CANCION DE CUNA
Capitulo 01
Memorias
Enero de 1926….
Chicago Illinois
La nieve traía consigo lamentos inconsolables, el frío y el invierno lloraban sobre la ciudad de calles blancas y desiertas, había sido una de las peores nevadas en muchos años. Por tal motivo las personas trataban de mantenerse calentitas cada cual refugiado en su casa, ricos y pobres tenían que compartir el tempestuoso clima.
Es aquí en uno de los barrios bajos de Chicago, donde una casa se iluminaba con la vela que amenazaba con extinguirse. No había lujos en ella, había tenido que vender casi todo quedándose solo con lo más necesario, una mesa de madera rustica, dos sillas, un pequeño gabinete y la minúscula cocina, el cuarto de fondo solo tenia una cama matrimonial y una mesita de centro, la ropa se guardaba en un viejo baúl. El baúl de los secretos, solía decir la pequeña Rebeca, quien compartía la habitación con su madre, una mujer de 28 años.
-Cariño - llamo la mujer desde el umbral de la puerta, - la cena esta lista. - La pequeña de solo seis años corrió hacia la cocina dispuesta a darse un banquete con las delicias que su madre preparaba solo para ella, la cena consistía en pan tostado untado con mantequilla y un vaso de leche bien caliente.
-¡Que rico! - Exclamo la pequeña al sentarse frente a la mesa. - Pero mama, es que ¿tú no piensas cenar?
-No cariño, yo ya he cenado en el hospital – mintió – Solo tomare un poco de leche para calentarme – La mujer sonrió pero se preguntó internamente si seria correcto tomar la leche que posiblemente le haría falta a su hija mañana.
-Si papa estuviera aquí – comento la niña con ojos alegres – Estaría feliz con esta cena, a el le encantaba el pan con mantequilla ¿verdad mama?
-Rebeca……
-Pero no tienes que estar triste mami, recuerda lo que papa decía, lo importante no es comer, sino comer juntos… y el, esta con nosotras, siempre esta en nuestro corazón.
-Cariño…. La mujer derramo un par de lágrimas silenciosas, hacia poco mas de un año que su esposo había muerto y ella aun no asimilaba el hecho del todo, la verdad, era que le extrañaba muchísimo, extrañaba su sonrisa en las mañanas, sus ojos color miel, dulces y apacibles, extrañaba sus mimos y cariños, los que prodigaba tanto para su esposa como para su hija, su única hija.
Mientras el estuvo vivo, nada les había faltado, en aquellos días la casa parecía siempre estar llena de vida, comían lo mejor y si no Vivian en riqueza, por lo menos el sueldo de ambos alcanzaba para no sufrir ningún tipo de carestía.
-Mama, cuéntame de nuevo como se conocieron – Suplico la niña mientras movía inquietamente las piernas bajo la mesa.
-Rebeca, te lo he contado cientos de veces
-No importa me gusta escucharlo, me gusta saber como vine al mundo.
-Oh, Esta bien.
Corría el año de 1919, Yo tenía 21 años y la guerra recién había terminado, la gripa española parecía controlada al fin y el mundo parecía recuperarse un poco de aquellas plagas que le habían hecho perder el control. A mis 21 años era la única de mi circulo de amigos que aun no se había comprometido en matrimonio, ni siquiera tenia novio, o un pretendiente, pues aun vivía en el campo, sin embargo he de decir que era feliz o al menos así lo creía, hasta que conocí a tu padre…..
Charles Donovith, era un joven medico de 24 años, había estudiado medicina en Washington donde residía desde los 12 años, cuando había llegado allí a vivir con su viejo tío Raymons, quien se haría cargo de el, debido a la muerte de sus padres.
-O sea mis abuelos
-Así es… - La niña se acomodo en la mesa, recargando cabeza en su mano.
Cuando Charles se recibió, al poco tiempo murió su tío, esto lo dejaba solo, pues no tenia mas parientes, por lo menos ninguno que el conociera, así que hizo maletas y partió rumbo a una nueva asignación, un hombre muy poderoso llamado William Alberth Awndry, le había ofrecido un puesto como doctor para niños en un orfanato cerca de Lakewood, un pueblo a las orillas del río Michigan.
-El hogar de Pony ¿Cierto Mami?
-Cierto cariño, - La mujer carraspeó dos veces – Prosigo
-Prosigue – Contesto la pequeña con una sonrisa.
Charles llego al orfanato Pony al atardecer, estaba oscureciendo ya, cuando el pudo avistar la torre del edificio, se encamino hacia la ladera y entonces llego al cerco, fue entonces que vio a una joven que parecía lavar algo en un rustico lavadero. El muchacho se acerco sin hacer ruido, en realidad no era su intención asustar a la muchacha que se encontraba de espaldas a el, pero lo logro, la joven se giro y dio tremendo brinco acompañado de un ensordecedor grito.
-¡¡No se acerque!!¡¡Se lo advierto!! – Grito ella apuntando al joven con una gran zanahoria en mano.
-¿Me esta amenazando con una zanahoria? - Pregunto el muchacho un tanto incrédulo. La muchacha miro entonces la legumbre en su mano pero no se aminalò, alzo la verdura sobre su cabeza y con voz clara y fuerte reitero.
-Es una zanahoria muy peligrosa, puedo descalabrarlo con ella
-Oh vaya – dijo el alzando las manos en señal de derrota – entonces me rindo. Amo mi cabeza. – Le dijo señalándola con una mano y un gracioso puchero - Pero por favor, podría bajar su peligrosa arma.
-¿Eh?
-No le haré daño, lo juro. Soy Charles Donovith el nuevo doctor de esta institución.
-¿Charles Donovith?¿El nuevo doctor? ¡Oh valla lo siento tanto1 es que últimamente ha habido algunos asaltos por estos lugares y pensé, yo pensé… En verdad lo siento – Se excuso la chica muy apenada – Alberth no dijo que usted llegara hoy, lo esperábamos hasta mañana, además pensé que el nuevo doctor seria un hombre viejo y serio.
-Oh lamento mucho decepcionarle, pero no, no soy tan viejo y en cuanto a lo de serio, pues tal vez, solo un poco – La joven soltó sonora carcajada y el doctor pensó que ella era realmente bonita y dulce.
-Mi nombre es Candice Waith, y soy la enfermera del hogar
-Que bien, supongo debe de ser muy eficiente señorita Waith,
-bueno que le puedo decir, amo mi trabajo, pero hay cosas que no puedo atender por obvias razones, por eso le pedí a Alberth que me ayudara a conseguir un buen doctor y usted parece muy dedicado. Pero por favor pase, necesito que conozca a las encargadas del lugar, la señorita Pony Y Hermana Maria.
El muchacho entro a la recepción, donde se encontró con dos amables damas que lo recibieron con singular alegría y amabilidad. Después de las presentaciones formales el hombre fue conducido por Candice a la que seria su habitación.
-Ha sido un gusto conocerla señorita Aundry – Le dijo el muchacho con una dulce sonrisa mientras ella se dirigía a la puerta de la habitación.
-Claro que no, el placer a sido todo mío, desde mañana empezaremos a trabajar juntos, le mostrare la pequeña clínica y conocerá a los niños. Aquí yo no soy solo la enfermera, también tengo otros quehaceres, así que supongo que algunas veces, tendrá que prescindir de mi ayuda – Explico un tanto apenada
-Esta bien, no se preocupe – El joven le sonrió
-Buenas noches entonces
-Buenas noches…
La mañana le dio los buenos días a Charles, con su risa veraniega, el viento meció los mechones de su cabello negro y el sol alimento sus expectativas de un buen y tranquilo día. Escucho unos pasos detenerse frente a su puerta y luego el toquido sobre ella. Se apresuro a abrir, encontrando a la joven enfermera frente a el. Así con la claridad del día, la muchacha pudo distinguir claramente las facciones del rostro del joven, era en verdad muy apuesto, sus ojos eran limpios y claros, su mirada placida y alegre era solo rivalizada con su sonrisa blanca. Los labios eran carnosos y redondos de un rosa brillante.
-Buenos días doctor- Saludo ella bajando la mirada.
-Por favor, llámame Charles. Si vamos a vivir en el mismo lugar es mejor tratarnos con familiaridad ¿No te parece?
-Ah si claro, entonces Charles, el desayuno esta casi listo. Vamos desayunemos antes de que despierten los niños.
-Bien – El hombre cerro la puerta tras de si. – Y dime Candy, ¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?
-Pues trabajo aquí desde los 17 años
-¿En serio? Y que edad tienes ahora
-21 años – La muchacha sonrió – Pero Charles, no debería hacerme esa pregunta, recuerde; a una dama no se le pregunta la edad.
-Lo… lo ciento, en verdad, no era mi intención ofenderla
-Es solo broma, no estoy ofendida
-Ah ya veo, le gusta gastar bromas a los desconocidos
-Pero usted no es un desconocido, me ha dicho su nombre y desde hoy seremos colegas ¿Cierto?
-Cierto, aunque he de confesar que nunca antes había trabajado en un orfanato, creo que nunca estuve en uno antes, debe ser un trabajo muy animador
-Lo es, los niños son realmente amorosos, sobre todo aquí, la señorita Pony y Sor Maria dan todo de si para que estos niños crezcan con valores morales elevados.
-Entiendo ¿Cómo supiste de este empleo? – La joven sonrió.
-Es que yo me crié aquí... – El muchacho se sintió repentinamente muy avergonzado
-Lo siento yo…
-Esta bien, este ha sido mi hogar desde siempre, me gusta este lugar, la señorita Pony y Sor Maria, son mis dos madres, de manera que estoy con mi familia, por favor tome asiento, hoy tenemos huevos con jamón o si prefiere huevos con tocino, puede tomar te, café, o leche caliente. Y aquí hay fruta.
-Permíteme ayudarte – Dijo inmediatamente el hombre, que se colgó un delantal y tomo presto un par de huevos. Candy lo vio muy animado mientras ponía el sartén en la lumbre y freía un poco de tocino, como todo un chef.
-No sabia que supiera cocinar – Comento ella alegremente. Era curioso ella solo recordaba a alguien así, a su mente vinieron inmediatamente imágenes de un hombre rubio y alto, entrar a una pequeña cocina…. – Alberth….- Suspiro ella cariñosamente, aquellos días no volverían jamás.
-¿Alberth? – El muchacho sonrió y esto ilumino su rostro, dándole una maravillosa sensación de calor a la linda muchacha – ¿El señor Aundry? ¿Cómo quieres los tuyos - pregunto rápidamente mientras tomaba otro par de huevos en la mano.
-Igual que los tuyos, estará bien. Alberth Aundry es un gran amigo mío. El mejor.
-Ah ya veo – El muchacho respiro aliviado.
-Mas que eso – El doctor la miro un tanto desilusionado – El me adopto como su hija cuando tenia trece años
-¿De verdad?- Pregunto recuperándose un poco - Es un hombre muy joven, bueno por lo menos para tener una hija como tu.
-Si, bueno – Dijo ella mientras picaba una manzana y fresas – El hecho es que ya no importa, le pedí que me repudiara hace tres años y el acepto a regañadientes.
-¿Por qué hiciste eso? Ser la hija de un hombre importante como el debe ser todo un suceso.
-El asunto es que, no me llevo muy bien con la familia, excepto con Archi y Any de ahí en fuera, son solo problemas, mi adopción ya le había traído bastantes penas al pobre así que le pedí me repudiara, no tenia caso tener una hija como yo, de todos modos ni siquiera uso su nombre.
-Candy! ….
-Charles!!! El tocino se quema!!!!!
-Eh? Como? Ah el tocino ¡!!! – El muchacho aparto los ojos de Candy para dirigirlos al sartén humeante mientras con el cucharón rascaba lo quemado del aceite.
-Oh lo ciento – Se disculpo muy avergonzado mientras Candy tiraba la tira de carne chamuscada.
-No hay problema – La muchacha le dio una sonrisa reconfortante, aquí hay mas – Por lo menos desde que Alberth decidió apadrinar el orfanato, no nos hace falta nada y se ha ampliado la construcción de manera que ahora alojamos a 30 niños, gran diferencia a cuando solo había cupo para 10. – Ella sonrió y el muchacho se sintió repentinamente orgulloso de trabajar hombro a hombro con esta alegre y gentil joven.
El muchacho la analizo en un segundo, no era muy alta, pero era delgada y de suaves curvas, tenia el pelo brillante y rizado, los ojos de ella eran de un verde esmeralda y su cara estaba salpicada por una multitud de graciosas pecas en un tono de rosa muy tenue, que le daban a su rostro una expresión infantil y dulce. Ambos se sentaron a la mesa, y la joven le pidió al hombre que diera las gracias por los alimentos. Una vez, mientras disfrutaban el desayuno el joven sintió la necesidad de preguntarle si ella tenía novio.
-¿Qué pregunta!! – Ella sonrió – No tengo, creo que aquí no hay mucho de donde pueda uno escoger.
-Bueno, mas de uno debe haber notado lo bonita que usted es, es extraño que siendo tan agradable y hermosa no tenga pretendientes – La muchacha enmudeció ante el comentario.
-……..
-Gracias por el halago, pero usted también es soltero ¿O me equivoco?
-Bueno en mi caso es diferente – Dijo el sorbiendo su café – Me dedique tanto a mis estudios que nunca tuve tiempo de tratar a alguna chica linda. Dime, todas las chicas de por aquí son tan bonitas como tu?
-Charles!!!
-Buenos días a ambos – La señorita Pony irrumpió en el comedor – Veo que se han levantado con apetito, OH no por favor doctor, siéntese - Pidió la mujer al ver al joven levantarse ante la presencia de la anciana. – Solo tomare un poco de café con leche y pan con mantequilla
-¿Pan con mantequilla?
-Si
-Candy, no me dijiste que había pan con mantequilla – Regaño el joven sonriendo.
-No? Ah pues lo siento, quieres una rebanada
-Por favor, el pan con mantequilla es mi favorito…….
-Supongo que en eso te pareces a tu padre – Comento animada Candy – Fue entonces que noto a su pequeñita, se había quedado dormida mientras escuchaba aquella historia que tanto le gustaba. – Tenerte a ti es como tener a tu padre, es una lastima que no te parezcas a el – Y ciertamente no se equivocaba, la niña era el vivo retrato infantil de la rubia. El mismo cabello rizado, la misma nariz respingada, las mismas pecas y el mismo tono de verde en sus ojos.
La mujer tomo a la niña en brazos y la llevo hasta la cama que compartían desde la muerte de Charles. Candy pensó en lo fría que la habitación resultaba sin la presencia de quien fuera su compañero. Decidió que era momento de ir a la cama también, mañana tendría que trabajar en el hospital.
-Becky, Becky, vamos linda, arriba dormilona – La niña se tallo los ojos y se sentó en la cama, su carita somnolienta le debía resultar muy graciosa a su madre debido a la sonrisa que tenia en los labios, aunque pensándolo bien ella siempre tenia esa sonrisa.
-Mama – Bostezo – Es muy temprano y hace frío – Castaño los dientes
-Lo siento tanto mi amor, pero debes ser una niña valiente y ponerte en pie, son las 7:10 y tu entrada es a las 8:00. El que la escuela este a solo dos cuadras de aquí, no es excusa para levantarte tarde.
-MmmH - La muchachita se estiro lo más que pudo mientras retozaba como un gatito.
-Vamos, vamos – Candy sonrió internamente, escuela, palabra sacrílega para cualquier niño, por lo menos para cualquier niño que le gustara dormir hasta tarde, en eso se parece a mi – Pensó divertida Candice, mientras recordaba cuan doloroso era para ella levantarse a las 7:00 de la mañana en el hogar de Pony y luego en el San Pablo. El san Pablo, suspiro imperceptiblemente, mientras recordaba un par de ojos azules que hacia casi 10 años no miraba.
-Mama!!! – Hablo por tercera vez Rebeca jalando su falda.
-Ah Si, sobre la mesa
-¿Sobre la mesa? Pero si yo solo quiero avena.
-¡Hay mi amor! Lo siento tanto, tu madre esta un poco distraída esta mañana. Se sentaron a desayunar dieron las gracias y disfrutaron los huevos con jamón que había para ese día. Rebeca tomo también un poco de avena con leche.
-He dejado la mitad para ti – Anuncio orgullosa la niña de su buena acción
-MI cielo gracias – Candy nunca rechazaba los regalos de su hija, ella creía que esa era su manera de enseñarle a compartir, trataba de mostrarse alegre con cada presente que por muy insignificante pareciera, ella sabia que esto la motivaba a seguir dando de si.
- apresúrate a arreglarte ¿quieres? Faltan 10 minutos para las 8:00 y tu maestra es muy disciplinada. Llegaremos tarde.
Madre he hija dejaron el apartamento a toda prisa, mientras corrían a través de las calles, tomadas de la mano. Los trasuntes intentaban en vano esquivarlas, mientras las miraban correr a toda velocidad.
La noche cayo sobre Chicago, como el día anterior el frio no se hizo esperar, pero con la diferencia de que ahora no nevaba.
-Mama, ha dejado de nevar – Señalo la niña mirando hacia la calle y apuntando con su dedito hacia fuera.
-Eso es bueno, mami trabaja mucho y además quitar la nieve que se acumula en la entrada pues es un fastidio.
-Extraño que este en casa – Comento la niña, el tono de voz triste – Si papa viviera no tendrías que hacerlo.
-Pero papi no esta aquí, cielo y la vida debe continuar. Mi amor llora tanto como quieras – Dijo la rubia a su pequeña al ver una lágrima brotar de sus inocentes ojos claros. – Mas nunca te derrotes – Se acerco para abrazarla - papa nos quiso mucho y nosotras lo amamos a el, el ya no esta, pero nosotros debemos seguir, mientras nosotros lo recordemos el vivirá en nuestras memorias.
-Mama ¿estabas muy enamorada de papa cuando se casaron?
-Estaba loca por el – Candy sonrió – Supongo que por eso le di el si tan rápido. Fue un noviazgo relámpago de 6 mesecitos. - La niña se acomodo en el asiento. Y Candy tomo su anterior posición.
-¿Y el te amaba mucho? ¿Verdad?
-¡Muchísimo! Y cuando tú naciste, fuiste una verdadera bendición de Dios. Los hijos son eso, una bendición. – Aseguro la rubia, mientras continuaba con las flores de papel que vendería el siguiente día.
-Mama ¿Por qué me llamaron Rebeca? – Pregunto la niña mientras hacia a un lado el cuaderno y la pluma.
-Era el nombre de la madre de Alberth
-MmmH ¿algún día conoceré al tío Alberth? Yo nunca lo he visto, se fue cuando yo solo era un bebe
-No lo se amor, no lo se. – Suspiro largamente. Miro a su hija distraída de sus deberes escolares - Rebeca deja de hacerte la disimulada y sigue con tu tarea.
-Ah!! Mama!!
-Vamos, vamos, quiero ir a la cama temprano hoy. – La niña tomo el lápiz y siguió con el abecedario. Mientras Candy se hundía en sus recuerdos, a la vez que ponía en orden las flores de papel.
-Candy, es una hermosa niña, tiene el mismo tono de tus ojos – El hombre sostenía a la pequeña mientras la madre lo observaba recostada en su cama.
-Gracias Alberth, es un hermoso regalo del cielo.
-Lo se – Le devolvió la bebe a su madre – Candy, tal vez no es el mejor momento de decirte esto, pero quiero hacerlo puesto que no podré hacerlo después.
-¿Sucede algo malo? – Pregunto el nuevo Padre.
-No charles, no pasa nada malo, es solo que…
-Porque miras así Alberth, te noto raro… - Candy no se equivocaba, la expresión de su querido amigo era de profunda tristeza.
-Bueno muchachos, solo quería decirles que no nos veremos en mucho tiempo, parto dentro de dos días, hacia continente africano, he estado posponiendo este viaje por largo, largo tiempo – Se detuvo un momento al observar las lagrimas de su pupila
-Pero Alberth ¿Volverás pronto?
-NO lo creo Candy, he arreglado que Archi se quede al frente de los negocios, este viaje que haré tomara mucho tiempo, lo había pospuesto porque no quería que te quedaras sola, pero ahora eres una mujer adulta, esposa y madre, no necesitas mas de mi, se muy bien que Charles te cuidara como si fuera yo mismo…
-Claro que si – Dijo Charles – soy su esposo y mi deber es velar tanto por mi esposa como por mi hija.
-No quiero que te vayas Alberth – Candy se sentó en el lecho llorosa, tomando una de las manos de su protector – Quiero que veas crecer a mi hija, quiero que estés aquí cuando de sus primeros pasos, eres mas que mi mejor amigo, eres mi hermano, Alberth.
-El rubio la abrazo para consolarla – No me iré para siempre, Candy, no se cuanto tiempo me vaya, ni cuanto tiempo tarde en volver, pero es algo que tengo que hacer, mi corazón me llama, tu me entiendes pequeña, me dejaras ir, viéndote sonreír ¿verdad?
-Dale un beso a mi hija y también tu bendición – Suplico a rubia acercando la bebe hacia el rubio
-Le doy un beso y también mi bendición – El hombre beso a la niña, mientras le dirigía algunas palabras amorosas a su "sobrina"
-No podré ir a darte mis adioses a la estación, no si te vas pasado mañana.
-Me voy mañana de Lakewood y pasado mañana de Chicago
-Oh Alberth – Sollozo - te extrañare tanto, tanto
Y Así después de haberle dado un fuerte apretón de manos al doctor, se fue… Al principio Candy recibía cartas de su amigo, donde este le relataba anécdotas interesantes de su viaje, aunque nunca daba su paradero, Candice suponía que esto se debía a que el rubio siempre estaba viajando, pero con el paso del tiempo, las cartas se habían enviado mas y mas lentamente, hasta que un día cesaron del todo. Con Alberth Viajando, Archi y Any en Londres, se había quedado sola. La muerte de su esposo había sido un golpe demasiado duro, pero ella siempre había tenido ese carácter animoso que siempre la sacaba del atolladero, por eso no se daba nunca por vencida.
-Mama ¿Quieres revisar mi tarea? – Pidió Rebeca sacando a Candy de sus meditaciones al tiempo que le mostraba el cuaderno garrapateado.
-Bueno, sin duda sacaste a la letra de tu padre, doctor tenia que ser.
-¡Mama!!!
-Vamos, vamos, es que no sabes apreciar una buena broma, a ver veamos. Muy bien – Dijo al terminar de revisar el trabajo de su hija. – Ahora si, amor a la cama. Vistete y làvate los dientes, el bicarbonato esta en la mesita de centro
-Si mama – La niña corrió hacia el baño con su cepillo en mano. Una vez instalada en la cama, la rubia le dio las buenas noches.
-No olvides decir tus oraciones – Le recordó
-No lo olvidare mami.
-Bien, yo aun tengo cosas que hacer, este es de parte mía – le dio un beso en la mejilla – y este otro – le dio una en la frente – es de papa.
-Mami?
-Si cielo
-Te quiero
-También yo mi cielo, también yo…
-Nunca te iras ¿verdad? Nunca vas a dejarme…
-Nunca mi amor, nunca – Sin embargo, nosotros los seres humanos no podemos prometer cosas que no sabemos si cumpliremos, el hombre no tiene el dominio sobre su vida, sobre el futuro, Candy lo sabia, sin embargo no quería ver la tristeza en sus ojos.
La rubia miro de nuevo su reloj de pared, pasaban de las 11:00 p.m. pronto ella terminaría el pedido de flores de papel que había recibido, aun recordaba como había aprendido hacerlas, de uno de sus pacientes, cuando trabajaba en el Santa Juana. Recordó que ese paciente también conocía a… El llamado a la puerta corto el hilo de sus pensamientos
-¿Quién podrá ser a esta hora? – Se Pregunto Candy, mientras se levantaba para ir a contestar el llamado en la puerta – Si es el señor Simons que quiere el dinero de la renta, va a escucharme, estas no son horas de hacer cobros.
La mujer abrió la puerta, para encontrarse con un enorme ramo de flores.
-¿pero que? – No tuvo mucho tiempo de preguntarse que significaba esto, pronto el hombre que le hacia entrega de las rosas dio su asqueroso rostro a vista. – ¿¿Neil?? ¡¡ Neil!!¿Pero que haces aquí? ¿Qué significa esto? ¡Sal de mi casa ahora mismo – Trato de hablar con firmeza pero sin levantar la voz. Su hija dormía en la habitación contigua.
-¿Es así como me recibes después de tanto tiempo, Candy? – El hombre se sentó en una de las sillas junto a la mesa. – Y yo que me molesto en traerte flores
-Pues no te molestes tanto – Le dijo regresándole el ramo – Y por favor, regresa por donde viniste.
-¿No tienes algo de café? Es una noche fría
-He dicho que te vallas – Alego la rubia con furia dirigiéndose hacia la entrada y abriendo la puerta para que el saliera, sintiéndose impotente.
Neal había dejado de ser un muchachito débil y flacucho, ahora era un hombre en toda la extensión de la palabra. Pero era un mal hombre. El dinero, como sucede en muchos casos, había hecho gala de presencia, de manera que el con sus conexiones fuertes podía comprar a quien se dejara.
– No voy a repetirlo una vez mas Neil, te vas o…
-¿O que? – Desafió el poniéndose de pie y acercándose fieramente a la joven mujer.
-¿Estas bebido? – La muchacha percibió el aliento alcohólico en el hombre - ¡Sal de mi casa!
-Estoy bebido pero no borracho – Alego el hombre, cerrando de un portazo - ¿Cuándo me darás tu respuesta?
-Ya sabes mi respuesta – Candy avanzo hacia al otro lado de la habitación al sentir tan cerca al hombre, tenia miedo, miedo por ella y por su hija - ¡Nunca!
-¡Ya me canse de tus negativas, Candice de tus evasiones, de tus largas y tus desprecios voy a tomar lo que quiero ahora. – El pánico se dibujo en sus bellas facciones, y el hombre sonrió con maldad. Quiso correr hacia la cocina, el hombre le atajo y la tomo por los brazos violentamente, mientras la arrojaba con fuerza hacia el suelo, la mujer miro con horror como el se echaba encima de ella, era por demás tanto grito, manoteo y patadas, era por demás tanto llanto y suplicas para que la soltara, pero estaba decidida a que el no la tocaría.
-¡¡Mami!! – Grito la niña con un grito desgarrador - ¡¡Suelta a mi mami!! – La pequeña se abalanzó sobre la espalda del hombre y empezó a manotearlo, el soltó a la madre y sin contemplaciones aventó a la pequeñita que fue a dar contra el sillón del fondo. Candy horrorizada aprovecho esta distracción para tomar un jarrón que había caído muy cerca de ella y rompérselo en la cabeza.
-¡¡CANDY!! – Grito el hombre de dolor mientras se presionaba la cabeza con las manos y la sangre le brotaba a chorros, La mujer corrió hacia su hija que se encontraba junto a la puerta de la cocina, cuando Neal alzo la vista, la rubia le miraba desde la puerta junto a la niña, con cuchillo en mano.
-¡Vete de mi casa! ¡Vete o juro que…
-Esto no se quedara así, Candy, te juro que te vas a arrepentir – La amenazo mirando fijamente a la asustada Rebeca que se abrazaba a la falda de su madre, con su carita llorosa.
-¡¡Largo!! – Grito Candice, mas por temor que por convicción. El hombre levanto su sombrero y salio de la habitación. Candy corrió a cerrar la puerta con cerrojo. Le atravesó un sillón y la mesita que les servia como comedor.
-Espero que esto sea suficiente.
-Mami – la niña la miraba un tanto asustada – Tengo miedo de ese hombre.
-No nos hará daño cielo, mama fue imprudente al abrir sin preguntar. – Candice observo su alrededor, las flores de papel derramadas por toda la habitación, sillas tiradas y la mesa volcada, decidió poner orden el siguiente día, Ambas mujeres, se metieron a la cama entonces, pero la mayor no pudo conciliar el sueño en toda la noche.
Una semana entera con sus 7 días habían pasado ya, y de Neal ni sus luces. Candy no podía esperar nada bueno de esa repentina ausencia, ¿se habría dado por vencido ya? Era algo para dudarse ¿tan buen efecto había surtido el golpe que le había dado en la cabeza? Bueno, tal vez le había acomodado un par de neuronas. La rubia volvió a revisar el reloj de pared del hospital. Pronto seria hora para ir a recoger a su hija, aunque si salía temprano como había ocurrido en otras tantas ocasiones, la chiquilla se iría caminando a casa, junto a sus vecinos los niños Thompson, Steve el mayor tenia 11 años y era muy responsable, de todas maneras solo eran dos calles. Sin embargo…. Un dolor en su pecho le dijo que algo no estaba bien… - Sola a casa – Se dijo Candy y sin saber porque, se apresuro a buscar a Sarah, la jefa de enfermeras en turno, necesitaba salir antes, para recoger a su pequeña.
Rebeca caminaba tranquilamente por la acera nevada de aquella calle desierta, los niños Thompson hablaban amenamente sobre lo que harían por la tarde. Catherine sonreía cada vez que Steve decía algo chusco y Eddy, se burlaba de los zapatos raros de Joice. El día había estado un poco nublado, y como la maestra no se había sentido bien, les habían permitido volver a casa 2 horas antes.
Rebeca pensaba que aquello había sido algo maravilloso, precisamente, ella esperaba llegar a casa y limpiar la cocina, había escuchado a mama quejarse por la mañana, del tiempo que le hacia falta para hacer esto o aquello. Y la niñita se dijo que si realmente quería ser buena, pondría de su parte para que mama no trabajara tanto, pues la pequeña había notado que Candice Donovith trabajaba de sol a sol. El recuerdo de la pelea con el hombre malo, no se había borrado de su mente totalmente, su madre le había dicho que no pensara en ello y la niña lo había intentado, sin embargo….
Los niños escucharon un rechinar de llantas en la nieve, miraron horrorizados como un par de hombres altos y fuertes, envueltos en gabardinas oscuras y de sombrero, bajaban a toda velocidad y tomaban a Rebeca en brazos, por la fuerza. Steve siendo el mayor se abalanzó contra uno de los hombres, pero un tercero bajo del auto y le propino un golpe que lo tumbo contra la nieve. Sin embargo no perdió el conocimiento. Los hombres subieron al auto, mientras que Rebeca lloraba y se retorcía en los brazos del primero, pidiendo que la soltaran y llamando a su mama. Todo había sucedido demasiado rápido. Los niños miraron los vehículos alejarse envueltos en llanto y confusión. Apenas los mayorcitos comprendían lo que había pasado, Rebeca había sido raptada……..
Continuara…………
A donde nos llevara esta historia, Espero que puedan descubrir conmigo la respuesta. No será una historia larga. Pretendo que no pasen de 6 Capítulos. Veremos que sucede. Un beso a todos.
Mariposa
15/01/06
