¡No publico hace años en este lugar! He escrito uno que otro fanfic pero nunca me animé a publicarlos. Hasta ahora. Estoy con una amiga re-viendo teen wolf y decidí que ya era hora de volver a las viejas costumbres para soportar un poquito mejor los mini-hiatus entre los estrenos de cada episodio. Además, me tiene super preocupada los rumores que rodean a la serie. Pero, bueno, en fin. Acá otro fanfic. Me ha gustado bastante la trama que le tengo pero ya perdí la práctica de la redacción, así que no me convence al cien por cien; vamos a ver qué pasa. Ojalá les guste (bueno, ojalá alguien lo lea siquiera jajaj). Será de tres capítulos porque así la historia tiene más sentido. ¡Cariños a todos! - vf.

INSOMNIO

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Si había algo que a Stiles le desesperaba era el ser tan fácil de leer. O, bueno, de oler. Desde que se había enterado de que los hombres lobo pueden, literalmente, OLER las emociones, no podía estar tranquilo. Si bien no tenía nada tan secreto como para ocultar, le incomodaba el saber que cualquiera fuera la cosa que sintiera aquella gente lo sabría de inmediato, a veces incluso antes de que él mismo lo llegara a comprender.

Scott y el resto de la manada ya se habían acostumbrado al olor de Stiles. Y no solo a su olor característico, sino que al resto de sus olores también. Siempre, pero siempre, el muchacho estaba emitiendo un ligero olor a ansiedad; a veces llegaba a ser tan fuerte que los hombres lobo se sentían ansiosos de solo estar en su presencia, casi como si se contagiara. Así también despedía constantemente olor a preocupación, estrés (que es uno de los más terribles) y a desesperación. De este último no estaban tan seguros. Los más jóvenes, en un principio, no supieron descifrarlo, pero luego fue Peter el que les dijo y todo cobró sentido. Sí, era desesperación. Scott se preocupó de esto pero luego comprendió que Stiles solo parecía funcionar efectivamente si estaba bajo presión; además, el pobre estaba siempre rodeado de sus amigos sobrenaturales y, como si faltara más, de Derek, también conocido como el tipo ese que le levantaba las cejas cada vez que… bueno, se movía. A cualquiera le pondría nervioso estar con seres que podrían arrancarle la garganta de un mordisco.

Habían sido varios meses de calma.

Beacon Hills estaba por fin en un estado de tranquilidad y no había señales de que esto fuera a cambiar. Pero Stiles sabía que lo haría. Nada tan pacífico como aquello podía durar.

Era un lunes en la mañana cuando decidió compartir esta corazonada con el resto del grupo. Todos estaban en el edificio de Derek pasando el rato, como si siempre hubiesen sido amigos. Isaac jugaba con Liam, Boyd y Erica en la Xbox, algún jueguito de matanzas al azar (ironía) en el dormitorio de Derek, sentados todos en el piso junto a la cama. Cora conversaba con Derek y Allison cosas estratégicas de pelea, discutiendo los métodos de cazadores versus los métodos hombres lobo. Scott estaba con Kira acurrucados en el sofá, hablando de vaya uno a saber qué. Y Lydia explicaba matemáticas a Malia, que intentaba con todas sus fuerzas ponerse las pilas estas vacaciones de verano para no entrar tan perdida a su último año de instituto.

Stiles entró, nadie le prestó mayor atención.

Estaba nervioso, mucho. Le había estado dando vueltas a la idea desde la semana pasada y se intensificó aún más la noche anterior, hasta el punto de no dejarle cerrar los ojos. Se había tomado dos vasos de café cargado y sus manos temblaban. A pesar de esto, en el exterior no lucía tan mal, salvo por sus ojos un poco llorosos. Tenía una media sonrisa en la cara, como pegada, igual que siempre; no sabía desde cuando estaba allí, pero no se atrevía a estar del todo serio porque eso le daría más verdad a sus sospechas y era exactamente lo que quería evitar.

Se acercó lentamente a Scott y Kira.

– Hola, chicos – saludó.

– Hola, Stiles. ¿Qué tal? – respondió Scott. Kira le sonrió tiernamente.

– Bien, bien – respondió automáticamente –. Ehm, Scott, ¿podría hablar contigo un segundo?

– Estoy un poco ocupado a hora… – dijo Scott, apuntando a Kira con sus ojos.

– Oh, no te preocupes, ve, puede ser importante – replicó Kira.

– ¿Lo es… Stiles? – preguntó Scott con un levantamiento de cejas, insinuando lo obvio.

– No, no, está bien. Hablamos luego.

Genial. No sabía qué hacer. Por un momento sopesó hablar con Derek, pero dudó que este le fuera a tomar en serio, si hasta siquiera en cuenta. ¿Y qué tal Malia? No, ya no estaban juntos y ella le evitaba muy poco sutilmente.

Nadie.

Mejor iba a por otra taza de café.

Derek tenía cocina pero quería salir rápido de ese lugar así que se largó, sin haber estado siquiera diez minutos allí dentro. ¿A dónde iría? ¿A casa? El Sheriff no estaba… pero no quería estar tan solo, tampoco. Genial, esto iba de puta madre.

– Scott.

Kira sonaba molesta. Le miraba fijamente con el entrecejo fruncido.

– Kira… ¿qué sucede?

– Stiles necesitaba hablar contigo – le regañó.

– Pues podemos hablar luego. Es mi amigo y entenderá.

– Es tu amigo y merece tu tiempo. Y vaya que lo merece, ¿sabes?

– ¿Dices que debería dejar de hablar contigo y pasar más tiempo con él? – replicó Scott ofuscado, pensando ya en cómo le reclamaría a Stiles por meterle en aquella discusión.

Kira le miró de manera extraña, entrecerrando sus ojitos y apretando sus labios, y sin decir una palabra más fue tras Stiles. Desgraciadamente, cuando llegó al estacionamiento de enfrente su jeep ya no estaba.

Kira nunca comprendió realmente por qué Stiles era como era. Kira lo adoraba un montón, a pesar de no conocerle tanto como el resto. Pero había algo en Stiles que le llamaba mucho la atención y era el hecho de que siempre tuviera que arreglar todo. Siempre. Claro, las personas normales buscan soluciones a sus problemas e incluso ayudan a arreglar los problemas de sus cercanos, pero Stiles parecía tener la necesidad de arreglar los de todo el mundo, de entender por lo que pasaban, por poder predecir lo que sucedería. Él quería tener cierto control sobre las cosas, y, cuando evidentemente lo perdía, entraba en un estado raro, casi de catarsis.

Stiles despedía olores de emociones, un montón de ellos, pero incluso esos parecían estar en control. La pregunta ahora era que tan grandes eran realmente estos en él. La ansiedad, sin duda, mucho más de lo que demostraba.

Derek propuso un plan. El plan era simple: vigilar a Stiles desde diferentes puntos sin que él lo notara, para así ver qué tan extrañas eran, si es que lo eran en absoluto, sus actitudes.

Desde que Kira había llegado alterada comentando que estaba preocupada por Stiles todos le habían dicho que era una estupidez. Que Stiles solo era paranoico e impulsivo y que ya se le pasaría cuando viera que todo estaba bien. Pero Derek dijo que, quizás, solo quizás, no estaría demás vigilarle. Él personalmente había estado vigilándole de cerca luego de todo el asunto del Nogitsune para verificar que no era poseído otra vez, después de todo había quedado incluso aún más débil y vulnerable, pero jamás mostró rastros de secuelas. Ahí estaba la cosa, había dicho entonces Kira, algo tan importante habría dejado huella. Y las dudas comenzaron.

Claro, nada de todo esto tenía nada que ver con lo que Stiles había ido a decir, pero había un nuevo olor rondando desde que él había pisado el piso del edificio y se había quedado ahí, quieto, presente, invisible e indescifrable. Esto fue lo que los llevó a aceptar la tarea, aunque no con la suficiente convicción.

Era de noche y Scott sabía en dónde ocultaban las llaves de emergencia. Abrió la puerta de entrada y Lydia con Allison se adentraron en las penumbras de la sala de estar, subieron al segundo piso y se quedaron pegadas a su puerta, atentas a posibles ruidos. Por su parte, el resto de la manada rodearon la casa; algunos, como Scott, Derek y Isaac, se quedaron en el techo para mirarle directamente – había dejado la ventana y cortina abiertas –, y los demás se habían quedado bajo el porche. Así, comenzaron su guardia.

Por las siguientes dos horas le vieron revolcarse en su cama.

Scott, irritado, despotricó contra Derek:

– Esto es una idiotez. Si Stiles estuviera sintiéndose extraño nos lo diría. Me lo diría.

Y fue entonces que Stiles se sentó en la cama.

Stiles no estaba dormido. En realidad, no había dormido en semanas, salvo por un par de veces con ayuda de un montón de pastillas. Pero no estaba durmiendo aquella noche, ni la anterior a esa ni ciertamente la anterior a esa tampoco. No podía. Lo intentaba pero no le resultaba. Cerraba sus ojos constantemente para ver qué sucedía, para simular el descanso que da el sueño, pero nada pasaba. En el instituto tomaba café cada vez que tenía la oportunidad y la poca capacidad de concentración que tenía ya se había esfumado hacía mucho. Sus notas había bajado considerablemente pero todos lo asimilaban a una única secuela de la posesión del Nogitsune, y así lo prefería él.

Stiles se sentó en la cama, con los pies en el suelo y la cara entre las manos apoyadas en las rodillas.

Ya no sabía qué hacer.

Necesitaba dormir.

Pero eso no era lo que lo tenía así. No. Era la angustia. Tenía un sentimiento de angustia atrapado en el pecho, que se lo apretaba y le quitaba el aire. La primera vez que se percató de este pensó que quizás era un ataque de pánico pero pronto notó que era más bien un estado permanente que tendía a intensificarse cuando estaba solo. Y en aquel momento lo estaba. Y su pecho, dolía. El aire se fue y el silencio le taladraba los oídos.

Desesperado, se lanzó al baño, se metió dentro de la tina y dio el agua caliente al máximo. Su piel ardía pero el vapor le despejaba un poco la respiración. Luego de varios minutos, salió, se secó a la rápida con una toalla y se quedó frente al espejo.

Su piel estaba toda roja por las leves quemaduras y sus ojos mostraban las venas por la falta de sueño. Era irreconocible a sí mismo.

¿Qué estaba pasando?

Agarró de un cajón del closet un polerón y se puso las zapatillas. O salía de allí o se sentaba a esperar que la cosa se volviera a repetir.

Abrió la puerta de su dormitorio y casi toca el techo por el salto de impresión que tuvo al verlas allí.

¿Qué me está pasando? ¿Es que acaso estoy perdiendo la cordura?

Stiles, no tienes ni idea.