UN DIA MÁS DE ESPERA

Esa era una noche más, donde el frío poco a poco iba incrementando haciendo notar que el tiempo pasaba… una noche cualquiera donde la nieve deseaba hacerse notar pero donde al mismo tiempo se hacía notar que en verdad aún no era invierno como para que se le dejara caer en esas tierras.

Miró por enésima vez aquel cielo despejado donde las estrellas ya no se dejaban ver por la gran luz de la ciudad… como extrañaba aquellos tiempos donde sólo estaba aquel cielo lleno de estrellas haciendo que iluminaran el camino de los viajeros. Aspiró por tercera vez aquel cigarrillo que se encontraba entre sus dedos, saboreando el humo que había pasado por su boca y que tanto necesitaba para tranquilizarse y no entrar en otra etapa obscura de su vida.

Uno se preguntaría la razón por la que aquél hombre alemán se encontraba en la acera, recargado en uno de los muchos postes que iluminaban, en una noche tan fría como para ver su propio aliento sin necesidad de fumar y más cuando la casa en la que se está quedando está a tan sólo unos metros de él.

Es bastante sencilla… y se podría decir que tiene nombre.

Alfred Frederick Jones

Ese hombre del que está enamorado, por quien daría su vida y hasta lo que no es totalmente suyo… la vida de su gente. Pero esta vez no es tan feliz como siempre lo es a su lado. Este mismo le ha echado de casa ese día gritándole y dejándole más que claro que podría irse a "dormir" con la vecina… pero él no puede hacer aquello… no puede aunque el otro no le desee a su lado.

Allí pensaba quedarse sin importarle que no quisiera ni verlo, esperaría porque todo pasase y el otro le permitiera entrar de nuevo y hacer como si aquella pelea no hubiera pasado.

No podía enojarse con su amor y menos si llevaba el fruto de ambos en su interior…

Al tercer cigarrillo dejo de fumar, ya estaba más tranquilo y aunque su corazón aún se encontraba dolido por las palabras americanas no iba a ceder ante la desesperación. Por milésima vez volvió a ver el cielo tratando de perderse entre los recuerdos pero escuchó como la puerta era abierta. Volteó para encontrarse con aquellos ojos que tanto le volvían loco.

Allí estaba con él, pero ya no podía estar afuera más tiempo ya que el anglosajón se enfriaría y se podría enfermar después.

-Ven… hablemos adentro Alfred… -

No quiso que tuviera que frotarse los brazos si quiera, se quitó su chaqueta y se la puso encima al otro mientras le llevaba para adentro de aquella casa que compartían ahora. Habían sido una pareja y de lo más feliz… ese pequeño era la alegría de su vida.

Pero en toda vida llena de felicidad siempre habría de haber un obstáculo… y en este caso era la distancia entre ellos dos. Le llevó adentro donde escuchó las quejas del otro que aunque sonaran enojadas sabía lo mucho que se preocupaba por él y el miedo que podría tener por todo lo que estaba pasando. Aunque frunció el ceño al pensar que en verdad el otro había creído de se había marchado con la vecina.

Debían de seguir adelante, hablando, admitiendo y perdonando todos los errores que pudieran tener porque aquella etapa de sus vidas aunque hermosa sería todo un reto.

Y así seguirían por un tiempo, pero al final ambos terminarían durmiendo en la misma habitación, en la misma cama y cubiertos con las mismas cobijas y hasta se podría jurar que terminarían abrazados hasta el día siguiente ya que aunque no lo desearan admitir ellos se necesitaban tanto como se amaban el uno al otro.

Y ese sería un día más en la vida de esos enamorados que dicen no ser nada pero lo son todo para el otro…