Aunque parezca un drabble, es un prólogo, lo juro. Pequeños detalles para interesados; seguirá la linea del juego (excepto un pequeño pero gran cambio en un momento que cualquiera que se haya pasado el BBS entenderá), será yaoi más adelante (bueno, ya lo es, pero convenientemente ha empezado en un punto poco comprometedor), y pretende ser una historia medianamente larga (que se acortará o no si no gusta porque para que complicarme la vida).
Lentamente, sus dedos suben y bajan por mi espalda. De no ser por ellos pensaría que está dormido, o tal vez lo está y se mueven por inercia. Su corazón late pausadamente contra mi oído, cansado del frenesí de hace unos instantes. Mi cabeza asciende cada vez que se hincha su pecho. Es todo lo que puedo escuchar, su respiración y sus latidos. Es todo en lo que puedo pensar.
Tengo miedo a moverme y acabar con este momento, esta sensación de calma y fuego al mismo tiempo. Porque puedo notar su cuerpo aún desnudo bajo el mio, oh, claro que puedo, y provoca que toda mi sangre hierva de nuevo. Pero hay una razón más, tengo la sensación de que en cuanto lo haga será demasiado real, saldré del trance. Me aterra, ¿cómo ha podido pasar esto? Yo... maldita sea, ¡él es mi enemigo! Creo que estoy empezando a hiperventilar, ¡incluso intentó matarme una vez! Y sin embargo le he permitido que... su mano ha parado. Sobre un lugar al que no quiero dedicarle muchos pensamientos. Vacilante, levanto la cabeza y compruebo con horror que me mira fijamente.
"¿Pensando en algo indebido, Ven?" Resuena tan grave a través de su pecho, puedo sentir como su voz se clava en mi cabeza. "Un poco tarde para tener remordimientos, ¿no te parece?" Su sonrisa retorcida me provoca un escalofrío.
De repente su contacto me quema, necesito separarme de él. Quizás solo sea mi cerebro recuperando el juicio. Mi intento de levantarme es frustrado por sus brazos que me rodean y vuelven a dejarme sobre su pecho. Somos exactamente de la misma estatura, pero me siento tan pequeño en su abrazo.
"Dejame ir." Mi voz suena áspera. Ah, claro. Los gritos.
Ni siquiera se inmuta, así que lanzo una mirada de desafío. No que tenga mucha esperanza en intimidar a nadie en estas condiciones. Él parece estar estudiando si le apetece hacerme caso o no, en un lento movimiento su expresión va cambiando a... ¿preocupación? No necesito luz para ver con claridad su rostro. El brillo ámbar que destellan sus ojos es más que suficiente. Ese brillo antinatural, de alguna manera macabramente hermoso. Todos sus pensamientos se reflejan en ellos como si no tuviera filtro.
"¿De repente le entró conciencia al niño bueno?" aprieta su abrazo en torno a mi y acerca su rostro al mio hasta chocar con mi frente, el aliento de su pregunta me seca los labios. Por alguna razón que escapa a mi entendimiento parece terriblemente enfadado conmigo, pero yo solo puedo pensar que su pelo me hace cosquillas en las mejillas. "¿O más bien te preocupa que pensarían tus queridos amigos?"
"¡Eso no...!" Me parece absurdo gritarle a alguien que está tan cerca e intento calmarme antes de seguir; y algo si que me preocupa, pero no es como si tuviera intención de contarles lo que ha pasado. "No tiene nada que ver con ellos, por mi mismo puedo ver que esto ha estado mal"
"¿Reflejos lentos, eh?" Como me gustaría borrar esa media sonrisa de su cara, pero lo único que puedo hacer dada mi situación sería morderlo. Y ya se a donde nos lleva eso.
"Seguramente todo ha sido culpa tuya," ¿Por qué estoy diciendo esto? Se que no ha sido culpa suya "habrás utilizado alguna estratagema retorcida para engañarme," en realidad estoy bastante seguro de que yo di el primer paso "¡únicamente he recobrado el sentido común!" Mentir sienta tan mal como imaginaba. Sus ojos se afilan en infinito desprecio, ¿está...dolido?
Sin ningún aviso me arroja a un lado. Mi costado golpea contra la dura y fría piedra, y sin querer se me escapa un gemido ahogado. Prefería estar sobre él, al menos era cálido... maldita sea, ¿qué demonios estoy pensando? Con rapidez me incorporo del suelo hasta quedarme sentado. Él está en pie, de espaldas a mi. Puedo ver marcas en su piel, ¿eso lo he hecho yo? No. Probablemente sean a causa de las piedras. Inconscientemente mis dedos acarician el rugoso suelo.
"Vanitas..." Ni siquiera sé porque he dicho su nombre. Mi voz sigue sin volver del todo, ha sonado como un suspiro, un susurro que tal vez ni siquiera habrá oído. O al menos eso finge. Permanece vuelto y con los puños cerrados.
Salidas de la nada, nubes de oscuridad comienzan a rodear su cuerpo adhiriéndose a su piel, formando con rapidez su extraña armadura, volviendo a ocultar su imagen que tan recientemente he descubierto. Mi propia desnudez me resulta incómoda de repente, pero no consigo adivinar donde ha ido a parar mi ropa, así que encojo mis piernas en un gesto que me resulta absurdo. No es como si alguien me estuviera mirando. Oh. Si, si que lo está. ¿Cuándo se ha dado la vuelta?
Pero ahora... mi mano actúa por instinto, con un rápido movimiento mi keyblade aparece entre mis dedos y la interpongo entre los dos... es distinto. Vuelve a ser él. Vuelve a ser mi enemigo. Un momento... nunca ha dejado de serlo, ¿no es cierto? Siempre ha sido el mismo, solo que sin máscara que le cubra el rostro.
Una risa seca escapa del interior de su casco. Odio que él pueda ver todo de mi y yo no distinga nada de él. "Como desees, Ven", escupe con desprecio. "Nos veremos pronto, es inevitable"
La oscuridad surge de nuevo formando un remolino tras él y ante mi sorpresa desaparece sin darme tiempo a reaccionar. Mi brazo cae y mi arma golpea contra el suelo. Bien, lárgate. Sería estúpido si esperara algo distinto de ti. Nada de esto debería de haber pasado. Todo ha sido un error desde el principio.
