Almas destinadas a morir
La noticia
Volterra, Italia – 1723
Una mujer alta, esbelta y de cabello color caoba caminaba dubitativa por los pasillos de un gran castillo. Lucía un vestido negro de encaje, con detalles en rojo, que estaba pegado a su hermosa silueta. Su nombre…era Heidi.
Heidi iba en busca de su amo, Aro, tenía novedades que había oído en su última casería. Novedades que quería compartir con su amo, novedades que a él le encantarían, novedades que a ella le traería beneficios. Si ella hacía un buen trabajo, sería recompenzada. Hace mucho tiempo que esperaba la autorización de la conversión de un joven apuesto que ella conocía.
Estaba llegando a la sala donde se encontraban sus amos en ese momento, dudó antes de entrar. ¿Estaba bien lo que hacía? ¿Era útil ese dato? Aún recuerda la última vez que llevó un dato poco relevante…el problema no era Aro, sino…Caius, su mal carácter la preocupada…
Pasó sin golpear, ya se había acostumbrado a dejar de hacerlo ya que se imaginaba que, al ser solo vampiros los que se encontraban en esa habitación, ya sabían que ella se encontraba ahí.
-¡Heidi!-Exclamó Aro contento-Qué placer tenerte por aquí…¿Alguna novedad, querida?
Heidi dudó antes de contestar, porque inmediatamente su mirada espantada se posó en la penetrante mirada de Caius.
-No le prestes atención a Caius, Heidi…-Intentó animarla Aro-Tuvimos una pequeña…discusión, intercambio de opiniones sobre unos humanos hace un rato…nada del otro mundo, nada…
-S-si, mi señor…-Heidi tomó aire y se tranquilizó-Bueno, resulta que acabo de venir de Gran Bretaña, y…bueno, escuché a más de unas personas hablando sobre unos niños…algo peculiares-Caius ya comenzaba a resoplar.
-Patrañas…-Susurró.
-Si, querida, continúa-La animó Aro sin prestar atención a su compañero.
-Bueno, dicen que hacen magia. O algo por el estilo…creen que son capaces de bloquearles sus sentidos…incluso hacerles doler si se los molesta…Y…bueno, estaba pensando…
-…que tal vez podríamos enviar a Eleazar contigo a averiguar. ¿No? ¿Es eso lo que quieres?-Resopltó Caius molesto, eventualmente, no creía lo que Heidi decía sonara muy convincente.
-¡Me parece una genial idea!-Exclamó Aro, ilusionado con que tal vez sea un gran tesoro lo que se haya en Gran Bretaña.
-No lo sé, Aro…hace años lo único que se habla es sobre eso, casería de brujas y cosas así…estos humanos están histéricos, no debe ser nada…
-Bueno, mi querido compañero, con intentar uno no pierde nada…Además supongo que Eleazar tal vez querrá salir de paseo un poco ¿Verdad?
Eleazar, que se encontraba de pie cerca de ellos, sin decir una palabra, pero a la escucha de la discusión, se acercó al grupo de personas.
-Con gusto-Dijo en un fluido español-Claro que iré, yo no tengo ningún problema.
-¡Meraviglioso!-Exclamó Aro-Cuando gusten, cuando gusten pueden ir.
Heidi se quedó en silencio, no quería expresar sus deseos aún, habrá tiempo para ello…ahora esperaba que su noticia valga la pena, para poder así pedirle a Aro lo que tanto deseaba…
-Bueno…-Aro cortó el silencio mientras movía sus manos-Entonces está decidido, pueden partir cuando quieran.
-Amo…-Heidi contestó lentamente, quería pedir algo antes de ir-¿Podría yo…antes de partir…hacer unas cosas? No tardaré.
-Claro, querida, pero no tardes mucho, por favor-Aro no sabía las intenciones de Heidi, pero podría averiguarlo, si quisiera, con solo tocarla…pero por la forma en que ella actuaba, debía suponer que estaba manteniendo algún romance con algún otro miembro del Castillo-Vuelve aquí cuando termines, te estaremos esperando.
-Sí, amo, muchas gracias-Contestó Heidi animada y desapareció rápidamente de la habitación.
Mientras a su espalda, Caius comenzaba a quejarse sobre la situación, y Marcus susurraba algo como 'Otra vez no…'
Heidi no se dirigió a su habitación, tampoco a los pasillos, no se dirigió a ningún lado dentro del Castillo. Se dirigió a una panadería que se hallaba cerca del Castillo (Nota de la autora: No me peleen, es mi imaginación!) Buscó entre la gente que se encontraba de compras en ese momento, miró hacia el mostrador y allí estaba; Demetri.
Lucía un harapiento trapo manchado con harina mientras entregaba un kilo de pan recién horneado a una pequeña anciana.
-Espero lo disfrute, ¡Recién salido del horno!-Exclamó el joven a la anciana.
-Demetri-Susurró Heidi. Éste, al reconocer su voz, dejó el trapo sobre el mostrador y se acercó a Heidi. Esta, se dio la vuelta y lo guió hasta un lugar poco habitado, donde no habían muchas personas, debían hablar en privado.
-¿Y? ¿Cómo te fue?
-Creo que bien, no le he pedido mi deseo aún, pero…
-¿Pero…?-Preguntó Demetri preocupado por la duda de Heidi mientras sus manos acariciaban los brazos desnudos de la joven mujer.
-Bueno…mi padre quiere que visite a unos parientes…un poco lejos…y mi hermano debe acompañarme. Quiero hacer una buena acción antes de presentarte oficialmente…
-Heidi…te esperaré. Si es tu deseo, yo lo haré. Quiero formar parte de tu familia, y no quiero tener problemas con tu familia. Aro, es decir, tu padre, tiene que estar de acuerdo…
-Si…muchas gracias por entenderme-A Heidi le dolía engañarlo así a Demetri, su amor. Heidi le había dicho que Aro era su padre, y Eleazar su hermano…formar parte de su familia no significaba lo mismo para ambos. Para Demetri, significaba contraer matrimonio, para Heidi…significaba convertirlo en vampiro.
Demetri inclunó su rostro hacia el de Heidi, y acercó el de ésta lentamente con su mano derecha.
-Ti amo-Dijo antes de que ambos se fundiesen en un apasionado beso.
Heidi ya estaba devuelta en el castillo, y se dirigía de vuelta con sus amos.
-Ya estoy lista-Anunció al entrar.
-Te has tardado-Dijo Caius cortante, el sabía que Heidi ocultaba algo.
-¡Perfecto, perfecto!-Canturreó Aro-Los estaré esperando con noticias.
-Si, Amo-Dijeron Heidi y Eleazar al mismo tiempo, y al mismo tiempo, ambos comenzaron a caminar, dejando el Castillo a sus espaldas.
