Primeras Impresiones

Prólogo

El brillante y cálido sol estaba por esconderse, la temperatura empezaba a caer mientras la ráfaga de viento pasaba furiosa entre las ramas de los árboles, el bullicio que había en las calles de Konoha empezaba a menguar.

El pequeño parque de Konoha era conocido por ser uno de los sitios más tranquilos de la villa, por eso era su lugar favorito.

Sakura se sentó en uno de los columpios de aquel parque, aunque no se columpió, no tenía ganas. Agarró fuertemente las cadenas metálicas del columpio e incapaz de seguir aguantando sus lágrimas comenzó a llorar con amargura mientras recordaba lo ocurrido unos minutos atrás.


La pequeña niña pelirrosa corría todo lo rápido que su pequeño cuerpo le permitía, llegaba tarde a casa y estaba segura que en cuanto llegara se llevaría una buena regañina de su madre. Corría tan de prisa que ni siquiera supo en que momento aquel muchacho se atravesó en su camino, y sin darle tiempo a reaccionar chocó inevitablemente contra él, quien venía en dirección contraria, provocando la caída de ambos.

Sakura todavía mantenía los ojos cerrados mientras se sobaba la cabeza del golpe, abrió los ojos para pedir disculpas a la persona que había derribado y casi se estremeció del susto. Delante de ella se encontraba un niño que seguramente tendría su misma edad, de tez blanca nívea, cabellos rebeldes negro azabache, y ojos negros como la noche, unos ojos profundos, unos ojos que la miraban con un intenso… odio.

Sakura estaba por temblar del miedo que le producía aquel chico, todavía seguía en el suelo mientras la miraba con hostilidad.

L-lo siento mucho—se apresuró a decir y mientras se levantaba se acercó a ayudarlo tendiéndole la mano, un gesto que inmediatamente se arrepintió de hacerlo, el azabache la rechazó de un manotazo y se incorporó con visible molestia en su cara—Yo es qu—intentó decir.

No me interesa—soltó con frialdad—molestia—escupió fulminándola con los ojos mientras pasaba a su lado casi rozando su hombro y dejando a Sakura en shock.


Sakura seguía llorando cabizbaja en los columpios, no sabía cuanto tiempo llevaba allí, ni porque seguía recordando una y otra vez la intensa mirada de aquel chico que la miró con tanto desprecio, no sabía porque sus palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, se rehusó completamente de volver a casa, ya aguantaría la bronca de su madre, ahora sólo quería estar sola.

—¡Hola!—una voz femenina interrumpió sus pensamientos—¿Qué haces aquí tan sola? ¿Estás bien? ¿Por qué lloras? ¿Te duele algo? ¿Cómo te llamas?—Sakura intentó callar sus sollozos y observó a la niña rubia de ojos azules que se sentó en el columpio al lado de ella y que la bombardeaba a preguntas.

—S-sakura—alcanzó a decir mientras giraba la cabeza para que no la viera llorar.

—¿Sakura? ¡Qué bonito nombre! Yo soy Ino Yamanaka y tengo 6 años—le respondió con una enorme sonrisa mientras le enseñaba 6 dedos—¿Por qué llorabas?—preguntó Ino viendo como la pelirrosa dejaba de llorar para mirarla.

—No es nada—se limitó a decir, no quería dar explicaciones a una desconocida.

—Las niñas bonitas no deben llorar—dijo Ino con energía dejando a Sakura sorprendida.

—¿Crees que soy bonita?—preguntó Sakura con timidez sonrojándose.

—Por supuesto, eres preciosa, como una princesa—la forma de hablar y la sonrisa tan sincera de Ino hizo que su corazón diera un pequeño vuelco—Aunque… creo que te verías incluso mejor si hicieras tu flequillo al lado—aconsejó Ino levantándose del columpio y acercándose a Sakura.

La rubia apartó un poco el flequillo de Sakura y lo peinó hacia el lado.

—¿Lo ves? ¡Así luces incluso más hermosa que antes!—la elogió casi gritando.

—G-gracias—le agradeció tímidamente Sakura, gracias a aquella niña se sentía un poco mejor.

—Oye Sakura, ¿vienes mucho por aquí? Yo suelo venir bastante a jugar—contaba ella mientras se volvía a sentar en el columpio.

—Sí, aunque no juego mucho—confesó.

—¿Y por qué no? ¡Qué aburrida! ¡Ya sé!—gritó emocionada saltando del columpio—¿con quién te sueles juntar en la academia?

—Suelo estar sola—contestó la pelirrosa antes de ver la mueca en la cara de Ino.

—Con razón no recuerdo haberte visto, ¡Eso no puede ser! A partir de mañana vendrás conmigo, ¿de acuerdo?—eso parecía más una orden que cualquier otra cosa.

—No sé...—dudó Sakura ladeando la cabeza.

—¡No aceptaré un no por respuesta!—se quejó la rubia con un puchero.

—Esta bien—susurró tan bajo que incluso dudo que la rubia lo hubiera oído.

—¡Genial! Nos vemos mañana entonces—y sin decir nada más Ino se retiró corriendo de allí despidiéndose con la mano.

Sakura se levantó del columpio con energías renovadas, aquella insignificante interacción con Ino consiguió animarla visiblemente.

—¡Maldición! ¡Mamá me matará!—maldijo antes de echarse a correr.

Al día siguiente, Sakura acudió a la academia como siempre, pero hoy estaba más ansiosa de lo normal, paseó por los alrededores buscando a la cabellera rubia de ayer.

—¡Sakura!—la pelirrosa buscó con la mirada a la dueña de aquella voz, Ino se encontraba sentada en los prados a unos metros de ella haciéndole señas con la mano para que se acercara.

—Nos volvemos a ver—saludó Sakura acercándose.

—¡Te ves preciosa peinada así!—la elogió Ino con alegría.

—Decidí dejarme el flequillo de lado desde ahora—le explicó en un tímido susurro.

—¡Por supuesto! ¡Hazme caso a mí que yo sé mucho de moda!—no importaba lo que dijera aquella muchacha, todo lo decía con inmensa alegría.

Sakura iba a seguir hablando con ella cuando algo le llamó la atención, a pocos metros de ellas estaba aquel chico con el que se había chocado ayer, sentado solo, su rostro serio miraba a la nada, parecía perdido en sus pensamientos.

—Oye, Ino—nombró a la muchacha—¿Quién es?—preguntó sin señalar mirando al pelinegro, no quería arriesgarse a que la pillara señalándolo.

—Es Sasuke Uchiha—contestó mirando a su dirección—es muy popular entre las chicas, ¿por qué? ¿tu también te has enamorado de él? Tranquila, es normal, todas las chicas lo están—explicó Ino riendo.

—No precisamente—la respuesta de Sakura sorprendió a Ino, en la academia prácticamente todas estaban enamoradas perdidamente de Sasuke—En realidad…creo que le tengo miedo—lo dijo más para si misma que para Ino recordando la intensa mirada de odio hacia su persona.

—¿Miedo?—preguntó Ino burlona sin poder creérselo—No tienes porque, bien es cierto que Sasuke-kun es un niño serio pero no es de los que se mete con nadie. Además creo que es normal que este así, hace poco de aquella tragedia...

—¿Qué tragedia?—preguntó alzando una ceja.

—¿No lo sabes? No es algo que sea tabú pero la gente prefiere no hablar demasiado de ello, y menos delante suyo—explicó—Todo su clan fue masacrado...—comenzó a contar Ino, hizo una pausa y se acercó para susurrarle en el oído—por su hermano mayor.

Sakura se llevó las manos a la boca sorprendida, nunca se esperó algo como eso, casi inmediatamente volvió su mirada a aquel azabache y lo miró con...pena.

—Puede que me haya equivocado con él, quizás sólo se siente solo, quizás aquella mirada no me la dedicó a mi—pensó la pelirrosa—¿y si me acerco a él?—se preguntó imaginando cual podría ser su reacción.

Sasuke estaba sumido en sus pensamientos, ya había pasado un año desde la masacre del Clan Uchiha, y aún seguía furioso, con todos, pero más consigo mismo; furioso por no poder hacer nada, furioso con su maldito hermano, furioso con su madre y su padre por dejarlo, furioso con los de la aldea, furioso por ser…débil.

—Tsk—se quejó levantándose del suelo, ya había descansado suficiente y tenía que seguir entrenando si quería ser lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a su hermano.

Estaba por irse de allí cuando tuvo una sensación extraña, como si lo observaran, miró a su alrededor y allí la encontró.

Reconoció enseguida a aquella niña, y es que era difícil olvidar a una niña con pelo rosa y ojos verdes, nunca había visto a nadie con un color de cabello tan peculiar, y sus ojos de color verde destacaban tanto o más que su pelo.

La niña desvió inmediatamente la mirada en cuanto él fijó su vista en ella y la fulminó con los ojos.

—Hmp, molestia—insultó por lo bajo retirándose.

Aquel gesto no pasó desapercibido por la ojos jade, aquel niño en cuanto la vio hizo la misma mueca que el día anterior, y ¡encima de mirarla con rabia! incluso le pareció verlo decir algo, seguro que nada agradable.

—Quizás otro día—dijo entrecerrando los ojos con una gota de sudor en la frente, todo aquello fue demasiado incómodo y todavía sentía escalofríos—No hay duda, aquella mirada fue dirija a mi—pensó mientras se martirizaba mentalmente.

—¿Otro día?—la voz a su lado la devolvió a la realidad.

—No es nada—negó suavemente con la cabeza—¿vamos a jugar?—le propuso e Ino asintió.

Las dos pequeñas salieron corriendo, persiguiéndose la una a la otra y estallando en carcajadas, para la pelirrosa ese era uno de los más felices de su vida, por fin tenía una amiga, por fin podía contar con alguien, ya no estaría...sola.