Elsa andaba por la ciudad. No había pasado ni un mes desde el comienzo del verano y la solución de los problemas en Arendelle. Y ya habían problemas otra vez.
Nieve. Si, nieve. Pero lo más sorprendente es que Elsa no hacía nada. Hielo en las calles, niños resbalándose. Y quejas. Muchas quejas. A ella, claro está. ¿Quién si no podía ser la que controlase el hielo y lo hiciese aparecer en un verano tan soleado como éste? Pues no. No era Elsa. Y la rubia tenía el humor de un tigre hambriento. Se comería al primero que preguntase otra vez el porqué de hacer todo eso.
-Elsa... ¿Qué es lo que...- Intentó preguntar Kristoff, el cuál se había acercado a ella con cara de preocupación-
-¡NO LO SÉ, YO NO SOY, SOLO SÉ QUE ESTÁ NEVANDO EN ARENDELLE SIENDO VERANO Y SIN NUBES! - Se fue casi corriendo. Kristoff y Anna, que la había visto exhalar esos gritos hacia su pareja, se preocuparon y la siguieron un poco. Pero Elsa era muy rápida. Tanto que ni se fijaba por donde iba.
Elsa se había perdido. Si es que era una chica un poco desastre cuando se enfadaba. Normal. Con la capacidad de paciencia que tenía, era fácil que se pusiese así. Era muy paciente para enfadarse, pero cuando se enfadaba, cuidado.
Alcanzó un claro de un bosque. Allí también alcanzaba la nieve. Era curioso. ¿Cómo podía seguirle la nieve si ella no estaba provocándola?. Osea, eso lo sabía Elsa porque, incluso cuando no la controlaba, sabía que lo hacía ella.
Notó movimiento entre los árboles. Miró a uno y otro lado la chica y apuntó con sus manos a éstos - ¡Si hay alguien ahí, que salga ahora mismo! - Notó pasos. La nieve cambiaba su forma haciendo huellas sobre las cuales no habían pie. Elsa entrecerró sus ojos. Notó algo raro. Nieve levitaba y se formaba una bola de nieve la cuál se lanzó a su cara. Cuando la bola tocó su rostro, notó algo raro. Y, dónde antes no había nada, se formó el cuerpo de un chico. Un pálido chico albino. Sujetaba un largo bastón
-¿Quién eres?... -Preguntó Elsa.- ¿Qué haces aquí y cómo... Cómo generas nieve?
-Espera... ¿Me ves?... Vaya. Otra más. Soy Jack Frost. Encantado. -Se acercó y le ofreció la mano sonriente.
-Esto... Soy Elsa de Arendelle... -Acercó la mano. Cuando estaba a punto de tocar la mano del otro, el albino usó la zurda para lanzarle una bola de nieve y comenzó a reír
-¡Ja! ¡Deberías haberte visto la cara! - Rió divertido Jack. - ¡Es muy gracioso porque te creías que yo era formal! ¡Jaja! - Y comenzó a levitar suavemente - Pues soy Jack Frost, si, no te miento. Pero... ¡No soy tan aburrido como para dar la mano a una reina tan aburrida como tú! ¡Y genero la nieve porque soy el guardián del invierno y la diversión!
-¿Invierno? ¿Y estás aquí en verano? ¿Diversión?- Elsa estaba flipando. ¿Qué demonios había consumido hoy al desayunar como para tener estas alucinaciones?... Aunque a decir verdad, la nieve podría provocarla él.
-¡Así es, Elsa! ¡Vengo para que recuperes un poquito de ese espíritu divertido que tenías y sonrías! -Sonrió él como muestra- ¡Y así lo conseguiré porque para algo soy el guardián de la diversión! ¡Así que volvamos a tu reino, Miss aburrida! - La agarró y usó su bastón para llevarla hacia el reino sin dificultades.-
-¡Wooooh! -Gritó asustada Elsa. Era la primera vez que estaba a tanta altura. Sujetado por un chico que podía levitar y decía ser guardián del invierno y la diversión. ¿Qué demonios hacía con ese chico?
