EL DESTINO ES SABIO E IMPREDECIBLE
Esa era la respuesta que recibía por parte de mi madre cada que le preguntaba la razón de que aguantara tantos malos tratos e irresponsabilidades de mi padre.
En el año en que murió mi madre me prometí a mí misma ser alguien respetable y de provecho, me prometí tener un buen empleo, una linda casa y una familia sólida, seria y tendría todo lo que hasta ese momento no.
Poco tarde en darme cuenta de que no podría nunca ser alguien diferente, e inmediatamente supe que era igual a mi padre, el alcohol, las drogas y una vida de crímenes era lo único que me esperaba al final del camino.
No podía aspirar a una pareja mejor, y mucho menos a una familia con hijos, que podría haberles enseñado yo a mis hijos si me pase un cuarto de vida encerrada entre 3 paredes y una reja.
Pero estando parada frente a la que había sido el amor de mi vida y una pequeña hermosa comprendí las palabras de mi madre.
EL DESTINO ES SABIO E IMPREDECIBLE
El silencio reino por todo el loft durante escasos segundos, los mismos que tardo la pequeña en llegar hasta unos metros de las escaleras donde se encontraba la mayor de ellas.
-¿Porque te detienes?- pregunto Rachel.
-¿Eres un fantasma?- pregunto rápidamente la niña.
Rachel soltó una risa profunda que provoco el estremecimiento de Quinn y tomo asiento en el segundo escalón.
-Los fantasmas no existen- aseguro Rachel sonriéndole.
-Park dice que si- señalo al mencionado y logro una mueca extraña por parte de Rachel.
-Bueno, yo opino que no, tú decidirás lo que tú prefieras- volvió a hablarle sonriendo.
La pequeña le devolvió la sonrisa y poco a poco retomo el camino hacía Rachel; llego frente a ella y espero hasta que Rachel levanto su mano derecha, la imito y junto sus palmas.
-Lo ves, no soy ningún fantasma- aseguro Rachel sintiendo por dentro cómo ese simple rocé la hacía feliz.
-Mamá- mencionó la niña y se abrazó al cuerpo de Rachel con emoción.
La escena era tierna nivel Bambi, tanto que provoco en Quinn algunas lágrimas que no oculto y otras en Rachel que cubrió con el cuerpo de su hija.
-¿Eso es para mí?- pregunto Rachel alejándose ligeramente de la niña señalando la hoja que estaba sobre una de las mesas que adornaban el salón.
-Si- corrió hasta ella y regreso con el dibujo en mano -¿te gusta?- pregunto ilusionada.
-Me encanta, al igual que todos los demás- aclaro sonriendo ampliamente -es más, trae algunos para que los pongamos aquí- pidió poniéndose pie.
-Estamos por irnos- interrumpió Park.
Ambas Rachel detuvieron cualquier movimiento y dirigieron su vista a Quinn, quien hasta ese momento no había hecho ni el más mínimo ruido.
-Haz caso a tu mamá- hablo Quinn con emoción.
La niña no tardó en correr, cómo pudo, escaleras arriba para recolectar lo que se le había pedido.
-¿Qué haces aquí?- pregunto Quinn sorprendida.
-Parece que esta es mi casa- respondió Rachel fríamente.
-¿Cuándo saliste?- volvió a preguntar más seria, reacción provocada por la contestación de Rachel.
-Esta mañana- contesto sin cambiar el tono.
-La carta- susurro Quinn.
-La recibí, la leí y no pienso refutar nada, aunque si debemos hablar de muchas otras cosas- intervino Rachel recortando la distancia entre ellas.
-Rachel, yo...-
-Déjalo Quinn, no es ni el momento ni el lugar- interrumpió regalándole una mirada a Park.
-Debemos irnos Quinn, perderemos la reservación- indico Park tomándola del ante brazo.
-¿Mamá puede acompañarnos?- grito la pequeña con ilusión.
-No- respondieron al unísono Quinn y Park.
-No te preocupes pequeña- Rachel fue la encargada de quitar la tensión, después de los gritos -acompaña a tu mamá- acarició con cariño la mejilla de la niña.
-Pero acabas de llegar, no quiero dejar de verte nuevamente- prácticamente lloro y se abrazo tiernamente a la cadera de Rachel.
-No iré a ningún lado, aquí estaré siempre que me necesites- respondió Rachel mientras cargaba a la pequeña.
-Prometelo- exigió la niña pegada al cuello de la mayor.
-Claro que si pequeña, no habrá nada que haga que me aleje de ti- afirmó Rachel transmitiendo sus palabras a Quinn.
-Vamos Rach- pidió Park acercándose por la niña.
-Adiós mamá- se despidió sin ganas.
-Portate bien- dejo un beso sentido en la coronilla de la pequeña.
-Park Nilsson- se presentó el chico y estiro su mano hacía Rachel.
-Rachel Berry- respondió de igual manera y estrecho la mano ofrecida.
-Rachel, debemos hablar- Quinn desvió su atención hacía ella.
-Si es sobre la niña estoy a tu disposición, no importa ni la hora ni el momento, de otra manera ya te buscaré yo a ti- respondió Rachel rápidamente.
-Yo no sabía que saldrías- trato de excusarse.
-No tenías por qué hacerlo- rebatió Rachel.
-Porque me prohibiste las visitas- reclamo Quinn.
-Veté, no quiero discutir contigo en frente de la niña- trato de controlarse Rachel.
Quinn observo a Park y a la niña, quienes se encontraban pendientes de la conversación que llevaba a cabo con Rachel y respiro profundo sabiendo que Rachel tenía razón, no discutirían en frente de la niña.
-Nos estamos viendo- indicó Quinn a manera de despido.
Emprendieron el corto camino hacia la puerta y justo antes de que salieran por completo Rachel respondió.
-Eso tenlo por seguro-
SÉ QUE TARDE MIL AÑOS EN SEGUIR LA HISTORIA, PERO AQUÍ ESTÁ.
PIDO DISCULPAS POR LA TARDANZA, PERO LO QUE HABÍA ESCRITO NO ERA DIGNO, ASÍ QUE DECIDÍ ESPERAR HASTA QUE FUERA ALGO DECENTE.
ESPERO LES HAYA GUSTADO
