¡Buenas! Releyendo e infartándome en el medio, decidí reescribir un poco este fic (la trama va a quedar intacta; solo la narración, diálogos, etc... va a ser arreglado) Era muchíiisimo más chica cuando lo escribí. No es que ahora sea una profesional, pero creo haber mejorado al menos un poco (espero) Todavía no sé cómo muchos lograron leerlo escrito de tal manera jajaj Así que voy a estar resubiendo los capítulos (me va a llevar mi tiempito porque son varios y tengo otros fics pendientes)

Espero que disfruten la nueva versión (?

Solo me queda decir que los personajes de Maria-sama ga miteru no me pertenecen. Si fuese así, la historia sería completamaente diferente :) jaja

¡Que tengan una muy buena lectura!


Celos

Inesperada alerta

Los días en el Colegio Lillian se destacaban por transcurrir con lentitud y pacifismo. Las alumnas de aquella Academia femenina siempre conservaban la calma, portando una imagen celestial... o al menos, eso es lo que decian los rumores.

Sin embargo, para Fukusawa Yumi no era para nada de esa manera. Cada joven tenía una historia, cada lugar poseía un significado. Todo era enigmático para ella.

¿Pacífico? ¿Dónde?

– ¿Yumi-san, puedes terminar de corregir esto?- inquirió Yoshino, entregándole unas hojas.

– Claro.

Comenzó a revisar lo que estaba escrito con aburrimiento. Su mente no se encontraba exactamente en aquella lectura. Esta divagaba pensando en su futuro y en el de su querida Onee-sama.

Muy pronto se graduará, ¿Acaso nos seguiremos viendo? ¿Querrá verme? Que vaya a la Universidad de Lillian no significa que pueda andar detrás de ella molestándola... es más que seguro que algo cambiará entre nosotras.

– Onee-sama… ¡Onee-sama!

Yumi despertó de sus sueños al escuchar el llamado de su Soeur.

– ¿Qué sucede, Touko-chan? ¿por qué gritas?

La nombrada alzó una ceja, irritada – ¿Cómo qué por qué? ¡Estás escribiendo cualquier cosa en la hoja!- señaló el garabato.

Yumi pasó la vista al papel y ahogó un grito. Este decía ni más ni menos que "Sachiko". Y cabe aclarar que reiteradas veces.

Se sonrojó hasta las orejas y comenzó a borrar aquel nombre con rapidez, mientras su pequeña hermana suspiraba de fondo, ya desganada.

Una penetrante mirada se deslizó por sus manos, que seguían desenfrenas borrando aquel nombre, hasta posarse en sus avergonzados ojos.

-¿Yumi, qué habías escrito?

La voz de Ogasawara Sachiko la tomó por sorpresa.

La nombrada se sobresaltó en el lugar, y con una nerviosa mueca intentó contestar -N-Nada importante.

Sachiko la observó de reojo, intrigada. Últimamente su soeur se mostraba distante, hecho que le preocupaba.

En medio de su meditación, todas las rosas continuaban haciendo su rutinario trabajo, mientras tomaban el habitual té.

Touko decidió cortar el silencioso ambiente – Onee-sama.

-Yumi está bien- la cortó -. No es necesario que me digas "Onee-sama", sé bien que somos hermanas, Touko-chan. Sabes que no me gustan las formalidades.

Touko se ruborizó ligeramente al oirla. Yumi, por su parte, le dedicó una sonrisa de oreja a oreja.

Las demás rosas rieron por lo bajo. No podían encontrarse más complacidas por el estrecho vínculo que habían logrado entablar.

Por otro lado, Sachiko analizaba aquella dulce escena, movilizada. La confianza que ambas se habian tomado en tan poco tiempo le molestaba. No obstante, era consciente de que no debía perturbarle. Después de todo, fue ella misma quien le insistió en convertirla en su soeur. Pero... aún sabiendo eso, le era imposible no sentirse de tal incoherente manera.

–Bien...Y-Yumi- por fin contestó -Quería recordarte que hoy tienes que devolver un libro a la biblioteca, y por si no lo notaste...- miró su reloj -va a cerrar en cualquier momento.

Al escucharla se giró hacia ella de golpe – ¡Oh, dios! ¡Tienes razón! ¡¿Ya es tan tarde?!

Asintió, indiferente.

Yumi de inmediato se puso de pie, tirando sus hojas sin querer en el acto.

-¡Disculpen chicas! ¡Debo irme, prometo terminar el trabajo mañana!- atinó a decir, apurada, para luego voltearse en dirección a su soeur -Gracias, Touko-chan, por recordármelo. Esto de tener una hermanita menor es bastante útil- bromeó, acariciando su cabeza.

– ¡Oye! No soy un obje... ¡E-Espera!- cambió el discurso al notar como se apresuraba hacia la puerta -¡Voy contigo! También debo regresar un libro.

-¿Huh?- se volteó -¿Te haces la superada y estabas en la misma posición que yo?- se burló, mostrándole los dientes.

Touko infló los cachetes -¡No me molestes!

Entre risas, las dos salieron a paso rápido de la mansión, dejando a las demás en un curioso silencio.

Sachiko, largando un pesado suspiro, se levantó del asiento con lentitud y se acercó a la ventana. Allí las observó; Yumi agarraba la mano de Touko con fuerza. Ambas corrían riéndo entre sí.

Algo en su interior reaccionó al captar aquella escena. Su estomago dolía, se estrujaba sin piedad.

-¿Qué es este sentimiento amargo que tengo?- cuestionó en sus pensamientos con cierta impotencia, y quitó los ojos de la ventana.

No tenía ganas de seguir contemplando aquello.

La rosa amarilla, Rei, notó aquel cambio repentino en su amiga, y una preocupación no tardó en surgir en ella.

De puro milagro llegaron a la biblioteca a tiempo. Yumi decidió tomar otro libro; se acercaban los exámenes y reprobar no era una opción.

–Onee-sama, no deberías esforzarte tanto. Te noto muy cansada ultimamente...- miró de arriba abajo su frágil cuerpo.

– ¿Qué estas diciendo, Touko-chan? ¡Si estoy mejor que nunca!- respondió, forzando una sonrisa.

Pero en su interior, le dio la razón. Ya no recordaba la última vez que durmió bien, o mejor dicho, las horas necesarias. Comía apenas lo necesario, y su mente, empeorando la situación, no se detenía ni un solo segundo, preocupada por los exámenes que se avecinaban.

Sonrió para sí, con un grado de lástima.

Ja, si claro. Exámenes... la realidad es que no puedo parar de pensar en Sachiko.

Miró de soslayo a su soeur, que continuaba con aquella inquietada mueca. No queria preocuparla, eso era lo único que le faltaba.

-Y touko-chan- retomó su habla, tomando un libro de un estante -Dime Yumi, ¿cuántas veces te lo tengo que decir?

La nombrada se achicó en el lugar –Es que no me acostumbro... lo siento. Además, ¿desde cuándo eres tan...?

-¿Tan...?

Desvió la mirada, dudosa -Suelta... estos últimos meses pareciera como si fueras otra persona... ¡No en el mal sentido!- agregó de inmediato -¡No me malinterpretes! Me gusta tu nuevo yo, pero...

-¿Pero...?- repitió, acercándose con una picarona mueca.

Touko se intimidó al verla -¡A-A eso me refiero!- la señaló -Pareces Rosa Gigantea actuando así.

Yumi arqueó una ceja, pensante. Al instante le vinieron imágenes de Shimako. Imágenes que no tenían sentido respecto a su comparación.

-No esa...- suspiró, adivinando sus divagues.

-¡Oh! ¡Te refieres a Sei-sama!- rió -Bueno... admito que tanto tiempo a su lado provocó que algunas cosas se me pegaran de su personalidad.

-¿Algunas?- inquirió, alzando una desconfiada ceja.

-¡Ja, ja! Estoy bromeado. La realidad es que internamente creo que ya venia cambiando, pero el mayor cambio en mi surgió cuando tú me rechazaste- comenzó a decir, con total tranquilidad.

Touko abrió los ojos, aludida -¿Fue... por mí?

Asintió -Asi es, gracias a ti pude hacerme mas fuerte, Touko-chan- dijo. Sin embargo, la tonalidad en su voz dejó mucho que desear. Esta se estaba entrecortando, perdiendo fortaleza.

Entrecerró los párpados, al notar como estos empezaban a pesarle. Se refregó la frente, en un intento de recuperar la compostura. Se sentía mareada.

-Gracias a ti... soy más segura de mi misma...- musitó.

Su soeur no pasó desapercibido aquel cambio -Yumi... ¿Te encuentras bien?

Con ambas manos esta vez refregó su cara en otro vano intento, mientras su vista se tornaba nublosa.

-L-Lo siento, no sé qué pasa... me siento un poco...

No pudo terminar su frase. Su voz perdió la poca fuerza que le quedaba y su mente se oscureció.

-T-Touko-chan...

Rodó los ojos hacia atrás, y su cuerpo la traicionó, desmoronándose.

-¡Yumi!- gritó, atajándola en sus brazos -¡Háblame,Yumi!- la zarandeó, tratando de despertarla. Acción que parecía no querer llegar.

Sin saber qué hacer, con las manos temblantes la recostó sobre el suelo y giró los pies con velocidad. Corrió hacia el único lugar que apareció en su asustada mente; la mansión de las rosas.

¡Aguanta, Yumi!

-/-

Un leve sollozo provocó que abrise sus castaños ojos con lentitud. Estos le pesaban demasiado, y su visión aún era borrosa.

-¿Dónde... estoy?

–En la enfermería.

Una suave y susurrante voz le respondió. Una que reconoció a la perfección.

Se reincorporó con dificultad. Por suerte, una delicada mano la ayudó por la espalda hasta lograr su cometido.

Ascendió la visión y se encontró con su adorada hermana mayor, que la observaba con una importante preocupación.

-¿Onee-sama, qué sucedió...?

Sachikó soltó un fastidioso bufido -Te desmayaste.

-Oh...- emitió, avergonzada. Trató de buscar con los ojos los suyos, pero tal misión se le estaba complicando. Su hermana hacía lo imposible para evitar el contacto directo.

Sin embargo, había algo que no podía camuflar; ciertos y pequeños sollozos que emanaban de su voz.

-¿Estás... llorando?

Se cubrió el rostro -No...

Yumi se encogió de hombros, notablemente incómoda, sin saber qué decir.

-¿Has estado bien de salud?- se recompuso la mayor, aspirando aquel casi inaudible llanto -¿Te sucede algo? Últimamente no me cuentas nada…

Su mano, que todavía descansaba en su espalda, empezó a temblar levemente. La tristeza era evidente en ella.

Yumi se maldijo por dentro al crearle tremendo pesar. Era lo que menos quería ocasionar. Y ahí estaba de nuevo, preocupándola sin razón.

Tratando de calmarla, dibujó una amable sonrisa, y reposó la mano sobre la suya -Onee-sama, tranquila, ya estoy bien. Es solo que he estado estudiando mucho... creo que exageré- bromeó, un tanto intranquila.

Sachiko dirigió la vista al suelo, con un claro desconsuelo.

La castaña la miró, extrañada. ¿Quién era la que le ocultaba cosas, realmente? Definitivamente algo más le pasaba, y tenía que averiguarlo.

Juntando valor, cuestionó -¿No será que a ti te sucede algo, en vez de a mi?

Posó sus ojos en los suyos, desafiante. Conocía bien a su hermana; si no la presionaba, esta no hablaría.

-Puedes contarme lo que sea...- agregó.

Sachiko le devolvió la visión, pensante, para luego desviarla de nuevo –No es nada, solo estaba preocupada por ti.

-Onee-sama...

Otro suspiro de su parte, y más inquietud en su soeur.

-Te llevaré a tu casa. Ya hay un chofer en la entrada- continuó, con su usual indiferencia.

-No es necesario, ¡Ya estoy bien! No te preo…

-Dije que te llevaré, no me discutas.

Se puso de pie, deshaciendo el agarre casi con rudeza. Su actitud la desconcertaba.

Mientras caminaban hacia la salida, el ambiente aumentaba la pesadez. Ninguna emitía palabra alguna.

Yumi la contempló de reojo.

¿Por qué estará tan enojada? ¿Por qué no me cuenta lo que le molesta? Supuse que había aprendido a confiar en mí...

–¡Yumi!- Escuchó de repente, obligándola a pasar su vista al frente. Touko se dirigía hacia ellas, corriendo con torpeza.

Al llegar, se lanzó a sus brazos y la estrechó con cariño.

–¡Me alegro que estés bien! ¡Estaba tan preocupada!

Le sonrió con ternura, mientras acariciaba sus revoltosas coletas -Estoy bien, tranquila...

Sachiko, irritada, observó la escena en un súbito silencio.

–¡Te acompañaré a tu casa!- exclamó Touko, sosteniendo sus hombros.

-No es necesario- por fin habló Sachiko, dando un paso adelante -Yo la acompañaré- dijo, de una posesiva manera.

Bajó sus azules ojos y detalló el agarre que todavía sostenía los hombros de Yumi, para luego quitar las manos de Touko casi con asco, y reemplazarlas por las suyas.

-Vete, Touko. Yo me haré cargo.

La nombrada arrugó la frente y atajó la mano de Yumi -¿Quién te crees que eres para darme ordenes, prima?

Aquel desafío por supuesto fue correspondido.

-Su Onee-sama.

-Y yo soy su soeur.

Yumi intercaló los ojos entre ellas, una y otra vez, con el nerviosismo en aumento.

-O-Oigan, no es para tanto. Pueden acompañarme las dos, si quieren...

Ambas la miraron, curiosas.

La castaña frunció los labios, pensando bien sus siguientes palabras -De todos modos...- pasó la mirada a su soeur -Si te digo que me siento mejor, no me creerías, ¿Verdad?

Touko sonrió, complacida -Creo que ya sabes la respuesta.

Yumi rió en un murmullo; acto que fue imitado por la menor. Sachiko se limitó a desviar el semblante, en absoluto enfadada.

Enfado que carecía de sentido en su cuadrada mente.

Indiferente, pasó de ellas y se dirigió a aquel elegante auto. Abrió la puerta y les hizo una señal para que entraran.

Las tres se dirigieron a la casa de Yumi, en el auto de la familia Ogasawara. Touko estaba estancada en un lateral, Sachiko en el otro, y la castaña en el medio.

Esta última miró de reojo a su hermana mayor, encontrándola perdida en el paisaje que vislumbraba por la ventana. Tentando a la suerte, reposó el rostro en su hombro. Sachiko se estremeció ante aquella acción que no se esperaba.

Fue incapaz de no sonreír y atajar su suave cabello con delicadeza. La sumió más en su hombro y recostó el mentón en su cabeza. Al instante el afrodisíaco aroma de Yumi impregnó sus sentidos, embriagándola.

-Todo estará bien...- musitó, enredando los dedos en su pelo.

La castaña asintió sobre su piel, con una infantil sonrisa.

Ese hermoso gesto era suficiente para aliviar a su afligido corazón, que ultimamente solo le jugaba malas pasadas.

-No vuelvas a exigirte así- dijo, cerrando los ojos con tranquilidad.

-No lo haré, Onee-sama.

Yumi al fin sentía que podía respirar en paz. Sin embargo, no se imaginaba que tal paz culminaría más rápido de lo que esperaba.