En primer lugar quisiera decir que este es el primer fic que escribo, así que por favor, dadle una oportunidad que aseguro que será genial, puesto que tengo muchas ideas en mente y pienso hacerlo lo mejor posible. En segundo lugar, quería agradecerle muchísimo a una de mis mejores amigas Nerea (srtcaskett47), (que os aconsejo que leáis sus fics) que aunque los kilómetros nos separen siempre estas ahí para cuando lo necesito. Gracias loca mía, te quiero mucho!:*

Muchísimas gracias por leerme y espero que os guste, de verdad.


-¿Lo llevas todo seguro Katie?

-Que si papa, no seas pesado. Lo he comprobado como 30 veces ya.-en realidad no lo había comprobado, pero solo podía pensar en salir de esa casa para empezar el viaje de fin de curso que tanto había esperado. Aunque tuviese que aguantar a Richard Castle, conocido por sus amigos como "Castle", el típico prepotente de la clase que siempre intentaba hacerse el gracioso y que tenía a todas a las chicas a sus pies. Claro que Kate no se consideraba una de esas, ya que odiaba a los chicos creídos y molestos como él. Nada le importaba, solo pensaba en disfrutar de este viaje de dos semanas que hacía con la clase, puesto que ese era su último curso en la universidad.

-Pues venga vámonos-le respondió Jim, animado.

Una vez montados en el coche pusieron rumbo hacia el aeropuerto. Tardaron alrededor de 15 minutos en llegar y Kate vio como sus amigas entraban al lugar igual de nerviosas que como se encontraba ella en aquel momento.

-Bueno papá gracias por traerme, nos vemos dentro de dos semanas.-añadió la joven sonriendo mientras se disponía a salir del coche.

-Espera Kate- le dijo su padre cogiéndole el brazo mientras Kate ponía cara de fastidio.-Oye quería decírtelo antes pero no sabía cómo...-comenzó a decir su padre.

-¿El qué papá?-la impaciencia y el miedo se apoderaron de ella.

-Llevo tiempo pensando que tal vez sería hora de pasar página y mudarnos a un apartamento más pequeño.-tanteó Jim con algo de angustia.

-¿Cómo? ¿He oído bien? ¿Quieres mudarte del único sitio que nos queda de mamá y de todos los momentos vividos ahí?-respondió la chica muy impresionada por las ocurrencias de su padre.

-Katie para mí tampoco es fácil pero compréndeme, la casa es muy grande para los dos y no tengo edad ya para poder mantenerla.

-Papa no tengo ganas de discutir contigo y menos ahora.-se apresuró a decir la joven enfadada.-Cuando llegue del viaje hablaremos sobre esto.-salió del coche con los ojos empañados, no quería llorar y menos ese preciso día que pensaba sería inolvidable.

Kate encontró sus amigas Alex y Susan en el interior del aeropuerto. Intentó poner buena cara para que no le preguntaran nada, a pesar de que en realidad se sintiera como si le hubiese pasado un camión por encima. Solo quería llegar a la habitación del hotel y despejarse de todo por un tiempo. Ni se paró a ver a sus demás compañeros.

Para Kate, el viaje en avión se le hizo más corto de lo que esperaba y por fin, allí se encontraba, en Miami, bajo un sol radiante que sobrepasaría seguramente los 30°. Solo cuando llegaron al hotel, que por suerte estaba cerquísima de la playa, Kate pudo prestarle atención a sus compañeros y hasta entonces no se había dado cuenta ni de la presencia de Richard Castle. Pero como siempre tuvo que fastidiarla...

-Vamos Katie.- comenzó a decir burlándose como siempre.-Qué bonito nombre Katie… ¡Eh chicos!-gritó captando la atención de los demás.- ¿Por qué mejor no la llamamos como la llama su papi querido?-siguió Richard Castle mirándola divertido.

-¡Idiota! ¡No te soporto, en serio! ¿¡Porque mejor no te callas y dejas de molestar por una vez en tu vida!?-le espetó Kate demasiado molesta mientras le empujaba para salir de allí. No sabía cuál era la intención de aquel imbécil que de por sí tenía que soportar todos los días en clase. Nunca se daba por vencido si de fastidiar a las personas que tenía alrededor se trataba, y precisamente por eso, lo odiaba y lo había odiado siempre.

Mientras se alejaba del lugar oyó como todos los amigos de él se pavoneaban de la escena que había causado, dejándole mal por primera vez delante de tantas personas, incluidos ellos, y Rick frustrado se quejaba mandándolos a callar. Habían comenzado a decir cosas como "¡Ahí te ha dado bien tío!"o "¡Mira la cara que se le ha quedado!"

Lo detestaba. Detestaba su manera de comportarse como si fuese el rey de la universidad y tuviese a todas las chicas haciendo cola delante de él... Todavía no podía creer que ya no tendría que verle más después de todo lo que le había hecho pasar.

Kate llegó a la habitación y no pudo aguantar las ganas que tenía de desahogarse. Lloró debido a la rabia contenida durante tanto tiempo y fue quedándose dormida sin darse cuenta, sola en la habitación, ya que su compañera se había quedado abajo con los demás.


Cuando consiguió despertarse la hora rondaba sobre las 2pm. Miró su móvil y quedó con sus amigas para encontrarse media hora después en el restaurante del hotel para almorzar juntas. Su estómago rugía de hambre al no haberle dado la satisfacción de cenar la noche anterior. No tenía mucho tiempo, así que decidió cambiarse de ropa y ponerse su bikini nuevo. Podrían ir después a la playa. Una de las cosas que más le había gustado de ese viaje mientras lo habían estado planeando, habían sido las preciosas playas de la ciudad y su agua casi transparente. Cogió su bolso y móvil y se dirigió al ascensor. Una vez sus puertas metálicas se hubieron abierto, se sorprendió al encontrar a Castle con una chica rubia despampanante. "Cómo no", pensó. Todos sabían el gusto del popular chico del campus con las mujeres rubias. Asumió que seguramente irían a su habitación a hacer quién sabe qué. Su cuerpo se estremeció al imaginárselo desnudo. "Dios Kate no puedes estar pensado eso y menos ahora, después de lo que te dijo" Se regañó a sí misma al mismo tiempo que salía del ascensor y sus pies la dirigían al restaurante. Castle ni siquiera se había molestado delante de ella a la hora de besar con pasión a la chica, ambos a sus espaldas, enervándola con sus risitas divertidas y el sonido de las lenguas de los dos chocando. Tuvo que reprimir varias veces las arcadas que producía su intestino, ante semejante espectáculo.

Se dirigió a la mesa, la cual estaba cerca de un ventanal dónde habían dicho sus amigas que se encontrarían.

-Hey chicas ¿qué tal?- las saludó con una sonrisa.

-Por fin te dejas ver, ¿qué has estado haciendo tanto tiempo en la habitación?-inquirió Susan con curiosidad.

-¡Que exagerada eres! Pues descansar un rato, lo necesitaba después de no haber podido dormir en toda la noche por los nervios.-dijo Kate nerviosa. Era obvio que no le iba a confesar que había estado llorando.

-¡No le hagas caso Kate! Siéntate ya que queremos comer rápido para irnos a la playa pronto.

Tuvieron una comida muy entretenida hablando de lo que iban a hacer en el verano y sobre las 4pm decidieron poner rumbo a la playa. Al ser temprano, había varias sombrillas vacías y decidieron quedarse en una de ellas. Se tumbaron en sus respectivas toallas dispuestas a tomar el sol y Kate se fijó en que había un curso de alumnos de su edad aproximadamente aprendiendo surf.

-Chicas os estáis perdiendo las buenas vistas que tenemos...por favor abrid los ojos y mirad a los buenorros de enfrente.-dijo Kate embobada.

-Madre mía, iba a echarme una siesta pero pensándolo mejor creo que voy a darme un baño y a lo mejor hasta aprendo algo de surf.-añadió dijo Alex con una sonrisa pícara.

Susan entusiasmada también se sumó al baño.

-Chicas yo voy luego que prefiero reposar la comida un rato.-respondió Kate algo cansada.

-¡Tú sabrás lo que te pierdes chica!-le dijeron ambas amigas al unísono.

Pasó un rato y Kate observó cómo sus amigas coqueteaban con algunos de los surfistas que claramente estaban interesados en ellas y estaban intentando enseñarles a surfear. Mientras, ella leía una revista de cotilleos, que aunque las odiaba, siempre le interesaba alguna noticia.. Cambió su cara cuando vio a Castle llegando con sus amigos a la playa y alguna que otra chica.

-¿Sabes qué? Pensándolo mejor, aquel surfista de allí me parece muy guapo...a ver si quiere enseñarme a surfear.-musitó entre dientes, consciente de que no había nadie allí para que la escuchase.

Kate se quitó el pareo y se dirigió a la orilla con sus amigas. La verdad era que ella nunca había estado disgustada de su cuerpo y de hecho muchos chicos ya la habían piropeado por ello años atrás.

-Hola chicas.-gritó Kate riendo por encima del sonido de las olas.

-¡Hombre por fin! Pues mira Mark, esta es Kate una amiga de mi clase.-Susan los acercó a los dos, presentándolos.

-Hola Kate, ¿tú también quieres que te enseñe a surfear?- preguntó el tal Mark animado.

-No gracias...-contestó Kate, pero cuando vio que Richard se acercaba con una chica cambió de opinión.-Bueno pensándolo mejor, me encantaría.-le mostró su perfecta y blanca dentadura.

Mark fue muy simpático todo el tiempo que pasó con Kate. Le enseñó a mantener el equilibrio en la tabla aunque al principio le costó bastante. Kate vio que Castle no paraba de mirarle y eso le intimidó, se esperaba lo peor viniendo de él, sin embargo prefirió ignorarlo y echar unas risas con Mark, que por cierto, no estaba nada mal. Pasaron toda la tarde juntos surfeando con sus amigos y decidieron quedar otro día para repetir. Mark quiso invitar a Kate a tomar algo pero esta decidió rechazar la petición porque no era partidaria de los líos de una noche, estaba harta de ligar con tantos chicos y que al día siguiente ya no quisiesen saber nada de ella. Kate estaba buscando estabilidad desde hacía tiempo, algo serio. Después de ducharse y arreglarse, quedó junto con sus compañeros de clase para ir luego de cenar a un bar cercano al hotel que era muy conocido en la ciudad por el buen ambiente y música que pinchaban.


Eran las 12 y media y aún seguían en el hotel esperando a que algunos de los tardones de su clase llegarán. Kate llevaba un vestido negro simple pero que le quedaba estupendamente con unos tacones no muy altos a juego. Se había maquillado poco, pero estaba guapísima. Sus amigas llevaban vestidos parecidos al de ella pero no resaltaban tanto como Kate debido a que esta tenía una altura considerable y siempre destacaba más que las demás, aunque nunca lo aceptaba.

Una vez hubieron llegado los últimos amigos cogieron el paseo marítimo que les llevaba al bar. Desde lejos se podía considerar el ambiente tan bueno que había. Rick, sin embargo, no podía apartar la vista de Kate. Nunca se había fijado en ella hasta que la había visto en la playa con ese bikini que se le antojaba increíble.

-Qué pena que sea tan antipática.-pensó él para sí mismo. Prefería a Alice, que era mucho más juguetona aunque no fuera tan guapa como Kate.

Por fin llegaron al bar y pidieron una ronda de chupitos para todos. Kate salió con sus amigas a la pista a bailar y faltó tiempo para que estuvieran rodeados de tíos que las devoraban con la mirada. Se pasaron toda la noche bebiendo y a Kate se le fue de las manos, no sabía dónde ni a qué hora se había quedado sola ya que no encontraba a sus amigas. En realidad, no estaba sola, se encontraba con un hombre mayor que ella que no paraba de tocarla en el patio del bar.

-¡Para, suéltame por favor!-forcejeó Kate cansada. No tenía más fuerzas ni siquiera para estar de pie.

-Pero, ¿porque Kate? Si lo estamos pasando muy bien…Vámonos a otro sitio más privado mejor.-prosiguió el hombre que le besaba por todos lados desesperado.

-¡No, déjame quiero irme al hotel, es muy tarde ya!-continuó la chica, resistiéndose.

Rick había estado bastante tiempo observándola desde que ese hombre se le había acercado a la pista y habían empezado a bailar hasta perder el control. Esa no era la Kate que ella conocía, controladora y tímida. Ahora mismo ella estaba muy borracha y aunque el también estuviera algo, no iba a permitir que ese tío se aprovechara de ella. Teniendo en cuenta que Alice se había marchado, Rick decidió acercarse al patio y agarrar al tío para separarlo de Kate.

-¿No te has enterado de que no quiere ir a ningún sitio contigo?-le reprimió Castle algo alterado.

-¿Acaso eres sus novio chaval? Ella está conmigo y estamos bien. Márchate si no quieres problemas.-le espetó el hombre empujándole enfadado porque nadie le iba a dejar escapar esa oportunidad y menos un niñato como el que tenía enfrente.

-¿Problemas? Problema es el que vas a tener tú si no le dejas en paz hijo de puta-respondió Castle devolviéndole el empujón, sintiendo como la rabia hervia en su interior.

Los puñetazos llegaron rápido, pero gracias a dios llegó la seguridad del bar y echó al hombre en volandas. Rick se percató de que Kate se había quedado dormida en un sofá que había en un lado del patio y se acercó a ella.

-Hey Kate ¿estás bien?-le preguntó Rick preocupado mientras le quitaba algunos mechones de pelo que tenía en la cara.

-Rick... ¿eres tú?- dijo Kate algo adormilada.

-Si Kate soy yo, regresemos al hotel mejor que ya es muy tarde-la cogió en brazos y Kate apoyó su cara entre el hombro y el cuello del chico.

Cuando llegaron al hotel, Kate se había quedado dormida plácidamente entre sus brazos y Rick prefirió llevarla hasta su habitación. Llamó a la puerta y al instante le abrieron Susan y Alex, preocupadas.

-¿Rick? Eres el último con el que pensaba encontrarme cuando abriese la puerta. ¿Qué ha pasado?¿Por qué tienes moratones en la cara?-preguntó Alex sorprendida.

-Es una historia muy larga. Kate está profundamente dormida ¿Os importaría que pasara y la dejase en la cama?-inquirió Rick algo cansado.

-Claro, claro, pasa-Susan le abrió la puerta al completo para que pudiera pasar con Kate en brazos y vio cómo la dejaba en la cama con cariño y le daba las buenas noches.

-¡Oye Rick! Gracias, estábamos preocupadas por ella y no cogía el móvil-explicó Susan.

-No tienes que darlas, no me ha importado traerla-le contestó el joven mientras salía al pasillo del hotel.

Rick se marchó a su cuarto pensando que esa noche no se le olvidaría en mucho tiempo. Había sido increíble la sensación de tener a Kate en sus brazos. Pero ¿qué le estaba pasando? ¡Era Kate la chica más amargada de la clase! ¿O acaso era él que no la conocía lo suficiente? En todo caso, sabía que esa noche no iba a dormir nada.