Ese chico
¿Por qué, si Near es más listo que Matt, sigue siendo el tercero a suceder a L.? Es la gran pregunta que palpita en la nuca de Mello, cuando están sus amigos tendidos a sus pies, escuchándolo decir cómo hará que las mafias del sur del Caribe rindan sus fechorías, una vez que le llegue el turno. La verdad es que la actitud de ese chico lo saca de quicio.
-Si quisieras, Near, podrías igualar el nivel de Matt. ¡Incluso superarlo!-Declara, observándolo por encima de sus libros, sin cuidado al alzar un poco la voz, ya que sus tutores jamás han tratado de llamarle la atención en las horas de estudio.
Near siempre está armando rompecabezas. No invierte más de una hora en su tarea. Es casi un asceta. De la misma forma en que hace eso, se abstiene de mirar televisión (salvo sesenta minutos de las noticias internacionales, que los domingos y sábados sustituye por caricaturas) y jamás Mello ha visto que se lleve un dulce a la boca, fuera de Navidad, año nuevo u alguna celebración parecida. Un trozo diminuto. A ese chico le falta azúcar, en definitiva.
-Si comieras más seguido, tu energía aumentaría y podrías esforzarte más.-La ceja de Mello ha desarrollado un tick en el ir y venir de su cólera, casi completamente disimulada por una sonrisa muy amplia y los hombros arrojados hacia atrás, que impiden un temblor que siempre le sobreviene cuando una persona no acepta sus consejos (y los mismos podrían ayudarle enormemente, para colmo).
Near ni siquiera se encoge de hombros (él siempre está encogido, como un feto, doblado sobre sus rodillas, vestido con algodón blanco y el cabello que todavía le huele a shampoo para bebés) cuando le ofrece una barra de chocolate negro. La mira sin que sus músculos faciales se curven. No hay deseo en esos ojos negros, sin brillo alguno. No hay añoranza por el gusto del cacao. ¿Es humano, tan siquiera?
Los temblores en el cuerpo de Mello aumentan (él es alto y si bien su esqueleto es pequeño, sus músculos están bien formados. Podría ser confundido con un espadachín de la era isabelina) y se repite con furia que NO. Definitivamente NO.
-¿Me estás escuchando siquiera, Near?-Le pregunta, finalmente, apretando los dientes, temblando mucho más que antes e inclinándose hacia delante para enfrentar más de cerca a ese cretino albino, chaparro y que huele a pomada para zapatos.
Por un momento, Near parece no cerciorarse de que Mello siquiera le ha hablado. Una vez que el puño de uno se estrella sobre la mesa, haciendo un ligero estruendo, el otro levanta la mirada del cubo de colores que lo ha mantenido cautivado hasta ahora.
Se encoge de hombros.
-No me has dicho nada que no sepa, Mello.-Hasta sonríe un poco, a penas doblando la comisura de sus pequeños labios incoloros, como si le causara gracia.
En realidad, no entiende por qué insiste en remarcarle "defectos", si jamás le ha pedido que le ayude a corregirlos. Obviamente, llegar al título de número uno para suceder a L. ha afectado sus ínfulas. Un verdadero desperdicio a sus ojos, puesto que si el objetivo viene a ser mantener ese puesto y no resolver casos, la probabilidad de que fracase prontamente se vuelve bastante alta.
Mello cierra los ojos y se lleva las manos a la sien, como si le costara terribles esfuerzos controlar su indignación.Obviamente, el éxito no es para todo el mundo, pero ese chico en verdad le saca de quicio.
