Disclaimer: los personajes mencionados en esta historia le pertenecen a mi adorada J.K. Rowling.

Advertencias: el relato incluye, o incluirá palabras que pueden resultar desagradables o groseras. Además hay posibilidades de alguna escena que contenga lemmon o violencia explícita (esa es la razón del rating M) por lo tanto aconsejo leer bajo su propia responsabilidad.

El fic está ligado a mis one shot anteriores "Amores inesperados" y "Lo que Vincent Crabbe sabe pero prefiere callar". ¿Si es necesario leerlos para entender esta historia? Pues únicamente si quieren más detalles sobre los comienzos de la pareja, pero la respuesta es no.

Aquí les dejo los links por si acaso:

"Amores inesperados": s/11757671/1/Amores-inesperados

"Lo que Vincent Crabbe sabe pero prefiere callar": s/11768523/1/Lo-que-Vincent-Crabbe-sabe-pero-prefiere-callar

Me he tardado un poco pero por fin decidí hacer mi primer long fic, así que espero reviews para mejorar mi escritura y por supuesto para darme un poco de aliento :3 porque sus comentarios le dan rienda suelta a mi imaginación. Desde ya ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!


17 de noviembre de 1996, sexto año, Hogwarts

A altas horas de la noche, tres jóvenes se encontraban sentados en grandes sillones frente a la chimenea de la sala común de Gryffindor. Algunas ventajas de ser prefecto era la posibilidad de andar deambulando sin el temor de ser reprendido, así que Ron y Hermione aprovechaban aquellos "tratos especiales". Aquel día estaban disfrutando de una amena charla con unas humeantes tazas de chocolate caliente, hasta que la chica les confesó algo que los dejó sin aliento. Sólo podían mirarla con ojos desorbitados, y entonces ella temió que explotaran de rabia.

– ¿Qué tú que cosa Hermione? – preguntó su amigo, casi sin voz.

– Por favor Harry, no quiero repetirlo – dijo con voz suplicante la castaña – aún no sé qué haré, no quiero que se divulgue por todo Hogwarts.

– ¿Pero cómo ha podido suceder eso Mione? – el rostro del joven Weasley comenzaba a ponerse colorado.

– Bueno creo que es demasiado obvio como pasó Ron – ella rodó los ojos – quiero decir, lo sabes... tú con Lavender… bueno, no veo que sea necesario explicar los pormenores.

– Si, si, lo sé. Pero no es eso a lo que me refiero – el pelirrojo fijó su mirada – ella no ha quedado embarazada.

– ¡Ronald Bilius Weasley! – el grito de Hermione hizo que Harry pegara un brinco en el sillón – eres un bruto ¿no has entendido que no quiero que se lance un chisme?

– Ya, perdona – se acercó al centro del círculo que formaban entre los tres, y habló en voz baja – tendremos que matar a esa maldita serpiente Mione, no puede dejarte así sin más. Estoy seguro que ese imbécil se ha enterado y por eso te ha dejado, y no quiero decirte te lo dije pero... te dije que no podíamos confiar en él.

– No lo creo – los ojos de la castaña se tornaron acuosos - él no ha podido enterarse de ninguna forma. Yo iba a contárselo, pero acabamos peleando antes de que pueda hacerlo.

– ¿Y por qué no se lo has dicho aún Mione? – preguntó el niño que vivió con tono preocupado – no es como si no se fuera a notar... Dentro de unos meses será muy obvio.

– ¿Crees que no lo sé? – Hermione comenzó a llorar – ¿crees que no me doy cuenta del error que he cometido? - su llanto se intensificaba con cada una de sus palabras. Ron y Harry se acercaron a ella y la acunaron entre sus brazos.

– Perdona Mione, no he querido que entiendas eso – la consoló el ojiverde – yo sólo digo que él debe saberlo y tiene la obligación moral de hacerse cargo – la castaña se quedó en silencio por unos minutos, mientras su llanto se apaciguaba y su respiración se restablecía.

– No sé qué haré con este niño – habló en un susurro – ni sé que voy a hacer con el padre, como voy a sobrevivir a la guerra que se aproxima ¿cómo podré luchar si debo cargar con un hijo? – se inclinó apoyando sus codos en sus piernas y sosteniendo su cabeza con las manos.

– Escucha Hermione – le dijo el pelirrojo, mientras ella bajaba la mirada – para serte sincero ni siquiera sé que decir, pero hay algo que puedo asegurarte: Harry y yo jamás te dejaremos sola – y ella lo sabía, pero escucharlo de ellos era mil veces mejor. No importaba si el padre de su hijo no la quería, probablemente ni siquiera querría al bebé, porque al menos tenía a sus amigos.


Febrero de 1997, sexto año, Hogwarts

Varios metros por debajo del castillo, más precisamente en una habitación Slytherin, como ocurría normalmente desde hacía tres meses un joven se encontraba tendido sobre su cama. Tenía una incipiente barba de al menos tres días, oscuras bolsas decoraban sus ojos cerrados, y sus brazos se flexionaban bajo su cabeza albina. Esa era su nueva posición favorita para pasar cualquier rato libre, o incluso los que no lo eran, como el desayuno.

Es que estar cerca de ella le exigía demasiado autocontrol para evitar salir corriendo, tomarla entre sus brazos y desaparecer del mundo a su lado. Desde que la había dejado en aquella habitación no dirigió nuevamente la mirada a su persona, aún con todo el dolor que eso le provocaba, prefería guardar en sus ojos los recuerdos de una Hermione feliz, riendo a carcajadas y amándolo locamente. De seguro ahora lo odiaba.

La puerta del dormitorio se azotó de un golpe contra la pared, interrumpiendo toda la tranquilidad que las mazmorras ofrecían. El rubio abrió lentamente los ojos y vio a Vincent parado a su lado, con el nudo de la corbata deshecho, su cara cubierta con una fina capa de sudor y la respiración agitada.

– ¿Qué quieres? – interrogó gruñón – ya he dicho esta mañana que no iré a desayunar.

– Debo hablar contigo – la voz de su amigo era muy seria, y algo entrecortada por sus incesantes jadeos.

– No me jodas Crabbe – Draco cerró los ojos – quiero que de una maldita vez me dejes en... – habría podido terminar la frase si no fuera porque fue arrastrado hasta el suelo, y golpeado fuertemente. Una, dos, tres veces recibió un puñetazo justo en la mandíbula. Finalmente Vincent lo tomó del cuello del suéter para ponerlo de pie.

– Me importa una mierda lo que tú quieras – lo miró directo a los ojos – mírate en un espejo y verás cómo has terminado por hacer lo que tú quieres imbécil – Malfoy abrió la boca para replicar, sin embargo su amigo lo tomó por los hombros y lo sacudió enérgicamente – ¡Escúchame! Hay… rumores. Muchos. Al principio no los tomé en cuenta, ya sabes que fácil corren los chismes, sin embargo hoy me lo ha confirmado Pansy…

– ¿Y tú te has fiado de ella? Pues no es de extrañar, parece que no has aprendido nada en estos años – Crabbe puso los ojos en blanco e hizo de cuenta que no lo escuchó.

– Ven aquí Draco – dijo el pelinegro, tomando asiento en la cama – tal vez debas sentarte – pero el joven no se sentó.

– Termina rápido Crabbe, interrumpiste mi descanso.

– Últimamente todo el tiempo estás descansando.

– No es asunto tuyo – dijo tajante el rubio – ¿vas a decirme a que has venido o sólo intentas joderme por puro gusto?

– Está bien Draco, Pansy me ha dicho que ha oído que Parvati Patil, ya sabes una de esas gemelas, le contaba a otra chica de Ravenclaw que su hermana le dijo, la otra gemela… Padma, o Parvati… o alguna de ellas, que Lavender Brown está segura que hay una joven de Gryffindor embarazada – el joven terminó la oración al mismo tiempo que lanzaba un suspiro.

– No entiendo cuál es el punto de venir a molestarme con esas estupideces en este momento – Malfoy lo observaba con la cabeza ladeada y los ojos achinados – ¿crees que me interesa la vida de esas estúpidas niñas? Tengo problemas más grandes que esos – tomó a Crabbe por el suéter e intentó correrlo – ¡YA VETE! Quiero un poco de paz… si es que acaso se puede.

– Malfoy ¿no entiendes ni mierda no es así? ¿es que acaso necesitas que me lo escriba en la frente? ¡Gryffindor embarazada! – el muchacho estaba perdiendo la paciencia – es sobre Granger de quién te hablo… ¡el rumor es sobre ella! – por fin había conseguido la atención del rubio en mucho tiempo, quien lo miraba profundamente, pero sin expresión alguna en su rostro.


Era hora. Se había desvelado durante casi toda la noche, y finalmente entendió que debía contarlo, pues no podría guardarlo como un secreto por tanto tiempo. Según sus cálculos debía tener alrededor de unos cinco meses, y la favorecía principalmente el hecho de ser tan menuda, porque si bien su barriga ya estaba abultada aún podía taparla con camisas de Harry o Ron. Pero el momento del nacimiento iba a llegar, y eso no puede cubrirse sólo con ropa.

Aquella mañana despertó somnolienta pero más decidida que nunca antes en su vida. Había tomado un pergamino, pluma y tintero y escribió una larga carta, que una vez finalizada enrolló. No iría a desayunar para no perder más tiempo, así que emprendió camino a la lechucería justo después de despedir a sus amigos en la puerta del Gran Comedor, a quienes tuvo que obligar para que no la acompañaran. La seguían adonde fuera, y evitaban que hiciera cualquier tipo de esfuerzo. No tendría como recompensarles todo lo que hacían por ella.

Sin embargo ese día no llegó a destino, pues cuando la joven se dirigía a la torre unos ágiles brazos y manos taparon su boca, internándola en contra de su voluntad en uno de los oscuros pasillos inutilizados del primer piso. Por supuesto que se removió con todas sus fuerzas, pegando puñetazos, patadas y arañando todo lo que podía. Mas no dio resultado.

– Hermione sería más fácil poder hablar contigo si dejas de removerte de esa forma – le susurró una gélida voz a su oído, que pareció repercutir en todo su cuerpo, puesto que perdió la movilidad por completo.

– Draco ¿qué… qué estás haciendo? –el sonido de su voz fue tan débil que el rubio tuvo que hacer un gran esfuerzo por escucharla.

– Tranquila, sabes que no voy a hacerte daño – las manos de él recorrieron lentamente la extensión de sus brazos, para tener como parada final la barriga de la castaña. No podía dar por sentado nada, pues ella tenía mucha ropa. Claro, si estaban a mitad de febrero y el frío te calaba hasta los huesos. Sin embargo él lo sentía, había algo allí que reaccionaba a su toque y hacía a su corazón acelerarse. ¿Sería posible entonces que ella estuviera esperando un niño suyo? ¿O tal vez una niña? Si así fuera, le gustaría un nombre como Stela, Aurora, Galatea, y hasta quizá podría convencer a Hermione del nombre Cilene. Pero si fuera un pequeño Malfoy definitivamente se llamaría Nova, Perseus o Scorpius, porque esa es la costumbre familiar. Pero ¿habría costumbre familiar si se enteraran que la madre del bebé es hija de muggles? Eso no acabaría nada bien.

– Hermione – la llamó el rubio al mismo tiempo que tomaba su cintura y la giraba para mirarla a los ojos – debemos hablar ¿no crees?

– Debo darte muchas explicaciones – contestó la muchacha con los ojos empañados – te diré todo lo que quieras saber.

– Está bien, solo tranquila ¿sí? – Draco le dedicó una leve sonrisa – ¿por qué no me lo has dicho? ¿no crees que tengo derecho a saber de mi hijo?

– Tenía miedo… aún lo tengo, no sé cómo llevar esto adelante – hizo una pausa para tomar aliento – sabía que no ibas a querer un niño con una sangresucia, tu familia, tus amigos… los… amigos… de tu padre, ya sabes, todos ellos probablemente me matarían – el joven hacía un gran esfuerzo para escucharla, pues ella estaba susurrando – y eso incluye a mi bebé… no quiero que nada malo le ocurra Draco – la castaña se derrumbó contra el pecho del ojigris, mientras un torrente de lágrimas salía de sus ojos – por favor no dejes que le hagan daño…

– Jamás dejaría que le hicieran nada malo Mione, ni a él ni a ti – dijo antes de besar su sien – prometo que voy a protegerlos con mi vida si es necesario.

– ¡EY! ¿QUÉ ESTÁN HACIENDO POR AQUÍ USTEDES DOS? – alguien había aparecido desde las sombras sorprendiéndolos con sus gritos – ¡NIÑA!¡ALÉJATE DE DRACO!


¿Y? ¿Qué les ha parecido? ¿Vale la pena que continúe ésta historia? ¿Les gustaría contarme lo que piensan? Pues pueden hacerlo en un review ¡YO ENCANTADA DE LEERLOS!

Besotes

B~