Una cosa cortita que se me ocurrió jugando. Espero que os guste.


Cuando entraron en la nave espacial y Squall comprobó que había oxígeno, sintieron un alivio enorme. Luego llegó el momento de quitarse los trajes. A pesar de saber que Rinoa llevaba su ropa habitual, el SeeD no pudo evitar sentir cierta vergüenza al verla quitarse el traje de astronauta; y darle la espalda por instinto. Fue entonces cuando, en el pasillo, la chica le pidió que le abrazase.

Squall no podía creerlo. No sabía siquiera si debía creerlo, pues en el fondo, el también ansiaba arrojarse a sus brazos y comprobar que, efectivamente, Rinoa estaba viva. Que estaba despierta. Que estaba a su lado.

Pero el SeeD se obligó a mantener la cabeza fría. Aún no estaban completamente a salvo. Tenían que volver al planeta, a Balamb.

A casa.

Y entonces, quizás, Squall conseguiría el valor necesario para enfrentarse a eso que lo tenía dominado, a eso que lo había cambiado tanto. Para abrazarla. Para decirle "te quiero".

Y decirlo sintiéndolo de verdad.