Wola!
Este es mi primer fic de fruits basket, espero que os guste. Me gustaría mucho saber vuestra opinión, ya que me parece muy complicado asumir las personalidades de los distintos personajes, sobre todo de Tooru, que es tan distinta a mí. Ya sé que hay cosas que no se entienden, pero se irán aclarando a medida que avance la trama. Muchas gracias por leer!
CAPITULO 1: PESADILLAS
La misma oscura habitación. Otra vez estaba allí. Podía ver las siluetas de los animales que rodeaban la habitación: el caballo, el buey, el cerdo, la cabra, el tigre, la serpiente, el dragón, el perro, el conejo, el pájaro, el mono y la rata. Había estado tantas veces allí que sabía lo que se iba a encontrar. Todos estaban enjaulados. Siguió andando, sabiendo lo que encerraba la última caja: "¡Kyo!" Por mucho que lo supiese, las lágrimas volvían a acumularse en sus ojos al ver al gato naranja encerrado. Y como cada vez intentó liberarle.
"¡Suéltalo!" gritó de nuevo aquella voz, una mirada fría apareció de la nada con una sonrisa en los labios, un ser andrógino que transmitía una fuerza superior: "¡No te atrevas a tocarlos! ¡Son míos! ¡Nunca serán libres!"
La chica miró cada una de las jaulas y sintió que se le rompía el corazón. No los conocía, pero aquellas miradas… ¿Dónde las había visto antes? No importaba, debía liberarle, debía liberar a Kyo.
Se oyó una carcajada que la paralizó por completo. "¿Crees que puedes liberarlo, verdad? ¿Con qué vas a liberarlo? ¿Con tu amor…?". La misma carcajada resonó en sus oídos una y otra vez. La figura se acercó a ella y le arrancó la jaula de las manos, "Él mas que nadie me pertenece, se quedará en esta jaula para siempre." Empezó a andar hacia la oscuridad, dejando a la chica atrás, tirada en el suelo. "¡No te lo lleves! ¡No te lo lleves…"
Notó como alguien zarandeaba su cuerpo. Sus ojos azules se abrieron de golpe para encontrarse con la oscura mirada de su amiga.
T- ¡Hana!- dijo con sorpresa.
H- ¿Otra vez la misma pesadilla?- preguntó preocupada. Tooru afirmó con la cabeza. Hana estaba preocupada, llevaba un par de semanas soñando lo mismo todas las noches, aquello no podía ser nada bueno. Vio como Tooru buscaba algo con la mirada. Cogió el animal que se enroscaba entre sus pies y se lo acercó a su amiga- Había bajado a la cocina, al parecer tenía hambre.
T- ¡Kyo!- gritó la muchacha mientras abrazaba el gato y recuperaba su característica sonrisa. Hana solo sonrió. Decidió dejar sola a su amiga, el susto ya había pasado. Antes de salir echó una última mirada al gato y no pudo evitar sonreír. ¿Significaban aquellos sueños que volverían a ver al gato de verdad?
No, aquello no podía suceder, sino todo lo que había hecho Tooru…Cogió su vestido negro y se dirigió a la ducha. Tenía un mal presentimiento.
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Las dos chicas recorrían deprisa las calles empedradas de la zona antigua de Kyoto. A Tooru le gustaba vivir allí, era todo tan tranquilo. Continuó su paso acelerado, sino llegarían tarde. Era verano, y la gente había acudido en masa de vacaciones a contemplar la vieja capital. Sobre todo estudiantes. De repente golpeó con algo y calló al suelo. Afortunadamente era muy resistente a los golpes.
T- Lo siento- dijo haciendo una reverencia en el suelo en medio de la calle. Al levantar la mirada se encontró con un chico más o menos de su edad de cabello rubio y ojos miel que la observaba anonadado.
H- Tooru, date prisa o llegaremos tarde- dijo sin fijarse en el muchacho y levantando a su amiga del suelo para que la siguiera. Tooru hizo una última reverencia y se alejó, sin percatarse de la presencia del otro chico de pelo blanquinegro que ayudaba a levantarse al muchacho que estaba en el suelo.
M-Era ella, ¿verdad?- el exbuey afirmó con la cabeza. El exconejo saltó levantándose de golpe- ¡Por fin la hemos encontrado!
H- ¿Vamos a seguirla?- preguntó con las manos en los bolsillos. Su primo no le escuchó, había salido corriendo por la misma calle que había tomado la chica. Haru suspiró y emprendió su marcha tranquilamente.
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Tooru se ajustó el obi de su kimono rosáceo. Hoy le tocaba encargarse de la cocina, Hana le había pedido que le cambiase el turno. Se recogió el pelo y se dispuso a preparar las especialidades del día. Le gustaba cocinar, era divertido. Lo prefería a tener que atender las mesas, a veces la gente era demasiado desagradable y Hana sabía manejarlo mejor. Recordó al chico con el que se había chocado, ¿Estaría bien? El golpe no había sido muy importante, esperaba que sí. Los ojos color miel volvieron a su mente por unos segundos. El chico parecía sorprendido, no entendía porqué. Esos ojos…le parecía haberlos visto antes. Notó el corazón encogerse, aquella oscuridad…
- Tooru, ¿Está listo el pedido de la mesa cuatro?
La chica volvió a la normalidad instantáneamente. Otra vez le había pasado, era la tercera vez que le pasaba. Pero esta vez había sido distinto, mucho más intenso, más doloroso.
- Honda, ¿me estás escuchando?- dijo agitando una mano delante de la mirada perdida de la chica.
T- Lo siento, Miyagi-san- dijo con una sonrisa- me he distraído, ¿Qué decías?
- La mesa cuatro- repitió Miyagi cansada. Honda era muy agradable, pero era demasiado despistada.
T- Aquí tienes- dijo dándole tres platos- siento haberte entretenido, Miyagi-san.
Miyagi no pudo evitar sonreír a la muchacha, era imposible enfadarse con ella. Se dirigió a la mesa cuatro donde dos chicos hablaban. Desde que habían entrado no había podido evitar fijarse en ellos, eran guapísimos. No se veían chicos tan guapos por Kyoto, debían de ser de la capital
- Aquí tenéis- dijo sonriendo al rubio. Los dos chicos se quedaron callados.- ¿Queréis algo más?
Los dos se miraron y esta vez fue el del pelo blanquinegro el que habló.
H- Esa chica…con la que estabas hablando, ¿su nombre es Honda Tooru?
Miyagi miró hacia la cocina dudosa. ¿Debía decirles que era realmente Honda? Hanajima le había advertido de que si algo así pasaba que lo negase, pero no le había explicado nada más. Buscó con la mirada a la bruja, no estaba a la vista, ¿Qué podía tener de malo decirles la verdad?
- Sí, esa chica se llama Tooru Honda- estaba a punto de marcharse cuando el rubio la tomó del brazo.
M- ¿Siempre está ahí? ¿Sólo se ocupa de la cocina?- Miyagi volvió a mirar alrededor en busca de Hana, el chico le dedicó una amistosa sonrisa.
- Hoy debería estar atendiendo mesas, pero le ha cambiado el turno a Hanajima, los viernes atienden las dos los privados.
H- ¿Los privados?
- Sí, para reuniones familiares, de negocios…son salas más amplias y de uso privado, se necesita reserva, sobre todo en estas fechas.
M- ¿Si reservamos una ella nos atenderá?- Miyagi notó un escalofrío recorrerle la espalda, al girarse se encontró con la sombría mirada de Hanajima. Aquello la asustó.
- Es…es posible, tomad la tarjeta, ahora debo atender otras mesas- dijo tirando una tarjeta sobre la mesa y dirigiéndose a otro lado. Momiji se quedó perplejo ante el cambio de camarera. Haru comprendió al instante lo que pasaba al ver el reflejo de su excompañera de instituto en el cristal. Pudo percibir en su mirada algo inusual en ella: miedo. Luego la vio meterse en la cocina. Hana debía saber más de lo que ellos sabían.
H- Momiji, hay que darse prisa, Hanajima nos ha visto, y por su expresión no se veía muy contenta- dijo serio mientras empezaba a comer su ternera.
M- No se volverá a ir, ¿verdad Haru?-dijo el exconejo haciendo pucheros como cuando era un niño. Haru no pudo evitar sonreír, Momiji había cambiado mucho físicamente, pero interiormente seguía siendo el mismo niño que necesitaba a Tooru. Y no era el único.
H- Creo que lo mejor será llamar a Yuki- dijo tomando su móvil. Momiji empezó a reír, Haru lo miró extrañado.
M – Por unos momentos me has recordado a Ayame dando el parte a Hatori- dijo el chico entre risas, el exbuey le ignoró y siguió tecleando. Sólo tuvo que esperar un par de tonos.
H- Yuki, ¿Qué te parecería un viaje de vacaciones a Kyoto?
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Hanajima miró desde la mesa uno como el chico sacaba el teléfono y hablaba. Desde la mañana sabía que iba a ser un mal día. Sabía perfectamente lo que esa llamada significaba: pronto vería a los doce.
Entró en la cocina y miró a Tooru mientras esta preparaba los platos con soltura. La chica se dio cuenta de que estaba siendo observada y sonrió a Hana. Hana le devolvió la sonrisa.
Si ellos venían todo por lo que Tooru luchó no serviría de nada. Intentó hallar una solución, pero se sentía impotente. Aquel no era el deseo de Tooru. No debían encontrarla. Observó por última vez a la chica antes de reanudar su trabajo, y se dio cuenta…de que sería incapaz de evitarlo.
