Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

Una pequeña viñeta que me vino de pronto a la cabeza. Comenten.

La dejaron tirada sobre la calle, pensando que estaba muerta. Quizá es lo que ella deseaba. Miró al vacío, sin realmente enfocarse en nada. Todo estaba tan silencioso que sentía su corazón detenerse poco a poco. Cerró los ojos y dio su último suspiro.

Cuando abrió los ojos podía ver su cuerpo sin vida, maltratado por el hombre que ella había considerado perfecto. Una sola lágrima caía por su fría mejilla. Rosalie suspiró y esperó ver una gran luz que la guiara a donde sea que ella merecía ir.

De pronto se sintió transportada. Cerró los ojos esperando sentir paz, sentir algo diferente al grandísimo odio y enojo que sentía por la mierda en la que había terminado siendo su corta vida. Pero al abrirlos no se encontraba en el lugar que todos describían como cielo, por un momento creyó que quizá no se mereciera ir al cielo y pensó que estaba en el infierno.

Pero nada le dolía, nada le quemaba la piel como habían descrito en pláticas indiscretas entre amigas. Miró alrededor esperando alguna clase de señal. De pronto vio una sombra y se giró. Un hombre venía hacia ella, corriendo. Se cubrió, esperando el golpe. Pero el hombre la atravesó.

El gran hombre cayó y Rosalie pudo ver su rostro. Algunas imágenes llegaron a su rostro, ellos besándose, ellos sonriéndose, ellos amándose. El reconocimiento llegó a su mente.

-Emmett –susurró por inercia. Quizá aun no lo había conocido, o al menos eso pensaba ella. Pero todas esas imágenes. Aunque había algo diferente en él. Se veía asustado, vulnerable… tan humano.

Antes de poder decirle algo a él un gran animal entró en la visión. Atacó sin compasión a ese hombre que veía tan cariñoso en su mente. Gritó, pero nadie pareció escucharla. El oso lo destrozó, sin piedad mientras Emmett gritaba de dolor.

¿Qué pasaba aquí?

-Él vivió gracias a ti, tuvo una vida a tu lado y fue feliz. Pero tu preferiste la muerte. –esa voz, ella la conocía.

-Carlisle, -dijo girándose. El hombre que había mirado como a un padre no estaba. Solo su voz.

-Existes por una razón. Él.

Rosalie se giró y vio el cuerpo inerte de Emmett. Lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Era cierto. Y ahora él estaba muerto por su culpa.

-¿Rose? –cerró los ojos con fuerza al escuchar la encantadora voz de Emmett. -¿Rose?

Abrió los ojos y suspiró. Estaba en la habitación que compartían. Se giró y vio el sonriente rostro de Emmett. -¿Qué sucede, mi vida? Parecía como si estuvieras dormida.

-Solo estaba pensando, -Emmett vio su ceño fruncido y el temor en sus ojos.

-Todo está bien. –dijo intentando consolarla.

-Lo es ahora que estás conmigo, -lo abrazó y Emmett la besó.

-Siempre estaré contigo.