Disclaimer: The story doesn't belong to us, the characters are property of S. Meyer and the plot belongs to CullensTwiMistress. We just translate with her permission.

Disclaimer: La historia no nos pertenece, los personajes son de S. Meyer y la trama de CullensTwiMistress, solo nos adjudicamos la traducción.


Seven Days to Christmas

By: CullensTwiMistress

Traducción: Flor Carrizo

Beta: Sol


Capítulo 1

Agosto del 2000

El humo sale en nube de entre sus labios. No puedo quitar mis ojos de él. No es consciente de mi mirada, gracias a Dios. Sin embargo, eso no evita que me sienta ridícula.

Observo, fascinada, cómo Edward tira su cabeza hacia atrás, riendo de algo que dijo otro de los chicos. Si él sólo supiera el efecto que mirarlo —al verde de sus ojos o a la forma en que sus labios se curvan alrededor del final de ese porro— tiene en mí, probablemente saldría huyendo.

Quiero decir, no es como si él me conociera. No realmente. Sólo tenemos la misma prima, Rosalie. Mi tía está casada con el tío de Edward, lo que me hace prima de Rosalie por el lado de mi madre.

Aunque Rosalie no es solo mi prima, también es mi mejor amiga. Esta noche, voy a dormir en su casa, ya que ella cumplirá catorce en unos días y estamos celebrando un poco pronto. Edward estaba en su casa más temprano y nos trajo a esta fiesta. Y, como cumpliré catorce unas semanas después que Rose, casualmente el mismo día que Edward cumplirá diecinueve, esta fiesta es una especie de regalo adelantado para todos nosotros.

Él se graduó del instituto el año pasado en Chicago y después de eso sus padres se mudaron aquí, para estar más cerca de la familia de Rose. Ellos esperaron a que Edward terminara la escuela antes de hacerlo. Buena gente, dice mi mamá.

Cuando él entró a la habitación de Rose más temprano esta noche, anunciando que se escabullirían antes de irse el lunes a la universidad, juro que mi corazón se saltó un latido.

Es hermoso. Estoy acostumbrada a comerme con los ojos a chicos lindos, pero él era, por mucho, el chico más lindo que alguna vez había visto.

Rose chilló y lo abrazó con fuerza, mientras yo fingía indiferencia. Él me dio una rápida sonrisa y le dijo que llevara a su amiga consigo, que debería ir también, viendo que pronto sería nuestro cumpleaños. Ahí fue cuando me di cuenta cuál de los primos de Rose resultaba ser. Nunca lo había conocido antes de hoy.

Así que, aquí estoy, una chica de trece años en una fiesta rodeada de un montón de gente que no conozco y unos pocos que me aseguro de ignorar.

Rose me da una sonrisa rápida y me levanta sus pulgares, alentándome a acercarme. No soy una engreída, sólo tímida; y sé que luzco bien esta noche, pero también saber que soy la chica más joven aquí es un poco intimidante.

Rose siempre dice que Edward la trata con respeto, incluso aunque él es cinco años mayor que ella. Como yo, Rose es alta y ya tiene curvas. Ninguna de nosotras luce como si solo tuviéramos trece y vestidas como lo estamos esta noche, nos mezclamos con las chicas más grandes.

No estamos aquí ni hace una hora y ya no puedo esperar para irme a casa. He pasado la mayor parte de mi tiempo mirando intensamente a la gente —principalmente a Edward, por supuesto— y, si soy honesta conmigo misma, estaba aburrida hasta la locura. Las rubias sosas y los insípidos chicos de fraternidad que asisten a esta fiesta no son mi lugar en lo absoluto. Si no fuera por la insistencia de Rose porque Emmett se encontrará con ella aquí y necesita mi compañía, no me molestaría en quedarme.

Aunque debo admitir, mirar a Edward tomar una calada de su porro, sus labios arrugándose alrededor del final y luego abriéndose para dejar escapar el humo, hace que esta noche valga la pena. Tiene la boca más linda y no puedo dejar de preguntarme cómo esos labios se sentirían presionados contra los míos.

—¿Estás bien? —pregunta Rose y me entrega un vaso rojo. Lo tomo y engullo su contenido, dejándolo quemar mi garganta y asentarse en mi estómago—. Baja la velocidad, Bella. Recién llegamos.

Asiento. Llegamos aquí hace exactamente cincuenta y tres minutos.

—Lo sé. Solo necesito aflojarme un poco. —Mis ojos recorren la habitación. Con un metro y sesenta y siete centímetros, y un poco más por los tacones, soy bastante alta, haciendo la tarea un poco más fácil.

—Sí, bueno, no demasiado. Ese no es el vodka que sacamos de la reserva de mamá todos los otros fines de semana. —Ella me da una mirada mordaz.

Ruedo los ojos, asintiendo.

—Lo sé, lo sé. Oye, ¿dónde está Emmett? ¿No se supone que tendría que estar aquí hace un rato? —Una pequeña distracción ayuda.

Por la esquina de mi ojo, veo a Edward tirar de una rubia linda contra su costado, su sonrisa amplia mientras da una calada a su porro y, después, suavemente sopla el humo dentro de la boca de la chica. Ella inhala su aliento, sus miradas conectadas mientras él exhala. Es la cosa más caliente que alguna vez he presenciado.

—Ugh, Edward va a terminar como una cuba —dice Rose, deslizándose a mi lado y apoyándose en la pared.

—Oh, ¿hace eso a menudo? —pregunto, manteniendo mis ojos en él.

Él le pasa el porro a otro de los chicos y después besa a la chica en la mejilla, dándole una sonrisa torcida antes de girarse y caminar fuera de la sala. Observo a la chica parada ahí por unos pocos segundos, obviamente aturdida. No sé si es por la marihuana o el efecto de Edward haciendo eso con ella, pero le toma un momento recomponerse, antes de caminar hacia algunas de sus amigas y comenzar a soltar risitas con ellas.

—Edward es un estudiante sobresaliente y un genio musical. Él se irá a UDub la semana que viene —me informa Rose.

—Huh. Bien, el proceso creativo a veces demanda que salgamos de nuestro elemento —divago, sintiendo el efecto del alcohol fluyendo por mis extremidades. Mi nariz empieza a sentirse confusa y mis rodillas débiles. Me siento caliente por todas partes y mi visión está un poquito borrosa—. ¿Qué había en el vaso? —Me río nerviosamente.

—Oh, por Dios, Bella. Son apenas las diez. Desde ahora vas a beber agua, ¿está bien? —Ella me mira directamente y sus ojos comienzan a mirar hacia los alrededores. Y sé el momento en el que ve a Emmett, porque su cara brilla y sus ojos se vuelven de un azul más claro.

—Él está aquí, ¿no? —pregunto, mirando hacia abajo y toqueteándome las uñas. La perderé, lo sé. Me abandonará al minuto en que él se nos una. Aunque no la culpo.

—Hola, Bella. Me alegra que pudieras venir —dice Emmett, envolviendo sus brazos alrededor de Rose y empujándola a ella hacia un beso digno de una película porno. Asqueroso.

—Consíganse una habitación —respondo, rodando los ojos. Ellos son lindos, aunque casi enfermizos. Emmett es un par de años más grande que nosotros, él consiguió su licencia de conducir hace un par de meses. Y los padres de Rose no saben sobre él.

Emmett se desenreda de Rose y me empuja hacia su costado, mientras mantiene a Rose en el otro.

—Entonces, Bella, ¿hay alguien digno de tu tiempo aquí?

Me encojo de hombros, mordiéndome los labios.

—Emmett, sabes que el único chico digno de mi tiempo eres tú y ya estás cogido. —Bato mis pestañas para mejorar el efecto y le doy una sonrisa maliciosa y burlona.

—Sí, él lo está —replica Rose, guiñándome.

Ella sabe que estoy bromeando. Emmett es como un hermano para mí. Hemos vivido en la casa de al lado del otro todas nuestras vidas, estamos acostumbrados a este tipo de bromas y flirteo. Rose solo lo ignora por lo que es, cualquier otra chica me habría hecho trizas.

Merodeamos por ahí y hablamos un poco. Hay entusiasmo por el nuevo año de escuela y Emmett menciona otras fiestas a las que quiere llevarnos. Asiento, pero sé que probablemente no vaya. No estoy segura de que eso sea mi tipo de cosa.

—¿Ustedes dos van a profanar la habitación de la señora Nielson? —pregunto, apoyando la cabeza en la pared que está detrás de mí y cerrando los ojos; el mareo por la bebida pesando sobre mis extremidades. He estado lista para irme por un tiempo.

Emmett me da un abrazo apretado y me libera.

—Puedes apostar, Swan. —Mueve sus cejas y le da una palmada al trasero de Rose, haciendo que ella suelte unas risitas.

Giro la cabeza y hago contacto visual con Rose, quien me sonríe como una boba.

—Cuídense, niños.

Sacudiendo la cabeza, les digo adiós con la mano, haciendo mi camino a través de la habitación hacia la cocina. Puedo caminar a la casa de Rose desde aquí y hay un atajo por el jardín trasero de la casa de los Miller que está diciendo mi nombre. La llave de repuesto está debajo de la alfombra y mis tíos todavía están fuera. Eso hace que el mareo que tengo sea un poco más soportable. Y el aire fresco me despeja rápidamente.

Estoy aburrida y cansada. Vine aquí solo para acompañar a Rose, pero, con toda honestidad, preferiría estar en casa viendo pornografía codificada en la televisión de trece pulgadas que mis padres instalaron en mi habitación. No tengo cable ahí, pero los canales que agarra son bastante decentes. Es una pena que estaré durmiendo en el sofá del sótano de Rose. Las alegrías de nuestra pijamada mensual.

Haciendo mi camino hacia el jardín trasero, me sorprendo por la temperatura. Mi fino suéter no hace nada contra el frío. Tengo que apurarme e ir a casa antes de que agarre mi muerte, como mi madre suele decir. Me ruedo los ojos a mí misma.

—¿Vas a volver a casa? —Escucho a alguien preguntar junto a la puerta.

Doy la vuelta y estoy cara a cara con Edward.

—Sí. —Miro alrededor—. Este no es mi lugar.

Me lamo el labio y miro cómo su boca se curva en las comisuras. Es muy lindo.

—¿Dónde está Rose?

—Me abandonó por su novio. —Me encojo de hombros, envolviendo mis brazos a mi alrededor, el frío está entrando por mis poros, ahuyentando el efecto del alcohol.

—Oh, mierda, aquí. —Edward se saca su chaqueta de cuero y me la entrega—. Caminaré contigo hacia casa.

—Dormiré en casa de Rose. —Mis ojos encuentran los suyos—. Además, te vas a congelar.

Él me da esa dulce sonrisa torcida y se pasa la mano por el cabello.

—No. Estoy bien.

Caminamos lado a lado por el jardín trasero de los Nielson y Edward me sigue dentro del de los Miller hasta que alcanzamos el final de la calle. No hablamos, pero Edward frena a prender un cigarrillo y luego trota para alcanzarme. No sé qué estoy haciendo aquí ahora, en su compañía, y, con toda honestidad, estoy demasiado nerviosa como para tener una conversación con él.

—¿Tenías otros amigos para pasar el rato allí? —pregunta, tomando una calada de su cigarrillo.

Miro las brasas color rojo avanzar lentamente por el palito de la muerte, un mal hábito que lo hace lucir bien.

—No realmente. Todos son mayores.

—No te sientas mal, tampoco son mis amigos. No realmente —dice y el humo escapa suavemente entre sus labios, mientras lanza la colilla al suelo y la pisa.

—¿Entonces por qué nos arrastraste allí? —Aprieto su chaqueta alrededor mío, inhalando el aroma ahumado que tiene el cuero gastado.

Se pone un chicle de menta entre sus lindos labios y me ofrece una pieza. El fuerte sabor a menta cubre mi lengua y me choco los puños internamente, porque al menos estoy hablando con él y tengo buen aliento.

—Algo que hacer, supongo. Conocí a esos chicos la semana pasada. Uno de ellos, Riley, es mi vecino. Él me dijo sobre la fiesta y pensé que a ti y a Rose les gustaría salir y ver gente nueva.

—Esas personas son nuevas para ti, Edward —señalo soltando risitas—. La mayoría de esos porreros están en la clase de Emmett y esa chica rubia con la que estabas fumando, Katie, está en undécimo grado.

—Y no son tus amigos —coincide, metiéndoselas manos en los bolsillos y encorvando los hombros, obviamente por el frío.

—Solo son mayores. —Me encojo de hombros—. Pero no son enemigos, si es eso lo que querías decir. No son matones o algo así. —Veo la casa más adelante y me saco la chaqueta de Edward, entregándosela.

—¿Enemigos? —Se ríe entre dientes y sacude la cabeza—. Rose siempre dijo que tú eras la inteligente. —Él toma la chaqueta de mis manos y se la pone, mientras yo busco la llave de la casa debajo de la alfombra de bienvenida.

—Rose nunca me dijo mucho sobre ti, excepto por el hecho de que compartimos cumpleaños. —Me encojo de hombros, tomando mi labio inferior entre mis dientes. Cuando lo miro, sus enrojecidos ojos verdes me están mirando con pereza, una sonrisa satisfecha jugando en esos malditos labios. No puedo dejar de mirarlo.

—Bueno, feliz cumpleaños, Bella. —Él se inclina hacia mí y, antes de que pueda hacer nada, pone una mano en mi cadera y la otra en mi mejilla, manteniéndome en mi lugar con su mirada, mientras toca sus labios con los míos. Son suaves, más de lo que me imaginé antes. Él toma mi labio inferior entre los suyos, chupando ligeramente e imito su movimiento con su labio superior, sin saber realmente qué más hacer. Esto es mucho mejor que un beso de película. Según los primeros besos, en una escala del uno al diez, le doy a este doscientos.

—Mierda —susurro, con los ojos muy abiertos, cuando él se aleja. ¿Esto realmente pasó?

Me besa la mejilla y da un paso atrás, su esencia permanece en todos lados a mi alrededor.

—Buenas noches, Bella. —Muerde su labio inferior, dándome una última mirada antes de girarse y alejarse.

Reproduzco ese beso una y otra y otra vez, mis labios hormigueando con ese recuerdo, hasta que me quedo dormida.


¡Hola!

Con esta historia empezamos el Mes Navideño en Élite Fanfiction, para el que tenemos planeadas varias cosas :D Esta es la primera de varias historias que iremos publicando y se terminarán en el mes de diciembre. ¡Así que esperamos que nos acompañen y las disfruten!

¿Qué les ha parecido este primer capítulo? ¡Esperamos que nos cuenten en un comentario, no olviden que dejar RR no cuesta nada y a nosotras nos hacen muy felices!

¡Hasta el próximo capítulo!