Advertencias y Notas de Autora:
- Antes que nada, cuando lo lean, seguramente dirán: esta tía esta chiflada, y esto no tiene nada que ver con Twilight. Pero es un AU, lo que implica que cualquier cosa puede pasar, incluso que los vampiros no sean tan inbencibles como los relata Stephenie Meyer...
- La religión, no voy a meterme con la religión ni a opinar sobre nada de eso, solo es que esta historia se desarrolla en ese entorno, aunque solo en un principio, creo -.-º.
- Esto es solo el prólogo, denle una oportunidad!.
- Twilight no me pertenece, para nada, todo es de Stephenie Meyer
- Sobre el titulo... no pregunten
- Parejas Canon, esto es un Edward x Bella, esencialmente.
- Puede haber OOC, no lo niego U.U
Midnight Sun
Prefasio
"- Solo una gota de tu sangre sería suficiente para darme fuerzas, pero temo que luego de probarla, no pueda detenerme… -
- Aún así, quiero ayudarte -"
Capítulo Uno – De Misterios
La pequeña Isabella odiaba la lluvia, especialmente cuando los feroces truenos amenazaban con perturbar sus sueños. Abandonó el cuarto de las niñas y atravesó los oscuros pasillos del convento. Empujó con cuidado la puerta lateral que llevaba a la iglesia, vacía en su inquebrantable enormidad.
En ese lugar, la tormenta era un susurro lejano. Si cerraba los ojos, y con un poco de suerte, seguramente podría permanecer ahí toda la noche.
Algunas velas todavía se consumían lentamente en los rincones, pero no eran suficientes para alumbrar todas las sombras.
Entonces vio esa puerta abierta. Esa puerta que aprendió que estaba prohibida para cualquiera desde el primer día en que había llegada al orfanato de las monjas. Escondida en el rincón más alejado, oculta entre la oscuridad, la puerta se entornaba hacia el interior. Ella no era una niña curiosa, pero fue esa noche que lo descubrió.
No escuchó voces al acercarse, ni tampoco podía estar segura de hubiera alguien abajo, porque una larga escalera le indicaba que el camino hacia donde fuera que llevara esa puerta era largo. Bajo el primer escalón, pero no se atrevió a descender más, pensando en que cualquier momento la descubrirían. Y lo que menos deseaba era un castigo, ya era bastante el regaño que recibiría cuando se dieran cuenta de que no se encontraba en su cama, dormida.
Unas pocas velas daban luz al recorrido, y sus pisadas no eran lo suficientemente fuerte como para resonar en las paredes. Después de bajar en un medio circulo, la pared de su izquierda se perdía abruptamente en una barandilla, dejando ver un enorme sótano, similar a un calabozo de piedra negra y caliza. No había nadie, excepto un ataúd abierto. Un ataúd que tenía la forma de una enorme cruz, y dentro, había una persona.
No quiso ver más, salió corriendo, creyendo que se trataba de un muerto.
Pudo haber sido un sueño, pudo haberse tratado de una alucinación causada por el miedo que le provocaban las tormentas, que la llevaban a imaginarse cosas aun más terroríficas para olvidarse del sonido de los truenos. Incluso en la incertidumbre, corrió hacia el cuarto de las niñas y se escondió bajo sus mantas, temblando de miedo.
Y la siguiente vez que visito la iglesia, aquella puerta prohibida estaba cerrada. Oculta y aparentemente olvidada.
¡Rev!
