Que el destino se le diera en contradecir el rumbo de sus sueños, de lo que realmente deseaba, era a algo que se le había hecho habitual en la vida del actor del momento de Broadway, Terrence G., quien cuestionaba las decisiones del destino para con èl mientras le daba una calada a su cigarro. En una actitud relajada, se había posicionado sobre el dintel inferior de la ventana mientras recibía la suave brisa en su torso semi desnudo al tiempo que veía a su "adorada esposa" jugar con su hijo: ella trataba de igualar la energía del niño de unos dieciocho meses de nacidos, el cual parecía tener la energía de un tornado.
Otra calada, otra exhalada y viceversa, mientras continuaba observando esa escena a través de la cortina de humo con indiferencia; se imaginaba que su mujercita sabia que èl se encontraba observándolos, por eso hacia esos continuos ademanes como quien limpia su rostro, táctica que, suponía èl, que la mujer usaba para manipularlo como tantas veces lo había hecho en el pasado; una media sonrisa cargada de ironia aflorò al tiempo que volvia a llevar su cigarro a su labio.
-Hija de puta- bufó asi como exhalaba las espesas capas de humo de su boca.
Esa mañana habian discutido peor que de costumbre, siendo el tema introductorio ese que siempre protagonizaba sus discusiones en cada oportunidad; esta vez sus voces y actitudes habian evolucionado a una más salvaje y ofensivas que la anterior, con ambas voces escuchándose al mismo tiempo, dejando a cualquier persona que estuviera cerca o dentro de la propiedad confundido con el ruido.
No se daban tregua a escucharse, ellos querían y creían que sus opiniones debían ser escuchada y que cualquiera que el otro dijera era pura patrañas delante de la suyas. Solo el grito de su hijo de dieciocho meses, logró hacer fisura a ese momento, callándolos y quitando sus miradas que tenían uno sobre el otro para posarla sobre el niño que estaba en la puerta la cual estaba semi abierta, haciéndolos consciente que todos habían escuchado y, probablemente visto, la discusión.
A Terry se le encogió el corazón al ser consciente de que su hijo había sido espectador de ese espectáculo mal intencionado y verlo llorando a moco tendido simplemente lo destrozó, sintió una impotencia al querer encaminarse hacia donde la criatura se encontraba y que Eliza se le adelantara, como quien dice arrebatándoselo, castigándolo con ese simple movimiento. Se meció los cabellos hacia atrás mientras veía como su esposa se agachaba y tomaba al niño en brazo y lo calmaba para luego dedicarle a èl una mirada cargada de odio, misma que estaba bañada en lagrimas y de promesas de una venganza.
Una media sonrisa cargada de ironía afloró en sus labios al ver el gesto que su "esposa" le dedicaba para después largarse con su hijo entre sus brazos.
Regresando a su presente, Terrence vio que su fiel compañero había muerto, dejándolo solo con sus demonios, con esas ganas asesinas de tomar a sus esposas y zarandearla hasta que ella accediera a dejarlo en paz, a que le diera el divorcio, que se deshiciera de la criatura que llevaba en su vientre y que le dejara a ese que tenían ahora, que èl lo amaría y protegería como había estado haciendo.
Se desboronó al ser consciente que había salido de una cárcel para adentrarse a otra, mucho peor que la anterior; donde no disponía de la libertad y los placeres de antes porque esta poseían unos barrotes de manipulación de alta potencialidad; y todo por un error que había cometido una noche y que había repetido casi dos años después, y que, si no fuera suficiente, había terminado con la misma consecuencia que la anterior.
Buscò en sus pantalones otro cigarro, lo puso en sus labios y lo encendió no antes de cubrirlo con una mano …una calada tras otra, lo liberaba de apoco de ese dolor y de ese odio que lo estaban llevando a un camino sin retorno. Estaba decidido.
Continuara...
