Bueno, mi primer fic, sin nada más que añadir.
El genio y el mediocre.
Los críticos siempre alababan su trabajo. Su capacidad para elaborar un misterio a partir de los más mínimos detalles, la veracidad y coherencia de los métodos y fórmulas con las que resolvía los conflictos. Así como su elaborado uso del lenguaje y de los tecnicismos necesarios. Sin duda no era un autor que infravalorara la inteligencia de los lectores. Sin embargo, siempre había un "pero". Cada buena crítica venía acompañada de una serie de pegas, las cuales, según Sherlock, no hacían más que contradecir todo lo expuesto con anterioridad. Podría ser que su personaje principal "diera la impresión de que no cuenta con más personalidad que la de una extrema avidez a la hora de encontrar la verdad detrás de todas las cosas", que careciera de un "trasfondo", de un estúpido "interés romántico"… Lo cierto era que por no tener, ni tan siquiera tenía nombre. ¿Qué sentido tenía darle un interés más allá que resolver crímenes a un maldito detective? Sherlock escribía novelas policiacas, ¿Lo importante no eran los misterios?
-En vez de estar todo el día encerrado en casa investigando y realizando experimentos. Quizás deberías relacionarte con el espacio que te rodea.- sugirió Mike, su editor.
-Precisamente en ello estaba pensando. –le dirigió una sonrisa socarrona- En lugar de descubrir cuál es el tipo de ceniza de mayor densidad, voy a salir al mundo. Quizás vaya a dar un paseo por el parque y observar a alguna adorable pareja de ancianos. Para entonces darme cuenta de que en lugar de intentar ser objetivo y de buscar el porqué de las cuestiones que nos atenazan debería enamorarme y así idiotizarme.- realizó un gesto exagerado en el que ponía los ojos en blanco- Dejar de ser consciente de las incógnitas de la vida y de la estupidez humana que no hace más que acrecentarse con el paso de los siglos. Y en lugar de intentar cambiarlo, unirme a ellos y su amada mediocridad.- Sherlock se vuelve hacia Mike y grita exasperado- ¡Porque parece ser que obtener conocimiento no es suficiente aliciente para seguir vivo! ¡O ser el maldito personaje de una novela!
-Con decir que no te apetecía era suficiente.- dice Mike mientras mira divertido como Sherlock se derrumba agotado de sí mismo a lo largo del sofá de su salón.- Igualmente te he concertado una cita con John Watson.
-¿Quién?- masculló.
-Mira Sherlock, ya hemos hablado de esto- explicó mientras recogía sus cosas dispuesto a marcharse- John Watson no es el mejor escritor del mundo, pero creo que puede ayudarte a solventar tu problema.
-¡Yo no tengo un maldito problema!- deja escapar un suspiro- Lo que ocurre es que en este mundo se premia la cursilería por encima de la capacidad de exponer la cruda realidad que tanto temen comprender sus delicadas mentes.
-La cita es en Angelo's, mañana a la una en punto.- le recuerda antes de cerrar la puerta tras de sí.
Muy aburrido debía de encontrarse el escritor para acudir a aquella inservible cita.
John Watson había comenzado la carrera de medicina, pero siempre se había visto atraído por el mundo literario. Con lo que un día se decidió a escribir un pequeño relato en el cual se resolvía un caso médico de no demasiada relevancia. John reflejó todos sus conocimientos en aquellas páginas, tratando que todo encajase perfectamente. Pero, cuando intentó que se lo publicasen siempre era rechazado. ¿Por qué? Pues precisamente fallaba la sencillez del caso que exponía. Sin embargo, la caracterización de sus personajes siempre solía valorase muy positivamente. Con lo que, dándose por vencido, escribió una segunda versión en la que sus personajes adquirirán un mayor protagonismo dentro de lo que más bien parecía una comedia romántica. Le fue inusualmente sencillo realizar esta reescritura. Como también lo fue que se lo publicasen. A partir de entonces la cantidad de obras que le eran divulgadas crecieron, sobre todo gracias al gran público. Sin embargo, no lograba encontrarse del todo satisfecho.
Inmerso en estos pensamientos y con la mirada fija en la vela que el dueño del restaurante había insistido en colocar sobre la mesa, esperaba al hombre con el que lo habían citado. Aquel individuo y él compartían el mismo editor, pero nunca antes se había dado un encuentro y estaba algo nervioso. John miró el reloj de su teléfono móvil comenzando a impacientarse. "Las grandes estrellas siempre llegan tarde" se dijo para sí. Lo cierto era que no tenía muchas esperanzas de que apareciera, el gran Sherlock Holmes tenía fama de ermitaño y de ser bastante antisocial. Aunque aquello, tratándose de un escritor, tampoco era tan extraño.
-John Watson, asumo- dijo una penetrante voz al otro lado de la mesa.
La penetrante voz venía acompañada de un hombre esbelto y elegantemente vestido , de unos treinta y tantos, o eso calculaba John. Lo cierto es que era altamente complicado encontrar una foto de éste. Con lo que no pudo evitar dedicar unos segundos a observarle. La forma descuidada en la que los rizos negros caían creando una muralla entre unos ojos, que parecían ser de un azul extraordinariamente frío, y su interlocutor. Una nariz recta que le daba un porte casi aristocrático y unos labios que parecían haber sido perfilados.
-No parece usted demasiado elocuente- dijo con una media sonrisa y ladeando la cara.
- Solo pensaba en que tenía entendido que era más mayor y algo más alto- explicó tratando de ignorar el deje de menosprecio que intuyó en la voz del otro.
- Ah, ¿sí? – Preguntó apoyando sus codos sobre la mesa con algo más de interés en conversar- ¿Y qué más cosas tenías entendido?
- Pues…- comenzó John, mientras imitaba la posición de Sherlock- Que necesitas mi ayuda, para empezar- dijo levantando una ceja.
Sherlock se recostó en su asiento y miró hacia al techo como pidiendo que aquello terminase pronto.
-He leído el borrador de tu próxima obra.
- ¿Y bien?- recibió en respuesta un gesto negativo que lo sorprendió- ¿Qué?
- ¿En serio es necesario que enumeres cada maldito tipo de ceniza para irla descartando una a una?
- Sí.
- Al lector no le interesa los distintos tipos de ceniza existentes. Le interesa por qué el tipo de ceniza es importante. O simplemente a quien pertenece.
- Pues entonces el lector es idiota.
- No son idiotas. Solo… Les interesa saber más sobre los personajes, saber que son seres humanos como ellos. No simplemente unos elementos que te sirvan para explicar una serie de hechos científicos o de demostrar….
- ¿Por qué?
-¿Por qué, qué?
- Porque alguien querría que los – puso una cara tal como si fuera a pronunciar la palabrota más sucia de la faz de la tierra- sentimientos… Que los sentimientos o lo que sea se implicaran en una perfecta consecución de deducciones.
- Porque para que alguien se interese por ti, por cualquiera, debe conectar con el personaje….. Y para ello el personaje no puede ser perfecto.
- ¿Por qué no?
- Porque nadie lo es.- dijo abriendo mucho los ojos como si no creyese que el pudiera ser tan ignorante.
Entonces Angelo se acercó a tomarles nota. Sherlock no abrió la boca. No quería comer, no quería escuchar ninguna estupidez más y quería largarse de allí. Con lo que cruzó los brazos y miró enfurruñado hacia el suelo. Podría parecer infantil, pero esta actitud era mucho más adulta que su primer impulso consistente en levantarse y marcharse sin decir ni una palabra. ¿Quién se creía que era ese escritor de tres al cuarto? En realidad no había leído su obra, pero debía ser altamente mediocre. Todo en aquel hombre rezumaba mediocridad. Aquel pelo cortado de una manera tan sosa y sobria que pareciese sacado del ejército. Unos ojos castaños que si bien podían parecer profundos, pero solo en apariencia. Una nariz que le daba cierta personalidad al conjunto… Y una estatura menuda, pero atlética, seguramente en sus años de juventud se dedicó a algún deporte para el que no fuese necesario pensar demasiado.
-He dicho que no soy su cita- escuchó decir a John. Éste parecía que estaba muy interesado en que Angelo entendiese que ambos no tenían ningún interés romántico por el otro. ¿Inseguro por su sexualidad? En fin, ¿a quién le importaba? En cuanto John terminase de comer se marcharía y no volverían a verse nunca más.
- ¿Tú no comes nunca?
-¿Por qué lo dices?
- No has pedido nada y el camarero ni siquiera te ha preguntado si quieres comer algo… Y parece que te conoce.
- Vengo a veces, sí. Y tampoco como demasiado- parecía que Jhon podía llegar a ser algo suspicaz.
- Entiendo…- John posó su mirada en la vela- ¿Y sueles traer a chicas aquí?
- No, esa no es mi área…
- A chicos, entonces.
- No.
- Está bien si es así…
- Lo sé-
- Esta bien, entonces estas soltero- Sherlock detecta alarmado como éste se humedece los labios- Como yo, está bien.
- John- dice preparándose para soltar un discurso muy ensayado- Aunque me siento alagado por tu interés, yo considero que mi trabajo es lo único importante…
- Ah, no- dice algo alterado- No, para nada quería decir…- toma aire y se calma- Solo estoy aquí por trabajo. Pensé que estaría bien conocernos mejor.
Sherlock duda, no suele malinterpretar las acciones de los demás. Si bien es consciente de que la temática concerniente a los sentimientos no le es familiar. Puede que se haya equivocado.
Bueno- Jhon se aparta para dejar que el camarero deposite el plato que ha pedido- Cambiemos de tema.
A partir de aquel momento Watson trató que la conversación siguiera caminos que le fuesen más agradables a Sherlock. Con lo que mencionó, sin darle mucha importancia, que por casualidad había leído su segunda novela hacía ya unos años. Éste, de repente parecía otra persona mientras le explicaba cómo se había basado en un crimen sin resolver de los años 40 para escribir su segunda novela. Así como los experimentos que había realizado para lograr recrear todos los aspectos de éste. Aquel hombre le era fascinante, y lo cierto era que había leído la mayoría de sus libros, pero John no podía permitir que este lo notase demasiado, ya que debía conseguir que su ego no se interpusiera demasiado a la hora de aceptar sus críticas.
Mientras Sherlock hablaba no paraba de gesticular y de moverse, parecía un crío hiperactivo. Había algo de inocencia en él, lo cual le era muy inesperado. También lo había sido el innegable atractivo de éste. De lo cual parecía que no era tampoco muy consciente el mismo Sherlock. El caso era que trató de no distraerse demasiado con estos pensamientos y se centró en prestarle toda su atención a sus historias. Hasta que vio que éste estaba mucho más relajado y se decidió a hacerle una confesión.
- Lo cierto es que también te he preguntado lo de si traías a chicas aquí a cenar para así conocer mejor a tu protagonista.- John se aclaró la garganta ante la mirada , de nuevo, gélida de Sherlock- Evidentemente te reflejas a ti mismo como tu protagonista.
Un largo silencio se interpuso entre ambos. Pero cuando John pensaba que su acompañante se había vuelto a cerrar completamente, Sherlock se decidió a contestarle.
- Él no tiene ningún interés en nada que no tenga que ver con sus casos.
- Como tú.- dice casi pensativo.
-Exactamente-
- Los escritores suelen basarse en sus distintas experiencias, aunque usen su imaginación, a la hora de desarrollar a un personaje.
- Así es, tal como hago con los personajes a los que ayuda el detective.
- Pero nunca reflejas sus sentimientos, casi siempre te centras en sus acciones.
- Es que eso es lo único que importa.
- Por lo que cuando te reflejas a ti mismo como protagonista, también omites sus sentimientos. Tal y como haces con el resto de personajes que manejas.
-No, yo actuaría exactamente así.
-No puede ser- dijo Watson casi divertido.
- Puedes apostar a que sí.- dijo desafiándolo con la mirada.
Watson le dirigió una sonrisa que Sherlock supuso que pretendía ser enigmática. Entonces observó el plato de éste, ¿hacía cuanto que había terminado? Tendría que haberse marchado hacía ya rato. Entonces sonrió para sí, al menos aquel pozo de mediocridad había logrado entretenerle por un tiempo.
-Creo que quizás, simplemente tengamos que conocerte mejor.- dijo John mientras pagaba la cuenta y se preparaba para marcharse.
De acuerdo, a Sherlock ya no le parecía tan entretenido. ¿En serio pretendía seguir entrometiéndose en su trabajo? La próxima vez pensaba espantarle del todo. La próxima vez… ¿Cómo había permitido que hubiese próxima vez?
Jhon , por su parte, se sonreía de camino a casa pensando en cómo alguien al que admiraba tanto, podía ser tan ignorante para algunas cosas.
Muchas gracias por haber leído hasta aquí. Teniendo en cuenta que es mi primer fic , supongo que habré cometido varios errores. Así que siempre se agradecen críticas constructivas o cualquier cosa que tengan que decir. Ya que planeo seguir un poco más allá con la historia. Gracias otra vez.
