Disclaimers: "Kaijudo, el Ascenso de los Maestros del Duelo" no me pertenece sino a Hasbro, así como "Final Fantasy" pertenece a Square Enix, solo uso los personajes para mi fanfic, que es por diversión sin paga
Guerra de los Totemas
Capitulo Uno: Liberando al Totema
Se encontraba en un páramo desolado, una ciudad que parecía haber sido arrasada por un breve Apocalipsis, totalmente desierta… pero el no se hallaba solo, pues a su lado había otras personas, algunos completos desconocidos, otros se les hacía vagamente familiares, seguro de haberlos visto en alguna otra parte, y cada uno portaba un arma diferente, e iba acompañado por una criatura diferente, pero evidentemente ninguna humana. Él portaba un ninjato, un sable ninja japonés tradicional de tamaño medio con empuñadura dorada con detalles rojos, e iba acompañado de lo que parecía un demonio que parecía la unión de un hombre y una especie de… minotauro, unidos por compartir el mismo par de piernas, teniendo la parte del monstruo en sus garras una lanza con punta dorada, adornada con pesados ornamentos en espiral también áureos. Juntos, él y los otros once individuos, se lanzaron a combatir contra una criatura que parecía una gigantesca salamandra albina con cuatro alas de ángel y cuatro de demonio cuando…
Sonó el despertador, lo que sacó a Raiden Pierce-Okamoto, apodado Ray por sus amigos y familia, de su sueño recurrente. Había tenido ese sueño decenas de veces desde que tenía uso de razón, y siempre se despertaba cuando él y los otros iban a enfrentarse a esa… salamandra. Lo que más le intrigaba a era que, aunque no sabía exactamente cómo, sabía que a algunas de las otras personas que aparecían en su sueño las conocía de algún lado. Sabiendo que no tenía caso seguir quebrándose la cabeza, se levantó de la cama y se dirigió al baño para empezar a alistarse.
Tras cepillarse los dientes, bañarse y vestirse, Ray se miró en el espejo para asegurarse que se hallaba listo. En su propia y humilde opinión era guapo con sus rasgos asiáticos, destacando su cabello negro con reflejos rojos, sus ojos marrones almendrados y sus labios ligeramente gruesos. Iba vestido con una camisa verde a botones, con las mangas remangadas hasta los codos, jeans de mezclilla, ceñidos con un cinturón negro con hebilla de doble vara, botas negras de suela gruesa y un chaleco rojo con capucha, llevando al cuello una cadena de plata con un medallón del mismo material con un rubí en el centro, con inscripciones en una lengua que Ray no entendía en la plata alrededor del rubí. Ray no sabía realmente de dónde había salido su medallón, lo había tenido desde que tenía memoria, y desde que tenía memoria apenas para dormir el medallón dejaba su cuello. Ni sus padres o abuelo recordaban dónde lo habían encontrado.
Una vez listo, Ray salió de su cuarto y caminó a la cocina, donde su madre, Janet, ya se encontraba preparando el desayuno, siendo ayudada por su abuelo, con quien compartía nombre; dada la hora, Ray sabía que su padre, Ken, ya habría salido a trabajar al dojo donde impartía clases de karate. Su madre era simplemente bella, con cabello rubio hasta los hombros, piel clara la cual Ray había heredado de ella, y ojos verdes, iba vestida con una blusa de manga larga a botones roja, jeans y zapatos de tacón bajo; su abuelo por su parte era un hombre de origen japonés, quien se había mudado a América tras morir su esposa por insistencia de su hijo, tenía el cabello cano pulcramente peinado, la barba arreglada, sus lentes colocados sobre los mismos ojos marrones almendrados que su hijo y nieto habían heredado de él, iba vestido con un traje azul claro, con camisa blanca y zapatos cafés.
-Buenos días, mamá-saludó a su progenitora, dándole un beso en la mejilla.
-Buenos días, cielo-saludó su madre, abrazándolo con un brazo cuando Ray se acercó a besarla.
-Buenos días, Ojīsan-saludó a su abuelo, esbozando una respetuosa reverencia.
-Buenos días, Raiden-respondió su abuelo, tanto el saludo como la reverencia. Su abuelo era el único que lo llamaba por su nombre completo, aunque la verdad a Ray nunca le molestó, no sólo porque le honraba compartir nombre con su abuelo, sino porque él sabía que había abuelos que siempre llamaban a sus nietos por sus nombres completos.
El menor se sentó a desayunar con su madre y con su abuelo, durante el cual hablaron tranquilamente en caso de tener planes para el día. Acabado su desayuno Ray llevó su plato al fregadero, subió a volver a cepillarse los dientes, bajó, tomó su mochila y, tras despedirse de su madre y su abuelo, salió a la calle rumbo a la escuela.
A los diez minutos de caminar se encontró con sus amigos, Allison Underhill, mejor conocida como Allie, y Gabriel Wallace, Gabe para los amigos. Allie era una chica de pelo rubio, piel clara y bonitos ojos azules, ese día vestida con una blusa morada de manga corta con detalles en índigo, jeans azules con detalles morados, botas cafés, calentadores morados y una pashmina morada, la verdad Ray no hubiera tenido problema en salir con Allie si omitía el detalle de que la conocía desde primer grado y era como su hermana; Gabe por su parte era un muchacho de color, llenito, de cabello negro y ojos azul oscuro, vestía con una camisa a botones azul claro, un suéter azul con parches de cuero en hombros y codos, pantalones cortos negros, mocasines color mostaza y una gorra de golf color arena, Ray y Gabe habían sido amigos desde quinto grado, cuando se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, más que nada cosas como cómics, videojuegos y ciencia ficción, que en su mayor parte a Allie no le llamaba mucho la atención.
Tampoco era que los amigos de Ray no fueran amigos entre sí, ya que si bien a Allie le desesperaba el interés de Gabe en la ciencia ficción, que llegaba al grado de ver al Doctor Spock como un héroe, ambos tenían en común que eran estudiantes sobresalientes, y de hecho entre los dos ayudaban a Ray con las materias en las que el medio asiático no destacaba, así como él los ayudaba a ellos, así como que los tres compartían una firme veta moral. Ray incluso recordaba que en un campamento al que les habían rogado los tres a sus padres que los dejaran asistir habían hecho un juramento de sangre de ser amigos para siempre; él y Allie aún se reían al recordar la reacción de Gabe cuando se cortaron las manos. Ya habían pasado tres años desde que hicieron ese juramento, y seguían siendo tan amigos como siempre.
-Hola, chicos-saludó Ray a sus amigos.
-Hola, Ray-saludaron Allie y Gabe al mismo tiempo.
-¿Emocionado por otro día de escuela?-preguntó Allie divertida.
-Tanto como puede estarlo alguien de nuestra edad-respondió Ray, y los tres se rieron del chiste, antes de retomar la marcha.
Caminaron por otros diez minutos hasta llegar a su destino, la Secundaria San Campion donde los tres estudiaban, pero cuando recién se acercaban a la escuela vieron un espectáculo que ninguno disfrutó: un muchacho de piel clara, ojos azules y pelo rubio engominado en un peinado a lo Johnny Bravo, vestido con una camiseta polo morada, pantalones caqui y tenis de deporte, atormentando a un chico más pequeño, al parecer uno de primer año. El rubio era Linus Carnahan, Carny para todos a su alrededor, el típico bravucón de la escuela, todo lo que Ray y sus amigos eran, Carny era todo lo contrario, pues a ojos no sólo de estudiantes sino también de maestros, era un cobarde que sólo se metía con gente más pequeña o más indefensa que él.
-Admiren al Ignoramus Máximus en todo su esplendor-dijo Gabe con un toque de sarcasmo, usando el pseudo-nombre científico que él mismo había inventado para referirse al rubio, haciendo reír a Allie por lo bajo.
Ray, si bien normalmente se reía por el chiste de su amigo, esta vez fruncía el ceño y en una muestra de valor, haciendo oídos sordos a los reclamos de Allie y Gabe sobre lo que hacía, empezó a caminar hacia Carny con paso decidido. Cabía decir que cuando el pelirrubio lo vio acercarse a él esbozó una sonrisa que al parecer mostraba una malicia y crueldad innatas de un bravucón, pero Ray no estaba dispuesto a dejar que un matón cobarde como Carny lo intimidara, por lo que siguió su camino hasta quedar cara a cara con el otro muchacho.
-Vaya, vaya, pero si es el Mutante en persona-declaró Carny con burla. Ante el insulto Ray entrecerró los ojos con contenido desdén. El de pelo bicolor sabía por experiencia que una de las formas favoritas de Carny para meterse con chicos como él era hacer bromas de su herencia étnica, como por ejemplo el que Ray fuera nipo-americano.
-¿Mutante? ¿Eso es lo mejor que tienes, Carnahan?-preguntó Ray en respuesta. Ante la respuesta Carny frunció el ceño con enojo al verse desafiado.
-Claro que no, Pierce, ¿o prefieres tu apellido raro?-preguntó el chico rico con una mueca de desdeñosa burla.
-Ahora te burlas del apellido de mi familia paterna, ¿no hacías eso en primaria? Enserio debes estar quedándote sin ideas para repetirte a ti mismo-declaró Ray sonriendo con burla, mostrando que el insulto de Carny no lo había afectado.
El ataque a su ego de verdad debió dolerle a Carny, pues en un arranque de ira preparó un puño y se dispuso a intentar golpear a Ray, pero el medio japonés sólo tuvo que quitarse para esquivar el golpe. Varias veces el rubio intentó asestar un golpe contra el más pequeño, pero en cada intento al de pelo bicolor sólo le bastaba moverse para un lado o para el otro para esquivar el golpe. Finalmente cuando Carny, evidentemente ya agotado por tantos intentos de golpear a Ray, lanzó un ultimo intento de golpear al otro chico, cosa que Ray aprovechó, tomó a Carny de la muñeca del puño con el que había intentado golpearlo, dio un giro apoyando todo su peso en la parte de abajo y haciendo de palanca impulsó a Carny al piso, siendo aplaudido por todos los testigos, sus amigos incluidos. Finalmente, la llegada del entrenador Harper, el maestro de deportes, un hombre de pelo castaño bien peinado, ojos grises, nariz ancha y labios gruesos, vestido con indumentaria de Deportes, puso fin a la celebración.
-Charnahan, a la oficina de la directora, ahora-dijo el entrenador con voz autoritaria, y Carny se levantó como resorte para obedecer-tú también, Pierce-Okamoto-dijo mirando a Ray, quien asintió y dirigió una mirada a los rostros preocupados de Allie y Gabe antes de, junto con Carny, seguir al entrenador al interior de la escuela.
Mientras tanto, en un edificio en el centro de la ciudad, edificio que pertenecía a las Industrias Cadmus, una reconocida industria especializada en el estudio de energías limpias, y en una oficina ubicada en el último piso se hallaba un hombre apuesto, de largo pelo rubio oscuro, ojos grises y piel clara, vestido con un traje negro, corbata azul tinta, y zapatos negros, se encontraba de pie contra la ventana, con los brazos tras la espalda. El hombre era August Choten, presidente y fundador de las Industrias Cadmus, y uno de los hombres más ricos del país. Tras dar una mirada por la ventana de su oficina, que le daba una vista perfecta de todo San Campion, se dio la vuelta, caminó hacia su escritorio y presionó el botón del intercomunicador.
-Alakshmi, querida, ¿serías tan amable de venir?-preguntó a la persona al otro lado de la línea.
-Si, señor-dijo una voz al otro lado de la línea. A los pocos minutos entró una muchacha de evidente ascendencia hindú, de pelo plateado, morena, ojos cafés, un lunar arriba de los labios pintados de morado, sumamente atractiva, vestida con un atuendo que combinaba perfecta y elegantemente tonos de morado en un estilo militar-¿quería verme, maestro?-preguntó la joven una vez en la oficina, tras hacer una reverencia al hombre.
-Sígueme, querida-pidió el hombre mientras se dirigía a la pared, donde se hallaba un retrato de sí mismo, en un marco bellamente decorado. Presionó un botón oculto en uno de los ornamentos del marco, y los ojos de la pintura se iluminaron de rojo, revelando ser lentes de reconocimiento de retina.
Tras confirmar la identidad del hombre, se oyó un chasquido y la pared se hizo algunos centímetros atrás y se deslizó hacia un lado, revelando un pasillo oculto, que volvió a ser cubierto por la pared falsa apenas el empresario y la muchacha. El señor Choten y la jovencita caminaron por un pasillo iluminado por luces LED, y tras varios minutos llegaron a lo que parecía un laboratorio, que parecía sacado de un programa de ciencia ficción, pues había tubos en los que flotaba una especie de material orgánico en un liquido viscoso. Una vez que llegaron, el hombre rubio se dirigió hacia un teclado que había en un panel de control, tecleó un par de comandos, y en una pantalla grande apareció un mapamundi que, a cada segundo, fue haciendo acercamientos hasta enfocarse en una zona de California, más precisamente en San Campion.
-Como verás, ya he localizado la firma de energía Magi del Colgante del Ogro, y qué coincidencias del ¡Destino!, se encuentra precisamente aquí, en San Campion-declaró el hombre con irónico placer.
-¿Quiere que lleve a algunos Engendros a recuperarlo?-preguntó la muchacha.
-Tan inteligente como siempre, Alakshmi, pero también quiero que lleves esto-respondió el hombre, mientras tomaba de una mesa lo que parecía un guante con un armazón tecnológico morado, destacando unas garras en las puntas de los dedos.
-Interesante accesorio-declaró la joven, mirando el guante en cuanto el hombre se lo entregó.
-Es más que un accesorio, éste es el resultado de mis experimentos para crear Daimons, este guante posee integrado un mecanismo de absorción de Magi que le permite a quién lo use convertir a quien quiera en un Daimon-le explicó el hombre.
-Entonces, si los Engendros fallan, ¿uso esta cosa para convertir a algún pobre diablo en un Daimon para que me ayude?-preguntó Alakshmi. Ante la pregunta de la muchacha el hombre sonrió de medio lado.
-De nuevo tan inteligente como siempre, querida-fue toda la respuesta del hombre, y la joven sonrió con malicia ante esta.
De vuelta a la Secundaria San Campion, Ray y Carny ya habían sido dejados por el entrenador Harper en la oficina de la directora Dolores Derceto, una mujer que a pesar de estar confinada a una silla de ruedas, seguía siendo bella con su piel morena, pelo negro corto, ojos azules, vestida con camisa, saco aguamarina, pendientes y collar a juego y lentes de armazón delgado, con una manta en su regazo, cubriendo sus piernas (N/a: estrella invitada, los reto a adivinar de qué serie es). Ray, por puro respeto a la directora, se aguantaba para tirársele encima al rubio, pues apenas la directora había pedido una explicación éste le había empezado a tirar un cuento de cómo él estaba en sus asuntos cuando Ray se le tiró encima de repente y empezó a golpearlo, el cual la directora escuchó con semblante serio antes de tomar la palabra.
-No sé qué me molesta más, señor Carnahan, que siendo apenas lunes ya esté siendo enviado a mí oficina, o su cinismo en el asunto-empezó a decir la directora, mientras movía su silla de ruedas para moverse de detrás de su escritorio. Carny solo pudo dar rápidos vistazos a los lados antes de fijarse de vuelta en la directora, con un cómico rostro de espantado.
-¿Cinismo… directora?-preguntó el chico con voz aguda por el espanto.
-Si, cinismo, ¿o de verdad espera que me crea que el señor Pierce-Okamoto, uno de nuestros estudiantes de comportamiento más intachable, de la nada empezó a golpearlo a usted?-preguntó mientras se ponía al lado de Ray y le ponía una mano en el hombro, mientras el de pelo bicolor sonreía con algo de pena ante el halago de la directora.
-Pero directora Derceto….-empezó a decir el rubio cuando la directora lo interrumpió.
-En primera porque su cuento de que el señor Pierce-Okamoto fue quien lo golpeó se desmiente solo si uno se da cuenta de que usted no tiene ni un moretón en su cuerpo, en segunda porque tengo, cuando menos, catorce testigos que confirman que usted lanzó el primer puñetazo, y además de que el conflicto se originó porque usted estaba hostigando a un alumno de primer año-recalcó la directora mientras se alejaba en su silla de ruedas del par de jóvenes.
-¡Todos esos mienten, directora! todos tienen envidia de que yo soy rico e inventan mentiras de mí-se defendió el joven ofendido, mirando feo a Ray cuando éste soltó un resoplido burlón. La directora lo volvió a mirar y alzó una ceja en un rostro escéptico.
-¿Enserio? Entonces las cámaras de seguridad de afuera de la escuela también deben sentirse celosas de su riqueza, ya que según usted estas también mienten-dijo la directora con un toque de sarcasmo, mientras que ponía una cinta en un monitor de video, en el cual de inmediato se mostró una imagen de la entrada de la escuela, en la que se mostraba no solo el incidente que los había enviado a ambos a la oficina, sino unos minutos atrás, en los cuales se mostraba al rubio molestando al chico que molestaba cuando Ray y sus amigos arribaron a la escuela.
-Bueno… yo…-decía Carny, sin saber qué decir al verse atrapado, por lo que la directora continuó.
-Señor Carnahan, quiero que se quede en la oficina, llamaré a su padre para hablar seriamente con él-le dijo la mujer con dureza, antes de fijar su atención en Ray-señor Pierce-Okamoto, por lo visto ya acabé con usted, puede retirarse a clase-dijo suavizando su expresión, a lo que el chico se puso de pie.
-Gracias, directora-agradeció el de pelo bicolor haciendo una reverencia antes de salir de la oficina.
Una vez librado de la oficina de la directora, Ray se dirigió al salón donde él y los demás tenían clase de historia con el señor Boyd, un hombre de mediana edad con lentes de media luna, escaso pelo gris a los lados de la cabeza y ojos grises y bigote. Ray asomó su cabeza por la puerta del aula y pidió permiso para entrar, siendo bien recibido por el señor Boyd, quien seguramente ya habría sido avisado por los demás del retraso de Ray y Carny, y de sus amigos, quienes le sonrieron aliviados cuando él fue a sentarse en el lugar que él solía ocupar cerca de ellos.
Cuando pasó junto a Portia Rocca, una rubia de ojos grises y piel clara, que ese día vestía una blusa a tirantes aguamarina, jeans blancos y zapatos planos a juego con su blusa, considerada por muchos, en particular chicas, como el equivalente femenino de Carny, ésta le sonrió con una sonrisa de medio lado que a Ray, por algún motivo, le pareció coqueta. La verdad la relación de Ray con Portia era confusa, no era como la de la rubia con Allie en la que las dos chicas eran rivales que podían a veces llevarse bien y ya, pues resultaba que con Ray, Portia se portaba realmente extraña, en un momento lo molestaba porque él trabajaba en el club campestre del que su familia y la de Allie eran miembros en el verano y los fines de semana para ganar su propio dinero, y en otro parecía que en cualquier momento lo agarraría de la camiseta y se lo llevaría a donde pudieran estar solos. Decidió no dar más vueltas al asunto y continuó su camino hacia su asiento de siempre, entre Allie y Gabe.
Las clases pasaron con toda la normalidad, la verdad con Carny en la oficina de la directora, seguramente siendo regañado por su padre, las clases fueron por demás tranquilas, incluso se los demás pudieron realizar clases como Deportes sin temer que Carny intentara nada contra ellos. Finalmente llegó el fin de clases, y los estudiantes pasaron a retirarse para sus casas, y justo en eso se hallaban Ray y sus amigos, quienes aprovechaban para conversar.
-Ray, ¿quieres ir a mi casa hoy a jugar videojuegos?-ofreció el muchacho de color al medio asiático.
-Me encantaría, Gabe pero le prometí a mi mamá que la ayudaría con algunas tareas-respondió el muchacho con una sonrisa triste mientras se encogía de hombros.
-Sabes, Ray, eres sin duda el último chico que hace de buena gana labores para su mamá-declaró Allie divertida. Los dos chicos sólo rieron ante el chiste de la rubia.
-¡Mutante!-oyeron a alguien gritar, cosa que cortó las risas de Ray y Gabe, para que el trío viera a Carny acercándose a ellos con rostro enfadado-por tu culpa mi padre me amenazó con castigarme-reclamó molesto el rubio al medio japonés, quien ni se inmutó ante el tono enfadado del otro chico.
-¿Me vas a culpar de que tu padre te castigara, Carny? Fuiste tú quien empezó todo, y quien se quiso pasar de listo mintiéndole a Derceto-declaró Ray, alzando una ceja en su rostro serio.
El comentario naturalmente hizo enojar a Carny, quien rápidamente empezó a repartir golpes a diestra y siniestra contra el muchacho más bajo, a quien sólo le bastaba moverse para tal o tal lado para esquivar los golpes del rubio. Los amigos del medio japonés miraban entre molestos y aburridos el enfrentamiento si se le podía llamar así, más que nada por la evidente falta de madurez del rubio. Una risa divertida llamó la atención de la pareja, y al buscar su fuente se encontraron con Portia, quien miraba divertida a los otros dos chicos.
-Carny siempre me ha dado risa con su comportamiento-dijo la rubia con una sonrisa traviesa de medio lado.
-¿Te da risa que trate mal a las personas?-preguntó Allie enfadada.
-Eso no, Allie querida, lo que me da risa es que cuando se trata de Ray, Carny siempre busca meterse con él y cuando se mete en problemas por eso se hace la victima-explicó la muchacha-y también me da risa que siempre intenta golpearlo, aun cuando él mismo sabe que Ray es mucho más ágil, dado que se ejercita más-agregó mientras entrecerraba los ojos con lo que parecía más travesía en la voz, haciendo que Allie arqueara la ceja.
De pronto el pleito entre los dos chicos se vio interrumpido por una serie de gruñidos, y cuando los cinco chicos vieron la fuente del ruido se encontraron con una visión aterradora: unas criaturas que parecían humanoides vestidos con mallas marrones, con botas y guantes grises, mascaras de igual color con agujeros, y con armaduras de mismo color que las otras piezas de indumentaria (N/a: son estos en caso de que no los reconozcan ni por el nombre wiki/Hidiacs?file=MF_ ). Las criaturas se lanzaron a atacar a los adolescentes.
-¿Qué son esas cosas?-preguntó Gabe aterrado.
-No sé, pero son asquerosas-declaró Allie asqueada.
-Por primera vez concuerdo contigo-concordó Portia.
Las criaturas se lanzaron al ataque, y los cinco jóvenes se vieron obligados a defenderse. Si bien las criaturas eran muchas, superando a los chicos en número de tres a uno, era evidente que no eran muy listos, y si bien eran Ray y Carny quienes más criaturas derribaban, Gabe, Allie y Portia también podían defenderse. Ninguno veía a la muchacha de pelo plateado que se escondía detrás de un árbol, y veía no con ojos felices como los jóvenes vencían a los monstruos.
-Bolsas de baba inútiles-declaró la muchacha molesta-Engendros-declaró, y una nueva horda de criaturas apareció-esperó que habiendo más puedan reducirlos-declaró, mientras enviaba a las criaturas recién llegadas a ayudar a sus compañeros.
Con los jóvenes, estos ya habían derrotado a varias de las criaturas, cuando más gruñidos llamaron su atención, lo que los hizo ver que más criaturas hacían acto de aparición, y si bien ya habían derrotado a varias, ahora se veía que tenían problemas, ya que los monstruos los tenían rodeados.
-Son demasiados-declaró Ray molesto.
-No podemos con todos-declaró Allie preocupada.
Desde los arboles, Alaskhmi sonreía complacida de ver que sus criaturas ya tenían rodeados a los cinco jóvenes, ahora solo sería cosa de ver cual de los cinco llevaba el Colgante del Ogro consigo. Pero su victoria se esfumó cuando aparecieron dos figuras misteriosas.
La misteriosa pareja eran una mujer de piel pálida, de piel negro y ropa que combinaba negro con morado, la otra una mujer pelirroja de piel clara, vestida de ropa que mezclaba blanco con dorado. Apenas aparecieron y sin decir palabra, la pareja se lanzó a combatir a las criaturas. Lo que sorprendió a los jóvenes fue que, si bien ellos habían derribado a varias de esas criaturas, el par de mujeres derribaron ellas solas a todavía más criaturas que los cinco chicos. Tras derrotar a las criaturas, la pareja miró a los chicos que sólo las veían confundidos.
-Vengan con nosotras si quieren vivir-declaró la mujer de blanco.
-Pero…-empezó a decir Ray, sin saber precisamente qué decir.
-No hay tiempo para explicar ahora, ¡vengan ahora!-apresuró la mujer de negro, y los chicos no tuvieron forma de negarse ante la orden de la mujer, por lo que empezaron a correr.
Detrás de los arboles, Alakshmi veía furiosa el cómo, no hablemos de un grupo de adolescentes más chicos que ella misma, un par de señoras de edad, vencieron a un regimiento de casi treinta Engendros sin ningún esfuerzo. La muchacha, frustrada, dio un puñetazo al árbol más cercano, agrietando la corteza.
-Es hora de recurrir a la artillería pesada-declaró con voz molesta.
Continuara…
Primer capítulo de mi nuevo fic, tratando de agregar más fanfics a éste fandom que me gusta tanto y que me entristece saber no fue gustado por los que se merecía aquí en Latinoamérica, y espero que aliente a más personas a escribir fics de esta serie, como sea, no se confíen trataré de subir otros, ojala les guste, y me dejen review.
