Cap 1

NUEVA VIDA.

La noche comenzaba a abrirse paso, la pálida luna se reflejaba sobre un pequeño lago, ubicado a pocos metros de un camino pedregoso.
Unos pasos se escuchaban en la distancia. Una lechuza pardusca, posada sobre una agrietada rama, ululo débilmente, mientras con sus ojos negros vigilaba una figura, que de entre las sombras surgía, tomando forma humana.
Un hombre vestido con una extraña capa, que cubría su cabeza y llegaba a ras con el suelo, se paro, justo debajo de la lechuza, quien ya había guardado silencio. Miro a ambos lados del camino y prosiguió con paso rápido, la lechuza lo vio a alejarse y al notar que había avanzado varios metros, alzo el vuelo.

El hombre llego a una esquina, miro hacia una casa ubicada en diagonal, al sitio donde se encontraba. Desde allí podía ver una sola luz, que se dejaba ver a través de una ventana del piso inferior. Cruzo la calle.
La lechuza pardusca lo observo, desde un saliente del techo, de aquella casa.
El hombre se paro frente a una pequeña reja, que precedía la entrada a la casa.
Nuevamente miro a ambos lados y se descubrió el rostro. La lechuza ululo y sus plumas se erizaron, al tiempo que cerraba y abría sus ojos.

El hombre se dio cuenta de su presencia, la miro fríamente y levantando su mano, apunto hacia ella un pequeño trozo de madera y dijo unas palabras.
La lechuza cayo, produciendo un ruido sordo al chocar contra la suelo, luego de que, de ese trozo de madera, saliera un rayo rojo que impacto contra el animal.

La puerta de la casa se abrió y mientras se quitaba la capa, el hombre entro.

La estancia estaba en penumbras, por lo que el hombre con un movimiento de su mano encendió unas velas, que adornaban un candelabro de plata ubicado en una pequeña mesa. Sobre esa pequeña mesa, había un hermoso espejo con bordes dorados.
El hombre se detuvo frente al espejo.
Este le devolvió un joven y hermoso rostro, enmarcado en una cabellera negra azabache.
Se quito las gafas. Sus ojos verdes mostraban una mirada cansada. Inconscientemente se froto, aquella extraña cicatriz ubicada en su frente. Cerro los ojos.
Viejos recuerdos llegaban a su mente.
Una estación de tren...un chico de rostro pecoso...un hermoso castillo medieval...una chica pelirroja...un anciano con lentes de media luna...

Se miro a si mismo nuevamente. Su mirada era fría y triste.

Aquel hombre no era un hombre normal. Era un mago. Un mago solitario, con un pasado tormentoso. Había sobrevivido a muchos desafíos que el destino le había impuesto y que lo habían convertido en un ser, que ni el mismo, podía reconocer, porque a veces sentía que él, no era él.

Su nombre: Harry James Potter Evans.
Un nombre que por diez y seis años fue admirado y amado por unos. Odiado y repudiado por otros...hasta que un día...
Pero hoy, diez años después de ese fatídico día...era recordado con nostalgia, por una comunidad mágica que aún no se resigna a la verdad...o al menos lo que aparenta ser la verdad.

"Recuerda Harry Potter, tienes que olvidar...olvidar...como ellos te olvidaron a ti", pensó aquel hombre joven, mientras cerraba nuevamente sus ojos y bajaba su rostro. Contemplo por un momento el lugar donde estaba y sin pensarlo tomo el candelabro de plata y con furia lo lanzo contra el suelo.

-El señor ha llegado temprano...dijo un pequeño hombrecito, con orejas de murciélago, su piel era de color cetrino y tenia unos grandes ojos marrones, como pelotas de tenis.

-Miqueas, ve y busca a dos elfos más, para que recojan lo que hay en la entrada...dijo con tono frío aquel hombre llamado Harry Potter.

Comenzó a caminar hacia un gran salón donde un abrigador fuego ardía dentro de una lujosa chimenea blanca.
Chasqueo sus dedos y una docena de velas, colocadas en una hermosa lámpara, que colgaba del techo se encendieron.

-Señor Potter, Miqueas encontró un hombre en la puerta de entrada, señor...¿que hacemos con él, señor?...dijo el elfo con mirada temerosa.

-Llévalo a la recamara azul. Yo iré después...dijo Harry Potter mientras caminaba hasta un armario antiguo.

Abrió una pequeña puerta y saco una caja.
Contemplo por un momento su contenido...una hermosa pluma relucía en su interior...su mano tembló al acercarse a ella...estuvo tentado a tocarla...pero nuevamente un sentimiento de soledad lo invadió.

Guardo la caja. Luego saco un sobre. De él, extrajo varios periódicos viejos. Periódicos donde las fotos tenían movimiento. Leyó uno a uno los principales titulares.
Miro con nostalgia uno en particular, donde se podía observar una joven mujer, quien tomada del brazo de un hombre, sonreía alegremente. Se veía muy feliz.

"Hasta ella...hasta ella me olvido...", pensó Harry Potter con infinita pena en su atormentada alma.

Llego hasta una puerta blanca. La puerta se abrió ante su presencia.
Adentro estaban los elfos domésticos, acomodando a un hombre joven, de unos veintisiete años, de piel blanca, sobre una cama. Su cara era redonda, con mejillas regordetas.
Harry Potter lo contemplo por unos minutos. Reconociendo aquel rostro casi inmediatamente. Era igual a como lo recordaba.

-El señor desea de Miqueas algo más, señor...dijo el elfo con una pequeña reverencia.

-No, pueden retirarse...dijo Harry Potter fríamente.

Apunto con aquel trozo de madera que no era más que...su varita mágica, al joven que yacía en la cama.

-Enervate...dijo sin matices en su voz.

El hombre abrió sus ojos lentamente. Miro a su alrededor y se incorporo rápidamente al contemplar a Harry Potter parado cerca de la puerta.
Pestañeo varias veces, para comprobar que sus ojos no lo engañaban.

-Harry...Harry...¿eres tu?...estas vivo...dijo el joven con voz entrecortada por la emoción.

Un hombre joven, pecoso y pelirrojo caminaba rápidamente por un pasillo, llevaba un portafolios bajo su brazo derecho. Llego hasta un ascensor. Entro y escucho una dulce voz femenina que decía:

-Piso 5: Departamento de Cooperación mágica Internacional...

La voz siguió hablando, pero el joven aparto su atención de ella. Miro su reloj de pulsera. Se le había hecho tarde. Sus padres irían de visita a su casa aquella noche. Tendría que usar la chimenea para llegar a tiempo.
Llego hasta un piso, donde habían decenas de chimeneas, ubicadas a ambos lados de un pasillo. Por ellas desaparecían y aparecían personas. Se ubico en la que tenia una pequeña cola de magos y brujas, esperando su turno.

-Hola Ron. ¿Qué tal todo?...dijo un hombre negro que se acerco a el.

-Hola Dean. Tanto tiempo...dijo Ron, mientras se estrechaban las manos cordialmente.

-Si, nueve años. Como pasa el tiempo ¿verdad?. Y Hermione como esta?...dijo Dean con una amplia sonrisa.

-Bien. Muy bien. Porque no te acercas un día por la casa...dijo Ron amigablemente.

-Estoy en Londres, solo de pasada. Seamus me dijo que trabajan juntos, he venido a buscarlo para ir a cenar. Pero te prometo que haré un tiempo, para aceptar tu invitación...dijo Dean mientras se despedía de Ron.

Una joven y hermosa mujer, de cabellos castaños sujetos con en un moño, caminaba de un lado para otro, en una pequeña sala, mientras miraba cada tres minutos, una chimenea, donde ardía un pequeño fuego.
Se detuvo al contemplar, como de entre las llamas surgía su esposo.

-Por Dios, Ron, ¿que te paso?. Tus padres ya deben estar por llegar...le dijo mientras le daba un beso en la mejilla.

-Las cosas se complicaron. Pero tranquila Hermione, ya estoy aquí...dijo Ron mientras se quitaba la capa cubierta por un poco de hollín...huele exquisito.

-Es la cena, ya esta lista...dijo Hermione tomando la capa de Ron y colocándola dentro de un pequeño armario, luego de que con un toque de su varita la limpio.

-Creo que le daré el visto bueno, antes de que lleguen mis padres...dijo Ron mientras se dirigía a la cocina.

-Ni se te ocurra, Ron Weasley. Anda báñate y cámbiate...dijo Hermione con tono molesto.

-Esta bien, esta bien...dijo Ron con tono resignado, mientras tomaba a su esposa por la cintura y la besaba en los labios.

Al llegar a una amplia habitación, sencillamente decorada, no pudo evitar mirar una foto, que había en una mesa, cerca de la cama matrimonial.
La tomo entre sus manos, y sentándose al borde de la cama, la contemplo por unos minutos.
Su mirada se torno borrosa, al recordar al chico que estaba en aquella foto.
El hubiese dado todo, por retroceder el tiempo. Y durante diez años, cada mañana, recordaba aquel día de verano, en aquella estación, y sentía un gran peso en el corazón, porque nunca llegaría a aceptar, que aquel fue y quizás seria el último día que vio a Harry Potter.

-Ron...dijo Hermione dulcemente.

Ron no la había sentido entrar. Ella le acaricio su roja cabellera. Y se sentó a su lado, abrazándolo. El recostó su cabeza en su pecho, mientras seguía contemplando la foto.

-Cada día...Hermione...no ha pasado un solo día en que no pueda dejar de recordarlo...dijo Ron con la voz entrecortada.

-A mi me pasa igual...es que jamás dejaremos que pensar en él...jamás podremos apartarlo de nuestras vidas y de nuestros corazones...dijo Hermione, cuyas lagrimas rodaban por sus mejillas.

-A veces siento que no hemos hecho todo lo que debemos hacer. Buscar... buscar... porque nos conformamos tan rápido...dijo Ron con amargura en su voz.

-Han pasado diez años y tu sabes que aún el ministerio lo busca...todavía hay esperanzas...Recuerda que Neville fue encomendado en el nuevo intento...dijo Hermione tratando de darle animo a su esposo.

-Ojala Neville traiga buenas noticias...quizás la última pista, realmente nos conduzca a donde esta Harry y podamos rescatarlo...dijo Ron mientras se levantaba y se secaba las lagrimas... porque yo jamás aceptare que esta muerto.

-Quien es usted? Y que hace merodeando cerca de mi propiedad?...dijo Harry Potter con un tono de voz frío y desafiante.

-Harry, soy yo, no me recuerdas, soy Neville...Neville Longbotton...dijo el joven levantándose de la cama.

Harry Potter lo apunto con su varita. Neville se detuvo en seco.

-No conozco a nadie con ese nombre...mintió Harry Potter descaradamente...y no suelo ser muy hospitalario con desconocidos...así que me temo que tendré que pedirle que se marche inmediatamente.

-Harry...has cambiado...no eres el mismo...dijo Neville impresionado por la actitud de Harry.

-Soy un hombre muy ocupado... no tengo tiempo... dijo Harry Potter con tono aburrido.

-Pero Harry...no entiendo...todos...Ron, Hermione, Ginny...comenzó a decir Neville

Harry Potter apunto con su varita a Neville, quien con una mirada de horror, vio como un hechizo caía sobre el...
Le había aplicado un hechizo desmemorizante.