Disclaimer Ninguno de los personajes me pertenecen, son de Disney, como medio mundo occidental XD.

Advertencias ligerísimo Au.

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Bien queridos lectores, como ya dije en el drabble que escribí tras ver INFINITY WAR, necesitaba un fic donde Tony y Peter fueran una familia sin muertes y que fuera mas feliz, asi que aquí lo teneis. Habrá mucho Dad!Tony y spidey!son, os lo prometo! Será un fic Largo, de varios capitulos, y espero que os guste!

Disfrutad de la lectura.

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Resumen

Peter, hijo biológico de Tony Stark, debería estar estudiando y siendo un adolescente normal, no parando autobuses con las manos, trepando edificios y ocultándole a su padre que es Spider-man. Pero mentirle a Iron Man no es tan fácil como creyó; cuando su padre lo descubre, ¿podrá Peter lidiar con el peso de las consecuencias, o hará algo más?

¿Podrá ser un héroe y un chico de Nueva York normal? ¿podrá ayudar a los Vengadores y ser uno más? ¿o deberá renunciar a todo?

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Capítulo 1

Donde todas las cosas comienzan

—Quítate la máscara.

Tenía que ser una pesadilla, debía estar viviendo una horrible pesadilla; aquello no podía estar pasándole a él.

Spiderman se quedó paralizado al oír esas palabras, y no dichas por cualquiera, no, sino por el propio Iron Man en persona, en su cara. Tragó saliva, agradeciendo que al menos la máscara pudiera ocultar el poema que era su rostro en ese instante. Quería gritar, quería llorar, y que la tierra se lo tragase en ese momento. Lo que fuera para no tener que vivir ese momento. No podía ni imaginar lo que estaría pensando el superhéroe de él, seguramente le estaría odiando.

Claro, al menos le quedaba la esperanza de poder irse a casa y hundirse bajo la almohada, por suerte tenía su anonimato.

—Quítate esa máscara y dame la cara, Peter.

Y como siempre, la suerte le daba una bofetada directa. Peter sintió que el calor que había acalorado sus mejillas, ahora cubiertas, le abandonaba, y estaba seguro de que había palidecido. ¿Cómo era posible que lo supiera? Oh dios, ¿desde cuándo lo sabría? Oh no, no, no, no. No. Definitivamente aquello era una pesadilla.

Sin embargo la postura inflexible de Iron Man era tajante, inamovible, y Peter sabía que debajo del yelmo, Tony Stark le estaría fulminando con la mirada, esperando. Lo que el joven no sabía era que le iba a herir más, si ver la decepción reflejada en el rostro del héroe, o el dolor en el rostro de su padre. Ambas opciones le iban a hacer trizas.

Lentamente alzó la mano y arrastró la máscara por su cabeza despeinándose en el proceso, revelando por fin su identidad; no tenía sentido negarlo por más tiempo cuando era obvio que ya había sido descubierto.

—Papá, yo…

—La has jodido, y bien jodida —espetó Iron man, ignorándole—, la has metido de lleno, hasta el fondo.

—Papá, puedo explicarlo —comenzó a decir de nuevo el chico.

—¡Silencio! el adulto está hablando ahora —gritó Iron Man acallándolo de golpe, pocas veces había visto Peter a su padre así de enfadado—. ¡¿En qué estabas pensando haciendo algo así, Peter?! ¡jugándote la vida sin decirme nada! ¡maldita sea, chico tienes quince años!

—Yo sólo… quería ser como tú —musitó él, bajando la cabeza para ocultar su expresión.

—Y yo quería que fueras mejor —respondió Iron Man, haciendo que Peter alzara la cabeza y le mirara como si le hubiera dado un mazazo.

Dolió. Dolió demasiado oír esas palabras de boca de quien más admiraba y quería, pero el héroe ya había desviado su mirada.

—Papá…

—Cállate —silenció de nuevo el mayor—. Ya has jugado suficiente a ser un héroe, y casi te matas por ello.

Y como si quisiera enfatizar sus palabras, aterrizó junto frente a él, encarándolo, y por un instante Peter se sintió encoger, se sintió diminuto ante la aterradora presencia de Iron Man. Sabía que su padre jamás le haría daño, eso estaba fuera de discusión, pero estaba tan enfadado que lo único que quería en ese momento era justificarse y que le perdonara. Se sentía fatal, las ganas de llorar estrujándole el pecho. Si tan sólo pudiera contarle lo que pasó… tal vez se arreglaría algo; al menos debía intentarlo.

—¡No es lo que crees, por favor, déjame que te lo explique! —suplicó finalmente el joven, con las lágrimas comenzando a formarse en sus ojos.

Sin embargo no pudo seguir explicándose, pues la armadura de Iron man se abrió revelando al hombre que, como había supuesto Peter, estaba no solo enfadado; si no herido. Salió del traje avanzando un par de pasos hasta él, mirándole fijamente, y Peter dejó que las lágrimas corrieran por sus mejillas sin intentar retenerlas ya.

—No hace falta, está muy claro, chico, me has mentido —cortó Tony—. Ahora, venga, quítate el traje.

—¿Q-que? —musitó el joven.

—Lo que has oído, es evidente que la máscara la has hecho con tecnología Stark, ni intentes negarlo —añadió Tony haciendo un ademán con la mano, exasperado—. Vamos, dámelo.

—Papá… por favor —murmuró Peter, sin mirarle.

Tony sin embargo no se ablandó, ni siquiera le estaba mirando. Entonces, al ver que todo era inútil y que no había más remedio que obedecer Peter se sonrojó inconscientemente, sintiéndose humillado, antes de confesar otra verdad. Si Tony lo notó, no añadió nada, mirándolo al fin.

—No tengo otra ropa —admitió finalmente el chico.

Su padre entonces alzó las cejas, poniéndose de nuevo la armadura y dándole la espalda.

—Eso se puede arreglar —cortó Iron man y echó a volar.

Unos meses antes

Peter Stark lo tenía todo; era un chico con suerte.

Era el alumno más listo de su instituto, un pequeño genio en potencia, tenía el mejor amigo del mundo entero, Ned, y tenía el padre más genial que nadie pudiera desear, su héroe personal y héroe de todos. Anthony Edward Stark, también conocido como Iron Man. Sin embargo y aun siendo el único hijo del multimillonario héroe, su apellido y el dinero de su padre no se le habían subido a la cabeza; seguía siendo un chico normal y corriente de Nueva York que compraba sándwiches para la merienda en una humilde bocatería de barrio en Queens.

El joven era el fruto de la aventura de borrachera de una noche de su padre con una mujer que había conocido en una de sus Expo-Stark; una que había aparecido en su puerta de Malibú catorce meses después con una criatura en los brazos asegurando que Tony era el padre, y que debía hacerse cargo del bebé, pues ella no quería saber nada del asunto. Sin creer lo que había pasado, el por aquel entonces despreocupado millonario había comprobado que efectivamente el crio era suyo —cosa que tampoco le sorprendía, teniendo en cuenta que la década de los dosmiles había pasado para él en un remolino de fiestas, mujeres y alcohol— y se había encargado de quedarse con la custodia absoluta. Si esa perra había abandonado al niño, que no quisiera regresar a pedirle dinero después.

Decir que se había encariñado eventualmente del bebé sería quedarse corto, pues le había adorado desde el momento en que lo había cargado en brazos ese primer día y el crio había jugado con su diminuta manita a tapar la luz que emitía su reactor arc que llevaba bajo la camiseta gris de Metallica. Y desde luego no se podría decir que su infancia no hubiera sido increíble; fue un niño muy feliz quien a pesar de no tener madre, nunca la necesitó, colmado del amor de su pequeña familia. Todos le adoraban, el tio Rodhey, la tia Pepper, el tio Happy… incluso los robots Dum-E y U se mostraban atentos y protectores con él. Sin embargo Su relación fue creciendo en complicidad con el tiempo, pues eran tal para cual; Peter era el orgullo de su padre, al que quería y admiraba muchísimo, y a quien esperaba emular algún día.

Peter sabía que llegar a ser tan grandioso como Iron Man sería casi imposible; poco sabía el joven Newyorkino que eso pronto cambiaría.


—¡Eh, Penis! —saludó Flash, dándole un empujón por la espalda—, deberías cerrar esa bocaza de empollón que tienes, se te va a colar un bicho dentro —añadió, causando las risas de sus compañeros—, o quizá sea tu dieta habitual ¿verdad? ¡Ah, no, lo olvidaba! tú sólo comes las cosas que tu súper papaíto el héroe te paga…

Peter estaba a punto de responder cuando la mano de Ned se posó sobre su hombro, reteniéndolo, haciendo que se detuviera. El joven suspiró tensando la mandíbula, agradeciéndole internamente a su amigo el que le hubiera detenido, no quería ganarse un castigo.

—No le hagas caso, Peter, no merece la pena —susurró el moreno negando con la cabeza—. Es un imbécil.

—Ya lo sé, Ned, pero cuando hablan mal de mi padre… o de los que me importan —gruño el castaño deteniéndose—. Mierda, deberíamos darnos prisa, no quiero que empiecen la charla sin nosotros.

Y su respuesta hizo que su amigo a su lado abriera los ojos como platos, de repente emocionado, acordándose de algo. Ambos echaron a correr escaleras arriba por el Museo de Ciencias Biologicas y Naturales donde su instituto había llegado de excursión escolar. Era el sueño de todo amante de la ciencia, como lo eran él y Ned, habría tanto que aprender y explorar allí que no sabrían ni por dónde empezar; así que corrieron y cruzaron el hall principal de la entrada, de suave mármol blanco, reuniéndose con el resto de su clase que ya había entrado, quedando ambos boquiabiertos y embobados por todo lo que les rodeaba; aquello era un sueño, como pisar el paraíso.

—Bienvenidos a la exposición pública del decimo aniversario del centro de Neobiología Científica de Nueva York —comenzó el instructor guía, señalándolos a todos que le siguieran por el recinto—. Muy bien, chicos, venid por aquí, comenzaremos la visita por las instalaciones.

Decir que aquello era algo que disfrutarían se quedaba corto. Había estanterías de cristal llenas de objetos resplandecientes, geodas espaciales puras y brillantes como diamante, sustancias que se movían como si tuvieran vida propia y giraban en algoritmos que parecían tan perfectos como si hubieran sido diseñados por las matemáticas… había también láseres potentes, de chispas verdes y azules, algunos de los cuales podrían asemejarse a los que su padre tenía en su taller, y esquemas y hologramas de átomos y partículas.

Pero una cosa fascinó al joven Stark más que nada.

En una enorme vitrina al fondo de la sala, empotrada en la pared, había pequeños ecosistemas recreados en miniatura de al menos de diez lugares diferentes del planeta; y al acercarse más a ellos pudo comprobar que dentro había vida. Algo se movía dentro de las vidrieras. Sus pasos se dirigieron automáticamente hacia allí a pesar de que debería estar siguiendo a sus compañeros en el recorrido por la instalación del centro.

—¡Pss, pss, eh, Peter! —llamó Ned intentando ser discreto, deseando no llamar la atención de su profesor ni del guía del museo.

Pero Peter no lo escuchó, estaba absorto, deslumbrado por las criaturas que allí se movían. Ahora que estaba cerca pudo verlo todo con claridad. Eran arañas, pero no se parecían a ninguna araña que hubiera visto nunca. Algunas tenían colores brillantes tan increíbles que no parecían naturales, y lo que hacían, ¡ah, lo que hacían era increíble! Allí había una araña que tejía una red a una velocidad increíble, casi imposible de seguir con la vista humana. Otra saltaba de ramita en ramita de los pequeños bonsáis que hacían su hábitat, sus pequeñas patas increíblemente agiles para ser una criatura tan pequeña. Otra, de intenso azul con manchas rojas, lo observaba con ojos brillantes desde una pequeña roca, como si lo analizara.

El joven Stark estaba fascinado, tanto así que sacó de su bolsillo su teléfono para grabar un video de las arañas y poder enseñárselo luego a Ned y a su padre, y para poder analizarlo en casa detenidamente, pero antes de que pudiera empezar a grabar una voz a su espalda lo sobresaltó, haciendo que casi se le resbalara de las manos el moderno Starkphone.

—¡Ah, chico, estás aquí! tu profesor no te encontraba —llamó uno de los guías del museo, acercándose, reparando de pronto en lo que Peter estaba haciendo—. No está permitido grabar aquí, vamos, regresemos con tu grupo.

Pero a pesar de que sabía que no estaba dentro de su excursión, la curiosidad pudo más que Peter, y se atrevió a preguntar.

—Señor, esas arañas… —comenzó el chico—. No he podido evitar ver que, bueno, no parecen normales ¿estoy en lo cierto?

El guía se detuvo, sorprendido por la perspicacia del chico, sonriendo suavemente, como si estuviera impresionado. Finalmente se giró hacia Peter, asintiendo.

—Eres un chiquillo listo ¿eh? —dijo amablemente, posando una mano en el hombro de Peter—. Si, joven, estás en lo cierto. Esas arañas son un nuevo experimento, su adn ha sido modificado genéticamente para aumentar y potenciar sus habilidades.

—¡Vaya eso es increíble! —exclamó Peter comenzando a parlotear emocionado—. ¿No podría enseñárnoslas? estoy seguro de que el señor Harrington daría un brazo por eso, sería genial verlas de cerca ¡a mi amigo le encantaría y…!

—Me temo que eso no es posible, muchacho, son peligrosas para ser expuestas —cortó el guía antes de que Peter añadiera nada más, negando con la cabeza—. Pero venga, vamos, volvamos con tus compañeros, hay mucho que ver en este centro.

Peter asintió, ligeramente decepcionado, sin embargo tenía una buena historia que contarle a Ned mas tarde. Se giró para hacerles al menos una foto aprovechando que el guía se había despistado, y cuando alzó la mano para sacar la foto con el teléfono, vio que tenía algo en la mano. Algo negro, azul y rojo que se movía por su dedo hacia su manga. ¡Era una de las arañas! y antes de que pudiera reaccionar sintió un terrible pinchazo en la mano y un ardor recorrerle la muñeca y el brazo antes de que la araña saltara de su mano y se perdiera entre los azulejos de mármol blanco.

El joven alzó la vista hacia las vitrinas de cristal, comprobando que la que le observaba desde la roca había desaparecido, era evidentemente la que faltaba. De algún modo había salido del hábitat y se había subido a la manga de su chaqueta, picándolo. ¡Oh dios, le había picado! las ganas de vomitar le recorrieron al darse cuenta de lo que había pasado, pero fue sacado de sus pensamientos.

—¡Venga, chico, vamos! —le apremió el guía, negando con la cabeza.

Peter tan solo asintió tragando saliva, corriendo a reunirse con él para volver con los demás, sintiendo aún picazón en la mano, donde la araña le había mordido.


El viaje de regreso al instituto en el autobús se sucedió en un remolino de imágenes y sucesos que Peter procesaba sin prestar atención. Subir las escaleras del vehiculo, sentarse junto a Ned, escuchar la charla insustancial del señor Harrington sobre seguridad vial, el trafico, bajar de nuevo, entrar en el instituto y caminar como un zombi por los abarrotados pasillos del centro, chocando en el proceso con varios estudiantes… hasta que fue sacado de su ensimismamiento por su mejor amigo, que estaba moviendo la mano delante de su cara chasqueando los dedos, sobresaltándolo.

—Peter... Pete, ¿tierra llamando a Peter? —dijo Ned con el ceño fruncido—, amigo me estás asustando.

—¿Qué? perdona, Ned, estaba pensando en algo —exclamó el castaño tragando saliva, nervioso, intentando disimular, sin éxito—. ¿Pa-pasa algo, qué me decías?

El moreno se cruzó de brazos apoyando la espalda en las taquillas, mientras el joven Stark evitaba mirarle al abrir la suya, sacando su mochila de dentro y abriendo la cremallera para recoger los libros que necesitaba, guardándolos dentro para hacer los deberes en casa.

—En serio, Pete, tienes mala cara —continuó Ned sin moverse—, creo que deberías ir a ver a la enfermera, tal vez te ha sentado mal la comida o algo.

—¿Qué? ¡no, no, estoy bien! —respondió él rápidamente, apresurándose a negar con la cabeza—, en serio, estoy perfectamente.

—Estás sudando a chorros, Peter —añadió poco convencido su amigo—; ¿no quieres que llame a tu padre? seguro que Happy puede…

—¡No! —exclamó Peter alarmado, más alto de lo que pretendía—. No llames a nadie, Ned, por favor solo… estoy bien, ¿de acuerdo? cuando suene el timbre me iré a casa a echar una siesta y luego seguiremos con el plan que teníamos ¿vale?

Eso hizo que Ned abriera los ojos sorprendido, sin esperar esa respuesta, despegándose por fin de las taquillas, alzando su propia mochila del suelo, poniéndosela.

—¿Estás seguro? —dudó el moreno—, no sé si Pizza y palomitas es buena idea… pero puedo llevar el Lego Destructor imperial para que me ayudes a construirlo, me lo regaló mi madre la semana pasada, y creo que será más complicado de armar que la Estrella de la Muerte, si quieres.

—Dalo por hecho, es viernes por la tarde, ya tenemos plan —sonrió Peter—. Pizza, peli y lego, nada puede fallar.

Ned rió más animado, asintiendo. Tal vez Peter tenía razón y sencillamente estaba cansado, no había porque esperar otra cosa ¿verdad?


Sin embargo, falló.

Cuando Peter entró en la Torre Stark y dejó su tarjeta de acceso electrónica —las puertas de la casa no abrían con llave, sino que funcionaban con lector de huella dactilar y tarjeta, su padre estaba así de paranoico tras la destrucción de su mansión de Malibú y los incidentes de Nueva York y Ultrón— en la encimera del mueble del hall de entrada, posó la mochila sobre el sofá y dirigió sus pasos hacia la cocina para comer algo, siendo saludado por la inteligencia artificial del complejo.

—Buenas tardes, joven Peter —saludó Friday amigablemente, informándole de todo, como siempre hacía—. Su padre aún no ha llegado, hay comida en la nevera, la programación que dejó en stand by en la red sigue operativa y funcionando, y si me permite añadirlo debería darse una ducha; su temperatura corporal es de treinta y ocho punto cinco grados, ligeramente elevado para un humano.

El chico abrió la puerta de la nevera, sacando una botella de leche, sirviéndose un vaso mientras rodaba los ojos ¿qué le pasaba hoy a todo el mundo? no se encontraba tan mal, únicamente muy cansado… y teniendo en cuenta que había estado estudiando para los exámenes trimestrales, sumado a las practicas del Decathlon de ciencias y sus proyectos privados; no era tan raro. De hecho ya ni siquiera le dolía la picadura de la araña.

¡La picadura de la araña! Peter se miró la mano derecha al recordarlo, viendo que aquella marca roja se le había infectado, ahora era de color lila con bordes blancos.

"Genial" se dijo mentalmente, suspirando.

—Creo que me voy a ir a la cama, Friday, estoy agotado —confesó finalmente el chico, terminándose su vaso de leche y limpiándose con el borde de la manga del jersey lo posó en la encimera—. Si llegan papá o Happy o no sé, Pep, y preguntan, diles que estoy durmiendo ¿vale?

—Como quiera, joven jefe —afirmó Friday, haciendo que Peter sonriera.

En realidad era una broma privada entre la inteligencia artificial femenina y él, dado que esta solía referirse a su padre como "jefe" en lugar de "señor" como hacía su anterior inteligencia, JARVIS, a él lo llamaba joven jefe, o joven Peter, en lugar de Señorito. Le gustaba como sonaba, y se sentía adecuado tras la muerte de Jarvis, que así fuera. No se lo diría a su padre, pero echaba de menos a Jarv, más de lo que admitiría.

Sin añadir nada, el chico subió las escaleras hasta su dormitorio, cerrando la puerta tras de si con el pie distraídamente. En realidad si que tenía un poco de calor. Bueno, mucho calor. Se quitó la chaqueta y la arrojó sobre la silla junto a su escritorio; mismo camino que siguieron el jersey de lana y la camisa de cuadros que llevaba. Se miró en el espejo de cuerpo entero de su armario, poco complacido con su reflejo.

Si algo había heredado Peter de su padre además de su prodigiosa mente, era su aspecto físico, para bien y para mal allí estaba.

Ambos tenían el mismo color de cabello marrón cálido, a pesar de que gracias a los disgustos, los problemas y el estrés había más gris en las sienes de Tony del que a este le gustaba admitir.

Ambos tenían los mismos ojos castaños avellanados de cachorrito adorable, y el mismo porte ligero.

Ambos eran de baja estatura; pero a diferencia de su padre que era fibroso y bien construido, con brazos y abdomen marcadamente musculosos, Peter era mucho más escuálido y delgado.

Suspiró, alejando esos pensamientos antes de quitarse los pantalones vaqueros y ponerse los del pijama gris con átomos, regalo de Pepper que le había encantado, y meterse en la cama cayendo en una inconsciencia ligera pero instantánea. No supo cuantas horas habían pasado cuando despertó, pero afuera brillaba el sol, eso podría asegurarlo. Se incorporó en la cama llevándose una mano a los ojos para protegerse del dorado brillo que entraba por la ventana, gruñendo irritado.

Giró la cabeza para mirar la hora, comprobando que eran las once de la mañana del sábado; es decir, que había dormido más de diecinueve horas, casi un día completo. ¿Qué demonios…?

—Fri, haz algo con la luz, por favor, me duelen los ojos —se quejó el adolescente.

Y al instante los cristales de su habitación, que ocupaban la pared derecha de arriba a abajo, de suelo a techo, se tiñeron de gris pálido, impidiendo que la luz solar le molestara.

—Hecho, luz del sol atenuada en un treinta por ciento —respondió Friday con voz animada—. ¿Necesita algo más, joven jefe?

Peter asintió, frotándose los ojos mientras se levantaba, buscando una camiseta.

—¿Se ha levantado mi padre? —inquirió, buscando aún algo que ponerse, sin éxito ¿dónde estaba su ropa? ¿no la había dejado en la silla de al lado?

—Afirmativo, el jefe está en el taller, trabajando —respondió la inteligencia.

—Genial, bajaré a verle en cuanto haya desayunado —dijo Peter asintiendo animadamente, después se dirigió a su armario para coger algo, dado que seguramente alguien había recogido la ropa del día anterior y la había metido en el cesto de la colada o algo así, pues no la encontraba—, me muero de hambr…

Y se detuvo a sí mismo al verse reflejado en el espejo del armario.

¿Pero qué coño estaba pasando allí?

Se miró a si mismo restregándose los ojos sin creer lo que veía, pues ese que se reflejaba no era el mismo Peter escuálido de hacía apenas unas horas. Ante si se reflejaba un chico totalmente diferente. Su abdomen antes liso ahora estaba tonificado, y sus brazos, los normales para un chico de quince años delgado, ahora marcaban bíceps. Su boca se abrió de asombro mientras asimilaba su aspecto, poniendo los brazos en jarra para sacar músculos, bromeando.

Finalmente sonrió sin saber muy bien como sentirse, pero desde luego desconcertado con su nuevo yo, dirigiendo sus ojos a la puerta de su cuarto.

—¿Todo bien, joven Peter? —inquirió Friday.

—Si, si, todo perfecto, Friday, mejor que bien —dijo el adolescente de repente muy animado.

Y vistiéndose con la primera camiseta Geek y el primer par de jeans que encontró en su armario, el chico bajó corriendo los escalones hasta la cocina. Ese prometía ser un día animado.


La música resonaba en el taller mientras las chispas azules del laser saltaban desde la pieza de metal que estaba ajustando, y únicamente cuando la canción se detuvo y el silencio se hizo patente el genio levantó la vista de su trabajo, notando que su hijo estaba en la habitación, jugando con un destornillador que tenía Dum-E.

—Finalmente das señales de vida, chico —bromeó Tony, quitándose las gafas de soldar—. Buenos días del sábado, por cierto.

—Buenos días, papá —saludó Peter sonriéndole—. ¿En que trabajas? ¿aún sigues perfeccionando esa materia dispersora de partículas?

—No, la terminé hace dos días, estoy metido en algo diferente ahora mismo, mejoras en los propulsores de la armadura —aclaró, dejando finalmente de trabajar—. ¿Has desayunado?

—Si, pa, he desayunado, cereales y fruta como un buen chico —bufó el joven rodando los ojos.

Tony asintió y dejó el láser sobre la encimera, quitándose los guantes de trabajo y acercándose a su hijo le dio una palmada en la espalda; sentándose sobre una de las mesas de trabajo.

—Bien, por cierto Ned llamó ayer, dijo que habíais quedado —dijo Tony repentinamente, estirándose mientras se servía un café de la cafetera que tenía al lado—; Friday tuvo que aclarar que estabas fuera de combate. ¿Algo que quieras compartir, Peter?

—¡No! No, de verdad no fue nada —se excusó Peter, tal vez demasiado rápido—, únicamente estaba cansado.

—¿Seguro? —insistió Tony, clavando sus ojos castaños en él mientras bebía, inquisitivamente.

—Si, seguro —asintió el joven tragando saliva, esperando que lo creyera.

No quería dar explicaciones en ese momento, no cuando ni siquiera él mismo entendía lo que había sucedido y como le afectaría. Sin embargo si Tony sospechó algo, o prefirió guardar silencio o lo ocultó para si mismo, pues no añadió nada.

—Está bien —suspiró finalmente el mayor, dejando la taza sobre la mesa y quitándose un guante, masajeándose el puente de la nariz, sonriendo finalmente—. ¿Qué planes tienes para hoy? Puedes ayudarme con esto, si quieres y no tienes nada más que hacer. Te dejaré probarte las botas mejoradas del traje y todo. Dum-E estará encantado de enchufarte con el extintor.

Y como si se hubiera ofendido, el pequeño brazo robótico retrocedió, haciendo un ruidito triste y bajando la pinza, haciendo que ambos le miraran. Podía ser todo un sentimental ese droide.

—No hagas un drama, sabes que eres mi favorito —negó el moreno, rodando los ojos.

Peter rió divertido por el comentario, mientras Dum-E elevaba su brazo robótico en un gesto de timidez, sorprendido, y Tony rió igualmente antes de volverse hacia el chico, esperando.

—¿Y bien, qué dices?

Peter lo pensó durante un momento, ordenando sus ideas, pues no lo tenía muy claro. En ese momento su mente bullía de actividad y había mil cosas que quería hacer. Le encantaría ponerse parte de la armadura, sin embargo sus recientes habilidades requerían que averiguara de qué era capaz ahora.

—En realidad había pensado en llamar a Ned —respondió finalmente—. Habíamos quedado en construir el lego destructor imperial y le dejé colgado, no te importa, ¿verdad? si quieres puedo decirle que…

—No, tranquilo, ¡ve y abandona a tu viejo como a un pobre desdichado! —dramatizó el mayor bromeando, pestañeando y poniendo cara de compungido; sin embargo cuando Peter iba a responder, Tony le interrumpió con una risa. Pobre hijo suyo, era demasiado ingenuo para ese mundo, siempre caía—. Es broma, Pete, tengo para rato aquí, queda con Ned tranquilo, tan sólo infórmale a Friday para que Happy o yo vayamos a recogerte ¿de acuerdo?

—Claro papá, nos vemos luego —dijo el joven sonriendo mientras salía animadamente del taller.


La realidad era que, solo el cincuenta por ciento de lo que le había dicho a su padre era verdad. Si que pensaba quedar con Ned, pero mucho más tarde; tenía mucho que investigar sobre lo que le había pasado, y volver al museo era el primer paso. Necesitaba saber qué tipo exacto de mutaciones había sufrido la araña que le había picado, para hacerse una idea de que podría esperar o que era lo que se le avecinaba. Sin lugar a dudas el haberse despertado después de casi veinte horas con un cuerpo atlético y de deportista cuando se acostó siendo el de siempre, era un indicio de algo.

Lo primero sería dar señales de vida y ponerse en contacto con su amigo, pues era totalmente cierto que le había dejado tirado, aunque inconscientemente, no era lo que había pretendido. Con rapidez sacó su Starkphone del bolsillo de su pantalón y se dispuso a escribirle un mensaje a Ned.

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Ey Ned, siento mucho no haberte llamado ayer, estaba completamente K.O. :_(

Hey Pete, no te preocupes, llamé a tu casa

Tu padre me dijo que te habías acostado, bueno

En realidad fue Friday la que me dijo que estabas…

Pero hablé también con tu padre, vaya, quiero decir… ¡bah! ya sabes de qué hablo XD

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Podemos ir mas tarde a tomar algo a Toomes'n'books si quieres, tengo la tarde libre ;)

¿Te traes los legos?

O si no podemos ver algo en Netflix, aún no hemos terminado Stranger Things

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¿Aún quieres ver a Liz? ok me parece bien

Negativo, como pierda una pieza mi madre me mata, cuesta más de 40$

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Mnn, np, ¿a las 18:00?

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Yep, trato hecho, pienso pedir el especial de Pumkin Spice para llevar

Ah, ok, Netflix está bien

Perfecto, nos vemos allí


Peter no podía creer su suerte. ¡Tenía poderes! ¡poderes de verdad! era increíble.

No era como en el caso de su padre, que basaba su mayor fuerza en aquello que construía con su gran inteligencia, no, lo suyo eran poderes físicos, reales y tangibles. La araña al picarle le había de algún modo transmitido parte de sus mutaciones, y, a falta de que pudiera hacer un análisis de su propia sangre sin que se enterara nadie para averiguarlo, debía suponer que su mutación era parcial. No podía pedirle ayuda a Bruce con el análisis genético, o se descubriría todo, se lo diría a su padre y a los otros… para bien o para mal estaba solo. Lo bueno era que de momento no había empezado a lanzar telarañas por los dedos o le habían salido ojos de más.

Ni sabía cómo había pasado, y ahí estaba, en lo alto del edificio Chrysler pegado literalmente al cristal de una de de las fachadas del lateral, haciendo el grito de la victoria.

Estaba por tomar el tren que unía la quinta con el centro cuando una anciana que bajaba con sus muletas cuando una de ellas se quedó atascada en el hueco entre el andén y el vagón; por lo que rápidamente la sujetó con una mano, desatascando el metal con fuerza, sujetándose de la puerta del vagón. Cuando la mujer le dio las gracias, él fue a ofrecerle la mano cortésmente cuando descubrió que se le había quedado pegada a la puerta.

El pánico que sintió fue patente a medida que intentaba despegarse en vano, y el tren iba a avanzar en cualquier momento. De no ser por un hombre que salía del vagón y le empujó como un bruto, no sabía que hubiera hecho. Ciertamente, aunque había sido un momento de mini terror, le había supuesto un descubrimiento. Algunas de las habilidades de las arañas ¡se le habían adjuntado! ¡no podía creerlo! ¿si ahora podía pegarse de una puerta, no podría pegarse también de otras cosas?

Era una idea revolucionaria, pero debía intentarlo. Tragó saliva, bajándose del metro en la primera estación que pudo, saliendo a las calles ajetreadas de la ciudad, metiéndose entre dos edificios en lo que era un angosto callejón con cubos de basura y cajas vacías apiladas en una esquina. Perfecto, allí nadie lo vería. Peter tomó aire y lo soltó de golpe dándose valor: era ahora o nunca. Con decidida resolución, el chico acercó su mano a la pared, comprobando que efectivamente se le quedaba pegada, y después la otra. Subió el pie, y luego el otro, y lentamente y casi sin darse cuenta, estaba trepando por el muro de ladrillo como si estuviera caminando, con total normalidad.

¡Increible!

¿Y si eso no fuera todo? Cuando llegó a la azotea del edificio, pensó en que otras habilidades tendría… y se le ocurrió que, si aquellas arañas que había visto en el museo podían saltar y tener fuerza anormalmente alta, ¿Por qué no él?

"Esto es una locura, Stark"

Se dijo a si mismo apretando la mandíbula mientras echaba a correr por el tejado, dispuesto a saltar. Y saltó.

—¡Ooooh-santa-mieeeerdaaaa! —gritó Peter mientras el aire lo sostenía y estaba casi llegando al otro lado, a punto de llegar al edificio de enfrente.

A punto.

Sintió que la gravedad hacía acto de presencia y caía estrepitosamente, golpeándose primero contra la escalera de incendios, contra un alfeizar de ventana, y contra los cubos de basura después.

"Mierda" murmuró Peter, notando que a parte de dolerle todo el cuerpo, había sangre en su codo. Genial, se había cargado una de sus camisetas, a ver como lo explicaba. Sin embargo el dolor pasó rápido, y cuando el chico alzó el brazo para ver que tan grande era su herida, esta había dejado de sangrar. Peter no podía creerlo, así que levantó la manga para cerciorarse, comprobando que había una incipiente costra formándose sobre la herida.

—¿Pero qué…? —dijo el joven, tocándose la herida, notando como se iba cerrando bajo su tacto.

Curación acelerada ¿what? ¿eso es lo que era? no había otra explicación ante lo que estaba viendo; no podía creerlo. Se había caído de un edificio de seis plantas hacía cinco minutos y estaba como una rosa, con las heridas cerrando por si solas delante de sus ojos. Definitivamente y aún con todo, ese se postulaba para ser uno de los mejores días de su vida.

Después de eso la tarde fue avanzando como un pestañeo; se las arregló para lavarse la sangre de la camiseta como mejor pudo en una fuente cercana, alisándose las arrugas de los jeans antes de intentar trepar al edificio Chrysler, sentirse más vivo que nunca, y decidir que ya había tentado demasiado al destino por un día. No quería que algún paparazzi lo descubriera y fuera portada al día siguiente de todos los periódicos. Ya podía imaginarlo "El hijo del millonario Tony Stark, amenaza patrimonio histórico nacional" si, algo que podría salir en el bugle, definitivamente. Desde luego no lo haría mas por hoy, saltar sin ayuda de algo más estaba fuera de discusión. Debía hallar un modo de poder moverse de edificio en edificio sin romperse la cabeza; tenía que pensar mucho en eso. Pero ahora no podía, tenía que darse prisa en llegar al centro, había quedado con Ned.

Toomes'n'books era la librería cafetería que tenía la madre de Liz, y uno de los sitios que más les gustaban a Ned y a él para ir a merendar cuando no iban a Delmar's. Aún faltaban veinte minutos para las seis, la hora en la que habían quedado, pero sería mejor que se diera prisa o llegaría tarde y no quería dejar colgado a su amigo otra vez después de lo del día anterior.


—Ey hola, Peter, no te había visto —saludó Liz suavemente—. Hacía mucho que no habías pasado por aquí, ¿qué vas a tomar?

—Hola, Liz, si, lo siento, supongo que he coincidido con tu madre en su turno —saludó Peter rascándose la nuca—. Iced latte machiato, por favor.

—Ahora mismo te lo pongo —sonrió la joven dándose la vuelta.

Entonces la chica se acercó a la máquina de café para comenzar a preparar el pedido de Peter mientras él revisaba sus mensajes. Ned aún no había llegado, y cuando la campanilla de la puerta sonó indicando que alguien había entrado en la cafetería, Peter miró la hora en su Starkphone, girándose al suponer que era su mejor amigo. Pero no era Ned. Un hombre entró en el café pasando de largo de Peter y entrando por la puerta lateral de la barra, se acercó a Liz por detrás haciéndole cosquillas en la espalda.

—¿Qué…? ¡auch, papá! —rió la joven, girándose y dándole un empujón suave de broma le dio un beso en la mejilla.

—¿Cómo está mi pequeña regaliz? —inquirió el hombre.

—¡Papá, no me avergüences delante de mis amigos! —se quejó la chica, rodando los ojos mientras vertía hielo en el café de Peter antes de entregárselo y que este le entregara los dos billetes de un dolar—. Aquí tienes, Peter.

El padre de Liz alzó las cejas sorprendido, clavando sus ojos azul grisáceos en los del chico, marrones claros.

—¿Peter? —repitió el hombre—, ¿así que este es el famoso Peter? ¿el que está contigo en el decathlon académico?

—Si, papá, este es Peter —suspiró Liz.

El joven guardó su teléfono en el bolsillo sosteniendo su café con una mano, entonces le ofreció la otra al hombre, que la estrechó con fuerza entre la suya casi intimidando al chico, que se sintió ligeramente contrariado por la actitud del otro.

—Adrian Toomes, dueño de esta cafetería y padre de Liz —dijo el hombre presentándose—. ¿Tú eres…?

—Peter Stark, señor —sonrió tensamente el chico.

Sin embargo y para su sorpresa la expresión del señor Toomes no fue de admiración o excitación, o incluso emoción, como cualquiera que conociera a alguien relacionado con Iron man; si no que la irritación cruzó sus facciones por un instante antes de sonreír de nuevo.

—¿Stark? —inquirió afable de nuevo, riendo—, ¿cómo Tony Stark, ese payaso que se viste de héroe?

—¡Papá! —exclamó Liz ruborizándose.

Peter frunció el ceño y asintió mientras un escalofrío le recorría la espalda. ¿Qué le pasaba a ese tipo? ¿cómo se atrevía?

—No le permito que le llame así —respondió—, es mi padre, señor.

—Bueno, pues es una suerte para ti, niño —respondió el señor Toomes rodando los ojos—. Regaliz, estaré dentro —aclaró, dirigiéndose a Liz.

—Discúlpale, Pete... no sé por qué, pero no soporta a tu padre —confesó la joven, avergonzada.

—Tengo que irme Liz, nos vemos —dijo el joven.

Y dicho aquello se giró y se dirigió hacia la salida, teléfono en mano mientras le escribía a Ned a toda velocidad que si estaba de camino, se verían en el parque. Central Park estaba a sólo dos manzanas de allí y el encuentro con el señor Toomes le había puesto los pelos de punta. Tenía mucho, definitivamente mucho, que contarle, y demasiado en lo que pensar.

Si lo pensaba bien ahora que tenía esos poderes arácnidos, ya no tenía por qué asustarse por nada, ya no tenía por qué tener miedo.

Ahora podría ser como su padre, sin depender de que nadie le salvara.

Ahora podría ser un héroe.


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Hasta aquí el primer capítulo. ¿Os ha gustado? Se que ha sido introductorio, pero era necesario. En Spiderman Homecoming no vimos a Peter transformarse, así que lo vi importantisimo para el desarrollo de la historia, porque aquí Tony NO sabe que Peter tiene esos poderes, lo descubrirá por accidente, y traerá muchos feelings y angst y de todo.

Desde ahora habrá muchísimas mas escenas de padre y hijo, os lo prometo.

Ahora que ya estamos situados en el escenario y Peter ya es Spidey, todo será mas fluido, no por nada es un fic de redención de Infinity War. Esto es lo que probablemente todas quisieramos que pasase. Seamos sinceras... IronDad es canon, ya no solo por lo que se vió en Homecoming, sino por lo que le dijo a Pepper en Infinity War de que quería tener hijos. Asi que si, Tony, deseo concedido.

Como podéis ver, la escena del inicio es lo que pasará más adelante en el fic, y es que obviamente Peter la va a fastidiar en algún momento pronto, y Tony lo va a descubrir todo. Decir que no es la misma escena del Ferry que vimos en su pelicula, es otra situación totalmente diferente, ¡pero ah! queridos amigos, esa y muchas otras cosas las descubriréis muy pronto. Vamos a ir poco a poco con Peter aprendiendo y viviendo esas situaciones, como es su familia, su vida, como se lleva con el equipo etc.

Os puedo adelantar que Peter va a tener mas cómplices a parte de Ned, entre ellos la propia Friday, y que los Vengadores, harán acto de presencia, por supuesto. Estoy emocionada con esta historia! Reparto galletas y dulces a todos!

Ojalá os guste, ¿me dejáis un comentario con vuestra opinión? me animaría mucho. Galletas con cara de Spidey gratis!