Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro. Ni se emocionen,NO yaoi NO yuri. Historia Post-Hades.

Capitulo 1:Pero yo soy...todo un hombre.

Sui vida tranquila de pronto comenzaba a cambiar, el simple despertar se había vuelto distinto entre aquella vivienda en la cual había vivido los últimos años y que, tras lo sucedido días atras, parecía no reconocer. A partir de que sus memorias habían vuelto, todo comenzaba a atormentarle haciéndole sentir perdida en el tiempo y reventándole una pesada carga en sus hombros llena de culpabilidad por haber olvidado el único recuerdo que la había mantenido al borde de la vida tras caer en el risco de Rodorio: su hermano.

Abrió la puerta de su pequeña choza y tomó la canasta de la mesa de madera añeja con la firme intención de ir a realizar sus compras a Rodorio por rutina para la comida, quizá en ello miraría las mismas caras que veía a diario, les sonreiría de nuevo y le ayudarían a olvidarse de su realidad, pero tan solo había dado unos pasos afuera de la choza y una preciosa silueta de cabellos de fuego recargada en una pared de arcilla, se acerco con seguridad hasta ella.

La figura se colocó a su frente y se reverencio, silenciosa, aunque casi estaba segura que tras esa fría mascara de plata, se dibujaba una tenue sonrisa.

—Marín.

—Seika—murmuró la pelirroja mientras una sutil brisa acariciaba su cabello, haciendo tensarse a la castaña que apretaba con fuerza la canasta en espera de las primeras palabras de los labios de la amazona, esas palabras que la tenían angustiada desde que recordaba.

— ¿Ya...has sabido algo...de Seiya?—al ver negar suavemente a la pelirroja, la castaña bajo su dulce mirada y suspiro.

—Lo lamento tanto Seika—murmuró la taheña—aunque esta vez, he venido por ti, necesito que me acompañes a un lugar.

— ¿Ahora?—pregunto la castaña casi con fastidio, un gesto idéntico al de su hermano—perdóname Marín, no quiero saber nada que no sea de él y hasta que él vuelva, quiero creer que nada de esto sucedió.

—No he sido yo quien te lo pide, si no... nuestra señora.

—Marin,sabes lo difícil que ya es para mi, no insistas—murmuro la castaña con desanimo—yo no se como pueden hacerle gente como tu para no sentir el ahogo que yo estoy sintiendo al no saber nada de mi hermano, incluso de los chicos. —pausó firme la castaña—Se que ustedes deben estar preparados para morir, que no consideran los sentimientos algo elemental y todo eso, pero yo ,una simple mortal que vive así sin saber si su hermano esta o no muerto, es demasiado.

—Seika...

—Marín—interrumpió ella continuando su camino, dejando de lado a la pelirroja—solo veré a tu señora cuando me tenga noticias de Seiya, hasta entonces...—suspiró—quiero creer que mi vida me pertenece solo a mi y no a Athena, como suponen todos en este pueblo, no soy ninguno de sus subordinados para que me mande a llamar cuando quiera.

Por dentro Marín sonrió. Seika era tan persistente como su hermano, y no la culpaba, el dolor que Seika manejaba era el mismo que alguna vez ella sintió con su propio hermano, así que no eran tan diferentes entre si la amazona y chica.

Y con aquella respuesta., Marín retorno al Santuario y mientras lo hacia, comenzó a recordar lo sucedido tras el Hades. No había sido fácil para ella resignarse a la muerte de la que consideraba su familia, a sus amigos, a su todo por muy fuerte que su amazónico corazón le dictara y es que cada una de las personas que ella consideraba muertas tras el Hades, se había ido en un parpadeó.

Ni Shaina se atrevía a reprocharle el silencio y soledad que mantenía la pelirroja cuando ella se alejaba de todo, a pesar de ser ellas dos las únicas que tenían la tarea de comenzar desde el principio y mantener el orden en los pocos escombros del Santuario.

El ver su hogar destruido ó su familia como Seiya o Aioria, le perturbaba demasiado a la amazona y no lo negaba, algunas veces sus lágrimas se habían escapado de sus ojos para al segundo siguiente, respirar y levantarse con ayuda de Jabu y otros para comenzar de nuevo.

No había diosa, ni Patriarca, ni guardianes de Templos, no había nada de lo que ella conocía y eso, eso era lo mas difícil. De pronto, a los pocos días de los sucesos, la pelirroja se internó de nueva cuenta hacia los aposentos del Patriarca tratando de buscar alguna carta, indicación o cosa que pudiera ayudarle en su desesperada tarea de reconstruir todo y fue entonces que, sin esperarlo, tras la estatua de Athena la misma Saory apareció alzando su cosmos, petrificando a la amazona.

—Mi señora... ¡esta aquí, viva!—exclamó la amazona aguardando una reverencia ante ella.

—Marín...—murmuro calmada la de cabellos lilas, acercándose hasta ella—perdona que me haya demorado tanto en aparecer pero...—los ojos de la diosa parecieron nublarse—tengo un asunto del que cuidar antes de reconstruir este lugar.

— ¿Pero que ha sucedido con Hades, mi señora?—preguntó ansiosa la pelirroja— ¿donde están Seiya y los otros?

—Marín...todo lo sabrás a su debido tiempo, por ahora, quiero que seas tu quien me ayude como hasta ahora, todo volverá a su orden natural, lo prometo, pero en lo que sucede, quiero que seas tu quien me ayude en ello. Serás tu la única con la que tendré acercamiento, no estaré aquí siempre ,como te dije, tengo asuntos que cuidar, por eso te llamare con mi cosmos y así sabrás que estoy aquí.

Marín accedió, y de inmediato, comentó la noticia con Shaina, Jabu,Ban y hasta Kiki, así como los pocos sobrevivientes del suceso.

Al paso de los días, Athena dio cuenta a Marín que Arles y Shion permanecían en la fuente de Athena en estado delicado. Su corazón comenzaba a emocionarse cada vez que Athena aparecía dejando indicaciones y noticias nuevas sobre los caballeros.

Y un día de esos en los que Athena aparecía, extrañamente Saory le pidió un extraño favor a Marín, el que llevara hasta ella a Seika.Y así había llegado hasta ahora, justo enfrente de la estatua de Athena, donde Saory le esperaba con paciencia. Al ver arribar a Águila sola, Saory entristeció:

—MI señora lo lamento, como lo ve, Seika decidió no acompañarme.

—Ya veo...—murmuró la joven—por lo pronto, me alegra que hayas regresado, hay una persona que te espera en la fuente de Athena. —Marín se extraño ante la respuesta de la diosa.

— ¿Una persona, se refiere a Shion, ha sucedió algo con el Patriarca o Arles?

—Ve mejor, te esta esperando—ante la orden, Marín se reverenció en forma de despedida y salió a toda prisa hacia la fuente de Athena. Al acercarse cada vez mas, poco a poco su rostro comenzaba a llenarse de alegría descomunal , pues débilmente, pero lo suficientemente perceptible, un par de cosmos cálidos se expandían por alrededor y fue entonces que lo creyó.

Detrás de una puerta de la fuente de Athena, pudo sentir el cosmos ardiente de un ser amado, y cuando abrió la perilla, el rostro calmado de Aioria en rebosante sueño le hizo dejar caer algunas lagrimas de emoción. Lentamente se allegó hasta el y le acarició el rostro tratando de impregnarse de que todo aquello era una realidad.

Tras quedarse un par de minutos, atrapándolo en su abrazo, Marín decidió averiguar si todos los santos había vuelto, mas supo por las doncellas que los cuidaban que en efecto, los santos dorados habían vuelto por la gracia de Athena mas de los jóvenes de bronce no se sabia aun nada.

Fue entonces que, independientemente de cualquier codicia de permanecer a lado de Leo, decidió correr a ver a Seika de inmediato.

En la calurosa tarde, Marín atravesó los caminos de Rodorio y entre ellos, observo a Seika comprando algunos manzanos a un anciano del pueblo. Al verla alejarse del tumulto de gente y avanzar por un sendero desolado, Marín se coloco frente a Seika y la asusto, deteniendo todo paso y derramando las manzanas del canasto.

— ¡Marín, eres tu!

—Seika tengo noticias—murmuró la pelirroja.

— ¡Dime Marín, ¿que ha sucedido?!

—Algunos caballeros han vuelto a la vida gracias a Athena.

— ¿Y Seiya, dónde esta Seiya?—preguntó de inmediato la castaña.

—Aun...no se sabe nada de él ni de los otros de bronce. —Seika se dejo hacer al suelo, enterrando sus uñas en la tierra mientras su pantaloncillo se manchaba con ella. —Tú sabes que hay esperanzas Seika, sobretodo si han vuelto los caballeros dorados.

— ¿Han vuelto todos?—preguntó la castaña mientras Marín se acercaba a darle la mano para levantarse.

—Si, aunque están en condiciones quebrantables, así que no dudes que Athena los traerá de regreso como los trajo a ellos.

—Quiero verla, y a ellos también.

— ¿Estas segura?—preguntó Marín y de inmediato Seika accedió.

Marín llevó de inmediato a Seika a la Estatua de Athena mas supo que era inútil arribar hasta ella pues su cosmos no se sentía. Fue entonces que la invitó a acompañarle a ver a los santos dorados convalecientes como era también su deseo.

Seika se sorprendió ante el esplendor de tal lugar y de las hermosas doncellas que cuidaban a bellos hombres que parecían habitar en estados crónicos. Marín le hizo acompañarle hasta una habitación en particular y ahí la castaña pudo observar a un hombre rubio recuperándose de lo que parecían heridas graves.

—Aioria...—murmuró la amazona.

Marín le tomó de la mano y se la apretó, haciendo que la joven notara de inmediato una cierta afección por el muchacho.

—Creo que...—carraspeó su garganta incomoda la castaña—debería dejarte a solas y volver a mi hogar, de cualquier manera vine a ver a Athena y no pude.

Marín asintió—le diré a una de las doncellas que te acompañe hasta el pueblo, no saldrás viva de este lugar si vas sola.

Marín se allegó hasta el pasillo de donde emanaban los cuartos y compartió algunas palabras con una preciosa jovencita tímida, que le asintió. Marín volvió hasta ella y comentó:

—La jovencita que entró a ese cuarto te llevara hasta el pueblo cuando termine de cambiarle los vendajes al caballero de Piscis, hasta entonces espera aquí.

Seika asintió y de inmediato observo encerrarse a la amazona de plata en aquel cuarto donde permanecía el hombre rubio.

Seika por lo pronto curioseó un rato en aquel lugar mientras esperaba a la doncella que le indico Marín, comenzando a caminar lentamente entre aquellos bellos pasillos rodeados de flores rosadas y enredaderas sobre vigas de mármol que cubrían algunas habitaciones privadas, incluso en una de ellas pudo observar al pequeño Kiki sosteniendo de la mano a un hombre de aspecto pálido y cabellera larga a quien le leía un cuento sobre corderos.

Seika continuo espiando entre los cuartos, y en uno de ellos una doncella sacó un canasto de ropa con un sombrero encima chistoso. Seika lo observó divertida y lo tomó antes de que la doncella se llevara el canasto, colocándoselo encima, ocultando parte de su cabellera en él.

Se allego al cristal de la puerta de un cuarto para observar su reflejo chistoso con el sombrero y cuando se colocó enfrente, inesperadamente esta se abrió y una mano la atrajo hasta el interior de ella.

Un hombre de cabellera desalineada azulada pero muy bien parecido y ropa de cama, la atrincheró contra la pared aun mareado, por lo que parecían efecto de medicamentos y con cierto olor a ungüento en su pecho descubierto, murmuró en un tono de borracho:

—Oye doncella, creí que la limpieza era prioridad para mí, el bello Escorpión y no veo mis vendajes nuevos. —Seika le miró con los ojos abiertos como dos platos mientras su pecho iba y venia en un vaivén nervioso por la cercanía del hombre semidesnudo.—Oye espera...mira lo que veo...—Milo se alejo de Seika unos centímetros, entrecerrando sus ojitos—tu no eres una doncella, eres un doncello ó como se diga...—Milo se sentó en el borde de su cama, suspirando intranquilo por el mareo de sus medicamentos—mírate nada mas, creí que era por las medicinas pero por tus rasgos femeninos hasta creí que eras mujer, ¡que feo hubiera sido si te besaba!—murmuró el griego.

Seika negó con la cabeza sin entender y se excuso: — ¡Pero es que yo soy...!

— ¡A mi no me engañas!—murmuro el aturdido santo—tu eres un chico, mira tu ropa sucia y no tienes cabello largo, eres un chico. —Seika observó su reflejo en el cristal de la puerta y al ver su aspecto, entendió el porque Milo creía que era un chico.

— ¡Oye! Tú tienes el cabello largo y no por eso eres una chica.

Milo le miró con fastidio—Y para ser un chico tienes la lengua muy suelta.

Con el cabello recogido en el sombrero, pantaloncillos sucios de tierra y delgada fisonomía cualquiera podría confundirla.

— ¡Pero es que yo no...!—Y antes de que Seika terminara de hablar, la doncella que cuidaba a Milo penetró a la habitación y Seika para no ser descubierta en su indiscreta situación, tomó un trapo y cepillo y dándole la espalda a la doncella, comenzó a limpiar algunos aditamentos de la habitación.

La doncella le sonrió a Milo cuando llegó con vendas nuevas, quien le coqueteó aun aturdido y acto seguido, observó a Seika de espaldas, preguntándole con la mirada a el santo sobre quien era "el intruso".

—Señor Milo, es hora de cambiarle sus vendajes.

Milo se tiró sobre la cama seductor y dijo— ¡Soy todo tuyo, lindura!

La doncella comenzó su labor sobre el torso desnudo de Milo, mas no podía seducirlo con cinismo pues la presencia de Seika la intimidaba, por lo que, molesta, comentó:

— ¿Y tu, de donde eres?

Seika carraspeó la voz nerviosa, pues tenia miedo de ser descubierta, por lo que con voz fingida de hombre, comentó—Yo, pues yo...yo—Seika se comenzó a angustiar sin tener respuesta alguna sobre lo que le preguntaba la doncella ,por lo que al ver un limpiador sobre el suelo, explicó:— soy el nuevo limpiador de baños ,si eso es.

— ¿Ves?, te lo dije, eras un chico—grito triunfal Milo— ¡Lo aceptaste, nadie engaña al gran Escorpio!

—Pues deberías ir a limpiar el baño de los cuartos cuatro y nueve de una buena vez, están asquerosos, así que has bien tu trabajo—comento irritada la doncella. — ¡Vete ya!

Seika asintió y salió aun a espaldas de la habitación con tal de no ser descubierta y salir lo más pronto posible de aquel lugar. Seika intento de cualquier modo regresar hacia Marín para que fuera ella misma la que la sacara de tal loco lugar, mas al ir hacia aquella habitación, la doncella que había penetrado al cuarto de Milo salió y llamo deteniendo cualquier paso.

— ¡Oye!—Seika se petrifico aun de espaldas. —¿Qué no te dije que fueras a la habitación cuatro?

Seika giro su mirada y observó la habitación cuatro, quizá si esperaba un poco dentro de ella la doncella le dejaría de fastidiar y así nadie le preguntaría sobre su conducta de curiosear entre las habitaciones, por lo que la castaña se encerró en tal habitación sin imaginar lo que le esperaba.

La cama de la habitación donde se encontraba estaba vacía, ó eso supuso ella, sentándose en la cama a esperar a que la doncella fastidiosa de Escorpio se perdiera por ahí y ella pudiera salir a encontrar a Marín ó la doncella que la llevaría al pueblo.

— ¿Que haces ahí?—pregunto una voz irritable, haciendo que la castaña se sobresaltara y se levantara de inmediato.

El santo de Cáncer se allegó a la cama y se interno débilmente hacia las sábanas, observando al tímido"muchacho "con limpiadores y cepillos en mano, ocultándole su rostro tras un chistoso sombrero—Oye muchacho hacen faltan toallas, has el favor de ponerlas que ya de por si es asqueroso estar aquí—ordenó el santo suponiendo por los objetos de limpieza que tenia Seika, que ella limpiaba el lugar.

Seika entonces intento resguardarse—Pero yo no trab...

— ¡No me contradigas y obedece!—objetó fastidiado el de Cáncer mientras se apretaba la sien por el zumbido que le aquejaba—no sabes con quien hablas estúpido, soy el santo de Cáncer.

Seika se alertó por la manera en que Mascara le hablaba y de inmediato supo que tenía que salir de ahí:

—Iré por ellas, señor—dijo Seika saliendo de inmediato de aquel cuarto y suspirando aliviada cuando lo hizo.

"Definitivamente la gente de aquí no tiene ni una pizca de amabilidad" pensó Seika y fue entonces que al ver de regreso a la doncella de Milo, Seika se internó de nueva cuenta en un ultimo cuarto.

Al penetrar, el lugar parecía quieto y silencioso, y fue entonces que sus ojos se toparon con un precioso hombre de cabellos castaños y curiosamente, muy idéntico al que Marín había llamado por el nombre de Aioria. El vaivén de su pecho parecía tranquilo y él hundido en un inmerso sueño. Se acerco lentamente hasta él, envuelta en el silencio y como encantada por su piel.

Sin querer sus dedos rozaron delicadamente su mano del muchacho e inesperadamente, fueron capturados por él, mientras su respiración se tornaba cada vez mas larga y pesada, haciendo que Seika se asustara e insistiera el liberar su agarre. Poco a poco los labios del hombre hicieron una pequeña abertura, dejando pasar el aire que necesitaba y lentamente, con la mano de Seika entre la suya, pronunció:

Quédate...

Continuara...

Lindos lectorcitos pues aquí les traigo un nuevo fic, espero hacerles pasar un buen rato y que logren emocionarse con mis locuras. Les mando mis mejores deseos para estas vacaciones y los veo el próximo capitulo.