Autora: hola a todos, lamento haber borrado el otro fic, pero es que amenazaban con reportarme por algo de las canciones.
Este primer cuento se titula " solo dos días juntos"
Pareja: Antonio x Iván (España x Rusia)
dedicado a mi hermana sonne
Nuestra historia de trágico amor comienza hace mucho tiempo, cuando aún la gente se sentía en contacto con los Dioses, y las criaturas mágicas poblaban la naturaleza. Había en ese tiempo dos jóvenes muy opuestas, Iberia, la fabricante de las mejores armas de la época, alegre y cálida como ninguna otra, y por otro lado estaba Mongolia, fría y astuta, pero ambas eran las mas bellas de sus tierras, su belleza era tal que muchos hombres sucumbían a sus encantos, pero no solo hombres, sino también Dioses, y uno de estos fue el Dios Rómulo, que quedó prendado de ambas mujeres, y al no saber a quien escoger tomó a ambas.
El encuentro con Iberia fue cálido, la mujer hacía que lo disfrutase, dándole a probar el calor de sus tierras, por otro lado, el encuentro con Mongolia fue frío y sin sentimiento alguno, pero a Rómulo le pareció un acto tan puro como la nieve misma. Ambos encuentros dieron como resultado el nacimiento de dos hijos, ambos completamente diferentes pero a la vez muy parecidos, la joven Iberia dio a luz a un joven de cabellos chocolate, piel canela y ojos verdes que rebosaban la alegría de su tierra, mientras Mongolia dio a luz a un joven de tez pálida, pelo castaño casi grisáceo y hermosos ojos morados, los niños fueron llamados Antonio e Iván.
Ambos jóvenes crecieron y se hicieron muy fuertes, libraban innumerables batallas, pero ninguno sabía de la existencia del otro, hasta que un día el joven Iván teniendo diez años, se perdió hasta llegar a tierras de su hermano, se sorprendió bastante al descubrir una tierra cálida y llena de plantas, en sus tierras no había tal variedad.
-Tu no eres de aquí-dijo una voz a su espalda
Al girarse con su espada en alto, Iván encontró al joven de ojos verdes, vestido con una túnica de batalla roja, a su espalda llevaba un hacha que le triplicaba el tamaño, sin quererlo ambos pensaron que ese niño era el más bello que habían visto nunca.
-¿Quien eres?-preguntó Antonio sonriendo
-Me llamo Iván, hijo de Mongolia-saludó el joven de ojos morados guardando su espada- y me he perdido
-Yo me llamo Antonio, hijo de Cartago, si quieres puedes venir conmigo a casa-ofreció- a mi madre no le importará ella es muy buena.
-Gracias
Y así ambos hermanos comenzaron a caminar hasta la casa del de ojos verdes, mientras hablaban animadamente sobre cualquier cosa que se le pasase por la cabeza, y el joven Iván descubrió que la sonrisa de Antonio le hacía sentir en el corazón una extraña calidez. Un día Iván tubo que regresar a su casa, el señor Cartago le indicó por donde tenía que ir en un mapa, Antonio se ofreció a acompañarlo, pero Iván se negó.
-Entonces toma-dijo cortando un girasol del hermoso campo que cultivaba con gran tesón- se que te gustan, mientras estaba aquí siempre los mirabas, así que te regalo este, pero algún día debes volver a visitarme
-Es una promesa-dijo Iván sonriendo por primera vez en su vida.
Pasaron los años desde la partida de Iván, ninguno supo jamás del otro, hasta que un día Iván encontró el mapa que le había devuelto a casa y enrollado en él estaba el girasol que Antonio le había regalado, al recordar la sonrisa de Antonio algo se calentó en su pecho, notó como su estomago se contraía y como las ganas de visitarle le inundaban, así que haciéndose con un caballo partió hacia donde estaba su amigo.
En estos años Antonio se había convertido en un bravo guerrero, muchos habían muerto decapitados por su hacha , una noche se encontraba bañándose en un río cuando notó como alguien se acercaba, se agazapó en el agua y poco a poco fue acercándose a la orilla donde estaba su hacha, consiguió cogerla, pero cuando la iba a utilizar la figura que vestía un largo abrigo y algo atado al cuello consiguió parar el golpe, ambos hombres continuaron luchando hasta que por azares del destino Antonio tropezó con una roca, y al caer al agua arrastro consigo a la figura quedando uno encima del otro.
-¿Iván?-preguntó el moreno consiguiendo distinguir unos ojos morados que brillaba bajo la luz de la luna que iluminaba el agua-¡Iván!
Antonio se abrazó a su amigo, hacía tiempo que no le veía, había pensado en el todos los años, por que notaba que una parte de él se fue con el extranjero de ojos morados, Iván por su parte estaba anonadado, el tener a Antonio bajo él, abrazándolo y desnudo hizo que se sonrojase y que su corazón empezase a latir de manera acelerada.
-Te extrañé mucho-confesó Antonio una vez estuvo vestido, y ambos hicieron una fogata para mantenerse calientes- Estos años intenté ir a verte, pero siempre me perdía y acababa en otro sitio
-Yo evitaba pensar en ti-confesó Iván mirando al cielo- siempre que lo hacía me dolía el pecho y me sentía muy solo.
Se sorprendió al ver a Antonio muy cerca de él riéndose, y haciendo que se perdiese en los ojos verdes que le mostraban tanta ternura y calidez.
-A mi me pasaba lo mismo, por eso iba a buscarte-sonrió aún más- mi madre me dijo que ese sentimiento es el amor, y que es un sentimiento muy fuerte que ni siquiera los Dioses pueden hacer desaparecer, y que debe ser compartido con la persona que te hace sentir eso.
-Entonces compartámoslo-dijo Iván tomando el mentón de Antonio y acercando sus rostros-se uno conmigo Antonio
-Si-dijo el chico antes de unir sus labios con los de Iván.
Esa noche ambos hermanos fueron uno solo, como la luna como único testigo de su amor; esos encuentros se fueron repitiendo noche tras noche, ambos juntos, aunque no uniesen sus cuerpos, se conformaban con estar juntos.
Un día su padre, Rómulo, se dio cuenta de los actos que cometían sus hijos, y decidió separarlos; una noche en la que ambos hermanos dormían juntos únicamente cubiertos por la capa de Iván, el Dios bajo de los cielos despertando a ambos jóvenes, que rápidamente cogieron sus armas para matar al extraño, pero el Dios consiguió acabar con uno de ellos, que casualmente fue el mayor, Antonio que murió al proteger a Iván cayendo al suelo con una sonrisa en sus labios.
Iván lloró la muerte de su amado hermano toda la noche, y la luna apiadada de ambos tomó la vida de Iván y el alma de Antonio y los transformó en Dioses, el dios del invierno y el otoño Iván y el dios de la primavera y el verano Antonio, ambos podían encontrarse todas las noches en la casa de la diosa Luna que comprendía bien este amor, pues ella amaba a su hermano, el sol Vash, pero el dios Rómulo enfadado por la osadía de la Luna al permitir estar juntos a sus hijos, decidió que estos no se volverían a ver nunca y maldijo a ambos, pero como dijo Iberia " el amor es un sentimiento tan fuerte que ni los Dioses pueden hacerlo desaparecer", Iván y Antonio consiguieron repeler un poco la maldición impuesta por su padre.
Por eso si cada noche en la que se pasa del invierno a la primavera, o la noche en la que se pasa del verano al otoño miras fijamente a la luna podrás distinguir a estos dos hermanos amándose solo por dos noches al año.
Fin
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