Disclaimer: Todo lo que reconozcas es propiedad de JK Rowling
Aviso: Este fic participa en el Reto #14: "Amortentia al azar" del foro Hogwarts a través de los años.
Pareja: James y Lily (1G)
Olor: Libro viejo
Curso: 6º
James bostezó sin poder evitarlo mientras dibujaba en el margen del pergamino. Estaba cansado y aburrido y todavía no estaba muy seguro de cómo había dejado que Lunático lo arrastrara hasta la biblioteca aquella tarde. ¡Podría haberse quedado en la Sala Común ideando cualquier cosa con Canuto! Pero no, ahí estaba, sentado en aquella incómoda silla junto a Lunático y Colagusano, que parecían muy concentrados en sus deberes de Transformaciones.
Levantó la cabeza y, de golpe, recordó por qué había accedido a bajar. En la mesa de enfrente estaba Lily. Llevaba la melena recogida en una coleta alta y consultaba unos y otros libros sin parar, preparando un trabajo que, estaba convencido, no tenían que entregar hasta dentro de varias semanas. Pero la chica era así: una trabajadora nata, la bruja más brillante e inteligente de todo el colegio.
La vio levantarse y dirigirse hacia una estantería y no lo dudó. Era su oportunidad de hablar con ella.
–Ahora vuelvo –murmuró a sus amigos, que lo ignoraron.
Siguió rápidamente a la chica y entró al pasillo en el que estaba ella, buscando un libro. Lily, ajena a su presencia, se puso de puntillas y trató de alcanzar un manual pero, al ver que no llegaba, comenzó a dar pequeños saltitos.
–Espera, pelirroja, ya lo bajo yo –dijo.
La chica se sobresaltó y se giró rápidamente al escuchar la voz del chico. Lo miró y frunció el ceño. Justo lo que necesitaba ese día, que vinieran a molestarla.
–Puedo sola, Potter –replicó.
–Eso no es lo que parece –se encogió de hombros y se acercó a ella–. No me cuesta.
–Te he dicho que no necesito tu ayuda –se cruzó de brazos–. Piérdete, Potter.
–Pelirroja, a veces eres un poco maleducada…
–Y tú un plasta.
–¡Pero si solo quería ayudar!
–Ya claro –Lily puso los ojos en blanco–. Seguro que, después de darme el libro, me pides ir a Hogsmeade. Otra vez.
–Hombre, sería una buena forma de agradecérmelo, aunque, si no quieres, no hace falta –se apoyó en la estantería y sonrió–. Ya te he dicho que solo estaba siendo amable, Evans.
–Y yo ya te he dicho que no necesito ni tu ayuda, ni tu amabilidad. Adiós, Potter.
Se giró de nuevo a la estantería, sacó su varita y, tras agitarla, hizo que el libro descendiera lentamente hasta sus manos.
–Veo que tienes tus recursos –James suspiró. La notaba más borde que de costumbre y empezaba a temer que le hubiera pasado algo.
–Pues sí.
Comenzó a andar por el pasillo, pero él la detuvo cuando pasó por su lado.
–¿Va todo bien?
–¿Por qué no iba a ir? –Se obligó a contestar, tras tragar saliva. ¡Claro que nada iba bien! Pero sus peleas con Petunia no eran de la incumbencia de Potter.
–Es una sensación… –Bajó el tono de voz–. Sea lo que sea, espero que se arregle pronto.
–Gracias –murmuró ella.
–Y si necesitas cualquier cosa…
Lily sonrió levemente y se soltó del agarre de James. Lo miró unos instantes a los ojos, asintió y, sin contestar nada, se dio la vuelta y volvió a su mesa, un poco más animada, aunque no estaba muy segura de por qué.
James, por su parte, apoyó la espalda en la estantería y se dejó caer hasta quedar sentado en el suelo. Cerró los ojos y aspiró el aroma de los libros antes de suspirar. Solo esperaba que, algún día, Lily le diera una oportunidad.
