Tú, si tú, la depravada que está leyendo esto…

Es un regalo para ti y tu imaginación tan activa...

ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª

Marc soltó un pequeño suspiro suave.

Y el oji-turquesa sonrió.

-¿Otra vez?

Marc abrió los ojos, y lo miro fijamente.

-Si.

El aludido sujetó el cuerpo del más pequeño y le presionó un poco más cerca del suyo.

-Mmmmm, ¿Cómo es que eres tan bueno en esto, Nath?

-Por la práctica. Después de un tiempo tu cuerpo se acostumbrará.

-¿Tú crees?

-Sí, es solo cuestión de tiempo… - Nathaniel se detuvo un momento y luego continuó haciendo du trabajo.- ¿acabas de tensarte más?

-No lo sé… Tal vez… ¿Podrías hacerlo de nuevo?

-Muy gracioso….

Nathaniel volvió a presionar y Marc gimió por lo bajo, cerrando de nuevo los ojos. Nathaniel sonrió de nuevo.

-¿Otra vez?

-Estoy muy agradecido de hacerle caso a Alix, cuando la vea la voy a adorar.

-Estas muy estresado últimamente, con nuestro comic…

-Libro.- corrigió Marc.

-Lo que sea, debes relajarte más… visitando tiendas, comiendo helados…

-¿Es eso una propuesta de cita?

-Si quieres llamarlo así…

Marco se rio levemente, pero terminó suspirando.

-Deberías abrir un negocio.

-¿Masajeando hombros? No sé si vaya a funcionar.

-Si lo abres, tienes a dos clientes esperando a que siempre abras.

Nathaniel le sonrió.

-Lo sé.

En eso, Nathaniel ve a Marc moverse.

-¿Otra vez?

-Por favor.

El pelirrojo suspiro, pero tenía una sonrisa en el rostro. Hacerle una sesión de masajes de hombros a Marc no era tan malo, sobre todo si podía tenerlo tan cerca y podía ver sus ojos relucientes de placer mirando fijamente hacia él.

Oh sí.

-¿Otra vez?