Nota de autora: Este fic y sus personajes están basados en la saga de libros "Cazadores de Sombras" de Cassandra Clare.
1
La chica del tren
-Sí ya lo sé mamá, te dije que estaría en casa a las 17:00 y son las 18:15 pero es que los trenes van con retraso. Hemos estado más de una hora parados, alguien se ha suicidado tirándose al tren… no mamá no sé quién ha sido…-
-¿Suicidio? Yo más bien diría homicidio…- Sonrío Jace intentando limpiarse inútilmente icor de demonio ya reseco en su pantalón. –Maldita sea- se quejó al darse cuenta de que esa mancha no se iría jamás de sus tejanos nuevos. Matar a ese demonio no estaba en sus planes, no iba vestido para la ocasión, pero se lo encontró acechando a un niño ¿Qué otra cosa podía hacer aparte de acabar con él? ¿Y qué culpa tenía él si precisamente en esos momentos pasaba el tren y chocó contra el difunto cuerpo del demonio? Intentó buscar el lado positivo: su pequeño problema con los pantalones sería insignificante comparado con el que tendría esa chica pelirroja al llegar a casa.
-¿Y qué quieras que haga? Lo siento ¿Vale?- seguía la chica con su discusión- Podemos ir otro día a ese sitio que me querías llevar… no… mamá… pero… ¡Mamá! ¿Vas a culparme a mí de que alguien se tirase al tren?-
-Dile que estás conmigo se tranquilizará- le dijo un chico con gafas sentándose a su lado.
-Oh ¡Cállate Simon!- le regaño la pequeña pelirroja. Tenía carácter para ser tan poca cosa.
Jace se sentó en los escalones que servían para salir y bajar del tren. En otras circunstancias se hubiese sentado en un asiento como la gente normal pero llevaba la runa de invisibilidad, era invisible a ojos de todos aquellos mundanos lo que significaba que corría el riesgo de que alguien quisiese sentarse justamente en el asiento que ocupaba él. Como norma general Jace sabía que ocultar su belleza al resto de mortales era un delito pero iba completamente salpicado de icor y con las ropas rotas: dejarse ver llamaría demasiado la atención. Simplemente se sentó y se dedicó a mirar y a escuchar descaradamente conversaciones ajenas. Tenía a la pequeña pelirroja y a su acompañante el gafotas dos asientos más atrás pero escuchaba perfectamente todo lo que decían.
-¿Qué te han dicho de tus dibujos? Habrán flipado, son buenísimos-.
-Es la escuela de Bellas Artes Simon… están cansados de ver dibujos buenos…-
-Puedes llevarlos esta noche al "Coffe & Art"-.
-¿Y para que diablos quieres que lleve los dibujos allí?-
-Clary hoy es la noche participativa. Dicen que a veces cazatalentos van allí para ver la gente que canta o recita sus propias poesías en busca de nuevas estrellas. ¿Quién te dice que alguno de ellos no se podría enamorar de tu obra?- Clary puso los ojos en blanco.
Desafortunadamente para Jace su distracción acabó pronto: la pelirroja y el gafotas bajaban ya en esa parada. Se levantó de los escalones para que la gente pudiera bajar sin tropezar con sus pies y se puso a un lado pero aún y así alguien chocó contra él haciéndole desesperar ¿Cómo podía ser que con todo el espacio que había alguien hubiese podido tropezar contra él? Estaba literalmente pegado a la pared.
-Perdón- se disculpó esa tal Clary mirándole directamente a los ojos.
En un principio Jace tan solo izo un gesto con la mano sacándole importancia pero segundos más tarde reacciono: esa chica le había visto. Se quedó perplejo pero se auto convenció de que lo más probable era que hubiese sido una coincidencia, seguramente se disculpó a otra persona y miró hacia él de casualidad. Rápidamente miró a la calle y vio que ella le seguía mirando con el rostro horrorizado: no era para menos parecía que venía de la guerra. Las puertas del tren se cerraron tras el pitido de advertencia y volvieron a ponerse en marcha aún y así a Jace le dio tiempo de ver como la chica le señalaba para que su amigo también le mirase pero evidentemente el pobre chico no podía ver nada.
-Puede verme… esa pequeña mundana puede verme- se repetía a si mismo. Si no lo llega a ver con sus propios ojos no lo hubiera creído.
Miró si la runa continuaba estando bien dibujada en su piel y empezó a examinar el vagón entero pero nadie más parecía verle. Que raro. Se fijó que en los asientos donde habían estado sentados la pelirroja y su amigo había un papel en el suelo. Era una hoja de blog de dibujo. Sintió curiosidad por ver esos magníficos dibujos de los que habló su amigo así que cuando nadie miraba aprovechó para girar la hoja de papel. Quedó de piedra: el dibujo era la runa angelical.
2
Rumores
-¿Sí?-
-Magnus, soy yo Jocelyn. Creo que hoy no podremos venir-
-¿No crees que es un poco tarde para avisar? Hace cuarenta minutos que tendrías que haber venido. Querida, tú y tu hija sois adorables pero sabes que tengo muchísimo trabajo, estoy muy demandado y mi tiempo vale oro. Sabes que estoy haciendo enormes esfuerzos para haceros un hueco en mi apretada agenda cada vez que necesitas que le renueve el hechizo-.
-Lo sé, lo sé. Lo siento de veras. Ha habido algún problema con el tren y Clary todavía no ha llegado a casa. Siento pedirte esto pero necesito que la veas cuanto antes y quizá deberías incrementar el poder del hechizo, cada vez le hace menos efecto. ¿Te va bien mañana? Te pagaré lo que quieras…-
-A buenas horas me hablas de pagos… llevas más de cuatro años sin pagar pero no quiero tu dinero Jocelyn… lo necesitas más que yo pero si que quiero que hables con ella-.
-Aún es pronto. Tan solo le quedan dos años para cumplir la mayoría de edad, entonces se lo explicaré todo-.
-No tenemos dos años Jocelyn-
-¿Qué quieres decir con esto?-
-Ya sabes… corren rumores de que Valentine ha vuelto, más poderoso que antes y que va a por todas. Quiere los instrumentos mortales al precio que sea. Ya sabes de lo que es capaz con tal de conseguir sus objetivos-.
-Oh Dios… ¿Cuánto hace de cesto? Nos esconderemos, no permitiré que nos encuentre.-
-No puedes esconder a una adolescente dos años sin darle una explicación convincente. Lo que tienes que hacer es explicarle la verdad, que esté preparada para lo que pueda pasar-.
-Quizá solo sean rumores… desde que desapareció he escuchado mil y una historias sobre mi marido pero ninguna de ellas cierta. Podría ser una mentida más-.
-Lo dudo. Ya han sido vistos antiguos miembros del Círculo que aún son fieles a Valentine y sus ideales vestidos con sus ropas de combate merodeando por las calles y han aparecido varios subterráneos muertos. Esta vez son más que rumores-.
3
La hija de Valentine
Pocas estrellas iluminaban el cielo esa noche haciendo que pareciera más oscura de lo normal y el viento soplaba con fuerza. Hacía frío y como el Instituto carecía de calefacción los cuatro habitantes cenaban en la cocina junto a la chimenea.
-No le des más importancia hay algunos mundis que pueden vernos, eso siempre ha sido así- comentó Isabelle mientras se llenaba el vaso de agua.
-No, esta vez es diferente… hay algo más- pensativo Jace.
-¿Qué? ¿Qué estaba buena?- Le reprochó Alec ofendido.
-No me fijé en si estaba buena o no. Supongo que sí: el 80 % de las pelirrojas lo están – ese comentario pareció enfadar aún más a su amigo- pero eso no viene al caso. Lo que hace que esta vez sea diferente es esto-. Se sacó un papel doblado del bolsillo y lo dejó encima de la mesa.
Impaciente como siempre Isabelle cogió el papel casi antes de que tocara la mesa, manchándolo con sus dedos untados de salsa, y lo desdobló al instante. Todos quedaron boquiabiertos al ver el dibujo.
-¿Qué es esto?-
-La runa angelical Alec ¿Todavía no has memorizado cómo es?- Le reprochó Jace con ese sarcasmo que solo él era capaz de hacer.-
-Sé perfectamente lo que es...-
-¿Lo tenía la mundana? Vaya… Quizá te ha estado observando todo ese rato y ha dibujado la runa porque te la ha visto- Izzy como de costumbre haciendo sus teorías.
-No- explicó el rubio- La chica iba con un bloque con varios dibujos dentro según comentaba su amigo. No la vi coger el lápiz en ningún momento. Ese dibujo ya lo había hecho antes de verme.-
-¿Y dices que es pelirroja?- Preguntó Hodge después de analizar la situación.
-Sí, bajita y delgada. Creo que se llama Clary ¿Sabes quién es?-
-No estoy seguro. A partir de que se creó el Círculo la demencia de Valentine Morgenstern iba creciendo día a día. Empezó hacer experimentos a escondidas incluso experimentó con su propio hijo. Cuando su mujer, Jocelyn Fairchild, supo todo lo que hacía decidió abandonarle llevándose con ella la copa mortal-.
-Sí, ya sabemos la historia- impaciente Izzy - ¿Y eso que tiene que ver con la mundana?-
-Se dice que cuando Jocelyn le abandonó estaba embarazada-.
-¿Insinúas que podría ser la hija de Valentine?- Los azules ojos de Alec se abrieron como platos.
-Podría ser que este rumor no fuera del todo cierto, pero es pelirroja como su madre y eso explicaría el hecho de que pudiera verte y lo del dibujo de la runa-.
Le costó muchísimo que Jocelyn le dejara salir esa noche. Tenerla encerrada en casa era el hobby favorito de su madre pero incluso Luke, que generalmente estaba de su parte, estaba receloso ante la idea de que fuera al "Coffe & Art". Clary estaba completamente confusa: había ido a ese bar miles de veces, era un local céntrico con gente normal y corriente: del barrio, de la escuela… no entendía que tenía de especial esa noche para que no pudiera salir. Estaba barajando la posibilidad de tener que saltar por la ventana cuando su madre durmiese cuando finalmente aceptaron dejar que fuera con la condición de ir solo por las calles frecuentadas de gentes y con locales abiertos y que tenía que tener el teléfono disponible en todo momento.
Clary miró su reloj: era tardísimo Simon estaría preocupado. Simon Lewis era el tipo de persona que siempre llegaba diez minutos antes a todas partes lo que significaba que aunque ella tan solo llegara con cinco minutos de retraso él ya llevaba un cuarto de hora esperado. Empezó a correr calle abajo cuando se fijó que algo brillaba en un árbol: era ese extraño símbolo que se repetía en su mente una y otra vez. Siguió corriendo esta vez más despacio y unos cuantos metros más adelante volvió a ver el símbolo, esta vez marcado en una piedra. Eso ya no podía ser casualidad. Siguió andando muy despacio examinando cada rincón de la calle hasta llegar a los semáforos. Tan solo le quedaba cruzar al otro lado de la carretera para llegar al bar cuando se fijó que en la esquina había otro de esos extraños símbolos. Se desvió del camino y fue hacia él. Era como si estuviera haciendo una de esas rutas de "trekking" que mientras vas andando vas encontrando carteles que te indican el camino a seguir. Miró hacia delante y esa calle no era precisamente por donde le dijo su madre que tenía que ir: varias de sus farolas estaban fundidas, no había ni un solo comercio abierto y nadie paseaba por allí pero su curiosidad tuvo más fuerza que su responsabilidad y siguió por esa extraña calle repleta de portales en mal estado y basura.
Al otro extremo de la calle se encontró con unos grandes jardines y se adentró a ellos buscando otro de esos símbolos pero no encontró ninguno. Después de varias vueltas se dio por vencida: allí no había nada. Salió por el otro lado y se topó con las puertas de una inmensa catedral gótica abandonada y semi destruida, como sacada de una película de terror. A otra persona le hubiese dado miedo tan solo acercarse allí pero algo en el interior de Clary la impulsó hacerlo. Al llegar a la verja principal se dio cuenta de que el brillante símbolo estaba junto a la manilla para poder abrir la puerta. Evidentemente no pudo contenerse de entrar. Al poner la mano en la manilla sintió como si una especie de energía fluyera de su mano y la puerta se abrió con un gran chirrido, le extraño que no estuviera cerrada con llave. Levantó de nuevo la vista para observar aquel imponente edificio y como si de un milagro se tratara esa vieja y ruinosa catedral se estaba convirtiendo en una magnífica iglesia. Se frotó los ojos para asegurarse de que eso no era una alucinación. No lo era: delante de sus narices una catedral vieja y ruinosa se había convertido en una preciosa iglesia con ese extraño símbolo grabado en sus puertas. Puertas que por su parte parecían llamarla porque no podía reprimir el impulso de ir hacia allí. Cuando ya casi tenía la mano en el pomo de entrada un rugido la hizo girar.
Algo que andaba a cuatro patas se le estaba acercando. Era muy oscuro y no podía verlo muy bien pero parecía una especie de reptil con un rugir que le helaba la sangre. Clary empezó andar marcha atrás sin dejar de mirar lo que fuera eso. Su plan de huida era correr hacia la verja de entrada y encerrar el bicho allí dentro pero rápidamente fue consciente de que no podía ir hacia allí: la cosa esa estaba en medio del paso. Parecía algo lento y gordo así que Clary completamente aterrorizada empezó a correr pero por sorpresa suya esa cosa era más rápida y ágil de lo que había pensado, y de un saltó se puso enfrente de ella dejándose ver por completo. No se parecía en nada a ningún reptil que hubiese visto jamás ni en libros ni en documentales. Tenía forma de Dragón de Komodo pero era peludo y con tres ojos brillantes y rojos. Sus patas terminaban con afiladas garras, su lengua era azul y sus colmillos secretaban una especie de espeso liquido amarillo. Clary tropezó y cayó justo cuando el monstruo se abalanzaba sobre de ella, la chica rodó hacía el lado derecho pero no pudo evitar recibir un fuerte arañazo. Intentó levantarse y huir pero éste le clavó sus largas zarpas en los tejanos haciendo que cayera de nuevo y acorralándola contra la pared de la iglesia. Chilló horrorizada y su instinto de supervivencia la hizo ponerse en posición fetal cubriéndose la cabeza con los brazos. El reptil abrió su grande boca y mordió la pequeña muñeca de la chica. Clary ya se estaba preparando para notar como le arrancaban la mano cuando alguien le sacó esa cosa de encima. Levantó la vista y vio como una sombra clavaba una especie de espada brillante al monstruo y ese se convertía en ceniza que el viento no tardo más de diez segundo en llevarse. De inmediato la sombra se le acercó.
-¿Estás bien?- El chico quería ayudarla a ponerse en pie pero las piernas le temblaban tanto que no podía ni levantarse del suelo.
-No. Sí. No lo sé- Clary no podía dejar de llorar. Su salvador empezó a examinarle el rostro en busca de heridas. –Eres el chico del tren- sorprendida, él asintió con la cabeza.
-Y tú la chica del tren- le sonrió. Tenía una sonrisa preciosa.
-Oye tú ¡Aléjate de ella!-
Clary reconoció de inmediato aquella voz: era Simon que decidido fue hacía allí y empujó al chico sin pensárselo. La escena podía conducir a equivocaciones: una pobre chica tirada en el suelo del jardín de una catedral abandonada con las ropas rotas y llorando y un fuerte joven a su lado cogiéndola por los hombros.
-¡No Simon! Él me ha ayudado. No me ha hecho nada.-
-¿No? Oh, perdona quien sea que seas- se disculpó al chico y se volvió a dirigir a Clary -¿Qué ha pasado? Como no venías ni me cogías el teléfono me preocupe y puse el localizador del teléfono que me ha llevado hasta aquí-.
-Me llamo Jace y podrías ser un poquito más amable conmigo, acabo de salvar a tu novia-.
-¿Salvar? ¿De qué?- Quiso saber Simon observando a su alrededor.
-No es mi novio- se apresuró a afirmar ella -¿Qué era esa cosa?-
-Un demonio- lo dijo como si nada, como si encontrarse un demonio fuera lo más normal del mundo. Se fijó en la muñeca de la pelirroja. –Mierda, te ha mordido. Tienes que venir conmigo-.
-No le hagas caso. Te está contando historias porque quiere llevarte a la cama- le advirtió Simon a su amiga
-Mírame mundano- con soberbia – no necesito inventarme historias para llevarme las chicas a la cama. –Mira- y cogió con brusquedad la muñeca de Clary para enseñarle la herida al incrédulo de su amigo.
-¡Ay!- Protestó ella.
-Lo siento- se disculpó Jace y se miraron fijamente a los ojos despertando algo en el interior de ambos.
-¿Mordisco? ¿Demonio? ¿Pero que estáis diciendo? ¡Aquí no hay nada!-
-Porque se ha convertido en ceniza cuando le ha clavado la espada-
-¿La has drogado?- Simon volvía a desconfiar de ese rubio guaperas.
Pero Jace ya no tuvo tiempo de contestar: Clary se había desmayado.
Cuando despertó estaba tumbada en una vieja camilla de una sala blanca que tenía pinta de enfermería. Le dolía mucho la cabeza y le costaba enfocar bien la vista pero se fijó que le habían vendado la muñeca donde el presunto demonio le había mordido y le habían puesto un extraño símbolo en la piel que le escocía. Quiso acercarse el brazo para observarlo mejor pero no pudo ya que estaba enmanillada en los oxidados hierros de la camilla.
-¿Qué carajo significa esto?- Preguntó un poco mosca.
-Por lo que parece ahora somos peligrosos delincuentes- le contestó Simon indignado.
- ¿Qué estás diciendo?-
-¡Sí! Un grupo de tarados nos ha detenido. A mí se me acusa de incumplir unos acuerdos entrando en un sitio sagrado sin ser invitado y a ti pues aún no se sabe-
-No hay nadie detenido- un hombre de la edad de su madre entró por la puerta acompañado de tres jóvenes, uno de ellos era Jace el chico que la había salvado.
-¿Por qué estamos encadenados?- Clary volvía a tener ganas de llorar: estaba siendo una noche de mierda, tendría que haberle hecho caso a su madre y quedarse en casa.
-Porque nos queríais atacar- le contestó la única chica del grupo.
-¿Atacar? ¿Nosotros?- Los dos amigos se miraron sin entender nada de nada.
-Sí, tú y tu amigo o sirviente. No disimules niñita sabemos perfectamente quien eres y a que has venido. Eres la hija de Valentine.
Continuará en capítulo dos
