Era una bella mañana un hermoso día soleado, los refulgentes rayos del Sol estival brillaban sobre la cara de Akira, formando áureos destellos sobre su cabello castaño.
- MIERDA –gritó el niño- ya me has vuelto a despertar de un sueño precioso, y encima con el maldito sol en toda la cara, ¿se puede saber porqué dem... Kyochi?
-Deberías mostrarte más respetuoso con tus mayores, mocoso –dijo la figura cuya presencia interrumpió el discurso del pequeño.
Akira se levantó de la cama y se abalanzó sobre la masculina figura que le había despertado.
-¡Kyochi! ¡Qué alegría verte! ¿Ha venido tu novia?
-No, Yuki no ha podido venir, se está examinando para el carnet de moto, y te recuerdo que ella es la única que tiene derecho a llamarme así, tú debes llamarme Kyo –dice haciendo un gesto como si fuera a golpear a Akira, pero éste se zafa y sale de la habitación gritando:
-¿Cómo? ¿Kyochi? ¡Kyochi kyochi kyochi kyochi! –y baila mientras lo dice.
-¡Como te coja verás!
Ambos bajan al salón, donde una chica pelirroja está sirviendo el desayuno.
-¿Ya os habéis despertado? El desayuno ya está.
Ambos se sientan a desayunar.
-¿Has dormido aquí, Kyo?
-Tu primo vino de noche, como siempre –dijo con gesto de enfado
-Me encanta la noche, es cuando mejor se aprecia la luz –argumentó éste sirviéndose café.
A medio desayuno, una lechuza irrumpe por la ventana y se posa sobre la cabeza de Akira, cuyos almendrados ojos se desorbitan.
-¡AAAAHH! ¡Un monstruo! ¡Un monstruo! ¡Vamos a mirir todos!
-No es un monstruo –dice Kyo en tono tranquilizador, recogiendo a la lechuza- y será morir en todo caso.
-Claro, es una lechuza –explicó la chica pelirroja.
-¿Una qué? –preguntó Akira.
-Hoy es tu cumpleaños, ¿recuerdas? –Akira hizo un gesto de falta de interés y cogió un bollo, que la lechuza le arrebató y comenzó a engullir.
-El monstruo se come mi bollo, jo.
La lechuza, enfadada, le arrojó medio bollo mordisqueado al plato.
-Qué asco -dijo Akira- claro, por éso has venido, ¿no?
-No sólo por éso. Verás, Akira, hay algo muy importante que debes saber que va a condicionar tu vida y que –dijo agachándose y poniendo la mano sobre el hombro de Akira- por éso no sé como decirte, porque el hecho es que
-Eres un mago –dijo la chica.
-Sí, éso -dijo Kyo irguiéndose y quitando la mano de Akira
-Vale. ¿Dónde están mis regalos?
-Parece que no te lo creas, hermanito –dijo la chica.
-¿Que me crea el qué, Mink? Sabes que hoy es un día duro para mí y tú te pones con tonterías.
-Pero no son tonterías, hermanito.
-Te dije que reaccionaría así.
-A ver, ¿recuerdas el colegio al que iba tu hermanita?
-¿El internado? –respondió Akira desganado.
-Pues era una escuela de magos.
-¿Otra vez con ésos cuentos? Dejáos de tonterías. Lleváis toda la vida igual, con la chorrada ésa de la brujería, ¿esperáis que me crea toda ésa mierda? Largaos de mi salón.
-Será... –dijo Kyo
-Espera –le dijo Mink- me parece que una imagen vale más que mil palabras.
Sacó una varita, dijo una palabra que Akira no acertó a entender, y, tras una serie de chisporroteantes fuegos que danzaron por su rojiza cabellera, sobre sus orejas emergieron tres finos cuernos con forma de caracola.
-¿Sabes invertir éso? –le preguntó Kyo
-Pues... –dijo guardándose la varita y sacando un espejo para verse los cuernos- no, pero el caso es que me quedan bien.
-¿Qué demonios ha sido éso?
-Se llama magia, chaval, y te queda mucho por ver.
-¿Me estás diciendo que tódo eso de los conjuros y los seres mágicos de lo que lleváis años hablando era de verdad? Lo que me faltaba ya –y bebió un largo trago de su vaso de leche, y comenzó a cantar- leche hay que beber, leche hay que bebeer.
-Dijeron que la primera impresión podría dejarle un poco ido –dijo Kyo
-A mí no me pasó. Pues mientras que vuelve vete bajando sus cosas, que tenemos que ir saliendo, mira que sois dormilones.
-¡Leche, leche hay que beber!
-¿Estás realmente conmocionado o sólamente haciendo el tonto? –preguntó Mink mientras Kyo iba a por el equipaje de Akira.
-Te responderé si vuelves a hacer lo de el fuego.
-No.
-Pues entonces no te creo.
-Claro que me crees, me acabas de ver haciendo magia.
-Mierda, tu lógica es aplastante –dijo mientras recogía los platos.- jo, hay tantas cosas que quiero preguntarte, pero resumiré todas mis preguntas en una sola.
-¿Ah si? ¿Cual?
-¿Donde está mi dragón?
