Disclaimer:
Demashitaa! Powerpuff Girls Z y sus personajes no me pertenece.
Nota:
AU, OoC. Alguno que otro error ortográfico
A/N: Hola a todos. ¿Cuándo fue la última vez que publique?
Bueno, no sé si algunos se acuerden; pero el mes de noviembre del año pasado me propuse publicar una historia cada sábado desde octubre hasta la segunda semana de Noviembre. Si no me equivoco me faltaron dos historias para terminar.
Anteriormente deje una pequeña nota donde me comprometía a terminarlo en cuanto tuviera tiempo, así que… sin más preámbulos los dejo.
EL CUADRO MALDITO
El rostro era verde, distorsionado por algún horrible sufrimiento; La boca abierta en un grito silencioso y perpetuo. Las manos, huesudas y crispadas, resistiéndose a la tortura. El cabello desmelenado cayéndole sobre la frente y enmarcando sus demacradas mejillas.
No era un ser humano. Era un espíritu elementario, el más bajo de la jerarquía de los seres inmateriales, capturado para siempre en la desolación, atrapado en ese lienzo que un pintor de lo macabro había plasmado después de una noche llena de pesadillas.
Fue el último cuadro del artista, quien perdió la razón poco después. - "Esquizofrenia"- Dijeron los médicos. - "Maldición"- Murmuraron las mujeres de la vecindad, por pintar esas cosas tan espantosas, por querer dar vida a esos seres que uno no debe ni siquiera mencionar.
El pintor fue recluido en un hospital psiquiátrico del estado, donde desapareció para siempre entre la multitud de almas perdidas que existen sin vivir en esos lugares que son como una antesala del infierno.
Sus cosas fueron rematadas por el dueño de la vecindad para cobrarse los varios meses de renta que el malogrado artista le debía. Muchos de sus cuadros se vendieron por unos pesos. Pero a éste, el del elementario, no lo quiso nadie, y su destino fue el basurero.
Y fue ahí, mientras aguardaba ser llevado al tiradero, donde lo vio Miyako, una joven artista plástica fascinada por todo lo raro. Mucho después, ella juraría que no había encontrado el cuadro, si no que había sido al revés: el cuadro la había elegido a ella.
La muchacha sacó el lienzo de la basura y se lo llevó a su estudio. Era un buen óleo, un elementario. Algo nunca visto. Lo limpió cuidadosamente con clara de huevo, y los tonos verdes de la cara doliente adquirieron nueva vida. Demasiada vida, quizás...
El cuadro del espíritu fue colocado en un muro a la entrada del estudio de Miyako, que también le servía como sitio para vivir. Ella tomó la costumbre de quedarse mucho tiempo contemplando el rostro del elementario, y no pocas veces sintió que los ojos se movían un poco... sólo un poco, y se clavaban en los suyos, como pidiéndole ayuda.
En cambio, sus amigos pasaban de largo. No siempre es fácil enfrentarse con la imagen de una de estas criaturas. Hubo incluso algún supersticioso que juró que el horrible rostro lo seguía con la mirada.
- Enserio Miyako, te digo que esa cosa pegada en la pared me da escalofríos- Le hablo uno de sus amigos mientras evitaba mirar el cuadro.
- No es una cosa, es una obra de arte y lo que sientes es porque eres algo dramático, no pasa nada, es simplemente una pintura.
- Que obra de arte ni que nada, esa cosa parece seguirme con la mirada- Su amigo tiembla de repente al sentir un escalofrío recorrer todo su cuerpo.
- Mmmm, ¿te pasa algo? Hace un poco de frío pero tampoco es para que exageres- Dio la vuelta para dirigirse a la sala.
- ¡VISTE ESO!- Exclamo provocando que Miyako lo volteara a ver con preocupación. - Esa cosa me está mirando y creo haberlo visto parpadear.
- Por favor no empieces con eso, solo quieres asustarme. Sera mejor que vayas a tu casa. Por lo que se ve necesitas descansar, y yo necesito seguir trabajando. Olvida este asunto del cuadro, no es nada- Habló con su amigo tratando de convencerlo que todo ese asunto del cuadro era solo su imaginación, pero en su interior, comenzaba a dudar de sus propias palabras.
Durante unas semanas, todo fue normal. Pero las cosas cambiaron una tarde, cuando Miyako estaba modelando en arcilla la escultura de un ángel que la había encargado. Era un cliente importante, y la artista sabía que de esa persona dependía que ella se abriese paso hacia las galerías de arte.
Sus manos trabajaban el suave material. Y entonces, casi sin sentirlo, comenzaron a crear por sí mismas. Después de una hora de estar en una especie de transe, Miyako se dio cuenta, con una punzada de horror, que había reproducido exactamente la cara del elementario del cuadro. Deshizo su obra con movimientos frenéticos, en un arranque de pánico. Detrás de ella, un andamiaje que cubría a una gran escultura de un caballo por vaciar se vino abajo. Antes de que pudiese reaccionar, sonó el teléfono. Intentando calmarse, Miyako contestó:
- ¿Señorita Gotokuji?- La voz del cliente sonó al otro lado de la línea. - Habla Akatsutsumi. Siento mucho decirle esto, pero el patronato ha decidido cancelar el proyecto de la escultura del ángel. Dígame cuánto le debo por su molestia, y envíeme el recibo a mi oficina. Miyako colgó. Por un raro instinto, miró hacia la entrada de su estudio. El cuadro del elementario estaba ladeado. Lo enderezó mecánicamente y por primera vez, evito mirarlo a los ojos. Después recogió el andimaje y descubrió que la escultura del caballo estaba cuarteada en varias partes. Tendría que repararla. Eso retrasaría el pago. Y por ahora, tendría que restañar sus sueños convertidos en fragmentos.
Éste fue el comienzo claro de una terrible racha de mala suerte. A pesar de gozar de una buena salud, Miyako comenzó a tener fuertes dolores de cabeza. Le diagnosticaron una migraña que, cuando la atacaba, la obligaba a permanecer en su cama, a oscuras, sin ruido alguno, el rostro distorsionado de color como... como el de la pintura que permanecía colgado en el muro de la entrada de su estudio.
De pronto, todos sus clientes parecieron tener problemas económicos, y la mayoría de ellos le canceló los encargos. En algunos casos tuvo incluso que devolver el anticipo. No pasó mucho tiempo antes de que Miyako se viera enferma, llena de deudas y sin trabajo.
- Bueno, ¿hablo con la señorita Miyako?- Se escuchó atreves de la línea telefónica.
- Si, a sus órdenes.
- Bueno, siento mucho la molestia pero hace tiempo le encargue la escultura de un caballo y, bueno...
- Ah, lo siento mucho, se supone que se la entregaría la semana pasada. Pero hubo un contratiempo y eso retraso la entrega, casi lo tengo listo, solo falta unos cuanto detalles y estará listo para enviárselo.
- A eso quería llegar, llame para saber si no lo tenía listo... por hacerla perder su tiempo. - El cliente no sabía por dónde comenzar.
- ¿A qué quiere llegar con eso señor?- Pregunto con una gran preocupación al oír el tono en que comenzó a hablarle.
- Lo que quiero decir es... es que no administre bien el dinero que tenía y resulta que no voy a tener para pagar la escultura ni siquiera para poder pagarle una compensación por su tiempo perdido. Además con la vergüenza tendré que pedirle amablemente si me podría regresar el anticipo. Esperare el anticipo en mi casa y le pido una disculpa, gracias- Colgó el teléfono dejando a Miyako con un problema más.
Decidió intentar diseñar ropa como antes lo hacía pero le fue imposible, ya que, cuando lo intentaba, una fuerte migraña la atacaba; Intento lo básico que aprendió con su abuelita: arreglar la ropa de sus vecinos como remendar un pantalón, colocar cierres a los vestidos, colocar una bastilla a las faldas, pero, ni eso le resultaba. Se convirtió peor que una principiante, provocando reclamos por parte de sus vecinos. Lo cual solo empeoro su situación.
Un día, un amigo supersticioso fue a verla, y se sorprendió mucho de encontrarla en tan malas condiciones, y más cuando Miyako le contó todas las desgracias que le habían ocurrido de un tiempo a esa parte. Entonces le dijo algo que la misma Miyako ya había pensado, pero que se había resistido a creer:
- Es ese cuadro maldito, esa cosa horrible que tienes en la entrada de tu estudio- Opinó el amigo. - Dicen que uno nunca debe tener elementarios en su casa, porque atraen mala suerte.
Un asomo de sentido común hizo que Miyako se resistiera ante la opinión de su amigo. - ¡Cómo crees, Cody!
- ¿Ya te has fijado en la firma?- Insistió éste. - Según pude investigar en internet, ese cuadro fue el último que pintó un artista incomprendido que se llamaba 'Boomer Him'. Por eso vine a visitarte. Para decírtelo.
- Yo ya lo sabía- Dijo ella. - identifiqué la firma. ¿Qué hay con eso?
- Que después de pintar a su elementario, Boomer se volvió loco.
Miyako abrió la boca y la volvió a cerrar. Su mirada se dirigió a la pintura. Como adivinando su duda, Cody insistió.
- Deshazte de eso, Miyako, en buena onda te lo digo. Mira, no pierdes nada. Nunca me gustó que tuvieras esa cosa ahí y menos desde la vez que te visite y sentí un escalofríos recorrer mi cuerpo.
- No soy capaz de tirar un cuadro a la basura- Dijo ella, comenzando a ceder. - Soy artista.
- Dámelo entonces. Lo venderé por ahí.
- Pero si es un cuadro maldito...
- No puedes tenerlo aquí. Lo adquirirá una galería, o alguien.
Finalmente Miyako aceptó, recomendando a Cody que si lograba vender el cuadro de Boomer, diera el dinero a alguna institución de beneficencia. No quería tener ninguna relación con la pintura.
Después de que el cuadro del elementario salió de su casa, el ambiente pareció volverse menos pesado. Miyako pintó en la pared e la entrada un mural de arcángeles como protección, y en los siguientes días, su migraña desapareció y los encargos volvieron a fluir...
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El cuadro fue vendido en una subasta y entregado a la casa del comprador. Y tal como lo pidió Miyako. El dinero que se obtuvo del cuadro fue entregado a la institución ''Esperanza''. El cuadro llego al nuevo propietario: Butch Jojo, quien no estaba enterado sobre la desgracia en la vida de Miyako, ni del paradero del 'artista de lo macabro' Boomer. Él lo compró fascinado por la expresión del verde rostro del elementario. Pero un año después Butch estaba sumido en un alcoholismo sin remedio, su esposa lo había dejado y había echado por la borda una prometedora carrera como piloto en la base militar.
Miyako nunca llego a saber nada sobre el caso de Butch, caso que, para los otros. Resulto un castigo que debía pagar por sus acciones cuando era un adolescente... una maldición.
Todos los días, Butch lloraba sus penas ante la figura del elementario, quien lo miraba desde la prisión que era, para él, ese cuadro maldito.
A/N: Aquí concluye esta historia que es una de mis favoritas y quise compartirla con ustedes.
Esta vez, nuestra personaje principal es Miyako y, como personaje extra o de relleno, Cody; no les fue tan mal… aunque no puedo decir lo mismo de Boomer ni mucho menos de Butch :(
Ya solo me falta una historia más para concluir esta idea que me propuse. Las historias o leyendas son cortas, pero prometo que la ultima la escribiré con más palabras solo que habrá un cambio. Espero y no les resulte… raro o desconcertante.
Ok, es todo. Si quiero publicar la semana que viene tendré que comenzar a escribir en estos momentos.
Bye…
