Hola a todos. Aquí les traigo una nueva historia con Knuckles como protagonista. Espero que les guste.
Igualmente, agradezco a nina14j en cuyas conversaciones surgió la idea de este fanfic, así como una pequeña colaboración de su parte con algunos datos sobre la cultura Maya. Me ha servido muy bien de guía para las ideas que quiero presentar.
Si más que decir, a leer.
Disclaimer
Todos los derechos de localizaciones y personajes pertenecientes al universo de Sonic the Hedgehog son propiedad de Sonic Team y SEGA. La historia, sin embargo, si es de mi propiedad.
Tu pasado, nuestra tribu
Capítulo 01: Un viaje a casa.
Otro maravilloso día se alzó sobre Ángel Island. Pequeños animales pastaban en los extensos campos verdes de vida; otros volaban, como halcones que vislumbraban presas pequeñas para cazar. Se lanzaban pero no todos sus objetivos eran débiles; la lucha por la supervivencia en la cadena alimenticia se fijaba y solo uno podía salir victorioso.
Lejos de allí, en una parte despejada donde solo se encontraban paredes de tierra y rocas que se elevaban a la punta de riscos difíciles de escalar, gritos hacían eco por todas partes. Se podía ver la batalla entre un equidna rojo y una murciélago de pelajes albino y bronceado. Los dos lanzaban golpes, patadas y más golpes; no se detenían ante nada. Ambos luchaban liberando los instintos animales más profundo de su interior, casi volviendo a ser seres primitivos.
Las miradas violeta y verde azulado se fijaron, no había más que el deseo de victoria. Se lanzaron dando su mayor esfuerzo. Su pie y su puño impactaron, creando una onda de choche que los empujó a metros lejos de su oponente.
Con giros y piruetas, lograron quedar de pie; pero dar paso hacia su contrincante bastó para que sus cuerpos cayeran exhaustos al mismo tiempo. Respirar les dolía y continuar no era una opción. Al final, se declaró un empate entre los dos.
— Fue una buena batalla. — La sonrisa de coqueta de Rouge apenó a Knuckles, poniendo su rostro tan rojo como su pelaje.
— No estuviste nada mal. — Alagó él, quitándose los guantes y notando los magullones resultados del combate.
— Lo sé. — Exclamó orgullosa. — Parte de mis habilidades son gracias a mi entrenamiento en G.U.N. Me volvieron una increíble arma mortal. — Soltó un pequeño quejido la lanzar una patada al aire en su infructuosa demostración de habilidades, cayendo de vuelta al suelo sobre su trasero.
Knuckles corrió a socorrerla. Le quitó las botas de tacón con cuidado para notar las magulladuras y una que otra herida causada por los pinchos de sus nudillos. Tomó los vendajes que ella traía para estas prácticas y un ungüento natural proporcionado por él para curarla. Ahora era ella quien se sonrojaba por los tratos del equidna.
— Lo mío fue más tradicional. Todo lo aprendí de mi familia. — Informó él, continuando la conversación.
— ¿En serio? — Preguntó ella.
— Sí. Mi madre me hacía combatir con ella para fortalecerme. Era un poco débil de niño. — Narraba él, con leves memorias de su infancia recorriéndolo.
— No te creo. — Soltó una leve carcajada, disimulando su rostro de ardor por la curación.
— Recuerdo que mis golpes solo agrietaban las rocas, no las hacía trizas. — Seguía narrando, terminado al fin de curarla. — Mi madre me regañaba cuando me lastimaba los nudillos por tratar de romper cosas más allá de mi límite. Me daba una que otra nalgada para...— Su sonrisa desapareció. Una vergüenza le recorría por su ser. No podía creer lo que le decía a quien una vez fue su adversaria y enemiga. — Discúlpame. No quería aburrirte con recuerdos insignificantes.
— No aburrido. Es... lindo. — Expresó, acercándosele y tomándolo de la mano.
Con cuidado, vendó las zonas magulladas de sus manos después de reírse al sobar el algodón empapado con el ungüento para desinfectar las heridas y verlo retorcerse de dolor.
— Lo que te acabo de decir no se lo he mencionado a Sonic. — Declaró una vez curado y calmado. — Suena raro, pero nunca necesite decirle nada más. Él solo necesitaba un compañero de aventuras, y yo estaba algo disponible.
Knuckles y Rouge solo quedaron el silencio. Él aún se apenaba de revelarle detalles de su vida privada. No sabía el por qué, pero le agradaba la idea de desahogarse. Guardando el kit de primeros auxilios, tomaron rumbo al altar.
Knuckles yacía recostado cerca de la Master Emerald. Reposaba tranquilo con su "compañera" de entrenamiento inmergida en su Tablet, revisando viejos archivos de sus misiones completadas.
Pasando las páginas digitales con su dedo, la foto de una equidna de pelaje melocotón llamó su interés.
— Knuckles, necesito que me contestes algo y no te guardes nada. — Pidió, levantando al equidna de su descanso. — ¿Quién es ella? — la imagen proyectada en su Tablet despertó la atención de él. — Su registro en la base de datos es casi nulo y quiero ser yo quien llene los espacios en blanco.
Después de tanto tiempo, solo ahora esa curiosidad por ella volvía a la mente de Knuckles. Una vez que la Master Emerald fue restaurada a su forma original y Chaos pudo descansar al fin, recordó como la joven equidna se desvaneció con el antiguo dios para volver a ser protectores del espíritu de la gema de poder. Es cierto, de vez en cuando él pensaba en ella; pero rápidamente como llegaba a su mente, la olvidaba. Ya era parte del pasado y no era bueno aferrarse a él.
— Su nombre era Tikal, hija del jefe de la tribu y clan Knuckles, Pachacamac. Ella fue cercana a Chaos, y a las Emeralds en momentos de guerra y duda. Cuando nuestra tribu se alzó para utilizar las Emeralds con ambiciones de poder ella se opuso. No quería que las cosas se descontrolaran. — Un momento de silencio se interpuso entre los dos. — Dio su vida para detener a Chaos y salvar a los pocos habitantes que no fueron erradicado por el Dios descontrolado. — Terminó de narrar.
— Debes tener muy buenos registros históricos. No me molestaría echarles un vistazo. — Exclamó algo impaciente.
— No tengo nada. Todo lo que se de ella fue contado a través de visiones por su mano. — Volvió a recordar las visiones de aquel día, a la par que buscaba los fragmentos faltantes de la Master Emerald. — Le arrebataron su futuro. Pienso a veces: ¿qué era lo que la hacía feliz? ¿Tenía sueños? ¿Tenía alguien especial? Y luego, solo dejo de lado el tema. Como siempre lo hago con las cosas que no entiendo o desconozco.
— Me temo que no hay manera de saber eso y no puedes culparte. No puedes viajar en el tiempo.
— ¿No... puedo? — Su pregunta no fue oída por Rouge, quien recogía sus cosas.
— Creo que ya tengo que irme. La próxima vez te ganaré y te ataré a la gran gema para ganar dos premios en uno. — Guiñó el ojo, tomando posición de vuelo.
— Mentí con los registros. — Dijo él, deteniendo la ida de Rouge. — Si he encontrado muchos manuscritos, pero no entiendo nada. Son solo garabatos de una lengua olvidada. Mi lengua. — Miró al suelo con tristeza. — Ni siquiera Tails con un traductor pudo descifrarlos. Como dijo: "Sin una base conocida de la lengua, solo son jeroglíficos".
— Oye, no te desanimes. Algún día sabrás todo sobre ellos. De donde eres. — Le animó Rouge, posando su mano sobre su hombro.
— Gracias. — Devolvió la sonrisa al ver la de ella.
Con el brazo al aire, ella olfateó un poco su cuerpo. Su rostro mostró una mueca de asco.
— Me di cuenta que apesto mucho. Iré a bañarme al río más cercano antes de irme; y esta vez ni se te ocurra espiarme. — Lo señaló con el dedo.
— ¡Yo no te espiaba! Estaba meditando cuando me di cuenta de tu presencia. — Defendió con una postura firme.
— Si fuera así, no te habrías quedado viéndome por al menos diez minutos. — Recalcaba.
— Si de verdad crees que te estaba espiando, ¿porque no te cubriste?
— Knuckles, estoy orgullosa de mi cuerpo y atributos. — Apretujó sus senos, haciéndolos parecer más grandes. — No me molesta que me vieras, me molesta que no lo admitas.
— Seguirás esperando. — Dijo reacio.
— De acuerdo. De todas formas sé que por las noches no dejas de soñar con esto — Se dio una pequeña nalgada —, imaginándolo a tu lado.
Cayendo en carcajada, Rouge se fue volando. Su silueta se desvaneció en pocos segundos, dejando a Knuckles solo con sus pensamientos hasta que los rayos del sol lo dejaron de iluminar. Miró hacia el cielo, cuyas nubes negras se formaban sobre el altar. Una tormenta feroz se aproximaba y no tardaría mucho en ver de vuelta a la joven murciélago en el altar buscando refugio para ambos.
Pero como los latidos del corazón cuya repetición era rítmica, las palabras de Rouge "No puedes viajar en el tiempo" no dejaban de repetirse como un bucle en su cabeza.
Miró a la Master Emerald, y esto bastó para que esta descubriera los deseos del corazón de su guardián. Toda su forma comenzó a brillar. Él se acercó, sin miedo, puesto que entendía que le ocurría. Tocó a la gran gema, cerrando sus párpados, listo para actuar.
— Solo quiero ver. — Susurró sin mucho ánimo, como si pensara que era un deseo sin oportunidad de cumplirse.
— Si es lo que quieres, te lo daré. — Una voz familiar, proveniente de la Emerald, le respondió.
Todo el lugar comenzó a temblar. El piso bajo sus pies se hundía, formando un agujero que tenía la intención de succionarlo. Knuckles trató de huir, aunque elevarse para planear con su ki fue infructuoso. El agujero quería comérselo solo a él y a sus alrededores, dejando solo a la Emerald flotar intacta. Maldiciendo, vio cómo cayó y la entrada se volvía diminuta hasta que se cerró dejando solo una negrura y un frío que lo aterraba.
Un solo momento, que lo sintió como una eternidad, el frio se convirtió en calidez que lo hacía sentir que renacía de una manera espiritual. La calidez era un abrazo que lo mantenía a salvo. Un abrazo de un ser querido.
Inicio POV Knuckles.
— Makochi Pitentsin. Manokoxteka Pitelontsin. Makochi Kochi Noxokoyo. Manokoxteca Noxokoyotsin. Manokoxtecanopitelontsin. Makochi Kochi Pitentsin. Manokoxteca Pitelontsin. Manokoxteka Noxokoyotsin. Makochi Kochi Pitelontsin. (Que Duerma Mi Niño. Qué No Despierte Mi Pequeñito. Mi Niño, Niño, Mi Niñito. Qué No Despierte Mi Pequeñito. Qué No Despierte Del Dulce Sueño. Mi Niño, Niño, Mi Niñito. Qué No Despierte Mi Pequeñito. Qué No Despierte Mi Dulce Dueño. Mi Niño, Niño, Mi Sueñito). — Antes de abrir mis ojos, la canción de cuna invadía mis oídos.
— ¿Mamá, eres tú? — Pregunté, interrumpiendo la tonada, esperanzado (aunque era tonto. Mi madre tenía un largo tiempo de muerta).
La figura que acariciaba mi rostro no negaba ni contestaba la inquietud. Una vez que mis ojos recobraron la nitidez, quedé helado como alguien que ve a un fantasma (si es que no era así).
— Hola Knuckles. — Saludó ella, sin dejar de sobar su mano por las púas de mi cabeza. Parecía un niño pequeño siendo acariciado por una madre.
— ¿Ti -Tikal? — Pregunté, anonadado. Creí que mis ojos mentían, pero no era así.
— Oí tu petición y decidí, con la Master Emerald de acuerdo, traerte a interactuar con el clan al que pertenece tu sangre.
— ¿Los veré? — Pregunté emocionado, levantándome de su regazo.
— Más que eso: harás historia con ellos. — Quedé confuso con esto, sin poder entender. — Al inicio pensé en solo traerte aquí como un espectador y yo sería tu guía. Serías como alguien que entra al diario de un ser querido, viendo los hechos tomar forma, más no podrías interactuar con los que ya nos han abandonado. — Explicaba, entendiéndole mejor. — Sin embargo, decidí traerte aquí para que vivieras de primera mano todo esto.
— Si he viajado en el tiempo, ¿no cambiaré la manera en que ocurren las cosas? ¿No alteré la historia? — Era una duda razonable. Porque si cambiaba algo, todos a quienes conozco en el futuro (mi presente) podrían desaparecer o nunca llegar a conocerlos.
— Tu presencia aquí es como una roca lanzada a un río. Crearás ondas, pero nunca serán lo suficientemente fuertes para cambiar su curso. — Explicó dibujando un río en el suelo, con pequeños círculos dentro de él. — Sin embargo, no trates de advertirme de mi inminente muerte junto con nuestra tribu. Es mi única petición. — Su mirada dulce desapareció. Era fría y seria. No bromeaba con eso último.
— Te lo prometo. — Dije, asintiendo con algo de temor. Su expresión me recordaba a mi madre advirtiéndome de no causar problemas con mis acciones. Era tan raro y a la vez tan familiar.
Feliz con mis palabras, se inclinó un poco sobre las puntas de sus pies solo para besarme en mi frente. Sonrió alegre, convirtiéndose en un pequeño círculo de luz rojo, siendo rodeada por una estela de luz verde, desapareciendo en el acto.
Miré a mí alrededor, notando la espesa selva que nublaba mi vista. Los rayos del sol entraban muy leve entre las hojas y las ramas, sin no podía orientarme. Trepé por los arboles llegando a lo alto, notando a lo lejos las edificaciones de piedra alzarse sobre la naturaleza; Era una ciudad.
Mi cuerpo se sentía muy cansado para planear o deslizarme entre las ramas. Volví al suelo donde sentí sueño invadirme. El viaje en el tiempo debió agotar mis fuerzas de manera que no podía expresar o explicar. Guiando mi rumbo, marché a la ciudad que mis ojos vieron.
No fue mucho los minutos de recorrido. Con mi mente preguntando lo que encontraría al final del camino, mi viaje se sintió corto.
Al salir del bosque la primera persona que me encontré era una madre equidna que amamantaba a su bebé. Ella notó mi presencia y fijó su mirada en mí. Permaneció muda a la par que la saludaba, emocionado de la reacción que tendría en mi primer encuentro.
— ¡Ch'a' kaaj! ¡ Ch'a' kaaj! — Gritaba aterrada, arropando a su bebé en sus brazos como un capullo y corriendo lejos de mi ubicación.
Buscando protección en un grupo de equidnas, tres de ellos salieron denotándose ser guerreros fornidos; eran muy corpulentos y más altos que yo, con una serie de pintura en sus cuerpos cuya razón tal vez era mostrar un rango o distinción especial. Oyeron y vieron las indicaciones de la madre, que no dejaba de señalarme. Con sus lanzas y hachas artesanales, de materiales tan simples como la piedra y la madera, me apuntaron listos para atacar mientras corrían hacia mí. Los oía gritarme en su dialecto, acercando más sus armas para darme alguna especie de golpe letal en caso que me volviera en su contra; me temían y era aceptable.
Quise charlar, pero solo dejé que me tomaran como prisionero. Hablar no solucionaría nada, no me entenderían. Un golpe detrás de mi cabeza nubló mis sentidos; todo se volvió negro, pero no caí inconsciente al instante. Sus murmullos en el dialecto extraños no paraban. Mi cuerpo era arrastrado a un lugar y destino desconocido.
— ¡Maldición! Realmente quiero entenderlos. Saber si mi vida se terminaría por mi ambición de curiosidad. — Pensé.
Al final, con ataduras siendo atadas en mi cuerpo tan fuerte como una boa estrujando a su presa, sus voces se apagaron y mi conciencia se perdió.
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Bueno, espero que les haya gustado este primer capítulo. No olviden dejar sus reviews.
Trataré de publicar nuevas obras pronto.
Hasta la próxima. ;D
