a que la gente se sintiera mejor, le encontrarías un sentido a tu vida… Si, siempre decías que cuando ejerzas como médico tu vida tendría un sentido… Pero ya vez, nada ha cambiado… ¿No has pensado que tal vez, lo que tú necesitas no es dedicarte íntegramente a tu profesión? Yo creo que lo que a ti te hace falta es una novia… - Mamoru se sonrojó, completamente… esos comentarios que su amigo solía hacer así de repente lo ponían un poco nervioso. Sin saber porque, en ese momento, con ese comentario, se le vino a la cabeza la imagen de aquella niña de cabellos dorados que había conocido a la tarde en el local de videojuegos

- ¿¡Una novia!?

- Enamorarte, Mamoru, un amor de verdad...

- Ah… bueno… pues… yo…

- Dime, ¿es que no ha habido nada en todo este tiempo? Es decir, saliste con varias chicas antes de ir a los Estados Unidos, pero nunca tuviste nada serio con ninguna…

- No… yo… te he dicho que estado muy ocupado… demasiado, ni siquiera tuve tiempo para salir a conocer un poco más Ohio.

- Pero, ¿nada de nada? Un hombre no puede estar demasiado tiempo sólo. Sabes a que me refiero, ¿no?

- Bueno… Tenía una compañera en mi equipo de diagnóstico… Teníamos una relación, en cierta forma, pero nada formal… Además, ambos trabajamos mucho, así que no teníamos demasiado tiempo para estar juntos…

- ¡¿En serio!? Entonces, si hubo algo, yo no estaba tan errado… Cuéntame ¿Cómo es ella? ¿Qué tal se llevaban? ¿Cuánto tiempo estuvieron juntos?

- Ya te dije… no era nada formal… Sólo la pasábamos bien juntos, nos hacíamos compañía.

- ¡Vamos! ¡Cuéntame! ¿Es bonita?

- Si, muy bonita, e inteligente… Se graduó con las mejores calificaciones… Es muy dulce y comprensiva y una apasionada por su trabajo, realmente ama la medicina.

- Y, ¿en qué quedo todo? ¿Sabe dónde ubicarte? ¿Quedaste en comunicarte con ella?

- Oh, Andrew, ya te lo he dicho, no podría llegar a nada serio con ella…

- ¿Por qué no?

- Porque ella es demasiado obsesiva de su trabajo… Sólo se preocupa por sus pacientes y por aprender más y más. No habría forma de que tuviéramos una relación seria, ella sólo ama su trabajo. Además, ella esta allá y yo… Pues, ya ves, apenas un año y medio y ya estaba desesperado por volver….

- Entiendo… realmente ella no despierta nada en ti, fue sólo para pasar el rato…

- Andrew...

- Te conozco, hermano… Cuando alguien tiene interés en una persona realmente no hay pero que valga… Pero tú no sientes nada por ella, como por todas las demás… Sólo ha sido un nuevo intento frustrado… Aun sigues pensando en ella, ¿verdad? Aun no has podido olvidarla…

- Andrew… no quiero hablar de eso…

- Hermano… sé que ella fue tu primer y único amor… ¿Pero no crees que ya es hora de rehacer tu vida? Han pasado cinco años… creo que ya estás en condiciones de volver a enamorarte…

- Por favor, cambiemos de tema… ¿Qué hay de tu novia? ¿Será que me la vas a presentar?

- Tenías que hacerlo, tenías que cambiarme el tema… Está bien… Claro que te presentaré a Makoto en cuanto pueda… y espero te caiga tan bien como a mi… ¡Por cierto! Ella es amiga de las chicas que conociste en la tarde…

- ¿Esas niñas? Nunca me dijiste que estabas de novio con una niña de preparatoria…

- Mako no es una niña, este año termina la preparatoria… Son sólo cinco años, hermano… Además, ella es muy madura para su edad…

- Lo siento, hermano… No quise ofenderte… Pero, ¿de verdad esas niñas están en el último año de la prepa? Yo pensé que apenas comenzaban…- Mamoru miró el rostro molesto de su amigo y lanzó una carcajada un poco exagerada. - ¡De verdad lo siento! Se nota que estas muy enamorado…


N/A

Buenas, buenas! Como están? Bueno, la verdad es que no suelo escribir historias de Sailor Moon, es como que no me inspiro para hacerlas (de hecho, en empezado muchas de MKR, pero sólo he podido terminar una). Y tampoco tenía pensado hacer una, pero de casualidad encontré esta en Onedrive, ¡había olvidado que la había escrito. No recuerdo hace cuanto tiempo la escribí, hace unos 10 años, calculo, antes de mi historia de MKR. Oficialmente este es mi primer Fanfiction y no, no lo terminé, aunque me sorprendió que ya tenía decidido cuantos capítulos serían y hasta el nombre de ellos. Creo que, cuando la escribí, no tenía pensando subirla, era sólo para mi jeje. Pero ahora me dije a mi misma, ¿por qué no compartirla con los demás? Así que la estoy leyendo y modificando algunas cosas y he aquí el primer capítulo. Aun tengo que ver lo demás, y completar los baches que deje en medio (me salté algunos capítulos y avance otros jaja), además de darle un final, pero la base está. Espero les guste, tengan en cuenta que cuando la escribí tenía unos 10 años menos y que fue la primer historia que escribí, aun no se bien adonde iba la historia, voy recordando a medida que leo. Y bueno, si, no pude evitar corregir algunas cosas que eran un poco tontas, agregar algo de detalles y sentimientos... pero en general no le cambie la esencia... Veamos que sale de esta historia, aunque no espero que tenga el público que tiene mi historia de MKR, pero espero que si les guste!

Por cierto, la idea de poner canciones al principio de los capítulos viene desde acá jaja, aquí era sólo un fragmento. Pero, no es lo mismo la letra que escuchar la canción, por eso se me ocurrio hacer una lista de Spotify con las canciones dedicadas a cada capítulo, si tienen ganas pasen a escucharlas, en mi perfil encontrarán el link

Nos leemos!

*゚'゚・✿.。.:* Hime Mily*.:。✿*゚'゚