Desgracias Mundiales
(Romances desesperados.)
1
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Los hermanos mexicanos llegan a Alemania, el mayor, quien representa al norte del país, se encuentra cargando las maletas tanto de él como de DF, o mejor dicho, México. Ella es morena, estatura media, cabello negro lacio y largo, ojos negros, un poco gruñona pero amable (mientras se le respete), dueña de la antigua belleza azteca y de su fuerza guerrera. Su hermano, mejor conocido como Juárez, tiene el cabello largo, castaño y rebelde, agarrado en una cola, siempre fachoso y con sus ojos cerrados. Un tanto cansado, el moreno detiene un poco el paso.
— ¿Por qué tenemos que venir a casa de Ludwig? era más fácil que él fuese a la nuestra.
— Si venimos a casa de Alemania es por culpa del desorden que tienes.
— Que mal, yo quería enseñarle a Ludo la mancha de chicle que dejé en la pared.
— ¡Qué asco! ¡Dios! Además no es "Ludo", es Ludwig, tienes que ser más respetuoso, hablar con más propiedad, tener modales, no sacarte los mocos delante de todos, no eructar en la mesa, dejar de hablar con sarcasmo e ironía, no ser grosero ni tan directo con los demás, ser más discreto, dejar de contar tus chistes sangrientos, que causan todo menos risa.
—Rusia sí se ríe.
— Pero porque es un sádico como tú. No es necesario que hables sobre tu colección de bichos, no te pongas orgulloso de tu flojera y no te pongas a bailar con Prusia, ¿Entendido? ¿Juárez?
Al lado de México se encuentran las maletas que antes su hermano tenía cargando; olvidó un detalle muy importante: Juárez tiene talento (y hasta doctorado) para desvanecerse ante los demás.
— ¡Rafael! ¿Dónde diablos te metiste?
— Aquí estoy. Te dejo un regalo ¡Alemán!
El moreno deja algo en el hombro de la chica y se dedica a correr. Amy no quiere saber que le dejaron en su hombro; esa cosa se mueve y tiene que enterarse que ''regalito'' le dio su hermano. Voltea y ve asustada una cucaracha alemana.
— Eh.., ¿Hola?— el pobre insecto no tiene otro remedio más que saludar.
—J... ¡JUÁREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEZ!
Desde su escritorio, Alemania escuchó el grito que dio su amiga, aun así no se inmutó ni dejó sus deberes.
— Ah, ya llegaron.
En cuanto a los hermanos, México no deja de aventar cuanta maleta ve a Juárez, quien no para de reír a la vez que se aleja corriendo, sabe que a su hermana no le agradan los bichos, especialmente cucarachas y corre el riesgo de morir, aunque se iría feliz de este mundo. Pero el destino quiere que continúe su existencia, pues por fin la morena se percata de la presencia de su muy querida Hungría. Sin dudarlo, deja las maletas y va a su encuentro.
— ¡Eli!
— ¡Amy!
Hungría y México se abrazan al verse después de mucho tiempo. Eran como un par de hermanas, una ayudando a la otra de manera mutua.
— ¡Mírate Amy! ¡Haz crecido mucho! ¿Cómo te va?
— Muy bien. De hecho, tú también has cambiado, veo que ahora usas más vestidos que antes.
— Pues sí, es que ahora soy una nación madura, trato de no involucrarme en más conflictos además de que estando en casa de Austria debo lucir como una dama.
— Dímelo a mí, Inglaterra es un caballero en todo, y eso me obliga en cierto modo a verme a su altura, a parte de las sesiones con mi jefe, debo ser toda una joya, como dice el idiota de mi hermano.
— Juárez ¿Cierto?
— Sí. Ahora estoy algo molesta con él.
— ¿Se puede saber por qué?
— Sí, es que el muy baboso me puso una ¡Yuck! cucaracha en el hombro al llegar aquí, fue repulsivo.
— ¡Qué ocurrente! Oye, sin ofender, pero él siempre me pareció un chico muy guapo...— se sonroja y vuelve la mirada.
— No hay problema. Por mí no te limites, a mí me encantaría que Rafa saliera con una chava como tú, tipas como esa Francises me caen mal.
— ¿En serio no te importa si coqueteo con él?
— De ninguna manera. Mi hermano ya está en edad de sentar cabeza.
— Oye, ¿Estas saliendo con Arthur?
—Eh.. no... somos amigos, sólo amigos.
— Pero dices que te obliga a ser una dama.
— Claro, pero no porque esté saliendo con él, bueno, me parece muy lindo, interesante, rebelde, es enojón pero agradable, me gusta que lea libros...
— Pero, son libros esotéricos.
— Lo sé; yo he visto en Catemaco a los brujos y chamanes realizar sus hechizos y limpias. Es algo intrigante.
— De acuerdo.— Elizabetha mira confusa a la morena.— Pero que diga que ve hadas, duendes, unicornios, ¿Qué no te parece raro o loco?
— Te diré un secreto pero no se lo digas a nadie, ¿Sí?
— Cuenta con ello, ¿Qué pasa?
— Yo he visto esas hadas, duendes y unicornios.
— ¡¿Qué?! ¡No puede ser!
— Ni yo misma lo creo, pero te juro que los he visto, Inglaterra no está loco. Tal vez la gente que está conectada en cierto modo a la magia los ve como yo.
— Como digas. Y hablando de otro asunto, ahí vienen Alemania y Prusia.
— ¿A... A... Alemania?— titubea la mexicana sin poder voltear a verlos— ¿En serio Eli?
— Ah, ya veo...— pone cara de burla, entrecerrando los ojos— ¡Te sigue gustando el rubio alemán!
— ¡Eli!— grita Amy, avergonzada— ¿Cómo dices semejante cosa?
— Es que lo noto, amiga, mejor cálmate, que ya llegan.
— Sí manita— Juárez se recarga en su hombro— Aún no le avientes el calzón tan rápido.
— ¡Rafael!
— Por lo menos despístala, te trae ganas pero si se propasa saco a Villa y a Zapata*— La cara tétrica de Rafita sólo es un simple aviso, no se alarmen.
— ¡N-no digas esas cosas! ¡Que das miedo!
— Mira, ya vienen— sin decir nada más, empuja a su hermana, quien cae en los brazos alemanes.
— ¿Estas bien?— Alemania ve cómo la chica se pone roja y asiste con la cabeza.
— ¿Qué clase de hermano eres?— pregunta la húngara muy confundida.— Primero celas a tu hermana y luego prácticamente se la avientas a Ludwig.
— Ya ni sé. Que se conforme con que me acuerde de su nombre.
Alemania está sin entender una palabra, pero eso realmente no le importa, sobre todo al tener a la morena cerca de él, aunque no dura mucho, ya que Prusia se la arrebata.
— ¡México! ¡Qué gusto verte! ¿Cómo estás?— Prusia braza a la muchacha con su característica sonrisa.
— Bien, ¿Y tú?
— Tan grandioso como siempre, ¿Verdad West?
— Sí, claro. Me alegra volverte a ver.
Alemania sonríe como rara vez lo ha hecho, con otros claro. Porque estando con su amiga mexicana casi parece un reflejo dar esa sonrisa un tanto tímida pero sincera. Rápidamente saca alguna conversación, de cómo ha estado su casa y su gente, cosas de economía y demás. Amy realmente no presta atención, se encuentra un tanto absorta al ver esos hermosos ojos azules, escuchando la voz alemana, con su acento fuerte, esa forma tímida en la que se expresa, todo parece un sueño hasta que ve una imagen que para nada le agrada: Juárez tomado de la mano de Inglaterra ¡De su inglés! ¿Cómo se atreve ese cabellos de estropajo tocar de esa manera a Arthur?
— ¡Mira D.F. a quién me encontré! ¡A Iggy! ¿No es genial Amy? ¡Aquí está Inglaterra!— sin tomar en cuenta las muecas que hace su hermana, abraza al rubio, Inglaterra ya sabe lo que viene, pero aún así le cae bien el moreno, por lo que sonríe un poco.
— ¡Deja de abrazarlo!
— ¡Má! ¿Qué tiene de malo? Es como mi hermano, ya te lo he dicho, celostina.
Sin esperar otro insulto, México le da con una maleta en la cara de su hermano. Inglaterra va justo a detenerla. Rafa sólo toma tanto sus maletas como las del inglés y se va a acompañar a Prusia.
— Oye, ¿Estás bien?— Pregunta Prusia, acompañando a Juárez.
— No te apures, la chilanga siempre es así cuando está Inglaterra. No tiene remedio.
— ¿Te ayudo con las maletas?
— Nah, he cargado cosas más pesadas. ¡Cómo a tu madre!
Los demás ven correr a Prusia tras Juárez.
— Tu hermano sigue siendo algo… peculiar. — Dice Inglaterra viendo la persecución.
— Un baboso, dirás.
— Por cierto, ¿Cómo estás?
— Muy bien ¿Y tú, Arthur?
— Mejor cuando te vi, lady.
Esto hace sonrosar a la muchacha, Alemania se percata y rápidamente interrumpe la plática entre ellos.
— México, ¿Recuerdas que querías ir a las dulcerías de mi casa? Podemos ir en la tarde, si gustas.— Les interrumpe el alemán, con todas las ganas del mundo de que se fuera Inglaterra.
— ¡Claro! ¡Con mucho gusto!
— Y yo puedo comprarte todos los dulces que quieras, mi lady.
— A ti no te invité.
— No importa— toma la mano de Amy— Una bella dama siempre debe estar acompañada de un caballero.
— Tú lo has dicho, un caballero, no un ex pirata.
— Ni tampoco debe estar acompañada de un orangután grandulón.
— Chi…chicos.
— Oigan, tranquilos, dejen de pelear. —Ahora es Hungría quien se interpone. Se ha percatado de la tensión que hay entre ese par por conquistar a México. A pesar de las peleas entre los rubios, llegan a la casa de Alemania, a lo lejos se escucha una pequeña discusión.
— Yo que tenía las esperanzas de no ver tu cara por un tiempo ¡Maldito gringo! ¡¿Qué carajos haces aquí?! — dice completamente fastidiado Juárez, en verdad no quería ver la cara de su vecino por un buen rato.
— El héroe tiene que estar en todo, y no creas que me alegra ver a un chaparro pelos parados como tú. HAHAHAHAHA.
— ¡Cállate!— Le da las maletas a Prusia, quien casi se cae al tomarlas. — Lo único que haces es meter tu cuchara donde no te importa ¡Metiche!
— ¡Indocumentado! ¡Indio pata rajada!
— ¡Bola de grasa con patas! ¡Cerdo capitalista! ¡Estás tan gordo que tu panza tiene vida propia! ¡Hay que tener un mapa para encontrar tu gordo trasero!— Eso realmente ofende a Alfred, quien intenta regresar el insulto.
— ¡A sí! ¡Pues tú, pues tú…!— Juárez mira los gestos de su vecino, hay veces en las que se le hace adorable. Sin pedir permiso, toma las mejillas del estadounidense.
— ¡Aww! ¡Mira! ¡Te ves adorable cuando inflas así tus cachetes de marrana gorda!
— ¡Suéltame! ¡No me toques!— EUA utiliza unos manoteos inútiles para quitarse a Rafael, aunque sin ningún resultado. Sin esperar nada más, Hungría saca su cámara y les toma una foto.
— ¡Y ahora tienen que ir a "pelear" en una cama! ¡A desnudarse!
— Primero límpiate la nariz. Te está sangrando— comenta el gringo, un tanto asustado. Ya sabe lo que pretende la castaña.
— Mmm, una "pelea" en la cama, está bien— Juárez toma a Elizabetha de la cintura y la aproxima a él— Acepto si tú también participas, querida— y consiguió su objetivo, hacerla enrojecer de vergüenza. — Jajajaja, ¡Ya te pusiste colorada! ¡Sólo era una broma! ¿Qué? ¿Te la creíste?— Amy mira un tanto apenada a su amiga, bien sabe lo que siente por su hermano. Pero lamentablemente llega Francia, y rodea la cintura del mexicano. — ¡Ay wey! ¿Tú que te traes?
— Nada, mon amí. Pasaba por aquí y pude escuchar la conversación sostenida por ustedes, así que decidí participar en dicho "combate" ¿Qué me dices, querido?
— ¡Aléjate de mí, peludo!
Rafa intenta retirarse a Francis, el problema es que, cuando este se propone a "dar amor" a una nueva víctima, es muy persistente, y Juárez en vez de ser ayudado, nada más le miran, unos con vergüenza, como en el caso de su hermanita, o con burla, lo cual hace el estúpido gringo. Casi es besado pero ver a un buen amigo aparecer en la puerta le da la suficiente fuerza para estrellar la cara del rubio contra la pared más cercana.
— ¡Güerito! —grita Juárez, muy feliz de ver a Canadá— ¡Qué bueno es verte! ¿Cómo estás? ¡Me alegra que estés aquí! ¡Y trajiste a Kumajiro!
— ¡Pero si nos vimos hace una semana! — Canadá sonríe, el mexicano siempre le ha parecido gracioso, además de ser muy amable con él.
— ¡Qué importa! ¿Tienes hambre?
— Pues… un poco.
— Vayamos a comer. Por aquí hay una plaza de restaurantes.
— ¿No me dijiste por el chat que no conocías esta ciudad? ¿Cómo sabes que hay restaurantes por aquí cerca?
— Estuve haciendo mis investigaciones, no te preocupes.
Se retiran entablando una conversación que se antoja amena.
— Ellos dos siempre se han llevado bien. —México suspira un tanto cansada.
— Demasiado bien, bastante. — Luego de hacer su comentario, Estados Unidos toma de su refresco.
— Por última vez ¡Ya te dije que ellos dos no se gustan!
— ¡Pero es que hay que ser ciego para negarlo! ¡Y eso que el que usa lentes soy yo! ¡Se nota que se gustan! ¡Desde que eran niños! ¡Y al parecer ellos no lo saben!
— ¡Eso es imposible! ¡Dos hombres no se pueden gustar! ¡Y ya deja de meter cizaña!
— Mira, América— interrumpe Inglaterra. — Deja de estar paranoico, sólo son amigos. Es mejor que entremos.
Deciden dejar ese asunto por la paz e irse a hacer lo que más les plazca. Como a Francis, que casi olvida que tiene que ir por su hermana al aeropuerto, Gringolandia va a buscar algo más para comer, Prusia suda la gota gorda mientras acomoda todas las maletas en los cuartos correspondientes, Hungría busca a quien tomarle fotos y Alemania e Inglaterra deciden sentarse junto a México, uno a cada lado de ella, sin dejar de dedicarse una mirada nada amistosa. Aparece una criada, quien al instante se siente incómoda.
— Se…señor, ¿Se le ofrece algo?
— Té para dos, digo, tres.
— En seguida.
— Vaya, pediste algo decente— Inglaterra sonríe con sorna— con eso de que en este lugar siempre se toma cerveza.
— Claro, es así como se forman los hombres.
— Sí, los hombres que se convierten en bestias.
— En tu caso, así es.
Llega la sirvienta con las tazas de té, mira a México y se podría decir que hablan con la mirada, Amy pide ayuda con sus ojos suplicantes y la criada le responde con otra diciendo un "lo siento, que tenga suerte" dejando a la chica a merced de ese par.
— Qué majadero, no me extraña teniendo de hermano a Prusia.
Y al parecer esto va para larga, la morena no encuentra la salida, busca por todas partes la manera de escapar de este martirio, escucha otros comentarios desagradables por parte de ambos. Se siente a punto de llorar hasta que escucha la voz de un tercero.
— Buenas tardes. — Saluda Japón nervioso, pues ellos se ven muy estresados y no sabía si debía saludar, pero como acaba de llegar se le hizo muy descortés no hacerlo. México se apodera de él con un abrazo. Al principio se pone tenso, eso del contacto con otros siempre le ha parecido algo grotesco, siente unas miradas pesadas sobre su persona, Alemania e Inglaterra se lo comen con los ojos, después ve la cara de Amy, realmente parece feliz de verle, bueno, siempre se ha llevado bien con los mexicanos, se siente envuelto por la calidez de la muchacha, sonríe y le corresponde el abrazo. Ambos se van de la sala, dejando a un par de güeros emputados.
Hungría está un tanto nerviosa, quiere con Juárez pero realmente le da pena lo que está a punto de hacer, mira por la ventana para ver cuando llegue, todavía no pierde las esperanzas de conquistarlo. Por fin ve a Juárez acompañado de Canadá a través de la ventana, parece que el rubio tiene otras cosas que hacer. Esta es su oportunidad, a cambiarse, se ha dicho.
Alemania se encuentra buscando a México, todo iba bien hasta que llegó Inglaterra, con quien siente una especie de competencia con él, parece que había planeado acercarse a la muchacha. Por fin la ve, se encuentra con Japón, bueno, en realidad se despiden, esta parece ser su oportunidad. Con un poco de rubor en su rostro, se acerca tímidamente a ella, titubeando un poco pone la mano sobre el hombro de la chica. Esta se gira de su sitio, estaba mirando en un balcón del pasillo principal hacia el patio trasero, lleno de diferentes flores, entre ellas sus amadas margaritas.
— Hola grandote, ¿Se te ofrece algo?— pregunta ella con una amplia sonrisa.
— Eh… eh… pues, me gustaría saber si, pues ¿Te gustaría dar un paseo conmigo?
— Un paseo, suena divertido. Ya que mi hermano salió a caminar, no creo que vuelva por un buen rato, así que vamos. Me fascina tu país, y quiero conocerlo de pies a cabeza.
— Vamos, llevemos paraguas, el cielo se ve nublado y me disgustaría que el agua arruinara la tarde.
— Claro, yo también lo odiaría. Me gustaría que fuéramos a comprar dulces. ¿Qué tal son los dulces alemanes?
— Em… pues son muy buenos, deberías probarlos.
— Pues vamos de una vez.
Amy le toma del brazo y caminan por la acera hasta llegar a la calle. Una vez ahí, dan marcha por una avenida repleta de autos y de gente, la cual los conduce a una dulcería. La mexicana se queda ampliamente maravillada con la cantidad de dulces, entre ellos los chocolates. Los toma como una niña pequeña, sus ojos lucen iluminados, lo cual alegra a Ludwig.
— ¿Te gustan?
— Sí, hombre ¡Me encantan! Recuerdo que mamá Azteca los preparaba junto a la abuela, pero eso fue hace tanto, las extraño mucho.
— Al menos posees recuerdos dignos de aquellos que te antecedieron.
— Oh, ¿Por qué esa cara triste? ¿Es por el día nublado? Podemos volver a casa, si quieres.
— No, no es nada.
— Caray, cómo soy tonta, segurito hice que recordaras algo triste. Lo siento.
— No, no tienes de qué disculparte. Es más, lleva los dulces que desees, tómalo como una cortesía de mi parte. Serán un obsequio.
— ¿En serio? ¡Gracias güero!— México, emocionada, saltó sobre el alemán dándole un fuerte abrazo.
— Eh, de nada.— Ludwig sólo atinó a sonreír, correspondiendo dicho abrazo.
De rato salieron de la confitería, caminaron más observando los aparadores de otros negocios. La lluvia no tardó mucho en hacerse presente, en tanto Alemania abrió el paraguas para cubrir a ambos. Amy se encontraba muy contenta, aunque estaba claro que hacía mucho tiempo el rubio había sido su novio, guardaba esos bellos momentos, pero quería tomarlo como un amigo. Mientras en la casa, Arthur caminaba desesperado por los pasillos principales buscando a la morena.
— Amy!— gritaba su nombre con un tono impaciente— Amy, where are you?
Sus pasos continuaban, no se daba por vencido.
— Amy, please, come here!
En eso, Alfred se le apareció de repente, sacándole un susto de muerte al británico.
— England!
— Ah! America! Damn! ¡¿Qué te pasa?! Idiot! ¡¿Acaso quieres matarme de un infarto?!
— ¡Jajajajajajaja! ¡Lo olvidaba! ¡Ya no eres un jovencito! Cualquier emoción fuerte te puede manchar el pantalón.
— What? ¡Pero qué vulgar! ¡Esa no es manera de tratar a tu hermano mayor!
— Yes, yes, yes, cómo digas. Te escuché hablarle a la hermana del odioso mojado, ¿Verdad?
— Of course, estoy buscando a Amy, ¿La has visto?
— Well, vi que ella salía de la casa con Alemania, e iban muy agarrados de la mano.
— ¡¿De... de la mano?!— preguntó Arthur muy pálido.
— Wow, por tu reacción, creo que te ganaron por hacer mucha "decidia", como dice el mojado.
— Bueno. Ejem. Cuando la veas, dile que... que. Mejor no le digas nada, please.
Con algo de tristeza y pesar, Arthur deja a su hermano, yendo a su habitación a tomar té a solas.
— "Maldito Ludwig, me ha ganado esta, pero no se lo voy a tolerar"
Una cabeza castaña se asoma por una puerta, se trata de la húngara. Traga saliva, ya de a perdis tiene una idea de cómo hay que actuar gracias a Francesis, la Guayana Francesa, a quien pidió consejo, claro que no le mencionó a quien intenta conquistar. Aún recuerda cómo pasó todo (y sigue sin creerlo):
Eli se encontraba en casa de Francia, arreglando asuntos económicos, pero con quien hablaba era con Francesis, ya que su hermano se encontraba realizando otras cosas. No pudo evitar ver cómo ella se desenvolvía con tanta elegancia y finura, esas manos frágiles moviendo dulcemente aquella pluma, los gestos de su cuerpo, su forma de sentarse, esa coquetería natural, y sobre todo, su encantadora sonrisa. Quedó pasmada por todas esas maneras que tiene ella "¿Cómo le haces?" Fue cuando preguntó. La chica rubia se volteó un poco confusa. Elizabetha le contó lo que sentía por ese alguien, y que le interesaba conquistarle. La francesa sonrió con picardía y le empezó a contar sobre el trato con el sexo opuesto, maquillaje, vestuario, modos de andar, cómo hablar y cositas como estas. Y ahora a la muchacha le da pena salir con esa ropa provocativa que trae puesta. Respira hondo y empieza a caminar fuera de su habitación. Desearía ir más rápido pero esos tacones de clavo se lo impiden, tiene que sostenerse en el pasamano si la pobre no quiere rodar por las escaleras. Lástima. Uno de sus pasos resulta resbaladizo y cae de sentón por cada uno de los escalones, hasta el último. Todo pasó tan rápido que ni tiempo tuvo de quejarse. Se levanta como puede y su caminar recuerda a unos pies descalzos caminando entre vidrios, o peor, entre legos. Es en la sala donde ve a Juárez, quien al mirarla ahoga un grito: se ve horrorosa.
No es que fuese fea, al contrario, es muy bonita, pero lo que trae puesto no le favorece en absoluto. La blusa rosa fucsia es de tan mal gusto para la visión, aparte de estar muy escotada, la falda negra está demasiado estrecha y muy corta, sin contar con esas medias de red. Y lo peor, el maquillaje, el moreno juraría que todos los payasos existentes la acaban de asaltar. O que quizá probó la escopeta de Homero.
— ¿Pos de que circo saliste, mujer?
— ¿Qué?
— No, nada. ¿Tú te maquillaste y te pusiste eso?
— Sí— su rostro se torna algo preocupada. — ¿Por qué?
— Mmm, creo que puedo ayudarte a verte mejor. Vayamos a tu cuarto.
Esto sorprende a la húngara, ¿Tan rápido tenía que pasar todo? ¿Había funcionado el maquillaje? y esa ropa que trae puesta, ¿Tuvo impacto? De que dejó perplejo al chico es muy cierto, pero del susto que se llevó al verla. Intenta caminar tras él y casi se cae, el moreno alcanza a sostener a la chica y la carga— pá ir más rápido— ella comienza a sufrir de taquicardia, si no es que ya le dio un paro cardiaco del gusto, casi puede escuchar sus latidos al cien. Por fin llegan a su cuarto. Juárez pone a su amiga en la cama, mira las maletas de ella y pregunta "¿Puedo ver?", un tanto confundida, la dueña asiste con la cabeza, Rafa echa un vistazo rápido a la ropa, hasta sacar de él un vestido amarillo, sin mangas y con dulces florecillas como estampado, escoge unos zapatos blancos, de tacón bajos y muy femeninos, antes de salir del cuarto, le dice a Hungría que se cambie de ropa. No tarda mucho.
— Ese vestido te queda bien, pero ahora hay que maquillarte.
—Pero si ya estoy maquillada.
— Eh— no tiene idea de cómo decirle qué fatal es ese maquillaje, sin herir sus sentimientos, claro. — No combina con esa ropa— Rafa es salvado por una respuesta sacada de la manga.
Cómo puede, desmaquilla a Elizabetha, lo más suave que puede para no lastimarla, y le vuelve a retocar de forma linda, su cara se ve dulce y, en comparación con la pintarrajeada anterior, se ve muy discreta. Para cerrar con broche de oro, le hace un hermoso peinado alto, hasta le pone accesorios.
— ¡Listo! ¡Para algo sirve tener a una hermana menor! Es como vestir a una muñeca. Por cierto, hazte un favor y quema esa ropa con leña verde— señala con el dedo la ropa espantosa que traía antes puesta la chica— tienes atuendos mejor que eso. Bueno, me voy.
—Pe… pero… —intenta detener a Rafael, y fracasa.
— ¡Suerte con tu conquista!
Y se fue sin escuchar las últimas palabras dadas por esa voz femenil:
— Pero si tú eras mi conquista.
— ¡Guau!
La chica voltea, encuentra a Prusia con su grandiosa cara pasmada.
— ¡Hungría! ¡Te ves hermosa! Bueno, siempre ¡Pero hoy te ves genial! No me atrevo a decirlo ¡Al diablo! ¡Te ves más grandiosa que yo! ¿Puedo invitarte un café?— interroga emocionado, toma las manos de su amiga, ella se encuentra un tanto noqueada por cómo ocurrieron las cosas con Juárez, pero decide sonreír.
— Está bien.
Pobre México, ya está harta de su situación. La salida con Alemania fue estupenda... hasta que vio esas gruesas cejas fruncidas en la cara de Inglaterra; empiezan las indirectas, le siguen comentarios más ofensivos y los dos rubios terminan con golpes. La muchacha decide salir al balcón principal, de nuevo, pensando en los inconvenientes de encontrarse junto a ese par. Juárez, el cual estaba hablando con Rusia, Holanda, Escocia y con los italianos, había visto cuando DF salía.
—Hey manita, no te me agüites, ya vi lo que hacen esos dos al estar junto a ti.
— ¿Qué quieres?— dice México muy seca, su hermano solo la abraza. Se hace el silencio y de la nada Rafa dice:
— Me gustan tus ojos; brillan como si fuesen dos luceros.
Pobre Amy, con esto se avergüenza, aparte de sentirse cansada. Mira la sonrisa divertida del moreno.
— Quédate con quien te mire a los ojos y no a tu escote.
Extrañamente esto hace soltar unas carcajadas sonoras por parte la mexicana.
— Sí, lo haré, gracias— se abraza a Rafa.
— Que bueno que ya te "alegrastes", ten ¡Te traje tequila!— enseña un envase lleno de ese delicioso líquido.
— ¿De dónde sacaste eso? Aquí no venden ¿Te lo trajiste de contrabando?
— Lo que se mira no se pregunta; ¡Anda! Invita a tus amigas y diviértete.— Le pasa dos botellas a su hermana y la deja sola, otra vez.
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Mikc: y fin se acabó la historia
Chica Joker: ¡No es verdad, aun no acaba!
Mikc: lo sé, solo quería molestar.
Chica Joker: Ya me di cuenta. Mejor expliquemos la causa de este fic.
Mikc: la razón es porque no teníamos nada mejor qué hacer.
Chica Joker: Cierto, y porque es divertido. Ok. No.
Mikc: bueno ya, se puede decir que este fic es el resultado de juntar al Ooc de Chica Joker, osea Amy, y de juntar mi Ooc, el desgraciado de Rafael, ya verán porqué le digo así.
Chica Joker: Sí, el enano fastidioso de Juárez. Un méndigo enano hijo de su m….ya te imaginarás lo que creo de él. No me agrada para nada. ¡le puso una cucaracha a su hermana!
Mikc: no subestimes el poder de las cucarachas, muerden feo. Aparte, Hetalia no nos pertenece, sólo nuestros Oocs, pobrecitos, van a sufrir.
Chica Joker: Te oíste como Rusia.
Mikc: deja a Rusia, es un amor…. Una mortificación. Nah me cae bien.
Chica Joker: A mí no. Lindo es Inglaterra.
Mikc: Y Canadá, por ser violable. Ok bye.
Chica Joker: Okay, como digas. Adiós.
