¡Hola a todos! Esto que tenéis aquí es una versión novelada del enfrentamiento final de Earthbound, que siempre me ha parecido muy interesante y cargado de dramatismo. Debo avisar, por cierto, de que he cambiado bastantes detalles respecto al juego, como todos los antecedentes a la batalla (que me he inventado), el estado de los protagonistas (he hecho continúen siendo humanos en el mundo del pasado, no robots como ocurre originariamente) y algunos detalles más que ahora no quiero revelar. En un principio pensaba escribir esto para que ocupase un único capítulo, pero visto lo visto al final tendrán que ser dos. A pesar del título del fic, en este capítulo no se va a desarrollar la batalla. Tendréis que esperar al siguiente, porque al final he podido sacar algo de jugo a cierto escenario que se puede ver antes de la batalla y que seguro todos podréis reconocer enseguida. Ya no me enrollo más… ¡Hasta otra!
ENFRENTAMIENTO EN EL PASADO (I)
Vanilj
– Esto es… asqueroso – Musitó Paula mientras trataba de caminar a través de la oscuridad – Mucho peor que las alcantarillas de Fourside.
Ness no pudo hacer otra cosa que asentir, totalmente de acuerdo con su amiga. En los subterráneos de Fourside, para empezar, había luz, cosa que escaseaba en aquel infernal túnel en el que se habían metido. Si a eso le añadías que las paredes, en lugar de cemento, estaban hechas de un material indefinido, caliente y carnoso, y que además en el ambiente flotaba un asfixiante aroma a sangre y carne descompuesta, quedaba claro que las alcantarillas de Fourside, en comparación, eran simplemente paradisíacas.
Hubiera dado cualquier cosa por encontrarse allí en ese momento.
– Lo peor de todo es que parece no haber salida – Dijo Poo rompiendo el silencio.
El príncipe de Dalaam, alumbrado por una luz que había invocado con sus poderes psíquicos, daba verdadero miedo. Su característico traje de kárate, antes blanco, se había manchado por el continuo roce contra las paredes del laberinto, y ahora estaba cubierto por un líquido entre rojizo y negruzco muy espeso. Parecía salido de una película de terror.
– Tiene que haberla en alguna parte – Respondió Jeff, que caminaba en la retaguardia – Sólo tenemos que tener paciencia.
Poo giró la cabeza para mirar al rubio, que no tenía mucho mejor aspecto que él. En realidad, los cuatro amigos estaban sucios, llenos de los residuos que supuraban las paredes, el suelo y el techo. Ness incluso tenía una mejilla manchada.
– ¿Paciencia? – Poo no pudo evitar reírse – Llevamos horas caminando por aquí, estoy agotado. Y encima se supone que Giygas nos está esperando en alguna parte…
– Vale ya – Intervino Ness, que llevaba un buen rato sin hablar, sumido en sus pensamientos – No ganamos nada desesperándonos. Encontraremos a Gygas tarde o temprano, lo derrotaremos, y saldremos de este agujero. Ya está. Ahora debemos continuar caminando.
Paula se detuvo delante de Ness, cortándole el paso. Se veía la fatiga en sus ojos azules.
– Pues yo creo que deberíamos parar a descansar – Dijo suavemente – Míranos… Casi no podemos ni andar bien. ¿En serio crees que si nos encontrásemos ahora mismo con Giygas podríamos sobrevivir?
Ness se detuvo al instante, y con él Poo y Jeff, que se mantuvieron a cierta distancia.
El moreno se ajustó distraídamente la gorra mientras intentaba pensar en lo mejor para el grupo.
La verdad era que él mismo estaba cansado. El bate le pesaba en la espalda, y apenas podía despegar los pies de la viscosa masa que conformaba el suelo. Como llevaba una pequeña linterna no se había visto obligado como Poo y Paula a utilizar sus poderes psíquicos para alumbrarse, pero estaba convencido de que convocar una pequeña luz le supondría bastante más esfuerzo de lo normal.
Siendo eso así, ¿de verdad podría encarar a Giygas, el mayor destructor conocido en el universo?
Sin embargo, la idea de pararse a descansar en el interior de ese palpitante túnel no le atraía demasiado. Sólo de pensar en tener ese maloliente suelo cerca de la nariz le daban náuseas.
Finalmente, se encogió de hombros, incapaz de decidir.
– ¿Qué pensáis vosotros? – Preguntó volviéndose hacia Poo y Jeff – ¿Queréis parar un rato?
Poo aceptó en el acto y Jeff, algo más reacio, se limitó a decir:
– Lo que queráis vosotros.
Pero cuando el genio y el moreno se quisieron dar cuenta, Poo y Paula ya se habían sentado con la espalda apoyada en la pared.
– Esto es asqueroso – Repitió una vez más la joven – pero lo necesitaba tanto…
Suspiró, cerrando por unos instantes los ojos. Estaba mucho más cansada de lo que creía.
Con un movimiento de la mano apagó la luz mágica que había invocado hacía tanto tiempo, y Poo la imitó al instante.
Ahora sólo tenían las linternas de Jeff y Ness para alumbrarse.
– No sé cómo os podéis sentar ahí – Dijo el rubio ajustándose la pajarita con la mano que le quedaba libre – A mí me da asco hasta pisar todo esto…
Paula abrió los ojos ante el comentario del chico.
– Mira, estoy tan cansada que me sentaría encima de un cubo de basura si hiciera falta – Volvió a cerrarlos, acomodándose un poco mejor en la cálida pared – Y sé que tú también, Jeff. No seas asqueroso y siéntate.
A regañadientes, el rubio obedeció a la joven. No le gustaba admitir lo cansado que estaba, pero ya no le quedaba otro remedio. No podía quedarse de pie eternamente.
– Giygas podría haberse buscado un escondite más normal… – Se quejó Ness sentándose también – Aquí no hay quien respire.
– Pues parece que a Poo no le importa mucho – Dijo entonces Paula soltando una risita. Jeff y Ness no pudieron evitar sonreír también cuando entendieron a lo que se refería la muchacha.
El príncipe de Dalaam, más cansado que los demás, se había quedado completamente dormido al abrigo de la carnosa pared. Su pecho manchado de rojo subía y bajaba rítmicamente, y su cara demostraba una paz increíble, teniendo en cuenta la situación en la que se encontraban.
– Me cuesta admitirlo – Dijo Jeff, haciendo que sus dos amigos se volvieran hacia él – Pero sí que es cierto que se está a gusto sentado aquí, con el calorcito… – Un bostezo le impidió seguir hablando, y se recostó al lado del dormido Poo – Es como si… no pudiera pasar nada malo…
Ness, ya receloso a causa de todos los problemas que había vivido durante su aventura, se volvió hacia Paula.
– ¿Crees que es una trampa? A lo mejor esto es lo que quiere Giygas: dormirnos y acabar con nosotros sin que podamos evitarlo…
La joven se abrazó las rodillas y luego apoyó la cabeza en ellas, cada vez más cansada.
– No estoy segura, Ness… – Contestó – Pero es que yo… no sé cómo explicarlo, pero me siento totalmente segura aquí dentro, con vosotros. Como si no pudiera pasarme nada malo…
El chico clavó su mirada en la de ella, que sintió cómo un escalofrío recorría su espina dorsal. Más adelante, cuando aquel asunto de Giygas terminase, le diría todo lo que sentía por él. Estaba convencida.
– Lo sé, yo también noto esta… "calidez", a pesar del aspecto de este sitio… – Musitó el muchacho, bajando el tono de voz para no despertar a los demás – Pero es que también siento que no deberíamos estar aquí…
– ¿Cómo si este fuese un lugar prohibido? – Aventuró Paula.
Ness asintió con energía.
– ¡Exactamente! – Se tapó la boca al darse cuenta de que había hablado más alto de lo que pretendía, pero ni Jeff ni Poo se despertaron. Menos mal – Quizá por eso al principio nos resultaba tan desagradable…
Paula enterró la cabeza entre los brazos.
– Huele a muerte, a sangre… pero a la vez es cálido y está libre de monstruos – Su voz sonaba ligeramente asustada – ¿Qué es este sitio, Ness? ¿Por qué Giygas se esconde aquí?
El moreno sacudió la cabeza. No tenía respuestas para esas preguntas.
– Paula… descansemos. Mañana salvaremos el mundo…
Pero la chica ya no podía oírle. Se había quedado completamente dormida con la cabeza entre los brazos, presa del cansancio.
Ness, que también se notaba a punto de desfallecer, la colocó delicadamente en una postura algo más cómoda, apoyándola en el hombro de Poo.
Luego se echó a su lado y dejó que el sueño lo atrapase.
:::::::::::::::::::::
Me duele…
Ness abrió rápidamente los ojos, esperando encontrar frente a él una horda de enemigos.
No fue así.
A su lado, sus amigos dormían tranquilamente en las mismas posturas que él recordaba, y de hecho el propio chico estaba tumbado tranquilamente cerca de Paula. Nada había cambiado.
Convencido de que había sido un sueño, Ness se relajó, pero justo cuando volvió a cerrar los ojos una voz taladró su mente:
Que alguien… lo saque…
Esta vez sí que lo había oído.
El chico se incorporó, cogiendo el bate que descansaba a su lado.
– ¿Quién está ahí? – Gritó apretando con fuerza el mango del arma – ¿Giygas?
Basta ya…
Aquella voz tenía un timbre agudo, pero no se podía distinguir bien si pertenecía a un hombre o a una mujer. Lo que estaba claro era que estaba sufriendo mucho: sus gritos sonaban casi como jadeos desesperados.
– ¿¡Qué está pasando! – Chilló Ness con todas sus fuerzas en busca de respuestas.
La voz no volvió a pronunciarse, pero sus tres amigos se despertaron sobresaltados ante el ruido.
– ¡Ness! – Gritó Poo con la espada preparada – ¿Qué ocurre?
El moreno se giró hacia sus amigos, y luego se encogió de hombros.
– He oído una voz…
Jeff apuntó a los alrededores con la pistola que se había creado él mismo.
– ¿Una voz? ¿Quién nos ataca? ¿Dónde está?
– No, Jeff – Se apresuró a aclarar Ness – La he escuchado en mi cabeza. Creo que deberíamos ponernos en camino…
De repente, Paula gritó. La pared donde hasta hacía unos pocos segundos había estado apoyada había comenzado a supurar una cantidad increíble de líquido, y además se estaba tornando negruzca.
Lo mismo pasaba con las paredes, el suelo… Todo el material se estaba arrugando y quebrando por momentos.
Ya no quedaba nada de ese calor relajante del que habían podido disfrutar antes.
– Vámonos ya de aquí – Suplicó la joven encabezando la marcha – Tenemos que acabar con esto.
Los tres chicos asintieron. Con sus fuerzas completamente renovadas, estaban convencidos de que podrían derrotar al demonio que amenazaba con destruir su planeta. Entonces podrían volver a casa y todo volvería a ser como antes…
¡DUELE!
Todos se taparon los oídos, sobresaltados ante ese increíble chillido. Sin embargo, tal y como había dicho Ness hacía unos minutos, la voz se escuchaba en la propia mente.
– ¿Qué es eso? – Gritó Jeff con lágrimas en los ojos.
– No tengo ni idea pero, por favor, démonos prisa… – Apremió Ness recorriendo cada vez más rápido los carnosos túneles.
Parecían volver a no tener final.
La desesperación comenzó a aflorar en la mente de los elegidos cuando, de repente, una de las paredes, más roja y lisa que las demás, se derritió delante de ellos, inundando la zona de un olor simplemente repugnante.
La voz mental seguía gritando, diciendo cosas sin sentido, pero a pesar de todo Ness supo mantener la calma y ver algo a través de la destruida pared.
Una especie de cápsula gigantesca.
– ¡Por aquí! – Chilló para hacerse oír por encima de la desesperante voz – ¡Tenemos que atravesar la pared!
Sus amigos no se hicieron de rogar y corrieron hacia la desagradable abertura.
El primer en saltar fue Poo, que aterrizó con una elegante voltereta. Luego fue Jeff, que de no ser por el príncipe de Dalaam se habría caído al suelo, y más tarde Ness. Paula se quedó rezagada.
– Vamos, salta – Apremió el joven de la gorra – Yo te ayudaré.
Pero Paula sacudió la cabeza, despeinando todavía más su rubio cabello.
– No es eso – Musitó la chica – Es que… creo que va a pasar algo horrible ahí dentro…
Ness se quedó callado, sin saber muy bien qué decir. Fue Jeff el que tomó la palabra:
– Y va a pasar, Paula – Poo le dio un codazo, horrorizado ante lo que había dicho el rubio, pero éste le ignoró completamente – Yo tengo miedo. Y aunque no lo digan Poo y Ness también. ¡Vamos a enfrentarnos a Giygas, después de todo! Se supone que es un ser espantoso… – El joven se colocó nerviosamente las gafas sin parar de hablar – Pero sé que podemos ganar. Hemos pasado mucho para llegar hasta aquí; hemos peleado, llorado… nos han herido un montón de veces, y aún así no nos hemos rendido. No podemos hacerlo ahora, Paula. Por los padres de Ness; por Dalaam, que espera a su príncipe; por Tony… y por tu propia familia. Debemos salvarlos a todos.
Los tres miraron admirados a Jeff, que ahora se rascaba la nuca, completamente colorado.
Tenía razón en todo.
– Está bien… Allá voy.
Y la joven atravesó de un grácil salto la negruzca pared.
Un siniestro aplauso se escuchó en el fondo de la sala, justo en frente de la cúpula.
Los amigos se giraron de inmediato, y no pudieron contener su sorpresa al encontrarse con…
– ¡Pockey! – Gritó Ness completamente horrorizado – ¿Qué estás haciendo aquí?
El rechoncho chico se acercó despacio a su antiguo amigo, manteniendo una bobalicona sonrisa en su boca.
– Calla, traidor – Dijo en tono altivo – Deja que siga disfrutando de ese discursito que ha soltado el empollón huerfanito.
Jeff enrojeció de rabia.
– ¿¡Qué me has llamado? – Gritó enfadado – Además, yo tengo padre, idiota.
Pockey rió con ganas, dejando totalmente desconcertado a Jeff.
– Por favor, no me hagas reír, empollón. Basta con que Giygas chasqueé un dedo para que tu papaíto , y los de todos vosotros, mueran. ¡Ya es un hecho!
Ness sacudió levemente la cabeza, apenado por el comportamiento del chico.
– Pockey… ¿por qué haces esto? No lo entiendo, tú eras feliz en Onett, tenías a tus padres, a tu hermano… Me tenías a mí. ¡Éramos amigos! ¿Por qué ayudas a Giygas?
– ¿Amigos? – La sonrisa de Pockey desapareció tan rápido como había llegado – Tú nunca fuiste mi amigo, Ness. Me utilizaste.
– ¿Qué hice QUÉ? – El moreno no podía creer lo que estaba escuchando.
– ¡Ahora no te hagas el sorprendido! Todo el mundo quería estar contigo. Que si Ness por aquí, que si Ness por acá, que si qué mono es Ness, que si juega de maravilla al baseball… ¡Y a ti te encantaba! Pero claro, tenías que quedar todavía mejor y utilizarme a mí, al que todos odiaban, para parecer el bueno de la película.
– Eso no es a…
– ¡Sí que lo es! Como yo siempre estaba solo, me utilizabas para sentirte bien contigo mismo. Te crees superior a mí, ¿eh, amigo?
– ¡Deja de decir tonterías! – Gritó el moreno apretando con fuerza los puños – ¡Todo eso es mentira! ¡Yo iba contigo porque creía que eras mi amigo!
Pockey volvió a reírse, aunque esta vez fue a carcajadas directamente.
– Siempre serás un falso, Ness. Y me da igual que tus tres ridículos amigos no me crean. Porque yo sé la verdad… y también Giygas. ¡Él es el único que me comprende!
Los cuatro jóvenes contuvieron el aliento. Ahora lo comprendían todo: Pockey había sido controlado por el alienígena.
– El también se sentía solo – Pockey parecía en trance, hablaba con una devoción completamente enfermiza – Quería a su mamá. Así que le creé una. ¿A que me quedó bien?
Paula sintió que se revolvía el estómago. ¿Acaso Pockey estaba insinuando que…?
– ¿Por qué estáis tan pálidos? Giygas ahora es como un bebé, necesitaba un vientre. Tampoco creo que a la alien le duela tanto, ¿no?
– Estamos en un… un… – A Poo se le atragantaron la palabras en la garganta.
– Le arranqué el útero a una de la especie de Giygas y lo metí dentro. Pero parece que se está muriendo… huele fatal. ¡Qué mal! Así mi amigo no tardará en salir, y yo me estaba divirtiendo hablando con vosotros…
Los gritos que habían escuchado eran de la alienígena, mutilada, que suplicaba piedad.
Una rabia terrible se adueñó del corazón de los cuatro amigos.
– Eres un… – Intentó decir Paula, pero no le salían las palabras.
Ness fue el primero en desenfundar el arma. Sosteniendo el bate con las dos manos, y presa de un odio que nunca jamás había experimentado, corrió hacia su antiguo amigo… y lo pasó de largo.
En su lugar, golpeó la gigantesca cápsula que descansaba en el centro de la descompuesta sala.
– ¡Giygas! – Gritó Pockey haciéndose a un lado – ¡Estúpido, si lo despiertas también me matará a mí!
Y, lentamente, sobre la zona que Ness había golpeado, apareció una abertura…
CONTINUARÁ
