Ranma ½ y todos sus personajes son creación y propiedad de la célebre artista japonesa Rumiko Takahashi. Esta historia no la escribo con fines de lucro sino como un homenaje a su gran obra que tras muchos años sigue encendiendo de dicha nuestros corazones y de imaginación nuestras mentes inspirándonos siempre gran diversión.

Fantasy Fics Estudios es un grupo de fans reunidos en torno al amor por la creación del fanfiction, la escritura y la fantasía en general, promoviendo el libre uso de la imaginación y luchando contra la dictadura de la realidad y la gris "madurez" que el mundo trata de imponernos aplacando la exquisita diversidad en nuestras almas.

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ADVERTENCIA: S & S Detectives es un fic de tipo "Universo Alterno" o "UA"; por tanto los personajes intentarán ser los mismos, pero se encontrarán en una situación diferente a la descrita en el manga original creado por Rumiko Takahashi. La gracia de un UA no es que los personajes pierdan sus personalidades originales, por el contrario, es conseguir que las mismas personalidades, los mismos personajes, se enfrenten a una situación que les sea extraña y no vista en la obra, para mayor diversión del lector. Como por ejemplo hacerlos vivir en otra época, o que se conozcan de una forma diferente a la del canon, entre otras infinitas posibilidades.

¿Por qué digo esto antes de comenzar la historia? Simple.

Si creamos un fic UA, y a la vez alteramos completamente las personalidades de los personajes, entonces no nos quedaría nada de la obra de la que tanto anhelamos escribir un fic. Serían solamente los meros nombres puestos a otros personajes "X" que nada tienen que ver con los que queremos utilizar; ¿se han imaginado a una Akane rubia de ojos claros hablando inglés, que vive en Texas y que además ha tenido veinte novios, es una experta en sexualidad y que para rematar no sabe nada de artes marciales, pero por el contrario, es una psicóloga experta que realiza terapia de parejas? No, yo tampoco, porque de hecho aunque ese personaje sea el más atractivo del mundo: simplemente no se asemeja en nada a la Akane Tendo creada por Rumiko. En ese caso sería mejor escribir una obra completamente original de nuestra autoría usando a ese personaje sin ningún impedimento, que tratar de disfrazar una obra original como un fic usando los nombres de los personajes de otro autor como si se tratasen de burdas máscaras.

El desafío de escribir un fanfiction se encuentra en intentar usar a los personajes a los que tanto afecto les tenemos, eso es lo divertido y también lo más difícil, y lo que le da sentido a toda una obra. No siempre lo conseguiremos, más metiéndolos en situaciones que no vimos en la obra original, sin tener la más remota idea de cómo reaccionarían, o cambiando contextos de su pasado que alterarían un poco sus reacciones. Sin embargo, intentarlo es el arte de este engorroso asunto llamado fanfiction.

Únicamente un pensamiento personal que espero puedan disculparme. Ahora, al fic:

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Fantasy Fics Estudios presenta:

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S&S Detectives

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Los investigadores privados / La hija menor de Kimiko Tendo

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En la capital de Tokio, en el denso y enorme barrio comercial y administrativo de Shinjuku, ella se detuvo ante el moderno edificio. Era una estructura bastante nueva y no muy grande en comparación a los rascacielos que se veían como oscuras siluetas más allá de los edificios que la rodeaban sobre las calles. Era de paredes blancas intercaladas con dos hileras verticales de cristales. Frente al edificio había una gran plaza con una laguna donde los habitantes retozaban en las bancas del borde empedrado con pequeñas rejas mirando a los patos nadar. Letreros de todos colores y luminosas pantallas animadas con publicidad se confundían con los semáforos en las densas calles. El ruido de las voces de la gente que transitaba producía un murmullo constante, junto con el tronar del calzado sobre la acera y las bocinas de los vehículos durante la mañana.

Dentro del edificio, tras el elegante mesón de la recepción, para su suerte un amable anciano atendía a los visitantes, y la orientó. Pasando del mesón, en el centro del amplio pasillo, cinco puertas metálicas la esperaban. Cualquiera de los elevadores serviría para llegar al décimo piso, el penúltimo del edificio.

Al abandonar el elevador se encontró en la mitad de un largo pasillo, el silencio aumentaba sus nervios y la mullida alfombra impedía escuchar incluso sus propios pasos para su mayor desesperación. Siguió el camino hacia la derecha: se encontró con consultas médicas privadas, asesores legales, expertos contables, consultores de informática, una pequeña compañía editora de videojuegos especializados en las novelas visuales de contenido adulto, y una popular astróloga conocida en el medio televisivo; todos indicados con pequeños e imaginativos carteles adecuados para cada una de sus especialidades, que colgaban de la pared a un costado de cada puerta por encima del timbre.

Pero era el lado equivocado del pasillo.

Volviendo sus pasos al centro junto al elevador, agradeciendo encontrarse sola para que nadie notara su torpeza, se dirigió hacia el extremo opuesto del pasillo. Ya no había más puertas, sino un pequeño mirador tras el ventanal a uno de los costados de la pared desde donde se podía observar buena parte de la ciudad y la belleza de los jardines del gran parque de Shinjuku a sus pies, rodeado por otras estructuras y altos rascacielos, y también el famoso edificio de gobierno y sus dos enormes torres del otro extremo del parque. Se detuvo un momento, sólo un instante, admirando el paisaje desde las alturas, y el convulsionado mundo de la gente a sus pies. Deseó estar en casa, donde la vida en un barrio residencial era mucho más calmada y llevadera.

El final del iluminado pasillo terminaba en una sencilla puerta y un macetero con una enorme planta de interior en la esquina, era una camelia de una variedad conocida por florecer en invierno. La puerta de madera poseía una ventana en su parte superior en cristal ondulado que no dejaba ver más que sombras y luces desde el interior, con pequeñas siglas escritas primero en alfabeto occidental, cosa extraña y llamativa, después seguida por una palabra escrita en finos kanjis:

"S&S. Detectives privados."

Ella: la chica que había tomado el tren urbano para llegar hasta ese lugar desde el tranquilo barrio de Nerima. Ella, la misma que durante el viaje de poco menos de una hora se distrajo conversando con una amable señora a la que ayudó a cargar las bolsas con las compras; la que también se extravió después al intentar seguir las indicaciones, y que dándose por vencida se había dispuesto disfrutar del día mirando la laguna en el parque, hasta el momento en que se dio un golpe en la frente cuando al alzar los ojos recién se percató que se encontraba ante el inconfundible edificio que le habían descrito. Ella, la misma jovencita que nerviosa tuvo problemas para hacerse entender ante el paciente recepcionista; y aquel anciano adivinando lo que ella buscaba, o quizás acostumbrado a que todo personaje en similar situación buscara lo mismo allí, le había indicado rápidamente el piso al que debía dirigirse. La misma niña, ella, de diecisiete hermosos años, casi dieciocho, que había caminado hacia el lado equivocado del pasillo tras dejar el elevador, y más avergonzada regresó sus pasos hacia el otro extremo. Y que a pesar de toda su prisa, nerviosismo, angustia y temores, se detuvo por un prolongado momento para admirar una vez más la laguna del parque desde el mirador en las alturas: porque así era su espíritu bello, optimista, de alegría sencilla pero no menos intensa.

Era la misma que ahora leía atentamente las letras pintadas en el cristal por tercera vez, con un dedo rozando los labios que movió casi en silencio, como si quisiera en esta ocasión estar completamente segura de hallarse en el lugar correcto, y también infundirse de valor al sentirse otra vez amedrentada por los nervios que carcomían toda su determinación. Al final recordó que no tenía otra salida a su problema, asumiendo con un resignado suspiro su suerte.

Levantó la mano con el deseo de tocar el timbre a un costado de la entrada, cuando la puerta se abrió de improviso paralizándola de miedo. Un muchacho se apareció repentinamente ante ella, avanzando como una locomotora desbocada, mirando hacia atrás, cubriéndola con la sombra de su atlético cuerpo.

—Ya dije que no, ¡no tengo tiempo para tratar con otra una estúpida mascota perdida…! ¿Eh…?

— ¡Ay, cuidado!

El joven chocó de frente con la chica que parecía tener su misma edad. Ella perdió el equilibrio a pesar del esfuerzo que él hizo por detenerse, pero antes de que cayera, él la sostuvo rodeándola con sus brazos atrayéndola en un desesperado movimiento hacia su cuerpo al intentar evitar caer también por su propio impulso, separando torpemente las piernas. Retrocedió un largo y forzado paso para recuperar el equilibrio, inclinando ligeramente la espalda hacia atrás, lo que hizo más fuerte y profundo el abrazo entre ambos.

La escena era extraña. Ella, con los ojos cerrados, podía sentir que se encontraba con los brazos juntos y el rostro hundido en un fornido pecho viril, sólido como una muralla pero confortable como una almohada, de fragante perfume masculino que le recordó a la madera de los recios árboles durante el otoño.

El joven, todavía agitado, tenía una mano rodeando a la chica por la espalda y la otra un poco más abajo de la cintura. Lo primero que pensó, fue que el cabello de esa niña tenía el aroma de las hierbas y las flores en un día de verano.

Tras conseguir salvar la situación y calmar sus corazones, ambos separaron sus rostros ligeramente y suspiraron aliviados. Ella con las manos sobre la camisa roja que recién notó de una suave y fina seda, con un diseño llamativo al ser de estilo tradicional de China que combinaba extrañamente bien con sus jeans negros y zapatos oscuros. El perfume varonil y juvenil de ese muchacho inundó sus sentidos entorpeciéndola.

Él todavía podía sentir las cosquillas que los mechones de la chica le provocaban en la nariz, pero quiso soportarlo, porque así podía seguir percibiendo el aroma que emanaba el cuerpo de esa chica; la que vestía un ligero conjunto de verano ajustado en la cintura y acampanado hasta las rodillas, junto con una bonita flor de tela engarzada en el pequeño pincho para el cabello con que adornaba la corta pero bonita melena.

—Estuvo cerca —silbó de alivio el joven, en un gesto forzado al recordar que la seguía abrazando por más tiempo del prudente, intentando disculparse en un tono más suave—. Lo lamento, no estaba mirando por donde caminaba, ¿estás bien?

Ella no respondió, con el rostro inclinado ocultó el intensó carmín de sus mejillas. Él, confundido, lo intentó de nuevo.

—Te he preguntado que si estás bien...

—Suéltame —susurró la chica apenas audible, con el cuerpo temblando violentamente.

— ¿Sucede algo malo, te lastimé?

—Te dije que me soltaras…

Una mujer de distraído mirar y alegre elegancia siguió al muchacho fuera de la oficina. Su atuendo era un formal kimono de colores primaverales y el cabello castaño oscuro lo llevaba cuidadosamente recogido con una fina peineta de madera y perlas.

—¡Ranma, hijo, espera!, no es lo que tú imaginas… Oh, ¿qué sucede aquí? ¡Pero si tú debes ser la niña de Kimiko! —clamó juntando las manos en un gesto de dicha—. Finalmente, estaba un poco preocupada de que no hallaras nuestra oficina, después de todo te esperábamos hace un par de horas y… Ranma, hijo, ¿por qué estás abrazando así a nuestra nueva clienta?

— ¿Clienta?... ¿Kimiko, Kimiko Tendo?... ¿Ella es "Akane Tendo"?

Ranma Saotome no podía dar crédito a sus propias palabras. Desde la discusión que había tenido con su madre esa mañana se había imaginado a "Akane Tendo" como una señora regordeta y odiosa de la que tendría que estar escapando en todo momento protegiendo su castidad, como le sucedía a menudo con esas mujeres mayores que los contrataban para nimiedades. Recién ante la acusadora mirada de su madre, que cruzó los brazos observándolo severamente, soltó la cintura de Akane recordando que todavía la tenía cobijada contra su cuerpo. Y tomándola por los hombros la apartó buscando su rostro.

—¿Tú eres "Akane Tendo", ésa "Akane Tendo" de la mascota perdida?

Ella siguió sin responder, al levantar el rostro Ranma la descubrió sonrojada y con un par de lágrimas de indignación asomando a sus brillantes ojos de canela.

—Eres… eres un…

—¿Un… qué? —preguntó lentamente el joven, sin comprender el temor que lo invadió.

—Un… ¡pervertido!

La fuerte bofetada hizo saltar incluso a la señora Nodoka Saotome, la que asustada se llevó los dedos a los labios. Tras el incomodo momento, la mujer intentó sonreír con el cabello ligeramente desarreglado.

—Q-Querida, oh, bueno, ¿por qué no pasas mejor, te apetece un poco de té?

Akane la siguió en silencio todavía indignada y avergonzada, con las manos fuertemente empuñadas, hacia el interior del departamento. Fuera de la oficina quedó Ranma sentado sobre el arbusto aplastado en el macetero contra la esquina de la pared, con los ojos perdidos en el techo y la bella mano de la jovencita inmortalizada en su mejilla derecha.

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La oficina de Nodoka Saotome era muy distinta a la de las películas de investigadores privados: no se encontraba en penumbras, ni había humo de cigarrillo o una pila de cuentas impagas sobre el escritorio viejo y maltratado. Era un lugar bonito, cómodo, de paredes claras y modernas persianas blancas cubriendo la ventana que daba también en dirección de la plaza. Pero no dejaba de ser asombrosa la colección de adornos que colgaban de las paredes; parecían haber sido traídos de distintos lugares de Japón y de algunos países cercanos como China, Corea y Vietnam.

Había una máscara de dragón, vasijas y abanicos de la era imperial anterior a la dinastía Ming. Pergaminos y lanzas, cuchillos exquisitamente ornados de las distintas naciones y culturas. Había un rifle antiguo, de los primeros que utilizaron los guerreros samuráis cuando aplicaron el uso de la pólvora en la guerra; eran incómodos y se cargaban sobre el hombro antes de disparar. También había un traje tradicional y religioso de Corea muy similar a un kimono japonés en colores rojo y blanco.

Un estante de tres pisos escalonados lucía una maravillosa colección de perfectos bonsáis que representaban en una pequeña proporción exacta las distintas especies de árboles más conocidas del país. Además había un arco de tiro tradicional, delicadamente labrado, con la exquisitez de un instrumento ceremonial; haciéndole recordar que el uso del arco en Japón poseía también un trasfondo espiritual y de limpieza, a través de la práctica de esta disciplina.

La pieza más llamativa era la katana guardada en su funda de magnífica elaboración, y que parecía por su degastada superficie a pesar de encontrarse bien pulida y cuidada, ser una auténtica arma de más de cien años como las que mantenían las familias más antiguas, herederas de alguna dinastía de espadachines previos a la revolución de la era Meiji. Colgaba horizontalmente en la pared detrás del escritorio que ocupaba la señora Saotome.

—Ya te pedí disculpas —Ranma, sentado en un borde del escritorio junto a su madre, se defendió por quinta vez, sacando a Akane de su distracción cuando se había perdido admirando la oficina. Lo observó al instante con los ojos entrecerrados bajo los oscuros mechones. Él casi podía imaginársela gruñendo como un peligroso perro encadenado y muy peligroso.

Ella le retiró el rostro en un notorio desprecio que hizo al joven enfadarse todavía más, cerrando las manos con fuerza arrugando la camisa china.

—Qué maleducada…

—¡Ranma! —lo corrigió Nodoka con severidad.

—Está bien, no dije nada, pero que conste que no ha sido mi culpa —suspiró profundamente intentando enfriar sus pensamientos, recordando que él era un "profesional"—. Entonces, retomemos el caso: sucede que a la pequeña niña se le ha extraviado su mascota y necesita que la encontremos o se pondrá a lloriquear —dijo con sarcasmo.

—¡Cómo te atreves! —Akane reaccionó furibunda, para luego avergonzarse al recordar que se había propuesto no dirigirle la palabra a ese antipático muchacho, propósito en el que había fallado a la primera provocación.

—Ranma, no es una actitud varonil, menos profesional, burlarse de una jovencita, y mucho menos cuando ella es nuestra importante clienta.

Ranma gruñó humillado. Akane se sonrió agrandando su herida.

—Así es, "Ranma", obedece a tu madre y no fastidies.

—Akane, no es apropiado de una señorita hablar en términos tan hoscos, ni menos ofender a quién únicamente ha cometido una torpeza y ya se ha disculpado.

Akane apretó los labios sintiéndose sinceramente culpable. Ranma, en cambio, sonrió vengativo.

Nodoka pensó que sería mejor continuar con lo importante, pues le bastó un par de miradas para adivinar que esa niña poseía un carácter tanto o más fuerte que el de su hijo, y como el fuego y la pólvora si los dejaba discutir no terminarían nunca. A pesar de ello la criatura que tenía sentada delante de sus ojos revelaba lo que realmente era: una jovencita dulce y refinada, muy femenina y tímida en sus gestos, y que luchaba contra esa timidez cubriéndose con un matiz de agresividad cuando se sentía amenazada: como ahora, buscando ayuda entre extraños y sintiéndose víctima de un terrible dilema. Nodoka, dada su experiencia, se concentró en sonreír con la mayor calidez posible para hacer sentir confortable a la niña.

Y se parecía tanto a Kimiko, ¡tanto! ¡Oh, Kami, cómo la extrañaba!

La señora Saotome tosió para intentar contener la intensidad de su tristeza.

—Sé que lo discutimos anoche por teléfono, querida Akane, pero te encontrabas entonces un poco alterada. ¿Me puedes explicar nuevamente de qué se trata tu caso y darnos algunos detalles?

—Por supuesto, señora Saotome.

—Dime "tía", o "tía Nodoka". No es necesario que seas tan formal conmigo, querida. Tu madre y yo nos conocíamos muy bien, de hecho éramos como hermanas. Siento haber perdido el contacto con tu familia después de… No, mejor no hablemos de eso. Lo lamento, tuve mis propios problemas en ese momento... Oh, no, pero no debería usarlos de excusa por haberlas abandonado a ustedes, en especial tras haberle prometido a tu madre que me encargaría de cuidarlas. Permíteme ahora intentar resarcirme y ayudarte con todos los recursos que tenemos a nuestra disposición. No tengas miedo, te prometo que estás entre personas de confianza.

Akane la comprendió y quiso creer, necesitaba hacerlo, confiar en una persona su problema. Respiró profundamente y descansó la tensión que sostenía sobre sus hombros.

—Gracias, señora… eh… tía Nodoka. No sabía a quién recurrir, pero Kasumi, mi hermana mayor, siempre nos repetía que si llegara a suceder algo malo la buscáramos a usted; ya que siempre socorrió a nuestra madre cada vez que ella había tenido un problema.

—Oh, niña, me avergüenzas. Nunca fui de tanta utilidad para Kimiko.

—¿Así que ella es hija de la famosa Kimiko Tendo?

—Ranma, ten respeto por los sentimientos de la pequeña Akane.

—Lo siento —se disculpó honestamente. El antes agresivo muchacho se reveló silencioso y compasivo, incluso apenado, por la repentina tristeza que Akane no pudo ocultar ante el recuerdo de su fallecida madre.

—Háblanos, Akane, necesitamos más detalles para entender en qué podemos socorrerte —insistió la mujer con dulzura y también premura.

—Mi familia salió de viaje por unos días.

—¿Y te han dejado sola? —Ranma se adelantó a su madre preguntando con peculiar interés y un mal fingido enfado. Le irritaba la irresponsabilidad de los padres por motivos que a él le era mejor no recordar.

—No, no del todo. Sería únicamente por unos pocos días. Nuestro padre no podía postergarlo por más tiempo y yo tampoco podía faltar a clases.

—En estas fechas se encuentran por realizar los exámenes finales de preparatoria —recordó Nodoka—, debes estar cursando el último año ya.

Akane asintió con energía.

—Es por eso que me quedé en la ciudad, por lo menos hasta terminar mis exámenes y entonces alcanzarlos. Además, ¡no soy una chica débil!, practico el arte desde que era pequeña, sé cuidar de mí misma. Yo insistí en que podía hacerme cargo de todo, se los prometí, pero…

—¿Pero? —repitió Ranma. Cada vez menos firme en su propósito de mostrarse indiferente hacia ella.

—Antenoche "P-chan" desapareció.

—¿"P-chan"? —preguntó Ranma confundido. ¿Quién le ponía a una mascota un nombre tan ridículo como "P-chan"?

—¿Así que alguien lo ha robado? —Nodoka intentó mostrarse centrada en el caso, pero no dejaba de incomodarla el peligro al que habían expuesto a esa chiquilla por dejarla sola en casa—, ¿forzaron alguna puerta o ventana?, ¿desapareció otro objeto de la casa, dinero, artículos de valor?

Akane negó con la cabeza a todas las preguntas que con un calmado toque maternal le hacía Nodoka.

—No había ninguna señal, las puertas y ventanas estaban cerradas, nadie podría haber entrado o salido sin ser visto. Yo no escuché ningún sonido durante la noche...

—Pero se trata de una estúpida mascota, de seguro se perdió al igual que el inepto de Ryoga, ya llegara sola sin que tengas que buscarla.

—Ranma, hijo, no comprendes que…

—¡P-chan, no es ninguna mascota!

Akane, con el espíritu encendido otra vez por culpa de aquel insensible chico, hurgó rápidamente en su pequeña cartera de mano. Sacó una fotografía que deslizó sobre la mesa con impaciencia. Nodoka no se movió, sabía perfectamente a lo que ella se estaba refiriendo. Ranma cogió la imagen y alzó una ceja confundido.

En la fotografía aparecía la familia Tendo: un padre de cabello largo y bigote junto a tres jovencitas; y tras ellos, en un aparador cerrado de madera y metal, se podía ver entre otras figuras, la imagen de un pequeño cerdito bebé, pero en realidad no era un animal sino una réplica hecha a tamaño exacta en oro macizo.

— ¿Eso es...?

—"P-chan" —le explicó Nodoka muy bien informada—, es un antiguo tesoro familiar, de valor histórico incalculable de antes de la era Meiji. Pertenecía a la familia de Kimiko antes de casarse, y ahora está en posesión de la familia Tendo.

—Bromean, ¿cierto? —apuntó con el dedo hundido en la fotografía—. ¿Esta tonta figura de un cerdo un tesoro histórico?

—Ranma, no maldigas ni menos ofendas las antiguas tradiciones de nuestros clientes.

—Perdón, mamá… ¡Pero es un cerdo! ¿Qué tiene de especial, a quién se le ocurriría hacer una imagen de oro de algo tan feo?

—Qué tiene de malo —reclamó Akane ofuscada y un poco avergonzada—, además P-chan es bonito.

Nodoka no esperó a que su hijo respondiera escalando otra vez la discusión y prefirió preguntarle primero a la joven.

—Dime, Akane, ¿qué ha dicho la policía?

La chica perdió todo su furor e inclinó el rostro.

—No me digas que… —la mujer afiló la mirada—… ¿no has llamado a la policía primero? —la vio negar en silencio—. ¿Por qué? Esto es un asunto grave.

—No tienen que enterarse.

—Qué…

—Ranma, permítele continuar. Sigue, querida, ¿por qué no has llamado a la policía?

Ella miró la superficie del escritorio antes de responder débilmente.

—Mi… mi familia se enteraría y me culparían. ¡Es la primera vez que confían en mí, quería demostrarles que puedo cuidar de la casa estando sola!

—Y vaya que lo hiciste bien.

—¡Ranma! —Nodoka le dedicó una dura mirada a su hijo.

—Perdón —se encogió de hombros no muy arrepentido ante el regaño materno. Pero en cambio sí temió del furioso espíritu de esa chica que pudo percibir amenazándolo.

Nodoka Saotome lo pensó detenidamente. Akane se veía desvalida. Por otro lado su hijo ya no se mostraba tan indiferente a pesar de sus palabras, intercambiando el joven constantemente su mirada desde la ventana a la atormentada chica. Todavía tenía una oportunidad de hacerlo trabajar por el bien de Akane. Cruzó los dedos sobre el escritorio.

—Muy bien, Akane, tomaremos el caso.

— ¿De verdad?

—Mamá, no puedes estar hablando en serio.

—Ranma, ¿tienes miedo de no poder con este sencillo robo? Si te crees tan incapaz…

—¡Claro que no! Podría hallar a ese estúpido cerdo con los ojos cerrados, pero eso no es lo que yo…

—¿Te das por vencido?

—No he dicho que…

—Mi pobre hijo, qué desilusión, yo siempre te creía un hombre valiente y decidido.

—Para, mamá, que no es eso, es sólo que yo…

—Negándose a ayudar a una pobre chica en apuros, eso no es nada varonil. De hecho, te hace parecerte mucho a tu padre…

Ranma golpeó la mesa con fuerza. Apenas consiguió el interés de las asustadas mujeres se apuntó a sí mismo con el pulgar.

—Yo me haré cargo de este caso, ¿escuchaste, mamá? Hallaré a esa estúpida figura antes que la familia de Akane siquiera se entere que su torpe niñita dejó la casa.

—Oh, bien… Me parece maravilloso, supongo —Nodoka actuó como si recién se estuviera reponiendo del susto que le provocó la reacción de su furioso hijo—. ¿Qué dices, Akane, no te alegra saber que finalmente mi hijo se haya decidido a ayudarte?

—¿Él?, pero yo creía que usted…

—Estamos todos de acuerdo entonces —Nodoka se apresuró en hablar no dejándola terminar—. Ranma, comenzarás hoy mismo con la investigación.

—¿Hoy?

—No tenemos mucho tiempo. Akane, querida, ¿cuándo debías reunirte con tu familia? —preguntó sacando de la manga del kimono una pequeña libreta y un bolígrafo con el que comenzó a anotar los detalles importantes del caso.

—Pues… —no muy segura de lo que estaba sucediendo, la chica se dejó llevar por la situación—, en una semana.

—Es muy poco tiempo, pero podremos hacernos cargo. Ranma, tu acompañarás a nuestra joven clienta de regreso a su hogar. Asegúrate que llegue sana y salva —repentinamente los ojos de Nodoka se enfriaron peligrosamente, cosa que Ranma conocía perfectamente bien y tembló—, recuerda que ella es hija de mi querida Kimiko, por tanto no es una clienta cualquiera.

—Ya lo sé.No tienes que repetírmelo.

—Además aprovecharás la oportunidad para buscar pistas en casa de la familia Tendo.

—Espera, mamá, todavía no he dicho que esté de acuerdo en escoltar a la "princesa en apuros".

—¡Y yo no quiero volver junto a un peligroso degenerado!

—¿A quién llamaste degenerado? Eres tú la que se cruzó en mi camino en primer lugar, idiota.

—Tú eres el idiota. Y qué manera tienes de tratar a una clienta, ¡qué poco profesional eres!

—No es mi culpa tener que lidiar con una cría tan temperamental que parece una vieja histérica.

—¡Cómo te atreves…!

—Niños, ¡niños, cálmense! Recuerden que tenemos un pequeño cerdito que encontrar. Akane, ¿no querrás tener que enfrentar a tu familia, verdad? ¿Sabes lo costoso y poco fiables que son las agencias de detectives privados, lo difícil que es hallar una en la que se pueda realmente confiar sin que quieran cobrarte más de lo que tienes? Porque supongo que tú no cuentas con el dinero para contratar nuestros servicios. A menos que se lo pidieras directamente a tu padre, y en ese caso…

—Él se enteraría de todo —respondió la chica palideciendo. La señora Nodoka Saotome tenía razón, bajo un manto de amabilidad descubría que esa mujer podía ser muy directa y estricta.

—Exacto, querida, por lo que te sugiero que confíes en mí. Recuérdalo, yo jamás haría nada que pudiera lastimar a la bebé de mi querida Kimiko, ni tampoco me atrevería a cobrarte nada por un trabajo que para mí, en este momento, declaro como un asunto que me concierne como si fuera de mi propia familia.

Akane asintió lentamente.

Ranma se mostró inconforme tras la derrotada expresión de la chica, como si no le hubiese gustado que tras la fortaleza con que lo enfrentó decayera tan rápidamente. Todavía no estaba convencido de tomar ese caso y más lo molestaba que nadie le hubiera pedido su opinión al respecto. Aunque no podía negarse al extraño sentimiento de culpa que ahora lo embargaba al notar la tristeza y temor en los ojos de esa chiquilla. Cuando se percató que su madre lo había estado observando atentamente mientras él se había encontrado distraído como un bobo en Akane, trató de ocultar su rubor con una enfadada respuesta.

—¿Y yo por qué tengo que hacerlo?

—Porque soy tu madre y te lo ordeno.

Ranma apretó los dientes haciéndolos sonar, pero apenas miró la katana que colgaba de la pared sobre la cabeza de su madre, dejó caer los hombros con resignación.

—Bien, lo haré, ¡pero no porque me lo pides, mamá! Soy un profesional, es todo, y si decides tomar este caso no tengo más que cumplir con mi trabajo: porque siempre lo hago. Y será mejor que acabemos pronto —murmuró—, tengo un muy mal presentimiento de todo esto.

—Esa es mi línea —respondió Akane apesadumbrada, recuperando un poco las energías con que expresó su enfado al principio, sin preocuparse de la molestia que despertó en el muchacho.

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Cuando entraron en el elevador, Akane dio un lento y muy largo paso hacia el costado recostando su cuerpo contra la pared como si quisiera hundirse en la misma. Ranma no lo notó hasta que giró el rostro encontrándose con la asustada y recelosa mirada de la chica. Por instinto volvió el rostro hacia el otro lado buscando la razón de tanto miedo y sólo halló su reflejo sobre la metálica pared. Más enfadado que antes intentó ignorarla y presionó con brusquedad el botón.

—Si no confías en nosotros, ¿por qué nos buscaste en primer lugar?

—Yo confío en la señora Nodoka… ah, quiero decir, en la tía Nodoka.

"Pero no en mí", pensó el joven sintiendo que la sangre le subía al rostro. ¿Y por qué tenía que importarle tanto la opinión que "una desconocida" pudiera tener sobre él? Ese día se estaba comportando de una manera muy extraña. Se sacudió el cabello con una mano y tiró ligeramente de su trenza acomodándosela, para terminar descansando las manos tras la cabeza con los codos en alto. De reojo notó que ella lo observaba atentamente, y al cruzarse sus miradas Akane bajó el rostro para después mirarse sus propias manos jugando con la pequeña cartera que traía. ¿Qué le pasaba ahora a esa chica?, ¿todavía seguía teniéndole miedo? Gruñó ligeramente.

El timbre de la puerta resonó antes de abrirse completamente. Akane se sintió un poco aliviada, pero al alzar el rostro descubrió que se encontraban en el subterráneo, frente a los estacionamientos del edificio. Siguió torpemente a Ranma antes de poder preguntarle, cuando él respondió a su curiosidad adelantándosele.

—¿Creíste que volveríamos caminando a Nerima?

La sonrisa tan arrogante provocó que ella lo ignorara enfadada intentando disimular su primera reacción de sorpresa. Había pocos automóviles y se dirigieron hasta el final del estacionamiento donde se encontraban únicamente dos ante la pared del fondo. Ella se detuvo ante uno, era lógico que el joven fuera el dueño de aquel pequeño vehículo de dos puertas económico. Pero él siguió hasta detenerse delante del siguiente, sacó las llaves del bolsillo trasero del jeans oscuro levantando el borde de su camisa china y presionó el botón de la alarma, el vehículo susurró al instante un seductor par de pitidos destrabando las puertas.

— ¿Te gusta? —cambió bruscamente de actitud hacia ella, llenándose de entusiasmo como un niño queriendo mostrarle su juguete recién comprado.

Ranma se encontraba de pie ante un hermoso deportivo rojo como la sangre, de marca extranjera: un clásico Ferrari F355.

—¿Tienes un automóvil?... Espera, ¿de verdad es tuyo?, ¿puedes conducirlo?, ¿qué edad tienes? —iba a preguntarle también cómo es que alguien tan joven tenía ya un deportivo, pero se mordió los labios al recordar que debería encontrarse enfadada con él.

—Para tu información cumplí la mayoría de edad hace tres semanas. ¿Qué edad tienes tú, diecisiete todavía? Ahora que lo pienso, deberías dirigirte a mí con mayor respeto, "niñita".

Ella notó que el deportivo todavía se veía tan resplandeciente como si estuviera nuevo.

—¿Hace tres semanas? Eso te hace apenas un mes y medio mayor que yo, así que no te creas tanto…

—Pero tengo un Ferrari —se adelantó a ella abriéndole la puerta del deportivo, alzando una ceja, con una sonrisa burlesca y triunfal—. Y yo me lo pagué sin la ayuda de nadie. Tener un trabajo peligroso posee sus recompensas.

Apenas Akane se sentó en el interior se sintió muy cómoda y se distrajo admirando llena de curiosidad cada detalle de ese automóvil que sólo había conocido en revistas o la televisión. Pero cuando Ranma ocupó su lugar a su lado, ella cerró los labios y actuó otra vez con indiferencia. Esperó a que pusiera las manos sobre el volante para lanzarle un ácido comentario.

—Ahora estoy convencida de que eres un pervertido, y también un arrogante. ¿Así es como lo haces, seduces a las chicas tontas e ingenuas mostrándoles tu automóvil nuevo?

—Pues la única chica tonta e ingenua que se ha subido a mi deportivo es otra…

—¡¿Qué insinúas?!

—¡Tú empezaste! Además, yo no ando seduciendo chicas o lo que sea, ¿o quién crees que soy?

—Un aprovechado que me abrazó sin siquiera conocerme.

—Ya te dije que fue un malentendido —respondió sin mirarla, bajando el vidrio y sacando el brazo por la ventana para acomodar el espejo lateral, para después ajustarse el cinturón de seguridad—; salí corriendo, no te vi, tropezamos, y por poco caemos si no te sostengo, ¿por qué insistes en llamarme pervertido? Además fue sólo un abrazo, no exageres. Ni que fueras una monja, o una de esas chicas de internado que jamás han tenido una cita como para que te espantes tanto sólo porque recibiste un simple abrazo.

Ella no respondió, ahora se sentía confundida. Tal vez lo había juzgado mal. Terminó de ajustar su propio cinturón de seguridad cuando se decidió a ser honesta con él. Ese chico no parecía tan malo después de todo, y por la forma en que él actuaba recién pudo pensar que quizás en realidad ese tal Ranma no se había dado cuenta de lo que había hecho un momento atrás cuando la abrazó.

—Cuando me abrazaste… —Akane al momento perdió el valor, y comenzó a jugar nerviosamente con sus dedos sobre el vestido—, digo, sostuviste, ¿te fijaste dónde pusiste tus manos?

— ¿Mis manos, a qué te refieres? Obviamente que en tu cintura… —Ranma hizo memoria abriendo y cerrando los dedos lentamente, imaginando la altura que la chica tenía y la manera en él que había bajado sus brazos.

Con sorpresa miró a Akane, examinó rápidamente el cuerpo de la chica con una ávida mirada llena de curiosidad, como si estuviera repasando mentalmente el lugar que recorrieron sus manos, haciendo que ella se sonrojara con vergüenza y también molestia.

— ¡Oh…! Oh… Ya veo.

— ¿Entonces, no lo sabías? ¡Cómo pudiste no darte cuenta!

— ¡A qué te refieres! Fue un accidente, pensé que te había cogido por la cintura.

— ¿Lo dices en serio?

— ¡Por supuesto!

— ¿Lo prometes?

—Eres muy desconfiada. Lo juro, no tenía idea que yo… Olvidémoslo, esta conversación se está volviendo estúpida. ¿Está bien?

Se miraron fijamente, casi como un desafío. Akane lo estudió hasta que imaginó que aquel muchacho era más un idiota que un pervertido auténtico. Suspiró lentamente dejando escapar toda la frustración y los nervios que había guardado desde que salió de casa esa mañana. Y no volvieron a dirigirse la palabra por un buen rato. Ranma con rabia cogió la pequeña palanca de cambios y haciendo un rápido cruce de pies sobre los pedales arrancó el vehículo con la violenta maestría de un profesional.

El vehículo dejó el estacionamiento. Salió del edificio hacia un callejón aledaño, y tras unos minutos zigzagueando por algunas calles más pequeñas viró rápidamente detrás de una camioneta entrando en la avenida principal. Dos cuadras más adelante se desvió para seguir las señales que lo guiaron a una amplia rampa, internándose en la rápida autopista suspendida con columnas de concreto a una decena de metros por sobre el nivel del suelo. Los altos edificios y lejanos rascacielos de la moderna ciudad de Shinjuku que como las sombras oscuras de lejanos gigantes fueron quedando atrás. A esa velocidad pronto estarían en Nerima. Akane se había distraído con el paisaje urbano, pero no podía olvidado del todo la vergonzosa situación que había vivido ni la rabia mezclada con el temor que sentía hacia ese muchacho. Jamás imaginó que se encontraría en una situación tan complicada, encerrada en el vehículo de un completo y peligroso desconocido.

A pesar de que Ranma, o como se llamara ese joven, había confesado ser un novato, ella pensó que él conducía con la firmeza y destreza que tendría un artista marcial. Podía saberlo con sólo observar sus gestos firmes porque ella había practicado el arte desde muy pequeña; no sólo era capaz de defenderse por sí misma sino que su talento la hacía capaz de humillar a cualquier autoproclamado maestro que se hubiera atrevido a menospreciarla sólo por tratarse de una chica. Lo que lastimaba todavía su orgullo al recordar el robo que había sufrido en su casa, bajo sus propias narices, sin siquiera haberse percatado de lo ocurrido.

Lo volvió a mirar atentamente, confiada en que él se encontraba distraído en el camino. Estudió su perfil sereno, los ojos profundos y brillantes, la manera en que estiraba el brazo para sostener el volante con una mano mientras usaba la otra para cambiar rápidamente las velocidades. Rememoraba el infame "abrazo" que él la había sorprendido, la facilidad con que él la había atrapado antes que hubiese podido siquiera parpadear; jamás le había permitido a nadie acercarse tanto a ella, no cuando estaba acostumbrada a defenderse de los ataques de esos pervertidos en la escuela.

Aquella indefensión ante ese tal Ranma Saotome era lo que más la atemorizaba. ¿O se habría tratado sólo de una coincidencia producto de la distracción que a ella la afectaba en su nerviosismo en ese momento? Era imposible que un hombre fuera más rápido que ella. Lo siguió mirando por largos minutos, lo notó enfadado, todavía, apretando los labios, taimado como un crío. Ella hubiese querido seguir disgustada pero su corazón no era dado a mantener el enfado por tanto tiempo. Además se había tratado de un malentendido, no tenía razones para que siguiera así de molesta con él. Después de todo, la confusión en parte sí había sido su culpa. Suspiró lentamente dejando escapar junto con el aire de su pecho, los últimos atisbos de su porfiado orgullo.

Ranma desvió los ojos rápidamente hacia ella, y Akane al ser descubierta avergonzada giró la cabeza en dirección opuesta hacia la ventana. Tras otros largos minutos de silencio ella se sintió una boba por la situación. ¿Es que eran un par de niños que no podían hablarse como personas normales? Se animó a dirigirle otra vez la palabra.

—B-Bueno, acepto que fue un accidente, pero a lo menos deberías haberte disculpado de mejor manera.

— ¿Disculparme yo, y por qué? —respondió suavemente, pero obcecado, sin dejar de concentrarse en la pista.

Movió la palanca de cambios, hizo un rápido movimiento con los pies presionando los pedales y el vehículo cambió de velocidad tan suavemente que ella apenas lo percibió, como si la hubieran mecido suavemente en unos brazos fuertes y protectores… Sacudió el rostro ligeramente, ¿qué clase de tontas fantasías tenía ahora? ¿Por qué volvía a recordar "ese abrazo"? ¿Qué de especial? Jamás le había sucedido algo semejante, no podía ser que se sintiera afectada por un tonto abrazo. El vehículo bajó la velocidad para tomar una desviación saliendo de la autopista.

Sacudió la cabeza. Estaba pensando demasiado en ese asunto. Pero todavía no se sentía conforme, era como si algo en su interior la motivara a seguir peleando con él hasta conseguir una dichosa disculpa de su parte.

— ¿Cómo que por qué?... Oh, es aquí, dobla en la esquina siguiente, dos cuadras más allá se encuentra mi casa.

—Sé dónde queda tu casa, soy un grandioso detective privado, ¿ya lo olvidaste? Revisé tus datos antes de dejar la oficina. Además, tú fuiste la que no se ha cansado de tratarme de pervertido durante todo este tiempo, además que recibí una bofetada y por nada. Yo soy el que debería recibir tus disculpas en primer lugar.

El fuerte sonrojo regresó a la cara de la indignada chica. Cuando el automóvil se detuvo lentamente a un costado del muro, que separaba la calle del jardín de la tradicional casona japonesa.

—¿Yo disculparme contigo? ¿Qué clase de desvergonzado eres? Si tú fuiste el que pusiste tus manos en mí… en mí… ¡en eso!

— ¿Y qué culpa tengo yo que tu trasero sea tan plano que no se distinga del resto de tu espalda?

El hermoso Ferrari F355, con el famoso escudo de la marca en forma de un caballo negro salvaje reflejando el sol sobre la tapa del motor, se estremeció violentamente a pesar de encontrarse ya detenido. La puerta del lado del copiloto se abrió con fuerza y ella salió cerrándola de un portazo. Agitada caminó rápidamente hacia la entrada de la casa, con el rostro inclinado, los labios torcidos de rabia y estrujando con una mano su pequeña cartera.

Segundos después la puerta del lado del conductor se abrió. Ranma sacó del vehículo un pie, después el otro con gran lentitud. Cerró la puerta y descansó el peso del cuerpo apoyando los brazos sobre el techo del deportivo. Admiró el hogar de los Tendo detenidamente, y resultó ser más pequeño de lo que había imaginado. No era más que una gran casona familiar, nada fuera de lo normal en esa zona residencial en el barrio de Nerima; uno de los veintitrés barrios especiales que componen a la ciudad capital de Tokio. Suspiró apesadumbrado. Con las manos en los bolsillos la siguió entonces dirigiéndose a la entrada del hogar, revelando recién el otro costado de su rostro y la silueta de una pequeña mano pintada en intenso y ardiente rojo ahora sobre su mejilla izquierda.

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- Archivo 1, cerrado -

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Notas del autor:

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Una nueva aventura, y otra más para mis pendientes. En este año que lo estoy dedicando a sacar todo lo que una vez dejé inconcluso. S&S Detectives es un proyecto muy especial y personal para mí, pues lo planifiqué, e incluso escribí algunas partes y adelantos, muchos años atrás. Iba a ser mi segundo fic junto con Ragnarok, mi segunda serie larga. Pero la historia fue distinta, Ragnarok absorbió toda mi atención, ya que después de haber terminado Crónicas y su sencilla trama de aventuras, Ragnarok se convirtió en un enorme mastodonte, en el que fui depositando todas mis ideas. No por nada llevo alrededor de diez años con esa historia.

Sin embargo, Detectives nunca dejó de existir como idea, como una fantasía más que daba vueltas completamente dentro de mi cabeza. En este mes que comienza, el mes de aniversario de Crónicas con más de una década a cuestas, es que quería finalmente escribir esta trama y publicarla. Si bien no tiene que ver directamente con el universo de Asgard; sí tiene que ver con mi historia personal detrás de la escritura.

S & S Detectives fue siempre la gran abandonada, la historia que vivió a la sombra de Ragnarok y jamás llegué a publicar. Y hoy, gracias al apoyo de mis camaradas de FFE y de mis amigas queridas del Foro de Ranma ½, es que me siento con fuerzas de retomarla y finalmente darle vida.

Originalmente quería acabarla completamente antes de comenzar a publicarla. Pero otra vez temí que se convirtiera en la eterna postergada entre tantos proyectos que este año he comenzado, porque no era capaz de terminarla sin volver infinitamente atrás cambiando detalles. Así que con tres cuartos de la historia ya acabada es que comenzaré a publicar los capítulos a medida que los vaya editando durante este mes. Espero que no se hayan aburrido con la torpeza de este primer episodio, por más que lo edito no consigo emparejar bien mi estilo actual, con el que tenía hace diez años cuando era más joven, y más dedicado a la aventura simple y menos detallista. Prometo que los siguientes, que ya se encuentran escritos, la trama se torna más interesante y, sí, nada es lo que parece. De hecho, ésta no es una historia "tan inocente" como aparenta. Están advertidos.

Se nos avecina un julio intenso, y si bien me he adelantado unos días, qué mejor manera de hacerlo con el primer capítulo de este postergado universo alterno. Casi diez años atrás la idee, y hoy, la publico para ustedes.

¡Feliz julio, feliz aniversario de Crónicas de Asgard y FFE! Y espero un feliz inicio de este nuevo miembro de la familia de fantasías que ahora les presento.

¡Hasta la próxima, mis FF Detectives!

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Pregunta para los FF Detectives:

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La elección del Ferrari para Ranma en esta historia no fue una decisión casual. ¿Quién adivina la relación entre Ranma y la marca de deportivos italianos? Pista: puede ser una cuestión de nombres... Segunda pista: El sol, en los últimos párrafos de este capítulo, será vuestra guía. (Ésta es fácil, sólo para comenzar a calentar motores)

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Curiosidades:

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Sobre el Ferrari.

El Ferrari que quería utilizar en la historia era mi querido "F430 Spider", pero lamentablemente sufría un problema de paradoja temporal. Porque mis fics, aunque nadie lo note, los ubico temporalmente en la época al que debieran haber pertenecido originalmente, cercano al final de la década de los noventa que es cuando se acabó de publicar el manga de Ranma ½. Haciendo cálculos, dos años más después del final de la trama en 1996, es que estaríamos hablando del año de 1998 a 1999, donde se desarrollan la mayoría de mis fics de tipo continuación. Y el Ferrari "F430 Spider" se lanzó después al mercado, ya iniciando la primera década del 2000. Por ello tuve que usar el que era justamente popular en los noventa, nuestro querido F355. Pero no teman, que este pequeño bebé rojo no se quedará atrás en las situaciones más tensas… Oh, ¿eso fue un adelanto? Quizás un poco, je.

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Hablemos de Tokio.

He notado que muchas veces se comete un error en la ubicación de Nerima en el mapa, que se la representa como una ciudad apartada de Tokio, lo que no es así. Y quise dejarlo escrito en la historia y lo repito ahora para que les sirva a todos en sus fics, porque era algo que tampoco tenía claro hace más de diez años cuando comencé a escribir: Nerima y Tokio no son dos ciudades separadas, sino que una es parte de la otra.

Tokio es una metrópolis, la capital urbanizada de Japón que está constituida por veintitrés barrios especiales (que en algunos de nuestros países podríamos compararlas con nuestras comunas o municipios). La llamada también "ciudad de Nerima", en realidad es uno de estos veintitrés barrios especiales, dentro de la ciudad de Tokio. Es uno de los barrios que se ubica en el límite norte de Tokio, completamente opuesta a la bahía de Tokio que se ubica mirando hacia el océano al sur. Y si bien Nerima es una zona residencial y densamente urbanizada como el resto de Tokio, también posee zonas agrícolas en mayor abundancia que los otros barrios, que proveen del suministro de col de casi la mitad toda la capital como ejemplo. Aquí se explica el porqué aparecen "granjas" en Nerima, como la de la familia de Akari Unryu en el manga original, o se tengan tan cerca zonas de bosques y terrenos baldíos. Posee dos reconocidas universidades además.

Dos líneas de trenes urbanos, o "metro" como lo conocemos algunos para hacernos una idea, la unen con los otros distritos. Así que es muy sencillo viajar entre ellos, además de poderse utilizar las líneas de buses urbanos. No existe un distrito de "Tokio" separado de "Nerima", sino que Nerima está dentro de Tokio.

Otro barrio conocido dentro de los veintitrés que componen a la ciudad de Tokio, y no muy lejos de Nerima (sólo un barrio intermedio los separa) es el de Shibuya. Es un distrito donde se encuentran las tiendas de moda más famosas y la fuente de muchos estilos entre los jóvenes. Es en este reconocido barrio donde se encuentra el famoso cruce de calles Scramble Koutasen, que hemos visto en algunos animes y mangas, que se dice es el más concurrido del mundo, donde se detiene el semáforo en las cuatro esquinas a la vez permitiendo a los peatones inundar todo el cruce de las calles, bajo tres pantallas gigantes con publicidad. Frente a ésta se encuentra la plaza Hashiko, bautizada en honor a la tierna y triste historia de un perro que esperó allí a su amo fallecido el resto de su vida; esta plaza y frente a la estatua del perro, se dice que es el lugar de encuentro más famoso de los jóvenes cuando tienen una cita. Hacia el norte de la plaza y la estación de tren detrás del famoso cruce de calles, es que se encuentra una zona popular en entretenimiento para adultos, que reúne clubes nocturnos y moteles para las parejas (que también vemos en la ficción son muy populares allá, más en una sociedad tan tímida en que todo está automatizado y se prima la privacidad: incluso la adquisición y pago de las llaves de las habitaciones se hace a través de una especie de máquina expendedora, para que las parejas no deban tratar directamente con ninguna persona al entrar). ¿Por qué me detengo tanto en Shibuya y estos "divertidos" detalles? Quién sabe lo que nos deparará el futuro en esta trama…

No existe un barrio con el nombre de "Tokio" propiamente tal, ya decía. La administración de la ciudad corre de manera independiente para cada barrio a excepción de la policía y otros servicios, y algunos barrios por su población e independencia es que reciben el nombre y estatus de "ciudad" a pesar de encontrarse dentro de la ciudad de Tokio propiamente tal.

Sigamos paseando por Tokio, esperen, todavía no me canso de aburrirlos. En la diagonal entre Nerima y Shibuya, si miramos por encima un mapa de Tokio, se encuentra el barrio de "Shinjuku". Shinjuku es donde comienza nuestra historia. Es un barrio densamente poblado que también recibe el estatus de "ciudad". Es el centro comercial y administrativo de toda la capital de Tokio, el lugar que reúne los más altos rascacielos, concentra la mayor variedad de hoteles, restaurantes, bares, un barrio rojo, y también es donde se concentra la mayor cantidad de inmigrantes, más que en los otros barrios de Tokio. El famoso manga y anime "City Hunter" se desarrolla en Shinjuku.

Volvamos un poco a Nerima. Nerima es conocido también por ser el lugar de residencia de Rumiko Takahashi. Es el escenario de varios manga/anime famosos, no solamente nuestro querido Ranma ½, sino también otros como Doraemon, Nerima Daikon Brothers, Urusei Yatsura, Digimon Adventures, etc. Así como también es el escenario de la casa maldita en la serie de películas de terror The Grudge. Sin embargo, fuera de lo que sucede en la ficción, se podría decir que en la realidad Nerima es un barrio bastante tranquilo y hasta aburrido en comparación a las atracciones de otros lugares de Tokio.

Ah, lo olvidaba, y Nerima también es el barrio donde se ubica la sede central de Las Fuerzas Terrestres de Autodefensa de Japón.

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Espero no haberlos aburrido en demasía, pero una historia es mucho más rica si primero investigamos las localizaciones y los escenarios donde se moverán nuestros personajes. No es obligación usar todos los detalles, pero agregar un par de ellos para contextualizar la trama nos ayudará a ganar muchos puntos en la inmersión a la hora de leer y disfrutar de un mundo que no conocemos. Así como el investigar sobre los lugares que deseamos escribir no descubre nuevos sitios y aspectos de interés que sin proponérnoslo nos darán nuevas ideas para más divertidas escenas.

Y no sólo hablo de una locación tan general como una ciudad, sino también de los pequeños escenarios como la distribución de los muebles dentro de una habitación, la orientación de las ventanas o la vestimenta de los personajes antes de iniciar la acción. Todo ello nos pude crear interesantes posibilidades cuando comience a cobrar vida la escena. Como ejemplo, ¿qué mejor que describir el nerviosismo de un personaje si se pone a jugar con un accesorio de su ropa en lugar de tener que describirlo o decirlo a través de manera directa a través de un diálogo? Podemos generar, incluso a través del texto e incentivando un poco de imaginación del lector, todo un "lenguaje corporal" con nuestros personajes aunque en la obra escrita no existan imágenes que nos apoyen.

El truco está en tener clara la situación, el escenario y la ubicación de los personajes dentro del mismo. Así jamás nos confundiremos dentro de una escena. Si nosotros mismos no tenemos claridad al escribir, más difícil será transmitir claridad al lector.

De ustedes, iniciando un interesante y nostálgico mes de escritura en el aniversario de Crónicas y FFE, lleno de aburridas notas de autor en las todavía más aburridas y tediosas historias,

Noham Theonaus.-