La cita
Me miré al espejo una vez más. ¿Cuántas veces lo había hecho ya? ¿Doce? ¿Quince? Me sentí patético cuando noté que comenzaba a sudar. ¡Genial! Tal parecía que las cosas no podían ir peor. Probablemente ahora tendría que mudarme de camisa, y ya iba retrasado.
De pronto, mi padre empezó a aporrear la puerta del baño, exigiéndome que saliera de una vez. Rectifique mi pensamiento de que las cosas no podrían estar más mal. Ahora Billy estaba casi maldiciéndome en voz alta.
Comencé a sentirme desesperado. Solo yo podía ser lo suficientemente idiota para meterme en problemas con mi gran bocota, pero sabía que tarde o temprano debía enfrentarme a eso.
Hacía ya unos meses que Nessie había alcanzado su madurez, y en muchos sentidos, al menos para mí, ella ya era una persona adulta.
Debido a mi imprimación yo he estado muy presente en su vida, en un principio como un hermano y amigo, pero sabía que no era así como aquello iba a terminar.
No supe a partir de que momento comencé a verla diferente. Ya no solo había ternura y cariño en mi mirada, sino también… deseo. Ahora veía a Renesmee como una mujer, mi mujer, y sabía que ella me deseaba de igual manera.
Después de darme cuenta de que las cosas entre Nessie y yo estaban cambiando, me sentí agradecido de ser un libro abierto para el chupasangre de su padre, pues de no haber sido así me habría asesinado sin piedad aquella tarde cuando, sin haberme percatado de ello, empecé a admirar el cuerpo de Nessie con el pretexto de darle mi opinión sobre sus nuevos jeans. Edward se limitó a patearme accidentalmente el tobillo cuando supo lo que estaba pensando.
Desde un principio sería así. Edward y Bella lo sabían, aunque mi ventaja con él era que sabía todo sobre mis sentimientos por su hija, y de alguna manera trataba de comprenderme, pero Bella era harina de otro costal. Para ella, yo solo era un maldito licántropo pedófilo que quería arrebatarle a su niñita.
De acuerdo, tal vez no tuviera tan mal concepto de mi, pero le costaba trabajo aceptar que su hija se alejaba poco a poco de ella. Sentía hacia Nessie un amor bastante enfermizo y sobreprotector.
Mi relación con Renesmee se complicaba al paso de los días. Yo no deseaba proponerle nada aun, por lo menos hasta obtener alguna especie de aprobación de los Cullen, pero ella comenzaba a sorprenderme, pues en ocasiones, cuando estábamos solos, me sugería algunas cosas bastante comprometedoras.
Aquello era más de los que yo podía soportar. Tuve que hablar con ella, y en esa charla salieron a relucir nuestros sentimientos, aunque eran algo muy obvio.
Ese mismo día fui a llevarla a casa. Realmente no era necesario hablar con sus padres. Edward lo sabía todo desde antes de que cruzáramos el umbral de la puerta, y de seguro Bella ya había sido informada.
Sufrí una especie de paramnesia mientras me encontraba sentado en la sala dando mis explicaciones, pues Isabella me miraba con claras intenciones de arrancarme la cabeza en cuanto me descuidara, como en aquella ocasión en que se enteró de que había imprimado a su hija.
Sin embargo, todos me escucharon con atención y sin interrumpirme. Cuando se me acabaron las palabras fijé mi vista en Edward y Bella, esperando que alguno de ellos dijera algo. El silencio que nos procedió fue incomodo, y de repente me sentí como el típico adolescente estúpido que va a casa de su novia por primera vez para presentarse con sus suegros.
Edward comenzó a hablar por fin, calmando un poco mi ansiedad. Básicamente, después de darnos una muestra de su basto y correcto lenguaje, me permitió salir con Nessie, con la condición de que haríamos las cosas a su modo. Nessie murmuró con fastidio la palabra "aburrido", y yo estaba de acuerdo, pero no me quedaba más remedio que seguir las reglas.
Y aquí estaba ahora, tratando de arreglarme lo más decente que me era posible para mi primera cita con Renesmee.
Antes de ponerme mi camisa "repuesto de emergencia" me apliqué un poco de antitranspirante. Odiaba su penetrante y dulzón aroma, pero la cuestión era causar una buena impresión.
Ahora estaba más que arrepentido por haber aceptado las condiciones del chupasangre, y estaba comenzando a creer que era una forma de fastidiarme.
Suspiré hondo mientras me repetía mentalmente "Hazlo por Nessie". Sin duda ella lo valía. Luego salí de mi habitación.
Encontré a mi padre en la sala frente al televisor, viendo uno de sus acostumbrados partidos de baseball.
-¿Cómo me veo?- le pregunté justo al pasar a su lado, pero él solo puso los ojos en blanco y gruñó algo ininteligible.
Salí indignado por la actitud de Billy, ¿realmente me estaba comportando tan patético?
Subí a mi viejo auto y me dirigí a casa de los Cullen.
Tuve que volver a tomar aire antes de entrar. Ahora que las cosas entre Nessie y yo habían cambiado, no sabía que esperar de su peculiar familia.
"Vamos Jake, todo va a estar bien" me dije a mí mismo antes de aproximarme a la puerta, la cual no tuve necesidad de tocar ya que se abrió rápidamente.
-Llegas tarde.- fue lo primero que Edward me dijo.
-También me da gusto verte.- le respondí con mi característico sarcasmo.
No esperaba encontrarme lo que vi al entrar: los Cullen, todos ellos, congregados en la sala en una especie de reunión familiar. No eran más que un montón de entrometidos, curioseando sobre lo que Nessie y yo haríamos. Hasta el doctor estaba presente. Lo miré con incredulidad mientras el fingía mantener la vista en un libro. Esme, Alice y Jasper estaban tranquilamente sentados en un sofá, viendo pasar el tiempo. Emmett hacía el idiota mirando un florero que sostenía entre sus manos. ¡Como si yo no me diese cuenta de lo que se traían en manos!
Bella y Rosalie eran las que más me preocupaban, pues no se molestaban en disimular su hostilidad.
-Renesmee bajará pronto.- dijo Edward llamando de nuevo mi atención, mientras me señalaba con la mano que tomara un lugar en la sala.
Y ahí estaba ahora, rodeado por un montón de vampiros extraños, esperando al único motivo que me había atado a ellos desde siempre. De nuevo, el silencio era incómodo, muy incómodo.
Agradecí mentalmente al cielo cuando Nessie bajó apresurada, con una sonrisa en sus labios. Mi milagro personal.
-Tráela temprano a casa, ¿de acuerdo, Jacob?- me indicó Edward con reticencia.
-Lo haré.
-Cuidarás de mi niñita, ¿cierto?
-¡Papá!- le replicó Nessie.
El chupasangre paranoico seguía dándome indicaciones cuando estábamos de camino a la salida.
-Apuesto veinte dólares a que Edward irá a espiarlos.- escuché decir a Emmett desde la sala.
-Acepto la apuesta.- contestó Jasper.
Tuve que contener mis deseos de lanzarme contra ellos. Me parecía bastante descarado que hicieran apuestas a nuestras costillas, aunque desde luego, la idea de que eso sucediera no me agradaba.
Dirigí mi mirada hacia el chupasangre, quien se mostraba sereno. Su semblante era inescrutable, por lo que, en mi mente le formulé la pregunta: ¿serías capaz? Pero él solo se limitó a negar suavemente con la cabeza.
Suspiré aliviado mientras me despedía. Sin duda era un triunfo que Nessie y yo ya estuviésemos fuera de la casa,
Sentí las miradas de los Cullen detrás de nosotros, viéndonos partir. Comencé a preguntarme si podría acostumbrarme a aquello.
Ya nos habíamos alejado un poco de la casa cuando repentinamente me sobresalté, pues podría jurar que escuché la voz de Emmett a lo lejos diciendo "¡Gané!"
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Una de mis tantas ocurrencias. Espero que les guste.
¡Hasta luego!
