Era una tranquila noche de sábado en casa. Ambos estaban en pijamas, acurrucados y besándose apasionadamente en el sofá del departamento de Ben. Aún no se terminaba Orgullo y Prejuicio, pero aunque era la película favorita de Rey, poco les importaba.
Un giro más y cayeron sobre la alfombra, con Rey arriba de Ben. Ella se reía y jugueteaba con él, deslizando sus manos bajo su camiseta, acariciando todos los puntos sensibles de aquel bien formado torso que conocía tan bien.
Resuelto a ganar ventaja, Ben logró darles vuelta y presionarla boca abajo contra el piso, sujetando sus muñecas detrás de su espalda con una sola mano.
"Te tengo preciosa" susurró entre jadeos antes de comenzar a besar su cuello. Ben estaba tan fascinado al tener a su novia a su merced que no percató de que ella ya no reía, sino que más bien protestaba y trataba de zafarse.
"Ben, suéltame"
"Perdiste bonita. No sería justo" él seguía bromeando sin notar la urgencia en la voz de Rey.
"¡Qué me sueltes maldito BASTARDO!"
La sonrisa en los labios de Ben desapareció apenas escuchó aquel grito enfurecido. Sólo entonces, se percató de que ella estaba temblando. Perplejo, apenas logró levantarse y ayudar a Rey a sentarse. Como pudo se apartó, quedándose sentado a cierta distancia de ella. Quería darle espacio para respirar.
Tras casi un minuto viéndola abrazando sus rodillas contra su pecho y temblar ligeramente, Ben por fin tuvo coraje para acercarse de nuevo, pero aún no se atrevía a sentarse junto a ella.
"Lo siento Ben… Yo no…" Rey parpadeaba rápidamente para evitar que se le escapen las lágrimas.
"Cariño, ¿Qué ocurre?"
Rey no podía decirle. Ben la había sujetado juguetonamente contra el piso o la cama muchas veces, pero esta vez había sido diferente. Un instante había bastado para mandar su mente de vuelta a aquellos momentos donde había quedado realmente indefensa. Esto la frustraba muchísimo, pero no quería asustar a Ben, y lo más importante, no quería que la culpa vuelva a apoderarse de él.
Una mano sobre su hombro la sacó de sus pensamientos.
No se había dado cuenta de que Ben había ido y vuelto de la cocina con un vaso de agua para ella, el cuál Rey bebió de prisa. Cuando su respiración se normalizó y parecía más tranquila, él se sentó por fin junto a ella aunque no se atrevía a tomarla de la mano así que se quedó con los puños apretados sobre sus rodillas durante largo rato hasta que preguntó, por fin, con voz temerosa.
"Rey, ¿te lastimé?"
Cuando Rey alzó la mirada, el mortificado rostro de su novio le rompió el corazón. Sus ojos por fin derramaron las lágrimas que había tratado de contener, mientras lo abrazaba con todas sus fuerzas.
"Oh no, Ben. Tú no. Tú jamás, mi amor"
Ben siguió abrazándola durante un minuto que le devolvió la paz.
Luego la llevó en brazos hasta el dormitorio. Con la mayor gentileza, Ben arropó a Rey bajo las cobijas y se recostó detrás de ella, acariciando su brazo de arriba abajo mientras ella suspiraba de alivio.
