Disclaimer: nada de esto es mío.

Notas: Tabla Simbólica de la comunidad 30_vicios de lj; colgado está, por tanto, también en el mío (http: / isarn punto livejournal punto com/), con más capítulos y tal. Lo de colgarlo aquí también es por plagiarme un poco a mí misma.^^

Notas2: Esto es un AU (no, no es un susto, ni un grito). Un AU es un universo alternativo, pero en inglés, que suena más guay. Por tanto, y puesto que es un AU, hay ciertas cosas... raras. Para empezar, está esto de la reencarnación. Los personajes se han reencarnado, sí. Por lo menos, algunos. Así que están en nuestro mundo, sin que parezca extraño ni nada de eso, y las cosas... cambian un poco.


Déja vu

(Ilusión)

La primera vez que la ve le parece una ilusión. Una aparición, algo mágico que, en realidad, no tiene derecho alguno a ser real. Tienen ocho años, y algo muy dentro de él le dice que es ella.

No sabe muy bien quién tendría que ser ella, pero de momento le basta.

La ilusión se presenta enseguida –Kouran, dice que se llama, y a Houjun le parece el nombre más bonito que jamás haya escuchado, aunque no sabe exactamente por qué- y le pide que le enseñe el barrio, el colegio, el mundo. Y de pronto se hace difícil recordar dónde van, o por qué, y la niña-ilusión se ríe un poco y a Houjun le arden las orejas y se siente el ser más estúpido del Universo. Pero es sólo un segundo, porque luego ella dice Eres muy gracioso, ¿sabes?, y se sonroja un poquito, y eso lo hace todo más fácil. Un poco.

Y decide que ya sabe dónde quiere llevarla. Hikou se va a enfadar, seguro, porque prometieron que nada de niñas –porque las niñas son raras y tontas y se quejan cuando se ensucian mucho-, pero es que Hikou no conoce a Kouran, y cuando la conozca le dará la razón; Kouran no es una niña, sino un espejismo. Algo mágico.

No se puede decir que sea amor a primera vista, claro, porque son muy niños y el amor es, en verdad, algo en lo que Houjun nunca ha pensado y en lo que no quiere pensar. Es sólo que Kouran tiene el pelo de un color precioso y los ojos más azules que ha visto nunca, y tiene pecas y pone cara de asombro cuando, por fin, llegan a su rincón secreto. Suyo y de Hikou. Nadie más lo conoce –nadie más lo conocía, al menos. Ahora también es un poco de ella.

Y, cuando le tira un puñado de tierra a la cabeza mientras se ríe –una risa histérica-, Kouran deja de ser una simple ilusión, y se vuelve un poco más real.

Sólo un poco.


Danny