Hola! Aquí se presenta Fuego14 con su primer fan-fic de esta trilogía que tanto ha revolucionado su loca cabeza e imaginación.

Dislaimer: El mundo que aparece en la historia fue creado por Suzanne Collins en su trilogía Los Juegos del Hambre, todo lo que no reconozcan como propio de la saga es de mi invención, como los personajes.

Capítulo uno: La Cosecha

Amanece una mañana soleada en el distrito 10. Carie se levanta temprano, como de costumbre, que sea el día de la Cosecha no significa que tenga que cambiar sus hábitos, ya habrá tiempo para cambiarlos en la arena si sale elegida. El primer año que participó en el sorteo sentía un nudo en la garganta y una angustia que la corroía por dentro. Pensó, inocentemente, que con los años esas sensaciones desaparecerían, pero no. Parte del sufrimiento se desvanecía cuando su nombre no salía del bombo, pero entonces se abrían paso nuevos sentimientos: lástima por los pobres elegidos, normalmente hijos de las familias cuyo ganado había sucumbido presa de epidemias que se habían visto forzados a pedir teselas, tristeza por sus inminentes muertes, dolor por tener que verlas televisadas, porque los que hasta hacía unos minutos habían sido sus compañeros de distrito, simples niños, ahora estaban obligados a convertirse o bien en héroes asesinos o bien en mártires y, sobre todo, aunque sintiera rabia de sí misma por ello, terror a ser la siguiente.

Carie se mira al espejo. El cabello color zanahoria cae en ondas acaracoladas hasta su cintura, enmarcando una blanca carita, como de muñeca, repleta de pecas en los pómulos y sobre su diminuta nariz, sobre la cual relucen unos brillantes ojos almendrados de color castaño, arropados por un manto de largas pestañas rubias. Su boca también es pequeña, como toda ella, porque, aunque no especialmente bajita sí es estrecha y con escasas curvas.

Se cepilla el pelo y lo enlaza en una coleta alta para que no le moleste durante sus tareas, se toma su tiempo. Es ganadera y no tiene problemas con mancharse de estiércol, pero eso no quita que tenga su coquetería.

Carie se apresura a entrar en la cuadra. Su yegua relincha alegremente al verla llegar.

-¡Goldie!- Saluda dulcemente al animal.- ¿Estás lista para tu paseo matutino?- pregunta mientras le acaricia el hocico.

Carie limpia la cuadra a fondo antes de irse a montar.

Goldie y su dueña salen media hora más tarde de casa de los Silverlight. En el pueblo se respira el ambiente de trabajo y agitación habitual: la gente tiene que madrugar mucho. Cuando eres ganadero no vives según tu horario, si no el de tus animales.

Durante el camino Carie saluda alegremente a casi todas las personas que ve, es una niña muy dulce y a sus quince primaveras todo el mundo en el distrito 10 la conoce y aprecia. Se respira la tensión en el aire, todo el mundo teme a la Cosecha, y no es para menos, ya que el distrito 10 cuenta con muy pocos ganadores en su historia. Para un adolescente nacido allí el ir a los Juegos es un suicidio. Pero es comprensible, en los distritos uno y dos aprenden a luchar porque siempre van voluntarios, en el cuatro a pescar, en el once a reconocer plantas comestibles, en el siete a manejar las hachas... ¿y en el diez? lo único que aprenden desde niños en el distrito ganadero es a ordeñar vacas y esa no es una habilidad muy útil que se diga en los Juegos del Hambre.

-Disfruta del paseo, Goldie.- Susurra a su yegua mientras acaricia el pelaje amarillento que le propició su nombre.- podría ser el último.

-No lo creo.- Carie se sobresalta al oír una voz a su espalda.- ¿Cuántas papeletas tienes, Silverlight? ¿cuatro? ¿cinco?

Hizo girar velozmente a la yegua para encontrarse de frente con Royce Jean, un insufrible chico de dieciocho años que siempre la había tenido inquina por ser parte de una familia medianamente acomodada y no haber tenido que pedir teselas. Ese no era el caso de Royce, quien debía de haber acumulado más de cincuenta teselas, ya que llevaba pidiendo regularmente desde que tenía doce años.

-¿Qué tripa se te ha roto ahora, Jean?- Le espeta al chico en cuanto lo encara.

-Responde.- Continua él como si nada. ¿Cuántas papeletas?

-Cuatro.

Royce empieza a reír estruendosamente.

-¿Y tú?- Pregunta ella, aunque sea solo por ahogar el sonido de sus crispantes carcajadas.

-Perdí la cuenta hace años, supongo que más de ochenta, no sé, tendría que calcularlo y prefiero no hacerlo.- Responde chulescamente.

-Tengas las que tengas hasta ahora te has librado de ir a los Juegos. Este es tu último año.

-A la última va la vencida.- Responde resignadamente, sin preder su actitud desafiante.

-Es a la tercera.- Corrige Carie deseando salir de allí. La presencia de Royce siempre le había resultado incómoda.

-Como sea, no todos tenemos tiempo para estudiar cosas inútiles. Tenemos que sobrevivir.

Carie se gira para continuar su camino a la panadería, pero eso no le impide oír la última frase de Royce Jean.

-Para mí cada día son los Juegos del Hambre.

Carie siquiera se molesta en mirarle.

Tras el encontronazo con Royce, decide aumentar el ritmo, tiene que llegar a casa pronto y el sol empieza a alzarse cada vez más alto. Dichoso Jean.

Finalmente Carie consigue llegar a casa a la misma hora de siempre, aunque Goldie y ella están bastante más cansadas de lo habitual por la prisa que se han dado para conseguirlo.

-¿Carie?- Su madre la llama desde el piso de arriba, seguramente la están esperando para desayunar.

-¡Voy!- Exclama antes de subir corriendo las escaleras.

Carie alcanza la cocina rápidamente, en la que su madre sirve la comida en los platos y su padre la leche recién ordeñada en los vasos. Se sienta en su lugar rápidamente: el trabajo de buena mañana siempre abre el apetito, por muy día de la Cosecha que sea.

-¿Cómo te ha ido en el pueblo?- Pregunta su padre cuando se han sentado los tres en la mesa.

-Bien.- Contesta no muy entusiasmada.- aunque se nota qué día es hoy, la gente está tensa.

-Es normal, cielo. Todos nos jugamos mucho hoy.- Responde el hombre, ensombreciéndosele el rostro.

-Sí... y encima me crucé con ese palurdo de Royce Jean, no lo soporto...-continuó la chica mientras se servía otro vaso de leche.

-¡Pobre chico!- Se lamentó su madre.- Ha pedido tantas teselas...

-Ha tenido mala suerte, desde que murió su mujer, el viejo Jean se ha dado a la bebida de los lindo, así ha tenido que pedir teselas el chaval.- Puntualizó su padre.

-Él está convencido de que saldrá elegido este año.- Carie interrumpe el discurso de su padre. No le agarada hablar de las desgracias de Royce, le hacen sentir pena por él y no cree que la merezca tras ver cómo la trata.

-Es el último, ¿no?- Pregunta su madre viendo la incomodidad de su hija.

-Sí.- Responde secamente.

La familia continua comiendo en silencio, pero tras la charla sobre el alcoholismo del padre de Royce a Carie se le ha cerrado el estómago y se deja más de medio desayuno sin tocar.

-Carie, come.- Le ordena su padre.

-No puedo más, papá...

-Déjala, tiene razón, era mucho, desde que Kaely se fue de casa no atino con las cantidades, tantos años cocinando para cuatro...- interviene la mujer.

Kaely es la hermana mayor de Carie, tiene veintidós años. Se casó hace cuatro meses y se fue a vivir con su marido. Todos la han echado de menos, pero Carie ya se ha acostumbrado a vivir sin su hermana por ahí y tiene que admitir que, aunque a veces la extrañe, le gusta tener una habitación para ella sola. Además, Kaely se había llevado consigo a su yegua, Crystal, que siempre tenía conflictos con Goldie, así que ahora todo está más tranquilo.

-Voy a prepararme.- Dice Carie levantándose de la mesa y recogiendo su plato.

Su padre asiente, con la mirada perdida mientras su madre solloza bajito tratando, sin conseguirlo, que no la oigan.

Carie se viste con su vestido preferido, uno con cuello abierto hasta los hombros y mangas acampanadas hasta los nudillos. Una cinta que lo ciñe a la cintura, a partir de la cual comienza la falda, que llega hasta las espinillas. El bajo de la falda, los puños de las mangas, el borde del cuello y la cinta son de color dorado mientras que el resto de la tela es verde pálido. Es un traje sencillo pero favorecedor. Se peina el cabello y lo manipula con los dedos para dar forma a los largos bucles, que caen como olas, y se pone unas sencillas zapatillas negras sin tacón. Por supuesto no podía faltar en el conjunto su inseparable tobillera de cuerdas trenzadas hecha manualmente que le regaló su hermana años atrás.

Cuando ha terminado de arreglarse ya es la hora de marcharse a la plaza del pueblo para la selección de tributos.

Baja a la cuadra, donde sus padres están poniendo a punto para salir a sus caballos.

-Mejor llevad solo uno.- Sus padres se giran a mirarla.- llevaremos al de papá y a Goldie, así, si no vuelvo a casa mamá puede venir en mi yegua.

Sus padres están abatidos y no tienen fuerzas para llevarle la contraria, así que aceptan y parten a la Cosecha, Carie en su yegua y sus padres sobre el caballo más fuerte.

Llegan de los últimos, así que casi todo el mundo está ya colocado en su sitio. Desde su lugar con el resto de chicas de quince años Carie puede ver a Mexan Carlson, el representante del Capitolio en el distrito 10, un chico joven, de unos 25 años máximo, aunque claro, tratándose de su lugar de procedencia, cualquiera sabe, allí la gente se somete a tantos tratamientos quirúrgicos para parecer más joven que apenas envejecen. Mexan es alto y musculoso, con el pelo rubísimo, el cual brilla tanto que cuando el sol se refleja en él hay que apartar la vista, porque deslumbra, y lo mismo ocurre con sus nacarados dientes. En su vida Carie había visto nada parecido y está convencida de que son todo arreglos hechos por el Capitolio. Mexan Carlson habría sido todo un sex simbol en el distrito ganadero, si no fuera porque su llegada anual conllevaba la muerte de dos adolescentes.

-¡Bienvenidos a la selección de tributos para los sextuagésimo sextos Juegos del Hambre!- Saluda Mexan jovialmente, cualquiera diría que está anunciando quién ganará una estancia de lujo en un balneario y no la sentencia de muerte de dos jóvenes.

Carlson pasó el siguiente rato hablando sobre cómo nacieron los Juegos: la rebelión del distrito 13, ahora destruido, los horrores de la guerra, la victoria del Capitolio sobre los distritos y la instauración de los Juegos del Hambre para recordar a todo el mundo, año tras año, con la vida de veintitrés niños, quiénes tienen el poder.

-¡Y ahora procederemos a la extracción del nombre de la elegida!.- Su parloteo sobre el Capitolio es horrible, pero infinitamente mejor que lo que viene después.- La afortunada que viajará a la arena este año como representante femenina del distrito 10 es... ¡Carie Silverlight!

La aludida se queda congelada un segundo pero los débiles aplausos a su alrededor la sacan del trance. Busca a su familia con la mirada entre la multitud, pero le es imposible hallarlos, hay demasiada gente. En ese momento se percata de que está saliendo en pantalla. Se mira y se siente ridícula, pero igualmente sube a la tarima junto al alcalde y Mexan.

Carie se obliga a recordar que está saliendo en todas las televisiones de Panem y que sus adversarios analizarán cada uno de sus gestos en unas horas. Adversarios... es extraño, Carie nunca se ha llevado mal con nadie, exceptuando a Royce Jean, claro. Se siente como flotando en un sueño, sin ser capaz de asimilar lo que acaba de ocurrir. Sabía de la existencia de la posibilidad de resultar elegida, creía que estaba preparada, incluso había prevenido a sus padres con los caballos por si pasaba aquello, pero nunca se está listo para algo así. Imágenes al azar de todos los años que lleva viendo los Juegos por televisión cruzan por su cabeza cuando una nueva oledada de forzados aplausos la vuelve a sacar del trance.

Un chico de aproxima a la tarima. Físicamente nada tiene que envidirale a Mexan, es sencillamente impresionante, desde los pies a la cabeza, con su seguramente casi metro noventa de altura, los brazos fuertes y el torso moldeado por los músculos. Su cara es igual de perfecta que su cuerpo: unos ojos verdes como los prados donde pasta su ganado que contrastan con su pelo rubísimo, como el de Carlson, pero sin ese brillo antinatural que caracteriza al representante del Capitolio. Su expresión es fría e impenetrable, como si su bello rostro se tratara de una máscara. Carie le conoce, su nombre es Tyron Crowdlork. No tienen especial trato, así que no sabe mucho de él ni de su vida, tan solo que es dos años mayor que ella y que las chicas de su curso voltean a contemplarle cuando pasa. Sus madres tienen una relación bastante estrecha y la suya solía decirle a Carie que son una familia maravillosa y que Tayron es un chico fantástico y que debería de animarse a conocerle mejor. Solía decirle, porque ya no tendrá ocasión de repetirlo.

Irónicamente, parece que ahora está en la mejor situación para hacerlo, ¿dónde puedes conocer mejor a una persona que en el Juegos del Hambre? cuando uno está al borde de la muerte, eligiendo si morir o matar, es cuando se sabe cómo es en realidad.

Es una manera de averiguarlo muy cruda, directa y letal, pero es lo que hay, porque cuando Mexan Carlson pregunta si hay algún voluntario sólo se oye el silbido del viento.

Pensándolo bien, se retracta Carie, se sabe todo desde siempre, pero no se ve hasta que no estás en la tarima.

Porque los mismos que eligen callar en la Cosecha son los que eligen matar en los Juegos.

Y Tayron y Carie siempre han guardado silencio.

Jejeje sí... soy mala, lo sé. Todos ya pensábais que iba a ir Royce a los Juegos con nuestra Carie... ¡pero no! no me maten por favor, juro que Tayron no va a decepcionarles. La verdad es que me da pena dejar aquí colgado al pobre Royce Jean, con lo que prometía... ¡igual lo meto por algún lado! o no, para saberlo tendréis que seguir leyendo cuando suba el segundo cap... se admiten sugerencias vía MP o review... mejor review... es muy fácil, es solo darle al Go! aprovechad: se permiten críticas, insultos, piropos... ¿os han caído bien mis chavales? ¿queréis matarme por engañaros con Royce o agradecéis la sorpresa? Vamooos porfii *-*

Bueno, ya os dejo en paz... Muchos besos! *ANUNCIO IMPORTANTE: Dejar Reviews adelgaza*