Disclaimer: CCS le pertenece a CLAMP.


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El mundo podría destruirse fuera de su habitación y Tōya solo querría cerrar las cortinas.

Podría haber una lluvia de meteoritos gigantes que arrasen con los edificios, o el mar secarse y a él no le importaría en absoluto porque ahora ya nada es lo mismo, aunque así lo sea. El blanco seguirá siendo blanco y el negro, negro; el sol seguirá saliendo y la oscuridad azotando cuando el astro rey se esconda. El mundo seguirá girando, pero el mundo de Tōya se detuvo.

Envuelto en una sábana azul, deja las lágrimas surgir y deslizarse por las mejillas hasta perderse en su quijada. Tōya no recuerda la última vez que se sintió tan miserable, pero sabe que el dolor que siente ahora es mucho, mucho mayor que cualquier otro.

Solo tiene diez años y el corazón le duele tanto como a un hombre de cuarenta. Se apretuja sin aviso y parece que alguien lo martillea y disfruta de verlo sangrar, retorcerse en su miseria y causarle dolor. Las manos tiemblan y la sábana se arruga ante el puño recién formado. Todo él tiembla.

Ha muerto.

Está muerta.

Nadeshiko Kinomoto ha muerto, dejando a Fujitaka, Tōya y Sakura solos. Tōya ha notado que Fujitaka está desolado ―se nota en su sombrío rostro―, pero no deja caer ninguna lágrima en su presencia. Sakura es muy pequeña y no entiende qué pasa; hace preguntas y solo es capaz de ver como una tumba se adentra a la húmeda tierra.

Tōya está empezando a odiar al mundo entero. Solo quiere gritar hasta que su garganta sangre y quedarse ciego por las lágrimas. Golpear el todo y todos. Maldecirlos por tener esa expresión de lástima y entregarle palabras vacías de pena mal disimulada. Le duele mucho. Le molesta que Fujitaka mantenga esa expresión desolada y no demuestre todo su dolor. Le molesta que Sakura no pueda entender y por ende, compartir su mismo sufrimiento.

Su mamá ha muerto.

Ha muerto y nadie es capaz de comprender que algo también ha muerto dentro de él. Echa de menos que toque su cabello y le sonría con tranquilidad. Que se siente en uno de los viejos muebles y lea algún libro con los ojos cautivados y la sonrisa pintada en sus labios. Que le dé la bienvenida cuando llegue de la escuela y que le diga que ya es demasiado tarde y debería irse a dormir. Que le enseñe a tocar el piano con sus largos dedos. Que cante acompañando la sinfonía en medio de las luciérnagas.

Tōya la extraña mucho.

Y él sabe que los demás también; mas aceptarlo es algo prohibido para él porque nadie puede comprender su dolor de hijo, y solo Sakura podría hacerlo pero tiene tres años y no puede pedirle eso a su pequeña hermana.

Fujitaka sufre en silencio, ahora cargando el cielo en soledad y velando por sus hijos. Sakura llora cuando ve el pálido cuerpo de su madre y esta no responde ante el «mamá» desesperado de la niña. Y Tōya llora, sin importarle las personas a su alrededor, sintiendo una opresión en el pecho y las piernas temblar.

Tōya, en medio del llanto acallado por las paredes de la habitación, se queda dormido,

Los gratos recuerdos son los que inundan su mente en su viaje.

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Ignoren el título, no se me ocurrió algo mejor y justo estaba escuchando a Lucy Rose.

Fic random que se me ocurrió en una clase random. Además, me encanta Tōya porque me recuerda a la relación que tengo con mi hermano menor.

Sinceramente, yo siempre ponía «Touya» pero algo me decía que ese «ou» tenía algo escondido; así que fui a wiki y descubrí que realmente es «Tōya», y eso terminó destruyendo toda mi infancia ;n; Ahora me siento extraña escribiendo su nombre correctamente. Caramba.

¡Besos!