¡HOLAS!. Este es mi primer fic de Kaleido Star, desde ya que no esperen un León-Sora o un Layla-Yuri, o cualkier otra pareja conocida ya que sólo me dedicaré a escribir acerca de la verdadera pareja de esta serie, es decir LAYLA Y SORA… y alguna otra de las secundarias :p por lo pronto en esta oportunidad escribiré acerca de Layla y Sora en como le van las cosas en su futuro. Espero les agrade :D
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RESURGIR DE LAS CENIZAS.
CAPÍTULO UNO
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Nuevamente sola en el cuarto de la pensión en que reside, Sora se encuentra deprimida ante otro fracaso laboral. Desde el cierre del circo en el que tuvo tantas alegrías y derramó tantas lágrimas, su vida laboral fue variando desde distribuidora postal hasta moza de un restaurante, lugar del cual la acaban de despedir. Sin una moneda en sus bolsillos, comprende que para una persona que está mas cerca de la crisis de los cuarenta que del divino tesoro de la juventud, conseguir un empleo estable y redituable se hace cada día mas difícil, y más cuando la mayor parte de su vida la pasó bajo las luces de los escenarios y el glamour de los artistas.
Todo se volvió oscuro desde ese fatídico día en que su adorada Cecile partió de este mundo. Como la familia de su pareja jamás la reconoció como tal y el departamento que ambas habían compartido estaba únicamente a nombre de la difunta, prácticamente de la noche a la mañana Sora se quedó sin empleo, sin esposa y sin hogar. Como los familiares odiaban el oficio de la muchacha, ya que lo consideraban "el antro de perdición que arrastró a Cecile al lesbianismo," consideraron que una vez desaparecida ella debían destruir todo, obtener la mayor cantidad de dinero posible y quemar todo lo que sobrara y no sirviera...
Ahora se encuentra solitaria en esa oscura habitación buscando algo de comida entre los anaqueles. ¡De haber sabido que la despedían!... hubiese comido hasta el hartazgo ya que pasaría un largo mes hasta que le paguen por sus servicios. Afortunadamente encontró un pan un poco duro que por el momento bastaba para mitigar los gruñidos de su vacío estómago. ¿Qué podría ella hacer?. Enfrentarse nuevamente a las odiosas entrevistas de empleo para que la tilden de vieja... ¿Vieja a los 30 años?... o para que le endilguen falta de experiencia... ¿Experiencia para barrer pisos?. Sabía muy bien que no podía quedarse mucho más tiempo encerrada allí ya que terminaría enloqueciendo o muerta de inanición. Pero nuevamente... ¿Qué podría hacer?. Sentada en el piso mientras mastica esa hogaza de pan descubre un retazo de tela azul oscuro asomando desde el armario de su habitación. Recuerda que pertenece a un viejo pijama que ya ni usa de lo rotoso que se encuentra, con el pan entre los labios se acerca a la tela y la encuentra agujereada en algunas partes. El pijama, a pesar del tiempo transcurrido, parece ser que aún le queda al cuerpo ya que se lo acomoda sobre si y no nota diferencias. Al ver un poco más al fondo del armario descubre una caja con algunos objetos que logró rescatar del circo: una raída peluca multicolor, una roja nariz de payaso, unas matracas, un par de maracas, unos maquillajes algo viejos y más cosas desusadas. Entre los objetos encuentra unas fotos que creía olvidadas: en una, Sora se encuentra de pie en la entrada del Kaleido Stage junto a Layla Hamilton, la recuerda bien, esa foto la tomaron días después de lograr "la prueba increíble" ¡Que días felices!. Ver en esa foto a quien fue su gran amor platónico la entristece un poco, pero más triste se pone cuando descubre en un portarretratos olvidado a Cecile con toda su juventud y belleza a pleno. Esa foto de cuerpo entero la usaba Cecile para entregarla autografiada a sus miles de admiradores, y como tal, Sora la posee con una dedicatoria de la retratada y su autógrafo. Sora apoya ambas fotos contra su pecho cerca del corazón mientras cierra sus ojos y emite un suspiro. Finalmente observa el montón de objetos que acaba de encontrar y toma una decisión... algo arriesgada...
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-Esto debe ser una señal que Cecile me envía desde el cielo. –Murmura la chica para si. –Nunca debí abandonar los escenarios, pero... No puedo permitir que quienes me conocen y los que me admiraron vean que he caído tan bajo...
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Sora se desviste y se coloca de inmediato el viejo pijama azul oscuro y de pintas rojas, tal y como anticipó le queda a medida. Al retirar la caja de objetos del armario, descubre también unos pedazos de género de varios colores, que bien pueden servir a su propósito. Ya con la idea enclavada en su mente toma hilos y aguja y se apresta a remendar la vieja prenda de dormir. Cuando considera finalizado su trabajo se viste nuevamente con el pijama, se coloca la peluca y con las pinturas que encontró procede a pintarse los labios formando una gigantesca sonrisa roja, embadurna su rostro con pintura blanca y para terminar se pone la nariz de plástico. Ya con esa facha, se observa al espejo, pero lejos de resultar conforme con su aspecto decide elevar un poco más sus pretensiones...
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-Se me nota mucho la cara... alguno podría reconocer que soy yo...
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Al revolver en la caja, encuentra una mascara rota. Como la parte de los ojos se encuentra en buen estado, con un cuchillo recorta los pedazos inútiles y forma una especie de antifaz que coloca de inmediato sobre sos ojos...
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-Ahora si está bien. –Aprueba al verse frente al espejo. –Pero si al antifaz lo pinto de negro va a quedar mejor.
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Como el antifaz es algo complicado de colocar, decide unirlo a la nariz de plástico para así formar un único conjunto. Al terminar con los arreglos, nuevamente se contempla al espejo y decide que le quedan por resolver un par de detalles...
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-Un malabarista callejero tiene que tener también un nombre artístico además de indumentaria adecuada. –Musita mientras acomoda su peluca. –Y esta peluca arco iris... ¡Ya está!. –Exclama. –Desde ahora seré "El Payaso Arco iris". Pero, también debo practicar mis acrobacias...
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Entre tantos objetos viejos en la caja, logra encontrar unas pelotas, las cuales aprovecha para practicar sus malabares. Aunque un poco fuera de estado y luego de varios intentos, Sora descubre que sus habilidades no han desaparecido, sólo menguaron por la falta de entrenamiento, pero considera que con la práctica adecuada y su fuerza de voluntad logrará su propósito. En eso se encuentra cuando desde el otro lado de la puerta siente el rugido del encargado de la pensión...
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-¡Muchacha!. –Exclama el hombre desde el pasillo. -¡Ya es hora de que me pagués algo de lo que debés!.
-¡No me joda viejo, estoy ocupada!. –Vocifera la chica mientras juega con las pelotas.
-¡Mirá que si para mañana no hay dinero te echo a la calle!.
-¡De acuerdo!. –Acepta Sora. –Venga mañana que algo de plata le daré. –Afirma confiada en sus habilidades.
-¡Perfecto!. –Dice el sujeto antes de marcharse. –Si mañana no veo billetes en mi mano, vas a dormir en la calle.
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Sora no responde y escucha alejarse al casero. Esperanzada, intenta una y otra vez lanzar las pelotas de una mano a la otra con la mayor gracia posible...
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Esa misma noche, y en el extremo de la ciudad, un lujoso auto se desplaza por una de las principales avenidas del barrio. En su interior la famosa artista Layla Hamilton viaja acompañada de un tipo muy bien mozo, de cabellos largos, rubios y ondulados, ojos verdes, delgado y de buen vestir. Se trata de uno de los actores del momento, Paul Steering, pareja formal de la actriz… formal en el sentido de la palabra ya que la dupla de actores esconde un interesante secreto...
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-Que suerte que ya podemos volver a casa. –Comenta Layla. -Salir con vos siempre me incomoda.
-Acordate chiquita que lo hacemos por la prensa. –Agrega el acompañante de Layla.
-Precisamente es eso lo que más me incomoda. –Aclara la actriz.
-Gracias por aclarármelo. –Comenta el joven. –Creía que lo decías por mí.
-Claro que no… -Manifiesta Layla. –Es que el acoso de los fotógrafos y los periodistas ya es bastante molesto. Parece como si supiesen lo que ocultamos.
-¿Qué?. ¿El hecho de que descubran que nos apantallamos mutuamente?. –Dice Paul. –No creo que sea algo que merezca una primera plana en los diarios.
-A vos no te molesta ya que estás solo. –Aclara la rubia. –Pero yo tengo una pareja que cuidar.
-¿Cuidar?. –Comenta extrañado el actor. –Según me contaste no andan muy bien las relaciones… ¿Hace cuanto que… no intiman?.
-¡Eso son cosas mías Paul!. –Exclama la mujer ruborizada.
-Si ya pasaron más de tres meses desde la última vez, quiere decir que la cosa no marcha bien. –Agrega ante el silencio de la rubia. –Y si las cosas no van bien…
-Mejor hablemos de otro tema. –Solicita Layla ante lo que Paul consideró un acierto de su parte.
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La conversación sigue con algunos temas más triviales acerca del empleo de ambos debido a que trabajan en la filmación de la misma película. Al llegar a la mansión de la rubia, esta desciende del vehículo no sin corresponder al beso en la boca a su acompañante por si algún fotógrafo se encontraba de guardia frente a su mansión. Al ingresar a la casa, la rubia se encuentra con una inesperada sorpresa… Macquarie quien fuera durante muchos años su leal empleada, cómplice y asistente en su vida, se encuentra esperándola sentada en el sillón principal junto a una gran valija, cargada con su cosas…
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-Layla… tenemos que hablar… -Susurra la chica compungida. (NDA: es la empleada de ella que aparece en la serie, no recuerdo si ese era o no su nombre/apellido)
-¡Macquarie!. Pero… ¿Qué pasa, por que la valija?. –Interroga Layla a pesar de intuir la respuesta.
-Me voy de acá Layla… lo nuestro ya no puede ser, se terminó. –Responde su pareja.
-Pero… ¿Cómo me decís eso?. ¿Por qué te querés ir?. –Dice sorprendida.
-Lo sabés bien Layla… -Expone Macquarie. –Hace tiempo que nuestra relación se enfrió, además… desde que salís con Paul es como que ya no me prestás atención, pareciera como si te gustase relacionarte con ese… ¡Hombre!.
-¡Sabés bien que lo hago por intereses personales!. –Vocifera Lalia. –Tanto él como yo ocultamos nuestra orientación al público presentándonos como una pareja de amantes, así de esa forma evitamos las habladurías.
-¡Pero yo me harté de todo eso!. –Exclama Macquarie. –Ya no quiero esconderme, quiero ser tu pareja ante todos, poder abrazarte y besarte frente a la gente como lo hacen todos.
-Sabés que no se puede…-Susurra Layla.
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Macquarie no contesta, toma la valija con sus cosas, se acerca a Layla y luego de darle un corto beso en los labios se dirige a la puerta, cuando Layla la interrumpe con una pregunta…
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-¿Adonde vas a quedarte?.
-Estaré bien.
-¿Con quien vas a estar?.
-Prefiero que no lo sepas, cuidate Layla. –Dice Macquarie antes de atravesar la salida cerrando la puerta detrás de si.
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Layla escucha cerrarse la puerta, pero permanece parada en el lugar, no está segura de si debe llorar o al menos estar triste por el abandono de su pareja. Sabía desde hace tiempo que las cosas entre ellas no estaban marchando bien, pero jamás imaginó que Macquarie fuera capaz de dejarla así de repente. Imprevistamente, suena el teléfono…
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-¡Hola!.
-Layla, soy yo Paul. Te llamo para avisarte que mañana tenemos que asistir a un encuentro de beneficencia…
-¡Pero por que me salís con eso ahora!. –Exclama Layla disgustada.
-Ah, disculpá, parece que llamé en mal momento. –Comenta Paul al sentir el enojo de la mujer.
-Si… algo así. –Afirma Layla compungida.
-¿Qué pasó?.
-Pasó que acertaste. Ni bien entré a casa me encontré con Macquarie en la puerta con las valijas listas para abandonarme.
-Es terrible…
-¡Y claro que es terrible!. –Profiere Layla. –Me abandonó sin dar muchas explicaciones…
-Bueno, calmate, andá a descansar ahora. –La interrumpe Paul. -Mañana hablamos más tranquilos.
-Está bien… -Susurra Layla colgando el teléfono.
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Layla va a su habitación y se dispone a dormir. Extrañamente se siente aliviada, ni ella sabe bien el porqué. Al ver la cama matrimonial que compartía con Macquarie tampoco siente pena ni culpa alguna, por lo que se acuesta de inmediato y se duerme profundamente.
A la mañana siguiente, la blonda actriz se despierta y como es habitual se dirige hacia la cocina en donde siempre su pareja la esperó con el desayuno servido pero, al ver la mesa despejada, es en ese momento en que Layla se da cuenta de la ausencia de Macquarie...
En otro rincón de la ciudad, una chica termina de armar su rutina de actuación y se viste con el disfraz que la caracterizará por el resto del día. Al concluir, rumbea a la plaza en la que realizará su espectáculo durante la jornada. Una vez allí despliega todo su arsenal de acrobacias y malabares para alegrar a la gente con un buen entretenimiento. Los asistentes al parque estallan en aplausos ante la divertida comediante y le retribuyen el show llenando su gorra con monedas y billetes. Sora se siente realizada, por fin después de tanto tiempo vuelve a sentir el calor del público en una actuación brindada por ella. Mientras, en la calle circulan varios automóviles, algunos frenan ante el semáforo y uno de los ocupantes de los muchos vehículos se siente atraído por la algarabía de la plaza...
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-Parece ser que alguien está dando un espectáculo en la plaza. –Comenta Paul.
-Podríamos bajar a ver de quien se trata. –Propone Layla.
-Ya vamos tarde. -Disiente su acompañante. –Acordate de que tenemos que llegar a tiempo para la conferencia de prensa y después tenemos la función de teatro de caridad.
-Es verdad. –Susurra la actriz desalentada.
-Pero podemos pasar de regreso.
-¡Hay que ver si aún está!.
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Luego de unos minutos de silencio, un débil suspiro por parte de Layla interrumpe el mutismo...
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-¿Qué ocurre Layla, extrañás a alguien?.
-Aún no caigo de que mi pareja me haya abandonado. –Comenta la rubia.
-¿Estás segura de eso?.
-¿Por qué lo decís?.
-Es que te referiste a Macquarie como "mi pareja", no la nombraste.
-No veo que eso tenga algo de raro... –Susurra la rubia. –Ella fue mi pareja...
-No será que ya tenés quien la reemplace. –Expone Paul de manera suspicaz.
-¡No digás cosas como esa!. –Exclama la mujer. –Todavía amo a Sora.
-¿Y quien es Sora entonces?. –Interroga el muchacho sonriente al haber atinado.
-Está bien, ganaste. –Acepta la rubia. -Te voy a contar algunos detalles, no todo, pero si prometés no hacerme reproches ni planteos.
-Te los voy a hacer si lo considero necesario.
-Como ya sabés, antes de ser actriz trabajaba en el Kaleido Stage. Allí fue donde conocí a Sora, una chica que vino de Japón a trabajar en el escenario. Al principio no era muy habilidosa, pero se esmeró y logró ser una gran artista del circo.
-Ajá, ya veo... -Acota el hombre.
-En esos tiempos yo me estaba retirando del espectáculo circense por lo que fui enseñándole a Sora todo lo que tiene que ver con el circo...
-Y en ese ínterin te fuiste enamorando de ella. –Añade Steering.
-Si, puede decirse que si. –Asevera Layla. –Pero... como siempre tuve miedo de declararle lo que sentía por ella.
-¿Por alguna causa en particular?.
-Si... por miedo a que ella me rechace al no ser de mi condición...
-Comprendo, siempre me pasa. Pero a pesar de eso... ¿Por que se separaron?. –Plantea Paul. -¿Fue porque abandonaste Kaleido?.
-Si te lo digo vas a salirme con alguno de tus comentarios.
-¿Qué ocurrió?. Contame.
-Luego de iniciar mi carrera como actriz mantuve el contacto con el escenario Kaleido y con Sora, por supuesto, pero pasó... algo increíble.
-¡Contame!. Que me matás con la intriga. –La alienta el actor.
-Meses después de dejar el Kaleido Stage, Sora lo abandona también para irse a trabajar a un circo de una categoría mucho menor.
-¿Y con eso que?.
-Ella se fue a trabajar a ese circo porque participó en un festival circense nacional y allí conoció a una trapecista que era la dueña del circo y... Sora se enamoró de ella.
-Perdiste al amor de tu vida pensando en que iba a rechazarte porque no era lesbiana y resultó serlo. ¡Metiste la pata a lo grande!.
-Así fue Paul.
-Ahora que estás sola de nuevo podrías ir a recuperarla. Ahora que ya sabés que le gustan las chicas lo peor que podría pasarte es que ella no guste de vos.
-¡Eso lo pensé hace mucho!. –Exclama Layla. –Ocurre que cuando fui en su búsqueda el circo había cerrado y ella desapareció.
-Ya veo... y por eso te emparejaste con Macquarie.
-Si... –Acepta la rubia. –En aquel tiempo supuse que Sora había vuelto a Japón ya que nada la ataba a este país, por eso me deprimí mucho y por suerte, ella me reanimó.
-Pero en el fondo seguías esperando a Sora... –Acierta Paul.
-Algo así. –Comenta Layla de manera ambigua.
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El vehículo llega a destino y los actores descienden del mismo para ocuparse de sus labores. Mientras, en la plaza de la ciudad la nueva atracción sigue sumando aplausos y monedas gracias a sus acrobacias y al encanto que tiene para con el público...
Al final de una tarde de intenso trabajo, Layla y su "pareja" regresan a sus respectivos hogares pero, al pasar por la plaza perciben que la misma continúa atiborrada de gente por lo que deciden averiguar lo que allí sucede...
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-Mejor bajo yo. –Plantea Layla descendiendo del coche. –Vos quedate en el auto ya que si nos ven a los dos juntos se nos va a pegar mucha gente. Yo sola puedo pasar más desapercibida.
-Está bien, cualquier inconveniente llamame al celu. –Acepta Paul.
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Layla camina hacia donde se encuentra el extraño artista callejero mientras su amigo estaciona el auto. Desde lejos no puede notar de quien se trata, pero si se percata de que muchos de los movimientos acrobáticos le resultan familiares por lo que deduce que posiblemente se trate de algún antiguo empleado de Kaleido. En ese instante, el cómico comienza a proclamar su siguiente número, escuchar la voz del desconocido estremece a Layla. La misma tiene un acento extranjero muy particular, querido y conocido por ella. Con una vaga esperanza se acerca hasta el sitio del espectáculo...
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-¡...Presten atención por favor!.
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El payaso luego de dar unos saltos, pega otro más alto realizando unas volteretas por el aire para caer de pie junto a unas pelotas de colores las cuales atrapa y comienza a malabarear con ellas... la gente aplaude la ocurrencia del payaso en el momento en que este anuncia el fin de su show...
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-Lamento decirles que nada es gratis en la vida, por lo tanto esto que vieron y disfrutaron recién tiene un costo voluntario. Así que iré pasando la gorra y ustedes colocaran allí el valor que deseen, también son bienvenidos cupones de descuentos y botones, los cuales coseré a mi ropa...
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La voz es inconfundible, el acento japonés y las dificultades de pronunciación propias de manejar un idioma que no es el natal son las mismas que sólo una persona muy estimada por Layla posee. A medida que el payaso se va acercando a Layla esta busca un billete para dejarlo en el sombrero del cómico. Cuando está próximo a ella, se acerca a primera fila para alcanzarle el billete que dispuso para el actor callejero. Al hacerlo, este alcanza su gorra y saluda a la rubia...
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-¡Muchas gracias!. –Exclama. –Espero volver a... verla... –Interrumpe su discurso al verla.
-Buenas tardes. –Susurra Layla ligeramente sonrojada mientras trata de vislumbrar entre el maquillaje algún rasgo facial conocido.
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Ambas mujeres quedan viéndose fijamente a los ojos. Además de las facciones de Sora, el maquillaje y la mascara ocultan también el sonrojo de las mejillas de la cómica al ver a Layla pero no frena el calor que siente al ver cerca de si a una persona tan especial después de mucho tiempo...
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Continuará...
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Espero que les haya gustado.
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Julian Manes
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Resurgir de las Cenizas. Capítulo Uno. Marzo 2007.
