Summary: Porque Fudou Akio prefería el dolor que provocaba en su piel los trozos de porcelana rota antes que los egoístas pensamientos de la humanidad.
Advertencia: Temas fuertes.
Disclaimer: Inazuma Eleven no me pertenece, es propiedad del Level-5.
N/A: Sí, hacía un tiempo que no escribía para este fandom...Y la verdad es muy grato regresar. (Eso era lo único que quería decir ~)
"Tic, tac, tic, tac..."
Escuchaba que su pequeño y viejo reloj de mesa decía con dificultad.
El callado paisaje lluvioso que se reflejaba frente a él a través de su ventana, deprimía su oscuro corazón poseído por la avaricia y la adicción. La droga, el juego, el dinero, las mujeres; todos esos placeres de los que podía disfrutar gracias a la herencia que le dejó su adorada madre al morir.
Pero, a pesar de tener todo lo que en su mente siempre deseó, se sentía vacío y miserable.
El gran Fudou Akio lloraba mientras miraba con envidia a todo aquél que pasara frente a su demacrada casa con botellas de alcohol adornando su entrada.
—Repugnantes humanos que pueden darse el lujo de ser felices.
Palabras que a menudo salían de sus labios, mientras lanzaba a distintos lugares diminutos pedazos porcelana rota que quién sabe qué fueron antes de quedar en ese precario estado.
Soltó un grito ahogado en cuanto una de las piezas se incrustó en su mano derecha, dejando que saliera un chorro de sangre en dirección al suelo. En el gran trozo de color canela, aparte de la espesa sangre y carne que lo cubría, podía notarse mínimamente un detalle de color negro hecho en curva, como si simulara una sonrisa.
Fue entonces que el de grandes ojos color jade se dio cuenta de lo que había hecho y abrazó sin importarle todas las heridas que quedarían en su rostro y brazos, los pedazos de porcelana que antes podrían hacerse llamar "tesoro"; un juguete ya roto que prontamente sería remplazado.
—Todos los humanos somos egoístas. —le susurró a sus manos, las cuales estaban cubiertas de sangre. Aquella era una cita que su padre le había dicho antes de abandonarlo—, damos asco.
Desde pequeño, él siempre pensó que su progenitor no podría estar más en lo cierto.
Porque él, al igual que Fudou Akio, siempre prefirió el dolor que provocaba en su piel los trozos de porcelana rota antes que los egoístas pensamientos de la humanidad.
rυno carтwrιgнт.
