Hola, ¿Cómo les va? Bueno, este es mi primer fic dentro de la serie de Twilight y me costó un poco manejar los personajes. Salir del pairing de Harry Potter es un poco difícil.
Es la respuesta a la tabla de Retos a la Carta: los Siete pecados capitales. Podrán encontrar el link en mi profile.
Espero que les guste. El primero es la Ira...
N/A: No estarán ordenados según la tabla .
Ira: Tentación
Edward cerró la mano en un puño.
No podía estar sentado al lado de esa chica.
Su sangre reclamaba sus labios y no podía concentrarse en nada más que no sea querer saltarle a la yugular de un momento a otro, o a lo mejor, urdir algún buen plan para llevársela lejos y matarla en el bosque.
Sabía que la segunda opción no le costaría demasiado esfuerzo. Ella caería ante él con una simple sonrisa o un murmullo silencioso dejado caer en su oído.
Pero no.
Se lo debía a Carlisle, a Esme, a su familia. Él estaba re-educado, no podía dejarse llevar pos sus instintos, pero ella tampoco se lo ponía fácil. Era una tentación demasiado dificíl de soportar. Una carga muy pesada.
Cada vez que se movía, o acomodaba su cabello para mirarle a través de él, lo desesperaba más.
Salió decidido a darle una solución, sin embargo antes se aseguró de que ella no se acercara a él bajo ninguna razón, si la muchacha lo hacía no se controlaría. La miró con sus ojos negros, descargando furia, desesperación y frustración consciente, de que interpretaría el mensaje.
Abrió la puerta de la secretaría y conversó, lo más amablemente posible, con la mujer. Necesitaba urgentemente cambiar el horario de Biología, de lo contrario perdería la cabeza.
No había forma de convencer a esa señora, además de que un aroma dulce y embriagante estaba haciendo que gruñera levemente y comenzara a retraer los labios para mostrar sus colmillos. Simuló una sonrisa y cuando la vio, indefensa y suspendida entre sus pensamientos, sintió un pesar tan grande que debió mantener la vista fija en algún punto lejano del estacionamiento.
Después de ese terrible día, no pensaba volver a la escuela, no al menos, hasta que lograra tener autocontrol en cantidades importantes.
Esa misma noche, sin mediar palabra con sus padres o hermanos, se marchó. De todos modos, Alice, ya se los habría dicho.
Condujo a velocidad vertiginosa hasta llegar a Alaska.
OoO
Pasaron 2 semanas hasta que pudo sentirse dueño de sí mismo.
Apartó todo pensamiento que no sea Bella Swan. Si bien no podría estar con ella como hubiese querido, por lo menos le haría agradable la hora de biología.
Entablar conversación con la joven no había sido difícil. El problema era que su autocontrol flaqueaba cada vez que le miraba a los ojos e intentaba leer su pensamiento.
Edward Cullen descubrió esa mañana que había una sola persona inmune a su don. Isabella Swan.
OoO
La siguiente mañana fue especial por catalogarla de algún modo.
En realidad, había sido lúgubre.
Bella había estado a punto de ser atropellada por un auto fuera de control y a él, lo único que se le había venido a la mente fue: "A ella no". Exponiendo a los de su clase, había corrido y en un abrir y cerrar de ojos, la había estrechado contra su pecho y salvado de la muerte.
A pesar de no necesitar respirar, su torso subía y bajaba con rapidez tratando de calmarse.
Bella estaba bien. La razón por la que había sobrevivido este siglo estaba bien, mirándole con sus ojos marrones llenos de confusión y en vísperas de unir fragmentos de un puzle.
Lo que vino después, fue simplemente desastroso.
No pudo enfrentarse a ella, a sus requerimientos, a sus preguntas.
Tampoco pudo hacer mucho más que mirar a Carlisle, pidiéndole que se ponga en su lugar, cuando más tarde, casi a media noche, todos los Cullen ofrecieron sus opiniones acerca de lo ocurrido, poco amablemente.
Gracias al cielo tenía a Alice, quien siempre se ponía de su lado, tal vez porque sabía cómo terminarían las cosas.
Salió mosqueado del salón ante el décimo sexto comentario de Rosalie; "¿Por qué nos hiciste esto, Edward?"
-¡Qué se vayan al diablo!- se dijo a sí mismo mientras corría bosque adentro, alejándose de las emociones impuestas por Jasper, la mirada indulgente de Esme, los pensamientos de aceptación de Carlisle, la seriedad de Emmet, la mano de Alice en su hombro.
Atravesó arbustos, helechos. Dejó que el aire helado y húmedo de la noche lo abrigara, que las estrellas cuidaran de él, de la misma forma que él lo hacia, al observar ahora, a Bella Swan dormir.
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