Disclaimer: No soy rubia. No soy rica. No soy famosa. No escribí los libros de Harry Potter. ¿Así o más clara? No soy Rowling (ya quisiera).
Bill está nervioso, y no es para menos. Hace pocos días, Dominique le ha comunicado que tiene novio. Y quiere matar al chico en cuestión. Ni siquiera le importa que sea hijo de los Scamander, buenos amigos de la familia; lo quiere matar igual. A sangre fría.
¿Cómo es que el rubiecito se atrevió a acercarse así a su niña? Porque eso es lo que es Nique, una niña. Una niña de diecisiete años, ni más ni menos. Aunque para él sigue teniendo seis. Supone que todo padre debe aceptar que su hija creció, pero él no puede. Es ella –con un cabello rojo igual al suyo y con pecas adornando su increíblemente bello rostro, rasgos que heredó de él– quien le recuerda que creció, con una sonrisa divertida. La situación más bien le da gracia; a Bill lo estresa.
Esa noche, Fleur se marcha por un día con su Victoire, su hija mayor, y Louis, el menor, a Francia. Se acerca el cumpleaños de su hermana Gabrielle y van a comprarle un regalo. Bill ha decidido quedarse en el Refugio y Dominique insistió en que prefería hacerle compañía a él. Aunque a regañadientes, su madre accedió.
Ahora están allí, por la noche, solos. Cenando. Intentaron cocinar entre los dos unas chuletas de cerdo y se les quemaron. La muchacha dijo que era mejor que ella hiciera hot dogs, pero se distrajo y olvidó las salchichas en el fuego. Éstas explotaron, salpicando agua hervida por todas partes. Suerte que ninguno estaba en la cocina cuando pasó. Optaron por encargar comida a domicilio.
Hablan de temas banales, del colegio, de los amigos de Dominique. Bill, como quien no quiere la cosa, pregunta por Lysander. Ella rueda los ojos, sabiendo lo que se viene.
—¿Qué es lo que quieres saber exactamente, papa?—pregunta a su vez, diciendo esta última palabra en francés con ese tono dulce que utiliza cuando quiere salvarse de una situación. Bill frunce el ceño.
—¿Va todo bien?
—Ajá.—Dominique distraídamente pincha con el tenedor la jugosa chuleta de cerdo que pidieron, bastante diferente a la chamuscada que hicieron ellos antes.
—¿Segura?
Ella sonríe.
—¿Por qué a Vic no le haces todas estas preguntas sobre Mark?
—Ya se las he hecho. Pero es diferente.
—¿Por qué?
—Ella es mayor y más responsable.
Dominique suelta una carcajada y Bill la observa con recelo.
—¿Qué?
—Nada.—miente ella, volviendo la vista al plato y aún riendo, como si su padre hubiera dicho algo disparatado.
—No respondiste mi pregunta.
—Sí lo hice.
—No. Me dijiste "ajá", no es lo mismo que decir "sí".
—Entonces, sí.
Su padre sigue sentido. Aún no abordó la cuestión que le interesa.
—¿Y…—Traga saliva. Maldición. No sabe si quiere conocer la respuesta. Pero es ahora o nunca. Luego no tendrá el valor de preguntárselo— hasta… hasta dónde… llega su intimidad?
Dominique deja caer el tenedor y lo mira como si de pronto le hubiera confesado que practica el trasvestismo por las noches.
—¿Qué?—exclama, entre divertida e incrédula— ¿Quieres saber si me acosté con él?
No sabe qué decir. Ella menea la cabeza.
—¿O quieres saber si alguna vez lo he hecho con alguien?
Qué descarada que es la chica. Bill sigue mudo. Hay un pequeño silencio incómodo y evita a su hija tomando un poco de su jugo de naranja.
—Si es eso lo que quieres saber, papá, es TARDE. Me acosté con medio Hogwarts.—declara.
Escupe todo el jugo de naranja en el suelo y le entra un acceso de tos. Cuando escucha las histéricas risas de su hija, se da cuenta de que es un chiste y se siente un imbécil.
—¡No bromees con esas cosas, Michelle! ¡Me harás infartar!
—¡No me llames Michelle!
—Es tu nombre.
—No. Me llamo Dominique. Michelle es mi segundo nombre y preferiría no utilizarlo. Michelle suena a prostituta. Algo que no soy, por cierto.
Bill toma otro trago de jugo y se mete a la boca un enorme trozo de chuleta. Tal vez con la esperanza de morir atragantado.
—Aún no respondiste.
—Qué obstinado eres. ¿En serio quieres saber de mi vida sexual? ¿Y además lo preguntas a mitad de la cena? Situaciones incómodas si las hay…—Dominique ríe de vuelta. Bill permanece serio.
—Responde rápido y terminamos con el tema.
—Muy bien—Ella deja los cubiertos sobre la mesa y mueve las manos al hablar, como si se dirigiera a un retardado—. Soy más virgen que la mismísima virgen María. ¿Feliz?
—¿Es en serio?—Bill siente que el alma le vuelve al cuerpo.
—Sí, es en serio. Aunque no pienso serlo por mucho tiempo más.
Por un minuto, parece como si a Bill le hubieran lanzado un muy potente hechizo aturdidor; sus ojos se desenfocan.
—¿Es una broma?
—Para nada.
Dominique ve que su plato está vacío, lo deja en la cocina y se marcha a su cuarto, dejando a su padre en un estado similar al de alguien al que, efectivamente, está por darle un infarto.
Ella sigue sonriendo. No entiende porqué tanto drama.
Bill en cambio agarra una de las puntas del mantel que está sobre la mesa con fuerza, imaginando que es el cuello de Lysander. Tal vez no pueda inmiscuirse en su relación con su hija, pero sí puede hacerle la vida muchísimo más jodida desde ahora en adelante.
¿Para qué más están los padres, sino?
Pobre Lysander xDDD
En fin. Dejar reviews adelgaza, dicen por ahí. Compruébenlo dejándome uno (?)
