La llegada de aquellos dos hombres del clan Yato dejo boquiabierto a más de uno, ninguna persona perteneciente a la Yorozuya creía lo que veía. Padre e hijo visitando a su preciada Kagura. Al principio el trío Yorozuya había quedado estático como estatua en sus lugares, mientras que el hermano mayor los observaba con una sonrisa de boca y ojos cerrados y cierto padre los miraba con el ceño fruncido. Kagura fue la primera en recomponerse y saltó a los brazos de su padre y hermano, luego Gintoki y Shinpachi salieron de ese trance y los invitaron a pasar. Ellos le informaron que iban a quedarse hospedados en la tierra por un corto lapso y recuperar el tiempo perdido con la pequeña Yato. Al principio Kagura estaba feliz, ver a su familia unida de nuevo la reconfortaba enormemente pero al pasar los días esa felicidad se convirtió en fastidio. Su espacio, su comida y sobretodo su rival habian sido tomados por su padre y hermano, especialmente aquel ultimo.
El primer error de Kagura habia sido ofrecerle a Kamui ver los alrededores, le enseño sus lugares y comidas favoritas. Por primera vez, la comida no fue el inicio de esta disputa. Los hermanos Yato había ido en dirección al parque y se habían encontrado casualmente con Okita Sougo, aunque Kagura tenía conocimiento de que los chicos se habían enfrentado a muerte hace poco tiempo, no había pensado que ninguno de los dos iban a tirarse sobre el otro a penas se vieran dispuestos a pelear por una revancha sin interrupciones. Mientras los días transcurrían, Kagura observaba como Kamui se iba a la primera oportunidad que tenía hacia el parque en el que se habían encontrado al capitán del Shinsengumi.
Algunos días peleaban como si no hubiera un mañana y otros días inusualmente solo se sentaban junto al otro y pasaban el tiempo juntos. A Kagura la situación le resultaba tan familiar al punto de fastidiarle todo el maldito día. Desde que Kamui había llegado no había vuelto a tener un encuentro con el estúpido sádico, tampoco es como si estuviera desesperada por verlo. Pero el simple hecho de que él estaba peleando constantemente con alguien que no fuera ella le irritaba demasiado.
Uno de esos días, Kagura había seguido a Kamui. Decidida a lo que estaba a punto de hacer, los observaba desde lejos y vio que ese día habían iniciado una pelea. Mientras esos dos estaban concentrados en el otro, justo cuando estaban decididos en dar el golpe de gracia, Kagura se preparó. El momento exacto había llegado. Levanto una roca enorme y la lanzo hacia aquellos dos idiotas que tanto le habian fastidiado los pensamientos. Ambos desconcertados la evadieron como pudieron y retrocedieron, Kagura aprovecho ese tiempo para subir a la cima de la piedra. Ellos la miraron confundidos y ella los vio con enfado, especialmente al estúpido que tenía como hermano.
Los furiosos ojos azules de Kagura observaron expectantes a Kamui mientras este último con el ceño fruncido y una sonrisa forzada le exigía explicaciones.
-Hermanita, ¿Qué estás haciendo? Creí haberte dicho que no molestaras a tu hermano mayor cuando estuviera peleando.
El semblante molesto de Kagura no había cambiado ni un poco, Sougo solo miraba divertido la escena y Kamui parecía que en cualquier momento iba a saltar encima de ella e iniciar una pelea de hermanos.
– Oh vamos, no me mires con esa cara. ¿Se puede saber qué hice ahora para qué estuvieras tan molesta? –le dijo Kamui con una mirada desafiante. La pequeña Yato entorno los ojos, que en la mínima oportunidad pareciera que de estos iban a salir chispas.
– Escúchame bien, estúpido hermano mayor. Porque solo lo diré una vez –habló ella con un tono grave en su voz. Apunto a Kamui con su paraguas desafiante y abrió su boca para continuar-. Aléjate de mi presa.
